Ya los venezolanos deberíamos estar acostumbrados a los diferentes cambios de sombreros de nuestros magos socialistas, un día son amantes de la paz y el otro amenazan con la guerra, en un momento se proclaman creyentes de la libertad de expresión y al siguiente andan cerrando medios de comunicación, prometen un día la tolerancia y la participación y al próximo sacan sus listas malditas que condenan a la gente al ostracismo.
Se trata de una vieja fórmula desarrollada por ese idiota
moral que fue Lenin y que en su escrito La
izquierda, enfermedad infantil del comunismo concluía: “Cuando hayamos conquistado a las masas con una actitud razonable,
entonces debemos aplicar tácticas ofensivas”, para este patán terrorista,
el poder había que obtenerlo y conservarlo utilizando cualquier tipo de
estratagema o maniobra, métodos ilegales, encubiertos o trampas, de allí que el
engaño y la desinformación sean fichas comunes al momento de que los socialista
quieren jugar a la democracia.
Mao Tse Tung, otro gran imbécil moral, adelantó el
perfeccionamiento de estos conceptos, al pueblo había que tenerlo en un estado
de perpetua conmoción, en exaltación continua por medio de escándalos, marchas
y contramarchas, planes y misiones, unos tras otros, había que tener a la gente
movilizada todo el tiempo, bajo amenazas de conflictos, golpes de estado y
purgas, de esta manera se les hacía imposible pensar y que se organizara una contrarrevolución.
Estas tácticas tenían dos pilares fundamentales, la
primera, la exaltación del líder como única referencia sólida, confiable y
necesaria para la nación sin el cual, no habría ni presente ni futuro posible,
segunda, un ataque sistemático y continuado en contra de la verdad, lo que
implicaba poner en duda la realidad, manipular las mentes, contagiar todo de
relativismo, cambiar, si fuera necesario, la historia y la percepción de los
hechos.
Es sobre este segundo punto que me quiero referir en
estas cortas líneas.
Desde hace mucho tiempo filósofos y panfletistas han
venido atacando la capacidad del ser humano de aprehender la realidad por medio
de los sentidos, siendo estos limitados y poco confiables, la experiencia del
mundo se hace parcial, incompleta, al punto que, Freud y el psicoanálisis le
niegan prioridad al consciente, siendo el conocimiento humano limitado, se
sigue, es muy difícil llegar a la verdad, para Gramsci, la verdad la reduce a
valores ideológicos que se van dando en la historia dependiendo de quién ejerza
el poder.
Por supuesto, hay personas y organizaciones que se valen
de esta incertidumbre para reinar entre los ciegos, pero pregúntele a quienes
pretenden negar la verdad, ¿Qué es para ellos la verdad? y se darán cuenta que
no tienen la menor idea, lo más probable es que digan que no existe.
La verdad, para que lo sea, depende de un juicio que
nosotros nos hacemos de algo y que por medio de un proceso cognitivo esa verdad
pueda ser universal y permanentemente validada, el meollo del asunto no está en
el juicio, que pudiera ser un juicio de fe o un juicio personalísimo, que solo
es verdad para mí, el quid del
problema está en ese proceso cognitivo, mental, que hace que una verdad sea
verdad aquí y en Japón, en Júpiter o en otra galaxia.
Ese proceso cognitivo implica el uso de la razón, de un
método lógico necesario para la comprobación, de una eliminación gradual de la
duda, de las incertidumbres hasta llegar a la verdad.
El socialismo, que pretende ser científico, ataca las
bases fundamentales del proceso cognitivo; como buenos pragmáticos, sus juicios
no están motivados por la verdad sino por la oportunidad, los socialistas
construyen la verdad en aras de una utilidad que ellos llaman “social” o
colectiva y si la salpimientan con historicismo, resultan entonces unos juicios
que dependen de la visión del mundo que esté de moda para sustentar la verdad,
lo que los lleva irremediablemente al callejón sin salida del relativismo.
