martes, 3 de enero de 2017

Soy populista ¿Y qué?







Hoy vamos a sumergirnos en aguas turbias, en un tema que constantemente es referido a la política pero que se hace muy difícil de entender, primeramente porque nadie sabe lo que realmente significa aunque es de uso común, es un calificativo que se intercambia como moneda corriente en el debate político, a veces como insulto, otras como bandera de las mayorías, el populismo es una de esas palabras que sirve para todo y enrarece todo intento de comunicación.
Según la Enciclopedia Británica (2010) populismo es: Programa o movimiento político que se constituye en adalid de las personas comunes y corrientes, habitualmente en contraste con las elites. El populismo suele combinar elementos de la IZQUIERDA y de la DERECHA ; se opone a los grandes intereses económicos y financieros pero también, frecuentemente, es hostil a los partidos obreros y socialistas establecidos. En EE.UU., el término se aplicó al programa del movimiento populista de la década de 1890.”
En el libro Reflexiones sobre el poder popular (2007), copilado por Miguel Mazzeo y Fernando Stratta, surgen varias acepciones, todas ellas desde el campo de la izquierda, siempre desde lo popular… Dicen en la introducción de esta reunión de ensayos que: “…podemos identificar entonces un modo populista y un modo popular de la intervención política popular. Para no confundir, denominaremos al segundo modo socialista. Pero aclaramos que, en sentido estricto se trata de modalidades con proyección socialistas…en el caso del populismo se instituye un conflicto falso o de segundo orden, o un conflicto cuya -¿politicidad?- termina siendo velada, preservando la armonía de fondo y la reproducción del sistema… concibe al pueblo como sujeto pre-político y recurre al esencialismo o a las articulaciones meramente discursivas.”
Aparte de estar muy mal escrito, lo que esta ristra de palabras supuestamente científicas quieren decir, es que los socialistas y los populistas son ambos socialistas, pero los populistas son más complacientes con el sistema que los socialistas, es decir, quieren caerle bien y complacer tanto a las élites como “al pueblo”.
En cambio que para el historiador argentino Omar Acha, en su escrito Poder Popular y Socialismo desde abajo,  el populismo fue: “…una forma democrática de integración social de las clases populares y de refiguración de la relación entre economía y Estado después de la crisis política de 1929 (en Argentina). Para lograrlo los líderes populistas apelaron al nacionalismo y a cierto igualitarismo, que para algunas vertientes de izquierda constituían- como “segunda independencia”- el inicio de un camino que, más adelante y superando al propio populismo, realizaría sus promesas plebeyas para transformarse en socialismo. Las condiciones históricas de esa política ya no existen. Baste pensar en que fue la promesa de - construir una burguesía nacional- que hizo el presidente Kirchner apenas asumió su mandato.”
Se entiende de esta lectura que los programas “progresistas” de Néstor Kirchner y Luís Ignacio Lula da Silva eran populistas porque fueron concebidos en una lógica que baja desde el Estado, pero que Evo Morales y Chávez eran diferentes, es decir, no eran populistas, porque contaban con el respaldo de las mayorías populares desde un inicio y estos líderes sólo articulaban la voluntad popular.
La verdad sea dicha, se confunden objetivos con medios, y peor aún, popularidad, con voluntad política, creo que ni los bolivianos ni los venezolanos estaban en capacidad de comprender el verdadero contenido de los programas de ambos candidatos, primero porque nunca fueron explicados, segundo porque para el momento de sus victorias electorales no estaban debidamente desarrollados.
Lo que yo sí creo es que en el populismo, y Chávez y Evo eran unos populistas de profesión, se dieron a la tarea de hacer promesas falsas, a engañar a la gente con ofrecimientos que sabían jamás cumplirían, con posiciones, valores y principios que traicionarían a la primera oportunidad, una vez que estuvieran en el poder, que efectivamente, su interés era ganar corazones y voluntades para su victoria, pero que estaba cantado, que tan pronto asumieran el poder, muchos de aquellos que les brindaron su favor, sería demolidos por sus intereses de conformar una nueva élite de poder y empezaran a satisfacer los deseos de las masas hambreadas y excluidas.
El populismo es efectivamente una estrategia política mas no un programa político, el populismo no se puede sostener eternamente, empezando porque consume demasiada energía y esfuerzo, no hay país que resista un plan populista a largo plazo, empezando porque las relaciones de poder, de clase, los intereses, las necesidades y las formas de producción y mercados  empiezan a variar de manera acelerada.
