lunes, 2 de enero de 2017

Ante la globalización del arte




Les copio directamente un extracto de un interesante artículo de Hans Belting, Arte Contemporáneo como arte Global (2009): “En marzo 2007, la Feria de Arte de Dubai, una subsidiaria del Centro Financiero Internacional de Dubai (DIFC, en inglés), organizó su primer Foro de Arte Global, en el que el término arte global fue utilizado simplemente como sinónimo del actual arte contemporáneo. En algunas de sus secciones, como era de esperar, abarcó asuntos tales como Identificando las Ciudades por medio de la Cultura y Construyendo futuras ciudades para el Arte. En una sección, sin embargo, el tema se centró en la pregunta directa: ¿Cómo el Arte Contemporáneo afectará al Medio Oriente en los próximos 10 años? o ¿Cómo el Medio Oriente afectará el Arte Contemporáneo en los próximos 10 años?  Algunos de los participantes objetaron las dos preguntas porque no podían medirse, y porque trataban al arte como un asunto de planificación.
La creación de mercados para el arte en el Medio Oriente es un proyecto económico que sí afectará al Arte Contemporáneo.  Casas subastadoras de occidente están compitiendo entre ellas en la región.  Sotheby’s abrió una sucursal en Doha, Qatar, y Christie’s escogió a Dubai, Abu Dhabi, donde el Louvre enviará parte de su colección.  Para éste fin comisionó un edificio de museo a Tadao Ando.
Además, en Qatar el nuevo museo de Arte Islámico, diseñado por I.M. Pei, y un nuevo museo para arte contemporáneo abrirán pronto.  De modo que el Medio Oriente afectará definitivamente al arte global. Aunque los museos de arte son todavía una institución nueva en la región, son una opción obvia para sus propósitos, por lo que en estos momentos hay varios museos en construcción.  En el 2008, el Foro de Arte Global, asociado a la publicación Financial Times, expresó de manera directa que Arte es un Negocio.  El Directorio de la Autoridad Cultural y para el Arte, explicó en ese evento su agenda de una ciudad global para el arte.  De modo que los estados del golfo serán un experimento para este caso de globalización del arte como proyecto económico.”
Y les aseguro que serán un éxito, no sólo por el enorme poder adquisitivo de los países del Golfo, sino porque la región se ha empeñado en atraer a una importante corriente de inversionistas, empresarios y artistas occidentales hacia la región, además de un turismo de primera clase, ofreciéndoles un muestrario de las urbes más modernas del mundo, con todos los servicios y comodidades inimaginables, desde competencias de Fórmula 1, carreras de caballos, espectáculos impresionantes, como operas… y creo que, en muy poco tiempo, sus artistas y su arte entrarán en competencia franca con lo mejor de nuestro arte contemporáneo; pero, además, por ser un polo de desarrollo financiero, van a afectar los precios de las obras de arte, marcarán tendencias, influirán en los nuevos gustos y crearán nuevos mercados.
El arte es un negocio, y eso lo entendieron, desde muy temprano en el siglo XX, países como Francia, USA y Brasil; Venezuela estuvo, como pionera, en los festivales internacionales de música latinoamericana que se celebraron en tiempos de la dictadura de Pérez Jiménez, y que, afortunadamente para la música en nuestro país, derivó en el Sistema de Orquestas que, mal que bien, le ha dado tanta presencia a nuestra cultura.
Pero ese fue un tren que perdimos desde hace ya un tiempo; el chavismo, esa corriente política primitiva y violenta, no tiene idea de con qué se come la cultura, y perdió muchas oportunidades de oro para relanzar al país internacionalmente, apalancados en la cultura; perdimos el tren del vigoroso movimiento cinético que tuvimos, de la enorme fuerza que tenía nuestro teatro, de la producción editorial, ahora sin papel ni tintas, que ganó para el país prestigiosos reconocimientos, de su gastronomía, de sus producciones para la televisión, de los diversos grupos literarios que brotaron como hongos, en todos los géneros… ya la música sobrevive, con respirador artificial, pero puede ser desconectada en cualquier momento, pues se convirtió, en su expresión más publicitada, en un apéndice proselitista.
Hemos tenido a cargo de la cultura a individuos de dudosa reputación, paradójicamente, al menos en el área de la cultura, cuyo interés se centraba en que sus proyectos personales se vendieran al estado por ingentes sumas de dinero, y que, lamentablemente, resultaron bodrios que la colectividad tiene que sufrir.
