La
imaginación del gobierno es corta y mala, la excusa predilecta para perseguir
al opositor es “porque me quiere matar”, y para ello inventa toda esa parodia
de un magnicidio que nadie les cree, ni ellos mismos , que tuvieron que
preparar esa cantidad de correos “interceptados”, llamadas intervenidas,
testigos falsos, pruebas fabricadas…
La
rueda de prensa del psiquiatra Jorge Rodríguez, quien en nombre de la
revolución presentaba esta acusación contra principales políticos del país,
incluyendo a la Diputada María Corina Machado, fue lamentable y risible, y
habla mucho sobre los graves irracionalidades que este gobierno es capaz de
cometer para permanecer un día más en el poder.
Este
pobre expediente del magnicidio se ha repetido hasta la nausea durante estos
quince años de desgobierno, lo que resultó en Cuba jamás resultó en Venezuela,
por la sencilla razón de que no había credibilidad ni verdadero poder; porque
quien quiere eliminar a un jefe de estado, quiere eliminar a quien sustenta el
poder, y nunca fueron Chávez, menos Maduro, quienes sustentaban y sustentan el
poder en Venezuela.
Lo
que sí quieren es meter a mucha gente en la cárcel, enredarlos en viciados
procesos judiciales y de investigación, neutralizar a esos políticos demócratas
que son vistos como un peligro para la estabilidad de un régimen que se está
cayendo en pedazos.
Es
terrible ver como un gobierno totalitario trata de guardar las apariencias,
ponerse el disfraz chapucero de un gobierno democrático, de esta manera tan
despreciable, y lo es mucho más para el conjunto de países que, en el ámbito internacional, le han
brindado su apoyo solidario, como si de verdad se tratara de un gobierno con
credenciales legítimas y republicanas.
La
verdad es que el gobierno de Maduro ni siquiera tiene la legitimidad de origen,
las elecciones que supuestamente lo convierten en presidente del país están seriamente
cuestionadas; el mismo Maduro, que en un primer momento se comprometió a la
revisión del conteo de votos, se negó hacerlo en las condiciones pactadas, y
las autoridades electorales, que para nadie es un secreto, son controladas por
el partido de gobierno, porque su gran mayoría lo conforman militantes del PSUV,
prepararon una componenda para proclamarlo inmediatamente, sin siquiera
verificar resultados, obviado la duda general sobre su verdadera nacionalidad,
que de ser otra que la de un nacional, comprometería gravemente la validez del
acto electoral por inconstitucional.
Estas
agresiones hacia la oposición política venezolana sólo indican un desprecio
absoluto por la pluralidad política y la participación democrática de otros
partidos; el ansia de poder chavista es tan enfermiza, que al ser incapaces de
derrotarlos en comicios justos y equitativos, ni siquiera en la competencia por
los programas y ofertas lectorales, recurren a la eliminación física de sus
adversarios, de manera que, como no pueden asesinarlos (aunque quisieran),
recurren a fórmulas más expeditas, como llevarlos a la cárcel u obligarlos a
huir bajo amenaza.
Los
rojos rojitos, los llamados revolucionarios se saben perdedores, si se ven
obligados a medirse ante la voluntad popular, porque son tan ineficientes,
torpes e inicuos, que eliminan a sus adversarios cada vez que alguno de éstos se destaca en el paisaje.
Por eso nuestras cárceles están llenas de presos políticos, tenemos un abundante
exilio y los que trabajan aquí en la causa de la libertad lo hacen a riesgo de
sus propias vidas, vigilados por los cuerpos de seguridad del estado, espiados
y muy regularmente agredidos por turbas y fanáticos bajo contrato del Poder
Ejecutivo.
Los
países del continente y del mundo, que otorgan su apoyo al gobierno de Maduro
en Venezuela, están apoyando una dictadura totalitaria, a un régimen de terror
y a un gobierno promotor de la pobreza y del crimen ¿Qué sentido puede tener esa
solidaridad? Si es porque se trata de un
gobierno que se dice socialista, no han revisado su desempeño, porque
convenientemente se arropan con esa ideología, pero no pasan de ser una
cofradía de militares matones, golpistas y narcotraficantes.
Si
se trata de defender a Cuba, el principal interesado de que esta situación se
prolongue en el tiempo, este enmascarado tipo de coloniaje y explotación de un
pueblo sobre otro pueblo, bajo la careta de cooperación, es contra natura,
imperialista en esencia y, muy lejos de obtener resultados humanitarios, es un
ejemplo de esclavitud de los pueblos; Cuba es sólo un proyecto de revolución
caduco y no es con el colonialismo tercermundista entre hermanos que se va
lograr ese mejor mundo que dicen aspirar.
Ni
una sola razón justifica - al menos que sea el odio contra el pueblo de
Venezuela - que otro país de la comunidad internacional apoye y otorgue su aval
a un gobierno que tortura y mata a sus jóvenes por el simple hecho de protestar
pacíficamente; el que algunos países reciben de ese gobierno prebendas y
obsequios, en forma de ayudas y petróleo, sólo envilece la relación y disminuye
la moral de una política conveniente y pragmática, a costa de mucho dolor,
sangre y hambre.
Somos
un país petrolero, con muchas reservas energéticas, arruinado y venido a menos
por causa de la ineficiencia y el latrocinio de un gobierno errado y primitivo.
No es broma ni exageración que, mientras usted lee estas líneas, la pavorosa
dictadura en Venezuela cobra nuevas víctimas, que caen indefensas ante las
armas de la sin razón, una terrible censura a los medios de comunicación – compuesta
por una hegemonía comunicacional por parte del gobierno, más un férreo control
de los contenidos en los medios que todavía no han sido expropiados o cerrados
- impide que los venezolanos nos enteremos de estas agresiones, internet y la
telefonía nacional están intervenidas por el régimen y amenazadas con ser sacadas
del aire.
Recientemente,
uno de nuestros líderes fundamentales, la diputada María Corina Machado, quien
fue despojada de su investidura por la Asamblea Nacional por medio de un
proceso espurio, se ha atrevido a pedirle la renuncia a Maduro, y el gobierno
le ha soltado la jauría de mastines para devorarla, tachándola de golpista,
transgrediendo incluso el sentido del lenguaje, trastocando el significado de
las palabras, con el solo fin de hacerla desaparecer. Eso es inaceptable.
Hace
ya mucho tiempo, uno de los principales voceros oficiales del chavismo dijo que
en nuestro país se había instaurado un estado de sospecha general, donde nadie
es inocente y todos son culpables, hasta que el gobierno los exonere y, aún en
este caso, los sujetos de este seguimiento quedan con los expedientes y las
causas abiertas.
La
democracia yace sepultada en mi país y lo que queda es una enorme resistencia;
el pueblo de Venezuela desea el retorno de las libertades y la dignidad, lucha
por ello, a pesar de la enorme y costosísima campaña que despliega el gobierno alrededor del mundo, enviando a
sus emisarios a llorar en los foros internacionales y a proyectar en el
imperialismo – no el de Cuba, por supuesto
- y el capitalismo- no en el que ellos ocultan sus riquezas mal habidas-
todas las tropelías que han cometido y siguen cometiendo.
Nuestra
sangre más joven, el futuro de la patria, se sacrifica en nuestras calles, bajo
el oscuro designio de unos pocos monstruos sin alma. No queremos la lástima ni la
consideración del mundo, necesitamos su apoyo y comprensión, se trata de una
lucha desesperada por la libertad y la independencia. – saulgodoy@gmail.com
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