sábado, 10 de septiembre de 2016

IQ84


Acabo de terminar los primeros dos libros de esta novela del escritor Haruki Murakami y estoy empezando el tercer volumen, quise hacer la reseña de la obra ya que tengo la impresión que este tercer volumen no estaba planificado en el diseño original, aunque el final abierto de la narración dejaba para un experimento de este tipo, ya les comentaré al respecto.
El asunto es que la obra me pareció muy buena, es mi primera incursión en la narrativa de Murakami quien además de tener una extensa obra ( Norwegian Woods, Kafka en la orilla, Baila, baila, baila, entre otras muchas novelas) es uno de los autores más vendidos en el mundo.
La novela IQ84 transcurre en Tokio en 1984 y son dos historias concatenadas y que se desarrollan en paralelo, sus personajes principales son Aomame que significa en japonés “legumbre verde”, una profesora de fitness, que trabaja en un gimnasio dando clases y haciendo de terapista de los músculos, pero en realidad se trata de su fachada para ocultar su verdadera profesión, que es una asesina profesional al servicio de quien pueda costearla y cuyos clientes están dentro de esa élite de grupos y familias muy poderosos, que todavía son el gobierno a la sombra en el milenario Japón.
Aomame se ocupa de sacar fuera de circulación a gente indeseable y muchas veces incómodas para sus clientes, se método no deja huellas y las muertes son declaradas por las autoridades como producidas por causas naturales, no hay escándalo, ni investigación policial, le pagan muy bien, su identidad permanece bajo estricta confidencialidad, pero su efectividad se ve retada con un contrato para eliminar a una de las personas más influyentes y peligrosas del Japón, el líder de una secta religiosa, tan peligrosa es la misión, que decide será su último trabajo.
Y por otro lado nos presenta a Tengo Kawana, un profesor de matemáticas que trabaja en un instituto preparando jóvenes para hacer sus exámenes de admisión en la universidad, un hombre solitario sin muchas complicaciones ni compromisos, un aspirante a escritor que resulta ser su verdadera vocación y que lucha para  crear la obra que lo saque del anonimato.   
A las manos de Tengo llega una pieza que ha presentado una adolecente de nombre Fukaeri, que estudia en el plantel donde trabaja, para un concurso literario, le gusta lo que leyó y llama a uno de los editores con lo que tiene contacto para que la examinen pues cree, tiene madera de escritora y la obra, La Crisálida del Aire, aunque escrita burdamente, es original y tiene voz propia, un diamante en bruto que le gustaría tuviera la oportunidad de pulirse.
El editor le hace una contraoferta a Tengo, la obra es buena pero efectivamente, es pobre en estilo y le propone a Tengo que la reescriba, la convierta en algo comerciable, si la obra gana el concurso la publicará, la propuesta se convierte en un contrato de trabajo, y Tengo se ve involucrado en una especie de fraude literario pues reescribe la obra en nombre de la joven, gana el concurso, el libro se publica y se convierte en un best seller en Japón.
Con estos ingredientes Murakami nos lanza por una vertiginosa autopista de acción e intriga, con elementos muy contemporáneos y con un retrato muy vívido de la vida cotidiana de un Japón, donde la fantasía y las pesadillas se transforman a la vuelta de la esquina en realidades insospechadas.
Me gusta la manera de escribir de Murakami, corta, precisa, casi telegráfica, me recuerda un poco a Hemingway, la novela está llena de referencias culturales muy actuales que le dan credibilidad a los personajes y la acción que desarrolla; es un maestro del suspenso y cuando se lo propone puede ser erótico, se ve que es un buen observador del comportamiento humano, los elementos psicológicos en las relaciones humanas que describe son acertadas y eficientes, logra crear empatía y repudio por algunos de estos memorables personajes.
Hay algunos que no le gusta su estilo, de hecho muchos escritores japoneses lo detestan por ser demasiado occidentalizado, otros opinan que sus personajes y situaciones son producto de fórmulas preconcebidas, artificiales, que su lenguaje descriptivo a veces raya en lo ridículo, que se deja llevar por su gusto por la cultura pop, pero a pesar de ello su nombre siempre figura entre los favoritos del público lector para un Premio Nobel.
Veamos este fragmento de la novela:
“Pasadas las nueve de la noche del martes, sonó el teléfono. Tengo estaba leyendo y escuchando música. Era su momento preferido del día. Leía cuanto le apetecía y, cuando se cansaba, se ponía a dormir.
Aunque hacía tiempo que no oía el timbre del teléfono, le pareció que no auguraba nada bueno. No era Komatsu quien llamaba. Las llamadas de Komatsu sonaban diferente. Durante un instante, Tengo no supo si contestar o no. Lo dejó sonar cinco veces. Luego levantó la aguja del disco que estaba sonando y cogió el teléfono. Quizá fuera su novia.
— ¿Es ésta la casa del señor Kawana? —preguntó un hombre. Era una voz suave y profunda de un hombre de mediana edad. No le sonaba.
—Sí —respondió Tengo con cautela.
—Siento llamarlo a estas horas. Me llamo Yasuda —dijo el hombre en un tono neutral; ni amistoso ni hostil. No era un tono de tipo administrativo, ni tampoco familiar.
¿Yasuda? No le sonaba ese apellido.
—Lo llamo para comunicarle algo —dijo. Entonces hizo una breve pausa, como si introdujera un punto de libro entre las páginas de una novela—. Me temo que mi esposa ya no podrá ir a visitarlo a su casa. Esto es todo lo que quería decirle.
De repente, Tengo se dio cuenta. Yasuda era el apellido de su novia. Kyōko Yasuda, ése era su nombre completo. Como ella había mencionado su apellido delante de Tengo muy pocas veces, le llevó tiempo recordarlo. Aquel hombre era su marido. Sintió que se le formaba un nudo en la garganta.
—¿Lo ha comprendido? —preguntó el hombre. Su voz no encerraba ningún sentimiento. Al menos Tengo no percibía nada que se le pareciera. Sólo quedaba la entonación y cierto deje. Quizá fuera oriundo de Hiroshima o deKyūshū. No lo distinguía.
—No puede venir —repitió Tengo.
—Eso es. No puede visitarlo.
Tengo se armó de valor y le hizo una pregunta
—¿Le ha pasado algo?
 Hubo un silencio. La pregunta de Tengo se quedó en el aire, sin obtener respuesta. A continuación el hombre volvió a hablar.
—Así que me temo que usted no volverá a verla nunca jamás. Tan sólo quería informarlo de eso.
Aquel hombre sabía que su esposa y Tengo se habían acostado juntos. Y que habían mantenido relaciones durante un año, una vez por semana. Tengo se dio cuenta. Sin embargo, era extraño que en su voz no se percibiera ningún odio o rencor. Destilaba algo de una naturaleza diferente. Más que un sentimiento personal era algo parecido a una imagen objetiva. Por ejemplo, la imagen de un jardín abandonado y en ruinas, o el lecho de un río después de un gran aluvión.
—Creo que no lo he entendido…
—En ese caso, es mejor que lo olvide —lo interrumpió el hombre. En su voz se percibió una sombra de fatiga—. Sólo voy a dejarle claro una cosa: mi esposa ya se ha perdido y no podrá volver a visitarlo bajo ningún concepto.
—Se ha perdido —repitió Tengo confuso.
—Señor Kawana, yo no quería llamarlo. Pero si no le hubiera dicho nada habría tenido remordimientos. ¿Cree usted que me satisface hablar de esto?
Cuando se callaba, no se oía ningún ruido a través del auricular. Parecía que estaba llamando desde un lugar sumamente silencioso.  O que quizá los sentimientos del hombre funcionaran como un vacío que absorbía las ondas sonoras de todo lo que lo rodeaba.
«Hay algo que debo preguntarle», pensó Tengo. Si no, todo se terminaría con aquel absurdo mar de preguntas. No podía permitir que la conversación se interrumpiera. Pero aquel hombre no tenía intención de darle ningún detalle sobre la situación. 
¿Qué demonios podía preguntarle a alguien que no estaba dispuesto a informarlo de la realidad? ¿Qué palabras debería utilizar frente al vacío? Mientras Tengo buscaba desesperadamente las palabras adecuadas, la línea se cortó sin previo aviso.”