Se resucitaron artes menores y actividades culturales que no trascendían el terreno de aficionados o pequeñas logias de cultores, desde el grafiti, a las artes circenses, pasando por el llamado arte corporal, las execrables imitaciones del hip-hop y el regetón, los infames brake dances, las reproducciones ideológicas de cuadros históricos vivientes en eventos castrenses o actos de amañado interés, algunos de un extravagante mal gusto, con amazonas en cueros y pintadas con la bandera nacional… la preferencia socialista bolivariana por los desfiles militares del más puro oropel le llevó a desarrollar una veta creativa para traer a la vida situaciones carnavalescas, que ninguna persona, ni siquiera en medio de un delirium tremens, pudiera haberse imaginado; en fin, los funcionarios de la cultura, para complacer al poder y así ponerle las manos a los presupuestos asignados a sus áreas y sustraerlos en partidas fantasmas, prefirieron apostar al bagazo cultural, que sobrevivía en los ofuscamientos de los miserables y alucinados en los pueblos, y cómo lo único que recibían de nuestros militares, eran congratulaciones por el espectáculo, todo pasaba debajo de la mesa.
Y es que en un mundo globalizado, en competencia por atraer las mejores inversiones, lo último en innovación, a los profesionales más capaces, a la más selecta inmigración, toda institución o persona empieza por revisar los índices de desarrollo y calidad de vida de las principales ciudades, esta es una información abierta, a disposición del público en general, donde se destacan las ventajas y problemas de las grandes urbes.
Todas las metrópolis del mundo están constantemente monitorizadas y sus datos puestos al día, de modo que la gente pueda enterarse de importante aspectos, como son el tema de la seguridad, el crecimiento económico, data demográfica, censos, educación, salud, con qué tipo de servicios cuenta, y entre este cúmulo de información, sus museos, teatros, casas de ópera, galerías, restaurantes, etc. Todo lo que una corporación o profesional buscaría si quisiera visitar, mudarse, o invertir en esa particular región del mundo.
En este sentido los chavistas nos dejaron a pié; mientras otros países del orbe invertían en infraestructura, deporte, cultura, entretenimiento, lugares de esparcimiento e intercambios y atraían los ríos de turistas a sus capitales, nuestras ciudades se convertían en lugares oscuros, decadentes y altamente peligrosos. Pero lo peor no es esto, no solo descuidaron el mantenimiento y la creación de nuevos espacios culturales, recreativos y de esparcimiento para la gente, sino que dejaron de proporcionar la información requerida para la elaboración de estos índices, o peor aún, la falseaban y adulteraban para aparentar lo que no era.
De modo que Venezuela como país y sus principales ciudades, no llenan los requisitos mínimos para ser tomadas en cuenta como sitio ideal, o cuando menos posible, para inversiones o lugar de residencia, nuestros índices de desarrollo y calidad de vida se desplomaron y estamos entre los últimos lugares del mundo que pudieran considerarse atractivos para que alguien quisiera venir a vivir o cuando menos a hacer turismo, ni siquiera contamos con un servicio decente de telefonía e internet tan necesarios en el mundo actual.
Es por ello que, dentro de los planes de reconstrucción de Venezuela, deben tener un lugar privilegiado nuestras altas expresiones culturales, y afortunadamente todavía contamos con auténticos cultores y artistas que nos pondrían en el mapa, de nuevo y en corto tiempo, como lugar que hay que visitar y experimentar… donde vale la pena invertir.
La cultura se ha convertido en una de las principales áreas para la atracción de un público ávido de buenas experiencias. Por supuesto, primero tendríamos que eyectar a esos criminales del poder, desalojar a la ignorancia del gobierno, y proscribir el mal gusto de nuestro urbanismo… pacificar al país y estabilizar la economía, pero con nuestra inventiva, nuestras tradiciones, algunas con un alto grado de sofisticación, entre ellas nuestras artes plásticas, en las que tenemos y permanece un recurso inagotable de talento. Estoy seguro de que podríamos, en muy poco tiempo, interesar socios e inversionistas en proyectos culturales que cambien, de la manera más expedita y limpia posible, la imagen de país fracasado y esquizoide que, por obra del chavismo, hemos ganado.  -   saulgodoy@gmail.com








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