jueves, 1 de septiembre de 2016

Manejar la sociedad


¿Puede la sociedad ser dirigida? Marcarle pautas, planificarla y llevarlas hacia objetivos diseñados como pretenden algunos políticos y científicos sociales, en pocas palabras ¿Puede la sociedad como un todo ser intervenida de manera que responda a ciertas directrices? o se trata de un organismo con vida propia, autónoma, reacia a cualquier imposición de sus líderes y conductores, imposible de manipular dado sus múltiples y muchas veces contradictorios elementos, es una discusión tan vieja como la misma civilización.
Tanto Sócrates como Platón creían que la sociedad podía ser organizada por medio de la razón con el fin de evitar confrontaciones, guerras, injusticias, ellos creían que educando a los ciudadanos en el Bien, era posible minimizar los vicios y las desgracias propios de los egoísmos humanos, para ello, Platón construyó su estado ideal donde los que gobernaban eran filósofos y la sociedad estaba rigurosamente estratificada en comerciantes, artesanos, agricultores, guardianes y jefes, esto aseguraba un orden.
A medida que se adelantaba el conocimiento de las ciencias naturales, que se comprendía mejor como trabajaba el mundo, se descubrían sus leyes, muchos pensadores creyeron que lo mismo debería suceder con la sociedad humana, no éramos indiferentes a un orden universal, y como seres vivos estábamos sujetos a los condicionamientos físicos de la existencia, pero no era tan sencillo, los individuos eran impredecibles en sus comportamientos, las masas parecían actuar de manera errática, sin dirección aparente y sujetas a ideas, sentimientos y necesidades del momento.
Los estados variaban notablemente en sus alianzas e intereses, los políticos cambiaban de opinión con cada golpe de viento, los gremios, organizaciones e instituciones tenían que ajustarse a las condiciones que las afectaban, en gran medida incontrolables, como condiciones climáticas, existencia de productos en los mercados, si había paz o guerra, o la ausencia o no de epidemias.
Mientras la física, la biología, la química entre otras ciencias, descubrían los mecanismos que regían sus funcionamientos y explicaban sus principios, la sociedad se hacía cada vez más errática, incomprensible, menos controlable y por lo tanto era imposible predecirla en su comportamiento, las turbas callejeras alzaban en sus hombros a unos dirigentes tenidos como sabios, para al poco tiempo llevarlos a la picota para cortarles la cabeza, un país podía gozar de prosperidad y éxito económico y a la vuelta de unos años convertirse en un yermo o en botín de pueblos bárbaros, en un momento dado los generales de diferentes ejércitos firmaban pactos de cooperación y defensa, para a la vuelta de ciertos eventos, enfrentarse a muerte en los campos de batalla.
Fue Augusto Comte, el padre de la Sociología, un positivista a ultranza quien escribió allá por el año de 1830 su Curso de Filosofía Positiva con el que pretendía liberar el conocimiento sobre la sociedad de sus ataduras religiosas y metafísicas, convertirla en ciencia, es decir, someter al estudio objetivo las leyes fundamentales que atañen a los fenómenos sociales.
Dice Teodore Adorno, cabeza de la Escuela de Fráncfort sobre lo que intentaba Comte: “Este vínculo dialéctico del pensamiento con la realidad social se manifiesta, entre otros aspectos,
en la sustitución de las categorías estáticas del ser, como criterios ideales de la sociedad, por categorías del devenir, aun en el período en el cual la sociedad jerárquica y cerrada del feudalismo
comenzaba a disolverse. No es ya la ontología, sino la filosofía de la historia la que ofrece en adelante el fundamento de las construcciones teóricas de la sociedad ideal.”
La clave de la sociología a partir de Comte era situarse dentro de la filosofía de la historia, del devenir, del progreso, la dirección de una sociedad viene dada por su determinación histórica, esto obliga a respetar ciertas reglas como lo eran la observación pura de los fenómenos sociales, la utilización del método comparativo, no juzgar los eventos sino detallarlos tratando de construir una teoría y una praxis, para ello era necesario mantener una distancia con los hechos a observar, no inmiscuirse en la cotidianidad, en el movimiento político que acompañan los eventos, tratar de descomponer sus elementos fundamentales.
Comte decía algo muy importante, la sociedad debe desarrollarse siempre antes que se puedan formular las reglas generales, en otras palabras, para la sociología es importante estudiar a posteriori los hechos sociales, con lo que mal podría un estudioso del comportamiento social tratar de intervenir, provocar o simplemente predecir un hecho social desde una posición adelantada, por lo que para Comte, no era posible a la política afectar de manera significativa las leyes naturales del desarrollo humano, al contrario, la política era un resultado de estas fuerzas sociales, muchas de ellas subterráneas.
Para Marx, que no era precisamente un sociólogo, pero que clarificó el papel de las clases sociales y el rol de la economía en el desarrollo de las sociedades, lo veía todo desde la perspectiva de la acción, teniendo a la historia como escenario y condicionante del devenir social, creyó descubrir ciertas leyes que hacían necesario la intervención del proletariado para llevar a cabo un destino manifiesto que era el comunismo, fue de los primeros en propiciar las intervenciones sociales por medio de las revoluciones obreras.
