viernes, 16 de septiembre de 2016

Q


Si algo rescato de valor de esta novela identificada con la letra Q, es el de presentarnos con la brutal consecuencia que significó para la Europa del siglo XVI romper con el pensamiento del escolasticismo, se propusiera una reforma que trataba de recomponer el orden religioso-político de la época, para caer, lamentablemente, en una pavorosa persecución dogmática que favoreció la aparición de la Inquisición.
Con la aparición de los protestantes Lutero, Calvino y Zuinglio, luego convertidos en reformadores, se puso al papado contra la pared, los voceros de la protesta pedían que la iglesia retornara a su forma y principios originales, que abandonara las prácticas que consideraban corruptas como la gran acumulación de riquezas, poder político y abusos en contra del pueblo creyente, se denunciaron los nexos y negociados de los príncipes con el papado, se convocó al pueblo a desobedecer los mandatos de la iglesia que a su vez afectaban la autoridad de los señores feudales y se creó un ambiente caótico que alimentaron 30 años de guerras en el corazón de Europa.
Pero hasta allí, Q, es una representación literaria de la violencia desatada, que ahonda en los detalles de las ejecuciones públicas, de las torturas, de los feroces encuentros entre las milicias campesinas y los mercenarios contratados por los señores feudales para enfrentar las rebeliones, pero perdió la oportunidad de explicar, o mejor aún, mostrar, porque esa violencia significó el verdadero inicio de la modernidad en el mundo, con la Reforma cambió de manera definitiva las ideas que soportaban la civilización y se pudo dar el salto cuántico de la Edad Media a la Modernidad, se termina con el pensamiento escolástico y empieza la razón a buscar nuevo cauce, esta vez poniendo al hombre, no a Dios, en el centro del escenario y este hecho hace que el hombre tome consciencia del carácter accidental de su existencia, según el historiador Eriv Voegelin: “El problema se su propia historicidad tuvo que enfrentarse; y luego de tratar de poner orden en la naturaleza y la razón, la teoría política quedó unida con la filosofía de la historia. El doloroso proceso de recobrar el orden intelectual que se había mantenido por siglos, no podía conseguirse simplemente resucitando el escolasticismo; tenía que ser alcanzado por medio de una filosofía que tomara en consideración el nuevo problema de la historia.
Q, es una novela histórica ambientada en aquellos años de Reforma y Contrarreforma, publicada en Italia en 1999, está firmada por un tal Luther Blissett, su autor, que en realidad es un pseudónimo detrás del cual escribe un colectivo de cuatro jóvenes, Federico Guglielmi, Luca Di Meo, Giovanni Cattabriga y Fabrizio P. Belletati, que para la época eran unos internautas ocupados en desarrollar experimentos narrativos en la red.
Luther Blissett resultó ser el nombre del que era considerado el peor jugador del equipo de futbol AC Milan de esos años, luego se transformaron en Wu-Ming, nombre con el que se establecieron para nuevos experimentos literarios, el grupo de autores hizo públicos varios manifiestos de carácter antibélicista.
La red está llena de este tipo de proyectos, pero son pocos los que llegan a publicarse, Q corrió con suerte y se puede decir, alcanzó cierto éxito en ventas, la edición que llegó a mis manos es del Círculo de Lectores con una muy buena presentación y diseño.
A esta novela se le notan los saltos y costuras que implica un trabajo a cuatro manos, a pesar del trabajo de edición que hicieron, y aunque el periplo de su personaje principal por localidades alemanas, suizas, de los países bajos e italianas está salpicada de eventos de sangre y violencia, de algo del sabor local de aquellos tiempos describiendo sus monasterios, castillos y posadas, el lector se cansa muy pronto de la degollina y de las historias fragmentadas.
Q, es el nombre clave que utiliza un espía al servicio del Cardenal Giovannni Pietro Carafa, futuro Papa IV a quien reporta de los movimientos del joven fraile Martín Lutero considerado, entre otros sediciosos, como una amenaza para la seguridad e integridad de la Iglesia Romana, los autores hacen uso del recurso epistolar para poner los eventos en perspectiva, y aunque debo admitir que hay momentos descriptivos brillantes de aquella ruda realidad histórica, en aquellos pueblos y principados, la novela se hace lenta y cansona por el denso entramado, que incluyen un misterioso libro blasfemo, estafas financieras a la banca que paga las guerras, hasta Tiziano, el pintor, se ve enredado en la acción, la sensación que da es que el impulso narrativo buscan dirección y no la encuentran, una lástima, pues ya para aquel tiempo de finales del siglo XX, cuando escribían la novela,  todo ese período histórico estaba bajo escrutinio y su verdadera importancia como episodio clave en la historia de occidente, estaba siendo discutido.
Personajes como Thomas Müntzer, Melanchthon, Jan Matthys, Jan de Leiden, desfilan en estas páginas como peones de un gran tablero de ajedrez conformado por los reinos de Inglaterra, España, Francia, El Sacro Imperio Romano, el Reino de Nápoles, nos ilustra de la importancia que tuvo la imprenta en aquella revolución donde estuvieron involucradas todo tipo de sectas y  denominaciones religiosas, dándole mayor protagonismo a los anabaptistas, relegando a los calvinistas que según el sociólogo MaxWebber fueron los precursores del capitalismo.
Nos llegan noticias del oriente con los avances de Solimán y los ejércitos turcos sobre Europa, de las intrigas del rey español Carlos V para contener a la peste protestante que asecha sus dominios, las discusiones de carácter religioso se dan sobre puntos de fe muy específicos pero olvidan el gran fresco del momento que lo resume de manera magistral el profesor Teodoro Isarría, en su libro De El Cusano a Kant: “Para Lutero la verdad del Cristianismo reposa en los Evangelios o el Nuevo Testamento. Para Calvino el Nuevo Testamento carece de sentido sin la revelación originaria, que es el Viejo Testamento… Zuinglio difiere sensiblemente de ambos. Según él, Dios no se ha revelado solamente al pueblo elegido y a través de Cristo a su Iglesia, sino que se ha revelado en todo tiempo y regularmente a toda la humanidad… los tres reformadores rechazaban la significación de la tradición de la Iglesia, la cual ha ido elaborando el dogma y moldeado el espíritu de los fieles mediante una lenta y permanente asimilación de nuevos valores.”
Q, es una novela extensa, con una nota anticlerical, un hueso duro de roer para quienes desconozcan el tema de la Reforma, es ilustrativa de aquella revolución encarnizada, de esas guerras religiosas que marcaron a Europa y que dieron a luz prácticamente a un Nuevo Mundo, un mundo gnóstico al decir de Voegelin, pero también humanista, capitalista y carteciano, por primera vez en la historia se dibujó al hombre completo, libre, independiente y terriblemente solo en el universo; como hay muy pocas novelas sobre la época, y si tienen el estómago y el tiempo, léanla, teniendo en cuenta que es un experimento literario.  -  saulgodoy@gmail.com



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