lunes, 7 de enero de 2019

Nuevas lecturas



De las cosas que hago a fin de año es recopilar todas las listas que aparecen en la prensa mundial y revistas especializadas sobre los libros más exitosos del año y las recomendaciones para el próximo; es una de las maneras para mantenerme al día con mis lecturas, de allí puede deducir cuáles son las tendencias en el mercado de lectores y cuales la de la industria editorial, que no siempre coinciden.
Allí encuentro información sobre los best-sellers, sobre lo mejor en cada rama de la literatura de ficción que está sonando entre los críticos; le pongo especial atención a las publicaciones académicas de las grandes universidades del mundo, que tienen sus propias cánones; me paseo por los obituarios de los escritores fallecidos en el año, buscando esas obras póstumas que no han sido impresas, por los premios concedidos, por las obras de escritores que no habían sido traducidas… en fin, es un momento propicio para una puesta al día, que ahora, gracias a internet, es posible hacer; hace unos años atrás eso era imposible, y ahora, que puedo, no sé cómo pude vivir sin esta extraordinaria herramienta del conocimiento.
Por ejemplo, salió una lista de los libros, las películas y las canciones favoritas del presidente Obama durante el año; diez selecciones en cada rubro, yo estaba allí con tres de cada una, de su selección, había leído, visto y escuchado (no necesariamente gustado), tres de cada selección, nada mal para un hispano que vive en un país que él ha ayudado a arruinar al permitir la dañina injerencia cubana en los asuntos hemisféricos.
De las cosas que me sorprenden es la popularidad que ha adquirido la literatura sobre viajes, de las crónicas de turismo a los lugares más apartados del planeta, de cómo algunas editoriales le pagan a los escritores para que viajen y escriban sobre el recorrido… y la verdad es que esa literatura testimonial y descriptiva ha roto con todas las expectativas de ventas mundiales.
He sabido de autores como Franz Hessel y su bellísimo libro Berlín que, aunque escrito en los años veinte del pasado siglo, se traduce al castellano recientemente y se publica, convirtiéndose en un éxito de librerías. Hessel, amigo de Walter Benjamin y un perspicaz observador, nos ilustra sobre un Berlín que desapareció con la Primera Guerra Mundial; según Benjamin, el autor fue un arqueólogo de la modernidad, poseedor de una bellísima y estilizada prosa; el libro es un banquete, incluso para aquellos que no hemos tenido la oportunidad de conocer esa gran metrópoli.
O qué decir de esa inmersión en el curso del río Mekong que hizo el español Javier Nart, en su libro Viaje al Mekong, donde navega por uno de los más importantes ríos de Asia, tocando puertos en Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam, en un viaje magistral que deja sin aliento ante tanta cultura e historia exótica y desconocida.
La gente está ávida de aprender sobre lo que no han visto y probablemente nunca verán, y aprovechar a las buenas plumas para que lo hagan por ellos y sean sus sentidos los que los lleven en unas aventuras que tienen mucho de antropología, de psicología, buenas dosis de conocimiento geográfico y natural sobre las regiones, pero, sobre todo, mucha poesía, esto sin contar con todos esos libros de cómo viajar por Europa con un presupuesto de 50 euros, o pidiendo cola (autostop) en Latinoamérica, o atravesando la Manchurria china en bicicleta o las reimpresiones de los siempre muy bienvenidos reportajes del recientemente desaparecido Antony Burdain, denudando para nosotros cocina, maneras y yantares tan extraños que parecen venir de otro planeta.
Otra cosa sorprendente es la profusión y la popularidad de la novela negra, repleta de crímenes, detectives y asesinos, que reafirma, una y otra vez, la tendencia inequívoca del realismo social que se describe en sus páginas; creo que no hay mejor manera de saber cómo funciona una sociedad que leyendo sus novelas policiales y de intriga… desde cómo funciona la familia, un vecindario, que le da vida a las grandes ciudades, que hace que las ruedas de las instituciones se muevan.
