jueves, 18 de julio de 2019

El mundo irreal de la izquierda venezolana



El pragmatista norteamericano Edward C. Moore señaló en su libro que estudiaba a los fundadores de esta escuela del pensamiento, El Pragmatismo Norteamericano: Peirce, James, y Dewey (1961) lo siguiente: “Todo conocimiento se constituye en forma de conceptos. Si estos conceptos corresponden a algo que se encuentren en la realidad, son reales, y el conocimiento humano se funda en hechos; si no se corresponde en nada con lo que se encuentre en la realidad, no son reales y el conocimiento humano está compuesto de puros inventos de su propia imaginación.”
Una de las formas que el hombre ha encontrado para verificar si el conocimiento es real o no, ha sido su eficacia, si funciona o no en el mundo, si es útil, si el mismo puede ser apropiado de manera universal; Ayn Rand acostumbraba a decir que la manera más contundente de empezar a validar la eficacia de los conceptos era revisando su origen, y ella lo hacía preguntándose muy cartesianamente ¿La existencia existe? Y afirmaba: “La existencia existe, y el hecho de aprehender esta afirmación implican dos axiomas corolarios: que existe algo que uno percibe y que uno existe poseyendo conciencia, siendo la conciencia la facultad de percibir aquello que existe.”
En el siglo XVII los últimos vestigios de la Edad Media en occidente desaparecían mientras se imponían los nuevos valores; la razón y la ciencia permeaban poco a poco en las sociedades mientras que la fe y la autoridad retrocedía, una visión del mundo mucho más naturalista y optimista dieron pie para el desarrollo de la libertad individual y su lucha por conseguir la felicidad, cosa que inspiró a muchas revoluciones que vendrían posteriormente, pero paralelamente empezaron a surgir grupos comunitarios que preservaban estilos de vida colectivistas.
Para el filósofo Stephen Hicks, fue en el siglo XIX que se dan la conjunción del Romanticismo y el movimiento de la anti ilustración, sobre todo con las ideas propugnadas por Rousseau e Emmanuel Kant, que tienden al rescate de las ideas que retoman los valores de la autoridad de las viejas instituciones, entre ellas la Iglesia y el Estado, y que exigen de los hombres el respeto a los deberes y los vínculos con sus comunidades.
En esta lucha en contra de la razón, el escepticismo termina por imponerse y en Europa se produce una escisión entre la filosofía Continental y la del mundo Angloparlante, siendo esta última donde predomina la filosofía analítica frente al dominio casi absoluto de la filosofía antinacionalista liderada por figuras como Nietzsche, Heidegger, Sartre, entre otros, produciéndose a su vez un fenómeno muy extraño, perdura en las universidades y laboratorios experimentales, como si fueran compartimientos aislados, el método científico, se avanza en términos de nuevas tecnologías y descubrimientos fundamentales en el mundo material con grandes logros, utilizando la verificación, el método experimental, pero en el mundo académico e intelectual predomina por mucho el relativismo, el misticismo, las creencias religiosas.
El socialismo utópico se consolida con las ideas de Marx, que las hace aparecer como mucho más respetables por el carácter “científico” que pretende, tanto en lo histórico como en lo económico, el marxismo dibuja una estructura de pensamiento racional, y aunque su creador es un ateo convencido y militante, sus doctrinas aspiran a un acto de fe muy parecido al de las religiones, sobre todo en cuanto a las profecía que formula sobre la dictadura del proletariado y el advenimiento de una sociedad sin clases, sin gobierno y funcionando por la solidaridad y la igualdad de todos los hombres.
Y aunque fue el modernismo, no el socialismo, el que prometía la libertad del hombre de sus ataduras de regímenes autoritarios, de liberarlos de los dogmas, de cortar sus cadenas como vasallos de instituciones retrógradas como el de señores feudales, el socialismo se arroga “liberar” a las personas del yugo de la razón, de las leyes de la naturaleza, de la asfixiante realidad.
Nos dice Hicks en su libro, Explicando el Posmodernismo, la crisis del socialismo (2014) lo siguiente:
Los escritos de Rousseau eran la Biblia de los líderes jacobinos de la Revolución Francesa, asimilados por muchos de los esperanzados revolucionarios rusos de finales del siglo diecinueve, e influyentes sobre los socialistas más agrarios del siglo veinte en China y Camboya. En el mundo teórico del socialismo académico, la versión de Rousseau del colectivismo fue eclipsada por la versión de Marx, durante la mayor parte del siglo diecinueve y bastante del siglo veinte.

Todo esto tiene una explicación, el socialismo europeo y sus versiones americanas, a medida que la realidad fue desenmascarando sus propuestas utópicas, que sus ideales sobre la naturaleza humana, fraternidad, igualdad y libertad se fueron convirtiendo en exigencias de carácter policial (yo, al igual que otros muchos, creemos que el ser humano es esencialmente egoísta, advirtiendo que el egoísmo no es malo, que la individualidad reporta muchos beneficios, y que comparado con el colectivismo, le lleva una ventaja enorme en cuanto al desarrollo humano), cuando esos regímenes se vieron obligados a recurrir a la fuerza para imponer la fraternidad, la igualdad y la libertad, aquel ideario dejó de ser liberal y se transformó en puro fascismo.
En el caso venezolano, nunca aprendimos la lección, aunque Rómulo Betancourt se dio cuenta del fracaso del comunismo nunca pudo despegarse ni del ideario socialista ni de las formas bolcheviques de organización política, y como los socialistas son unos maestros en el arte del mimetismo, empezaron a llamar a sus proyectos políticos, democráticos.
En la serie de artículos del investigador Bernandino Herrera León titulado El Fracaso del Socialismo, nos dice cuando se refiere al socialismo democrático:

                       La versión soviética o leninista del socialismo nunca fue fácil de digerir para los intelectuales y activistas políticos en el resto del mundo. La corriente socialdemócrata fundada por Eduard Berstein, a fines de siglo XIX, se presentaba como una variante alternativa, y por ello, se fue fortaleciendo a medida que las noticias del exterminio soviético y las purgas de profesores, escritores e intelectuales se filtraban riesgosas hendijas de la férrea y mortal censura bolchevique. Muchos partidos y movimientos comenzaron a plantearse otras rutas para alcanzar el anhelado socialismo. Pronto, el modelo socialdemócrata de Berstein se fue bifurcando en dos grandes corrientes, aunque ambas conservaron el ideario fundacional, según la cual era posible la coexistencia entre socialismo y democracia. Idea conocida, desde la década de 1920, como “socialismo democrático”. Una corriente se mantuvo en el socialismo clásico. Postulaba que el ideario socialista evolucionaría en el interior del “capitalismo” hasta lograr integrar culturalmente a toda la sociedad. Es decir, hasta que toda la sociedad se convirtiera en socialista, momento a partir del cual surgiría, definitivamente, la nueva sociedad. Otra corriente, que hoy conocemos como socialdemócrata, propuso, en cambio, que el socialismo podía cohabitar dentro del “capitalismo”, concediendo libertades económicas relativas, y coexistencia de empresas privadas con empresas del Estado socialista. En otras palabras, concebían viable construir el socialismo en una economía de mercado. Ambas corrientes coincidían en que modelo el socialismo sería posible mediante el sufragio universal. Y ambas postulaban rescatar el rostro humano y justiciero del socialismo, oponiéndose, cada vez más frontalmente, al estilo dictatorial soviético, y luego el modelo chino.

Pero existía el modelo cubano, el castrocomunismo, un socialismo reencauchado en Latinoamérica con una serie de agregados endógenos, salpimentado con mucho cristianismo primitivo, tesis anticolonialistas, antiimperialistas, fervor nacionalista, inclusión de las minorías, culto a las etnias originarias… y lo transformaron en un relato para la liberación, y durante muchos años estuvieron los políticos, los académicos e intelectuales comiendo de la mano de aquel monstruo con apariencia de humanista.
Pero siguieron los fracasos, aumentó la pobreza y la violencia, se perdieron los intentos por obtener realmente democracias en el continente, aunque algunos lograron escapar del lazo, a Venezuela, que se había soltado, la volvieron a capturar, entre otras cosas porque el socialismo seguía vivo y ardiendo en algunas mentes febriles.
Guaidó, el candidato del socialismo democrático y su corte de intelectuales izquierdistas, de escritores que pretenden contar con la verdad absoluta, con la aprehensión de la realidad “real”, con esa manera extraña de ser políticamente correcto con el chavismo y sus socios, es el producto final de una evolución que tiene décadas perfeccionándose, de allí su discurso ricos en efectos retóricos como “si pero no” diciendo una cosa y haciendo otra, eso le encanta a su público, el pacifismo a ultranza, amelcochado de socialismo paternalista, de machismo presidencialista, empapado del más puro colaboracionismo, de ese que negocia con el asesino de cuantos tiros te va a matar, o a quien de tu familia se le negará la atención médica, la decisión de Sofía revivida.
No me extraña para nada que los escritores que han publicado una carta tipo “yo acuso”, vamos a colgarlos,  en contra de los llamados despectivamente “guerreros del teclado” pertenezcan todos al mundo del espectáculo, vienen de los escenarios, de la televisión, radio, de los medios impresos, figuras consagradas en esa hoguera de las vanidades que son los medios de comunicación de masa, algunos han cosechado grandes éxitos en el circuito de conferencistas que ya nace en el país, otros son destacados novelistas con premios y reconocimientos bajo el brazo, editores de valía, todos personas inteligentes, todos “influencers” prestados a la causa de un diputado de la Asamblea Nacional, convertido por la maquinaria de propaganda de los socialistas desempleados que quisieran volver a ser gobierno, en la esperanza nacional.
Pero se fueron de bruces, se dejaron embaucar con las intrigas de los más “rojos” de su grupo, y decidieron acometerla en contra de unos desagradables opositores radicales, utilizando una de las armas más letales entre los marxistas, el temido comunicado público con los abajo firmante.
Un “lumpen” de escritores que se dicen libres e independientes han sido identificados como la causa de infelicidad del joven Guaidó, y a su pedido, sus escritores marcharon con antorchas y tridentes, machetes, brea y sacos de plumas para darles su merecido,  estos “otros” escritorcillos fueron acusados de vociferantes mentirosos, manipuladores, conspiradores, ellos no son como ustedes, quienes ya tienen un Emperator por quien batirse en la arena del circo, que ya cuentan con una certeza del paraíso que viene, que no se lo van a dejar robar, y menos por unos intelectuales de poca monta, tarifados del régimen.
Pero ellos, Ah…esos demócratas socialistas, tan puros y lozanos, que quieren acabar con el sufrimiento generalizado de los venezolanos negociando con nuestros asesinos, porque negociar es el acto más civilizado y el único que un demócrata pudiera permitirse, estos escritores si son realistas, los únicos que pueden ver la verdad de la situación que nos consume, y de nuevo, con sus estilizados movimientos y su criptica manera de hablar, tienen la llave de nuestra liberación, no opinemos, no acusemos, no argumentemos, nada de lo que digamos en contra de Guaidó y su entorno es verdad, son fabricaciones mal intencionadas.
Un político realista como Guaidó jamás desaprovecharía una oportunidad de vivir un día más, no importa las circunstancias, si puede conseguir de su enemigo, quien cuenta con una fuerza superior, que le permita seguir viviendo su ilusión, eso es ganancia, aquí el asunto no es moral; si la estrategia de la MUD-G4-FA-VP-Vaticano funciona, es probable que para dentro de diez años pueda, éste destacado líder de las nuevas generaciones, asumir como co-presidente de la República.
Es sin duda una estrategia a largo plazo, para ellos, lo fundamental es resistir sin llegar a la confrontación, la estrategia de Guaidó se basa en que los aliados del país apliquen algunas sanciones, pero suavemente, que levanten otras para no incomodar a Maduro y sus hordas, en algún momento en el futuro, el chavismo perderá sus fortalezas y entonces aceptará unas elecciones, tampoco importa el cómo, lo importante es que ceda, que les permita cohabitar como buenos vecinos y mantener la calle limpia para ambos.
Y los intelectuales con Guaidó enloquecieron ante la propuesta, les parece lo más sensato del mundo, lo más coherente, ir despacio y en puntillas, para no malhumorar al tirano, un día más es mejor que ninguno, para seguir disfrutando de la fama y la gloria… Sí, en algún momento las suertes cambiarán, y podremos rescatar el verdadero socialismo para todos; el problema son esos descerebrados “guerreros del teclado”, que a pesar de que son unos limpios, no tienen contactos, no tienen partidos como el de Primero Justicia o Voluntad Popular, ni lideres fotogénicos, ni siquiera cuentan con grupies como nosotros, pero además… son respondones, mal hablados y nadie los quiere. Nosotros, los verdaderos escritores con Guaidó, los que contamos con preseas, reconocimiento nacional e internacional, creemos que lo mejor es caerle a palos a esos bichitos radicales para que los chavistas vean que no somos sus enemigos ¿No sería bonito entregarle sus cabezas a Maduro fritas en aceite en un acto en cadena nacional? Por lo menos nos quitaríamos “la ladilla” de tener que leerlos en las redes sociales.  -   saulgodoy@gmail.com







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