La realidad que pinta Murakami en esta novela está llena de tonos oscuros e inestables, los miedos y los desequilibrios de algunos de sus caracteres están magistralmente hilvanados a los ambientes cosmopolitas y urbanos que nos muestra de Tokio, sus personajes son gente solitaria que les cuesta relacionarse con otros.
Las referencias a la vida de los escritores, a la gente creativa, a las necesidades estéticas están muy bien desarrolladas, sus diálogos son ágiles, se ve que conoce de primera mano el mundo del crimen en su tierra natal y sabe cómo operan los mecanismos de la venganza.
El título de la obra, IQ84, se pronuncia en japonés como 1984, se diría como un homenaje a uno de los escritores favoritos del autor que es George Orwell, quien es una referencia constante en la trama, el otro escritor que está presente por las atmósfera que recrea es sin duda Franz Kafka de quien Murakami es un admirador.
La novela a pesar de su tamaño se lee rápido, captura la atención del lector desde el inicio y lo hace parte de una historia que en parte es policial y en parte es una búsqueda de identidades, de personas desconectadas de sus pasados tratando de encajar en un mundo fragmentado y amenazante, personajes que no quieren pertenecer a la gran masa anónima y unidimensional en la que viven y tratan de distinguirse del común.
El público español y el mundo editorial hispano, tiene una muy especial relación con éste escritor a quien han distinguido con innumerables premios, y éste, con recurrentes visitas a España donde hace presentaciones, da conferencias y es tratado como su fuera una estrella de rock.
Mukarami es natural de la vieja capital del Imperio, Kioto, nacido en 1949, estudió literatura en la Universidad de Waseda, es un melómano experto y por algún tiempo estuvo como gerente de un popular club de jazz, lector de novelas negras y un corredor de maratones, es cortejado por las mejores universidades del mundo para que se integre a sus programas de escritura creativa.
En la tercera parte de esta saga Murakami agrega un nuevo personaje a la trama, un detective, contratado por la secta religiosa Vanguardia para averiguar sobre la misteriosa Aomame, la novela promete continuar hacia un final que por los momentos desconozco, pero que seguro les comentaré tan pronto la termine.
Les recomiendo a este escritor si nunca lo han leído, y IQ84 es el lugar perfecto para empezar a conocer de su mundo surrealista y fantástico, una experiencia que estoy seguro, van a disfrutar.   -  saulgodoy@gmail.com




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