La novela romántica nunca ha estado en un mejor momento; impresionante la popularidad de la Lit-chic, literatura escrita por jovencitas sobre sus avatares en la vida urbana o rural, sus amores imposibles, su encuentros con la maldad y con el sexo, leídas con igual fruición por las jovencitas de todo el mundo; la literatura para adolecentes tiene su nicho, la aventura y la fantasía han evolucionado hacia unas formas bastante sofisticadas, y los éxitos de escritores como J.K. Rowlan y su serie sobre la escuela de brujos de Howard, y la primera etapa de la narrativa de George R.R. Martin, el padre de la saga  Game of Thrones, vienen de hacerse un lugar en ese difícil público.
Por ejemplo, estoy sorprendido de que en uno de mis géneros favoritos, como la ciencia ficción, se esté abriendo paso una especialidad como lo es la llamada “Solarpunk”, una literatura optimista sobre tiempos apocalípticos, aparentemente una contradicción en términos, pero hay una creciente corriente de autores nóveles que, partiendo de la crisis ambiental que enfrenta el mundo actual, sobre todo de la tragedia climática que muchos de ellos ven como un hecho en pleno desarrollo, se esmeran en presentar su lado optimista; porque los que queden habrán no solo aprendido una gran lección en carne propia, sino que serán herederos de tecnologías que harán del mundo un mejor lugar para vivir… “utopismo práctico” le dicen algunos.
La mayoría de los escenarios que se describen en esas obras son posteriores al 2030, comunidades rurales disgregadas en Canadá y los EEUU, que luchan por sobrevivir en un mundo destrozado en su ecología, con gente optimista, que cree en un futuro mejor y lucha por levantar una nueva civilización, porque se asume que, luego del apocalipsis, quedarán sobrevivientes y éstos tendrán que hacer algo para continuar con sus vidas.
Tengo en espera para su lectura dos antologías de cuentos, Sunvault: Stories of Solarpunk and Eco-Speculation y Glass and Gardens: Solapunk Summers , ya les comentaré al respecto.
En psicología me topé con un autor que no conocía; estoy leyendo su libro (voy por el segundo capítulo), que me ha impresionado por lo bien escrito que está, pero, sobre todo, por su coherencia, se trata de la obra del Dr. Jordan B. Peterson, 12 Reglas para la Vida (no está disponible aún en castellano), profesor de la Universidad de Harvard y de Toronto (es canadiense) y es su respuesta a una de las preguntas fundamentales que nos hacemos los que vivimos en estos tiempos inciertos ¿Qué hace a la vida significativa?; no se lo pierdan, ni tampoco su anterior libro, Mapas de Significados, la arquitectura de las creencias (1999), del cual creo que sí existe una traducción. No me gustan mucho los libros de autoayuda, pero les aseguro que Peterson tiene algo importante qué decirnos y que todos deberíamos conocer.
De los clásicos, y para quienes quieren hincarle el diente a algo mucho más sustancioso, les recomiendo una obra muy poco conocida del filósofo alemán Martin Heidegger, que, en realidad, es el trabajo de su asistente, Eugen Fink, sobre el pensamiento de Heráclito, de hecho ése es su título, y se trata de un seminario que dictó Fink, a mediados de los sesenta, del pasado siglo en la Universidad de Friburgo, y que estaba bajo la dirección de Heidegger; supuestamente iba a ser algo mucho más amplio y profundo, pero el esfuerzo quedó allí, como casi todo el trabajo de Heidegger llenas de obras en construcción pero, tratándose de un trabajo que se enfoca directamente sobre los fragmentos originales del cosmólogo griego, y contando con la capacidad hermenéutica de Heidegger, deviene en una interesantísima reinterpretación de Heráclito y es primera vez que se traduce al castellano.
Estas son algunas de las lecturas que se me han presentado en mis primeras investigaciones, y algunos de los libros que he conseguido de esta reciente cosecha y que apenas estoy manoseando. Espero que esta breve reseña les sea de alguna utilidad y les tiente para hacer una lectura con consecuencias.  -   saulgodoy@gmail.com





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