Pero viene la modernidad y nuevos sociólogos hacen su aparición, Max Weber, Emile Durkheim, Vilfredo Pareto todavía en el horizonte de la sociología clásica, hasta desembocar en Talcott Parsons y su famoso y monumental trabajo, La estructura de la acción social (1937), que fue su gran contribución a la Teoría General, ya tomando en cuenta el desarrollo capitalista en su etapa de madurez.
Parsons fue el último de los grandes empíricos de las ciencias sociales, antes de que se produjeran las conmociones de los años sesenta y principios de los setenta, la Guerra de Vietnam, los revolución del 68 en Francia, los movimientos de derechos civiles, los activismos feministas y gay, las reacciones anticolonialistas del Tercer Mundo, la caída del muro de Berlín, eventos y grupos que marcaron la necesidad de un cambio urgente en las sociedades de occidente ante la conformidad de las que venían de décadas anteriores.
Esta necesidad de acelerar y darles dirección a diversas aperturas, desmontajes institucionales, creación de nuevos espacios políticos, reformas legales y participación de minorías que antes no tenían figuración, perfilaron el tipo de intervenciones que empezaron a sucederse y a variar la estructura social, incluso dentro de sus más reacias vigas de soporte como lo eran el poder político y el económico.
El desarrollo de las tecnologías de informática y de las comunicaciones, le dio un tremendo impulso a algunos de estos planes de progreso acelerado, y la aparición de las corrientes del pensamiento postmodernistas, terminaron de desactivar cualquier resistencia a los cambios que se avenían y que se hacían globales.
El mundo presenta problemas urgentes donde esperar a ver qué sucede es un lujo, las instituciones, sobre todo aquellas organizaciones para el desarrollo, para la paz, para la resolución de conflictos y el manejo de crisis, no se sientan con los brazos cruzados y esperan a que las sociedades solucionen ellas mismas sus problemas, intervienen por necesidades de seguridad, por la interdependencia quie existen entre las naciones; muchas veces ser actor o víctima de las circunstancias impiden actuar, buscar soluciones depende más de la acción de terceros y es cuando se producen las intervenciones que no pocas veces pueden hasta cambiar las relaciones y el tejido social de un pueblo.
Para la sociología, que afortunadamente pudo culminar su fase de maduración  teórica, de método, de observación y depuración de sus instrumentos de medición y análisis, la globalización, los estados de mercado, los problemas de identidad, significados y conflictos de civilizaciones no son hechos fortuitos y menos aún sorpresivos, afortunadamente para el mundo, fue una de las pocas disciplinas que asimilaron estos cambios y pudieron explicarlos, dejaron de ser fenómenos y se convirtieron en tendencias comprensibles.
El problema en algunas de las intervenciones que se están dando en la sociedad es que algunas vienen del campo político, pero de una política atrasada y dogmática y ejecutada por actores que ni tienen credenciales suficientes, ni el conocimiento necesario para efectuarlas, resultando en lamentables experimentos sociales con su secuela de traumas y sufrimientos.
En anteriores artículos sobre este mismo tema, he señalado que Chávez en medio de su gran ignorancia y asistido por una visión del mundo primitiva y cuartelaría, se atrevió a intervenir a la sociedad venezolana desmontando sus instituciones y tratando de crear unas nuevas.
Si a Chávez le hubiera dado usted un reloj para que lo desarmara y lo volviera armar, lo más probable era que se declarara incapaz de hacerlo por lo complicado del mecanismo, pero se atrevió, sin que le temblara el pulso, intervenir al todavía más complejo mundo de las relaciones humanas y formas de organización de la sociedad venezolana, trató de violentar incluso, las tradiciones históricas de algunas regiones para implantar su fatuo socialismo arcaico.
El chavismo, al intervenir de la manera como lo hizo los tejidos más sensibles de nuestra nación como fue su economía y su régimen de libertades, a fuerza de recetas que venían de otros países, sin importarle las consecuencias, lo que provocó fue una interrupción del progreso general que llevaba la sociedad hasta ese momento, fomentó el odio de clases y destruyó la capacidad productiva del país, con la intención de sustituirla por el plan socialista revolucionario, que a pesar de la evidencias de que eran fórmulas fracasadas históricamente, las llevó adelante a todo evento, para terminar con un país arruinado, dividido y víctima de la violencia, nos separó y luego que no supo como volver a unir.
Todavía queda pendiente la evaluación y valoración de estas intervenciones sociales que prácticamente nos ha traído a nuevas playas en cuanto a las sociedades en que vivimos, en un mundo de nueve millardos de personas, constreñido por un acelerado consumo de recursos naturales, con graves problemas ecológicos y de sustentabilidad, con acuciantes problemas de desigualdad, con una irrupción de ideologías y religiones enfrentadas, quizás, y sólo quizás, estas intervenciones en las sociedades de nuestro mundo, sean el remedio necesario si son llevadas a cabo con inteligencia y respeto por el cuerpo social.   -  saulgodoy@gmail.com






No hay comentarios:

Publicar un comentario