Quitarle a los que tienen para darle a los que no, es una medida populista, crear alternativas de producción y nuevas relaciones entre consumidores, otro que el libre mercado  es un programa socialista, el populismo puede servirle como herramienta al socialismo, pero va a llegar un momento en que debe desarrollar otras actividades y sectores, aún dentro del estatismo, para que pueda haber cierta sensación de progreso en la sociedad.
En el interesante artículo de Jan-Werner Muller, Capitalismo en una familia (2016), en la que analiza porque cree que Donald Trump es un populista, nos dice cuando se pregunta por lo que define a un populista los siguiente: “Los populistas alegan que ellos, y sólo ellos, pueden hablar por lo que definen, la gente de verdad o la silenciosa mayoría. Este alegato a un monopolio moral por la representación tiene dos consecuencias negativas para la democracia.  Los populistas acusan a los contendientes políticos de ser ilegítimos. Pero no hablan en términos de estar de acuerdo o no sobre sus políticas, que en democracia es la naturaleza misma del accionar político- de presentar al elector con opciones y no solo discutir si están capacitados, al contrario lo llevan todo al plano personal, sus oponentes tienen que ser unos pillos y embaucadores. Trump es extremo en este sentido pero no excepcional. Lo inusual en este sentido era que sus seguidores tomaban muy en serio, casi literalmente, estos asaltos sobre la persona de Hillary Clinton. No eran los cantos del auditorio – Enciérrala tras las rejas- pero el hecho, por ejemplo, que las encuestadoras registraron en el estado de Florida, 40% de los seguidores de Trump estaban de acuerdo en que Clinton era un demonio… La segunda consecuencia es que el populismo fomenta el anti-pluralismo, ya que quienes no apoyan al populista o no comparte su visión de quien es la gente de verdad, pues se excluyen del concepto de pueblo… pasó en Inglaterra durante el Brexit, cuando Nigel Farage dijo que la victoria del refrendo fue la victoria de la gente de verdad, quería evidenciar que el 48% de los que votaron en contra de la salida de la Unión Europea no eran gente, ni siquiera auténticos británicos.”
Es interesante hacer notar que para el escritor Jan-Werner Muller, ni Clinton ni Obama aparecen en su lista corta de políticos con estilo populista, lo que indica claramente donde reposan sus simpatías, pero ambas figuras del partido Demócrata se distinguen, en sus formas de hacer política, como mucho más populistas que socialistas, que se dice de ellos, es su verdadera naturaleza.
El populismo está muy ligado a aquellas personalidades que son estrella en los medios de comunicación de masa, que acaparan abundante centimetraje en la prensa escrita y los ratings de sintonía de medios electrónicos, pueden ser artistas incursionando en la política, o empresarios, como Berlusconi, con su actitud de disgusto en contra del Estado siendo el mayor propietario de medios de comunicación privados de su país.
Juan Perón fue un buen ejemplo, un militar de alta visibilidad en las esferas del poder que hasta se buscó a su Evita (una artista profesional) para mantener el poder en familia, Chávez se comportaba más como una estrella del beisbol que como un golpista ante los medios, Trump era una personalidad de la televisión por propio derecho, antes de su carrera política, los venezolanos podríamos hacernos la pregunta de algunos de nuestros políticos ¿Es Maduro un populista o un tocador de conga, o un pésimo bailarín de salsa? ¿Lo es Julio Borges, el juez mediático y su combo de Primero Justicia? ¿Lo es Chúo Torrealba, el defensor de los pobres barrio adentro?
El principal propósito del populismo es capturar la atención de las masas y esto lo hace con ofrecimientos fantásticos y poco realistas, no dicen nunca como lo van a lograr, pero lo prometen, una vez capturada la atención de su público, los separa del resto, les atribuye condiciones únicas de la que los otros ciudadanos carecen, los hace sentir especiales y porque comparten sus ideas, los integra como el pueblo elegido.
El populismo de acuerdo a la experiencia mundial es costoso, engañoso y mueve pasiones más que inteligencia, parecieran una serie de trucos retóricos que funcionan en escenarios de promesas vacías e impactos publicitarios, sirve para muchas cosas y es igual de útil para la derecha como para la izquierda, lo importante es en lo que deriva, una vez que el impulso populista se agota y a veces, lo que viene, es oscuro, violento y opresor. -  saulgodoy@gmail.com




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