sábado, 31 de mayo de 2014

Simonovis, emblema de poder socialista





Nota: Publico esta reseña que apareció en algunos medios hace un tiempo, lo reproduzco porque la decisión de Simonovis de hacer una huelga de hambre es ya su despedida de nosotros, su ejemplo es la de un hombre de honor que se ha negado de todas las maneras de bajar la cabeza ante el tirano, y si sucede lo que todos tememos, no habrá ningún chavista sobre la faz de la tierra que pueda salvar su responsabilidad sobre este sacrificio por la libertad.  Si algo le queda de humanidad a este régimen de torturadores, liberen a Simonovis o llevarán la marca de Caín en sus frentes hasta el fin de los tiempos.

Conozco personas que, cuando están pasando por un mal momento, piensan en la situación del preso político Iván Simonovis y toman fuerzas para sobrellevar sus penurias, “Simonovis está peor que yo y allí está, guapeando”.  A su familia, a su esposa e hijas, el pueblo las tiene por heroínas, ejemplos de la mujer venezolana ante la adversidad. El proceso judicial, que se le sigue a este ciudadano venezolano, representa lo más perverso y grotesco del proceso revolucionario bolivariano; no hay día que pase que esta víctima del socialismo rojo rojito nos recuerde la verdadera naturaleza del régimen, retando cualquier impostura y engaño de los que se llaman a sí mismos cristianos y humanistas.
Este caso desafía cualquier intento de comprender el término crueldad, pues no hay ningún justificativo para seguir torturando hasta la muerte a un ser humano, a una persona enferma, que en nada puede significar peligro o riesgo para el gobierno de Maduro, es tal el grado de depravación en que se encuentra el alto gobierno con respecto a este hombre, que juegan a pasarse la bola unos a otros, con comentarios que dicen mucho de sus bajezas, excusándose ante una supuesta “separación de poderes”, acusando a la oposición de maniobra política por pedir clemencia, y Maduro, quien tendría en sus manos el poder de perdonarlo, con un indulto, se va a Cuba a pedirle a Fidel permiso y regresa con la orden de dejarlo preso, a manera de ejemplo, para que no le pase por la mente a ningún venezolano la idea de sacar a los cubanos de Venezuela.
De lo que no se dan cuenta Fidel, en sus últimos días de vida, ni Maduro, ni el PSUV, es que ya hace mucho tiempo el supuesto ejemplo del preso político enterrado vivo en una prisión, dejó de hacer el efecto intimidatorio que una vez se propusieron, ahora actúa de manera contraria, es tan cobarde y absurdo tener a Somonovis preso que se está alimentando en la población un odio social hacia sus torturadores, extendiéndose a todos los que simpatizan o colaboran con este régimen, que exhibe de manera tan obscena el cuerpo que se apaga de un verdadero mártir, porque su voluntad está intacta, sigue siendo un opositor, sigue creyendo en la democracia, sigue siendo un venezolano libre, quizás el más libre de todos nosotros.
Pareciera ser que Maduro quisiera competir con su predecesor en el poder. Chávez dejó morir al agricultor Franklin Brito, en un episodio absurdo de brutalidad militar contra el clamor por la justicia; Maduro quiere en su sala un trofeo más grande y significativo, a pesar de sus ínfulas budistas de su creencia en los karmas, quiere la sangre de Simonovis en sus manos, creyendo que, con este ritual de sufrimiento y muerte, va a poder gobernar bajo los signos del terror.
Craso error. Simonovis no es emblema de la justicia socialista, ese profesional del orden público se está convirtiendo en la bandera y símbolo de la resistencia, su nombre y figura es razón de lucha, su estatura como padre de familia, como ciudadano, como ejemplo del temple de los venezolanos ante las dificultades lo están transformando en blasón de la libertad.
Mientras más días pasen sin que sea liberado, mientras más vejámenes se le haga a su familia, amigos, abogados y dolientes, mayor serán las ganas del 90% de los venezolanos de acabar, de una vez por todas, con esa patraña de sistema de justicia que se nos ha impuesto. El nombre de Simonovis está en todos los informes de violaciones de derechos humanos en todas las oficinas presidenciales del mundo, lo tiene el Papa en su orden del día, lo tienen pendiente los tribunales de justicia internacional, lo tenemos cada uno de nosotros, los verdaderos venezolanos, grabado en nuestros corazones; en nuestro país no puede haber navidad feliz mientras los Simonovis se encuentren en esta situación inhumana.
Toda la propaganda del régimen, para tratar de demostrar las muertes y los crímenes que le atribuyen a este oficial de la policía, se han caído por falsas e inconsistentes; todos esos abusos de poder, negación del debido proceso, trampas y falsos testimonios que prepararon con la maldad como norte, se han vuelto humo, lo que queda ahora son los nombres de sus jueces, fiscales y captores, los mismos que le aplicaron la pena máxima a este hombre inocente, y son los que van a responder, en algún momento, por sus crímenes.
Todo ese aparato de medicina legal que se ha montado, de médicos cómplices de los verdugos, que niegan una y otra vez la debida asistencia a un paciente grave, quedará como ejemplo de la burda y vacía alma de sus torturadores; todo ese manejo administrativo por parte de los cuerpos de seguridad, sus traslados a tribunales, el teatro del horror en que convirtieron su juicio, su estada entre las mazmorras del SEBIN, porque son tan abyectos, que todavía hoy pretenden asustarnos con el caso de Simonovis con el supuesto mesaje a la oposición de que “esto les pasará si no nos besan los pies a Maduro”.
Lo que ha demostrado el chavismo con este repudiable acto es que algo no está bien en su psique colectiva, que hay patrones de un enorme desajuste socio-patológico de esos hombres y mujeres que todavía apoyan este acto de barbarie, que tratan de justificar entre los delgadísimos límites de la legalidad, queriendo darle un significado político justo y hasta humanitario (porque no lo desaparecen, como antes – dicen - los desaparecían a ellos cuando caían en manos de la policía), toda una argumentación que trata de engañar a los más imbéciles, poniéndose ellos como víctimas cuando en realidad son los victimarios.
Y a Simonovis, a su esposa Bony, a sus hijas, mis respetos y solidaridad, a sus abogados, que han demostrado un valor y un profesionalismo fuera de serie, mi admiración; no estoy tranquilo, ningún venezolano debe estarlo mientras se mantenga esta situación que atenaza el corazón de esta patria.
Liberen a Simonovis, dejen de poner leña debajo de sus propias piras, la justicia terrenal está alerta, la divina está a la espera, el karma que ya tienen que pagar los condena igualmente y es demasiado pesado para seguir agregando maldades. – saulgodoy@gmail.com




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