Todo lo que les he dicho hasta ahora tiene un importante
peso para determinar lo que es bueno y lo que es malo, es decir, para la moral,
pues la moral socialista está sustentada por el relativismo y la oportunidad (o
utilidad), y es por eso que los socialistas y la revolución son buenos y
nosotros los escuálidos y contrarrevolucionarios somos malos, de allí las
contradicciones de unos revolucionarios que roban y son corruptos pero siguen
siendo buenos y necesarios al proceso, eso explica porque en el PSUV no se
investigan las denuncias en contra de unos pero, se expulsan a los que
denuncian las irregularidades, esta relatividad moral es lo que impulsa a la
fiscalía y a la contraloría a hacerse los chinos cuando se denuncia a la familia
del Líder máximo, pero sí se procesan a unos pelagatos que se robaron unos
milloncitos en Mercal, son malos los medios de comunicación que informan, pero
buenos los ministros que engañan al pueblo o les esconden la información.
Esta actitud y esta práctica tienen un serio problema, y
es que niegan la realidad, la manipulan sin misericordia e inevitablemente se
hacen portadores de una terrible infección que es la mentira y el engaño
continuo.
Maduro y su combo cambian de puntos de vista a voluntad y
de un momento a otro, lo que era su estrategia en un principio, de brindarle
todo el apoyo y garantías al CNE, el órgano electoral que manejan a voluntad,
cuya directiva obedecen a sus directrices pero que no pudieron cambiar las
resultas de las elecciones, dada la inconmensurable paliza que recibieron de
parte de un pueblo cansado de tanta incoherencia y maldad, ahora, como les
conviene poner en duda la contundencia de su derrota, sin ningún rubor cambian
de bando y acusan de fraude un proceso que ellos controlaban (pero no
controlaban al pueblo, he allí el detalle).
Hasta firmaron un documento públicamente, diciendo que
aceptarían los resultados aún cuando implicara su derrota, palabras que se
lleva el viento, documento que jamás tuvieron la intensión de honrar, a lo que
sintieron el horror de quedar al descampado, cambiaron de opinión y ahora
quieren impugnar los resultados, sin importarles en absoluto la impresión que
transmiten de hombres necios, sin honor, enajenados y absolutamente faltos de
palabra.
Si entendemos esto, entonces podemos comprender porque el
gobierno socialista, revolucionario, bolivariano se empeña en embrutecer a las
masas con sus actos de circo, con su televisión socialista y con un currículo
educativo que lo que hace es fomentar el odio de clases, comprendemos porque
esa pasión por desinformar a los ciudadanos y porque su insistencia en destruir
las universidades y cualquier otra institución que pudiera dar “luz” sobre lo
que nos sucede alrededor.
Eso explica porque a este gobierno le tiene terror a la
verdad, hace lo posible por suprimirla cuando aparece, por desmeritarla y
ridiculizarla, por eso es que el mundo asiste asombrado y preocupado a los
innumerables y peligrosos enredos que propicia el chavismo-madurismo y que se
hacen públicos, tratando de que sus altos jerarcas parezcan santos cuando en
realidad se comporta como criminales, cuando acusa a los otros de lo que ellos
hace en las sombras, cuando exigen firmas de documentos y compromisos que ellos
saben que van a violar, en fin, se trata de la cínica ambigüedad de los
socialistas en el poder.
Es por esta razón principalmente, que es imposible
cohabitar con ellos, al no tener palabra, al no honrar los compromisos
adquiridos, al no tener noción de la verdad se hace impracticable sentarse con
ellos y llegar a los acuerdos mínimos, que pudieran sustentar un pacto de
gobernabilidad, tan deseado por el país en vista de la grave crisis que
afrontamos, ni siquiera con la buena voluntad de la Unidad, dispuestos a
negociar hasta con el mismo demonio, es posible llegar a una solución
razonable.
Con ese comportamiento lunático e impredecible es
imposible hacer política, por lo que hay que buscar de una vez y sin demora,
los mecanismos constitucionales para eyectarlos del poder lo antes posible.
Con locos coprófagos, ni a la esquina. -
saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario