lunes, 6 de abril de 2020

Lecciones políticas



Los venezolanos debemos aprender de nuestros errores, para hacerlo, debemos primero que admitir que erramos, sin minimizarlo ni engañarnos, en los errores está la esencia de la experiencia, de los aprendizajes; es de sentido común tratar de no cometer errores, pero cuando sucedan debemos entender que fue lo que salió mal para más nunca cometerlos, eso es lo que hacen las personas inteligentes, los que se adaptan, sobreviven y escalan posiciones en una mejor forma de vida.
Aprender de los errores nos permite ir subiendo escalón por escalón en el complejo juego de la evolución política, de los errores de nuestros antepasados aprendemos gracias a la historia, a la memoria colectiva, a los monumentos y las ruinas, a la tradición que nos habla de los hombres y mujeres que nos antecedieron y lo que hicieron para legarnos un mundo mejor; de los problemas de nuestro prójimo y los descuidos que cometen los demás, tendríamos que estar atentos para no imitarlos y evitar sus mismos padecimientos.
Lo contrario sería una regresión, volver a cometer los errores del pasado, tropezar de nuevo con la misma piedra, perder un tiempo precioso en reparar los mismos entuertos, en ese caso no habría oportunidad de evolución, de vivir una mejor vida, es la vida de los brutos, de las manadas que no tienen guía sino la huida o el avance en tropel, reaccionando asustados hacia una extinción segura.
Hay un término medio, y son aquellos individuos que poco les importa avanzar o ser inteligentes, que sólo les interesa sobrevivir, que no se dan mala vida por los errores que pudieran cometer, tratan de evitarlos pero no se afanan, les da igual que hoy tengan y mañana no, viven para el momento y de la mejor manera con el menor esfuerzo posible, son los conformistas, que les gusta que le den, que los pongan donde hay, que les resuelvan sus problemas, que otros se ocupen de evitar y enmendar los errores, ellos son el lastre, el peso muerto de las sociedades que se mueven dependiendo del viento.
¿Cuál es el plan de ruta en las sociedades occidentales? La idea es poder conseguir la democracia plena, es decir que el pueblo sea soberano y delibere y decida sobre sus propios asuntos, aunque igual sirve que podamos elegir a nuestros representantes, que velen por los intereses del grupo, y los defienda, pero que podamos elegirlos libremente, ello nos llevaría a una situación donde la posibilidad de cometer errores disminuya, pues cien cabezas piensan mejor que una, si un grupo delibera sobre los problemas de la sociedad, el objeto debería ser reducir las incertidumbres y avanzar sobre pasos seguros.
Eso no ha sucedido todavía en nuestro país, aunque es cierto, disponíamos de los precursores de una democracia liberal, es decir de unos partidos políticos que en principio tenían como prioridad la defensa de la constitución, el respeto al estado de derecho y las libertades del individuo, nunca llegamos a alcanzar el ideal democrático, que el pueblo eligiera el gobierno que querían, todo lo que hicimos durante esos 40 años de democracia fue elegir partidos políticos y sus candidatos.
Hay allí una diferencia sutil pero importante, no es lo mismo elegir un gobierno que un partido, en el primero elegimos una propuesta de cómo estará organizada la sociedad para obtener ciertos fines, en la segunda elegimos a una organización ya establecida, con sus nomas y programas, sus miembros y jerarquías, su ideología y organización que ya vienen empaquetadas, solo hay que batirla y usarla, y voilá, tenemos un gobierno instantáneo.
Quizás por ello es que para la retórica política era importante que el partido sea “del pueblo”, “como tú”, “de la gente”, “de todos”, debían crear esa ilusión de abarcarnos a todos (al mayor número de votantes) porque al final, los partidos tenían dueños y ellos eran quienes verdaderamente mandaban, contaban con sus directivas o “cogollos” quienes eran los que decidían y tenían sus propias agendas, que eran las que ejecutaban, aunque respetando los ideales liberales.
El cambio de siglo y de milenio ha sido una experiencia traumática para los venezolanos, porque había una tendencia en estos partidos políticos liberales que los empujaban al populismo, aparecieron partidos nuevos en la arena, partidos de jóvenes ambiciosos, que crearon unas estructuras de corte liberal pero que su centro era totalmente populista y que obligaron a los partidos tradicionales a migrar a esos territorios de “nosotros contra ellos” “del pueblo pobre y olvidado en contra de los oligarquías”, “del venezolano que quiere un estado que se ocupe de él”.
Y en ese caldo de cultivo de ofertas para el pueblo llano, para los que no estaban bien educados, para los obreros y no para los profesionales, para las clases populares que no tenían privilegios pero constituía la principal masa de votantes, de pronto apareció Chávez en el horizonte con el partido MBR 2000 y  sus promesas revolucionarias y de justicia social, y a partir de allí el populismo lo envolvió todo.
Venezuela nunca tuvo la oportunidad de una democracia plena, es una promesa largamente incumplida y que para lograrla sólo contamos con cascarones de partidos liberales pero lleno de populistas, aún hoy, y a pesar de las nefastas experiencias recientes, nuestra única alternativa parece ser un Juan Guaidó, otro populista del montón, que nos repite que “vamos bien” así estemos peor que nunca, que se siente compelido a una inclusión suicida en la que quiere ser presidente hasta de los enemigos de la democracia… ¿Hasta cuándo vamos a ser tolerantes con la mediocridad?
En el tema educativo, tan fundamental en un país que aspira a la democracia, nunca tuvimos la constancia necesaria para desarrollar en nuestros jóvenes los principios republicanos, nunca les dimos las herramientas del pensamiento crítico, ni le contamos la historia del país real, todo lo que se hizo durante cuarenta años “de democracia” fue sacar de nuestras casas de estudios profesionales en diversas disciplinas, muy bien preparados en sus habilidades, pero con “cero” visión de un compromiso por una Venezuela de futuro, libre de las cadenas mentales del socialismo, del comunismo y del fascismo.
Romper con esta fatal ritornelo de “fiestas electorales”, en las que organizaciones partidistas lancen sus plataformas y candidatos como formas de gobiernos populistas, es una necesidad ineludible del país nacional, ya Venezuela no puede seguir manteniendo una forma de vida parasitaria como la de nuestro políticos haciendo gobierno, y aunque es muy difícil de interrumpir, yo tenía la esperanza que luego de estas calamitosas décadas de muerte, sacrificios, ruina, hambre y humillaciones, los venezolanos hubiéramos aprendido algo de nuestros errores, creí por un momento que caer tan bajo y de la manera que nos han tratado, hubiéramos extraído alguna lección de nuestra experiencia en el infierno, pero me temo que no.
Y esto lo digo porque todavía continuamos dándole oportunidades a tanto perdedor, personas que han demostrado ser unos débiles morales, algunos que nos han engañado una y otra vez siguen allí, ocupando cargos que no se merecen, supuestamente representando nuestros intereses cuando todos sabemos que solo se representan a ellos mismos, otros, con demostrados fracasos en su gestión siguen siendo candidatos, y aún otros, con evidentes nexos con la tiranía chavista, continuamos viéndolos en los partidos políticos de la oposición como si no hubieran roto un plato.
Da mucho pesar que en este cruel momento de nuestra desgracia, algunas de estas organizaciones políticas populistas que han obtenido alcaldías y gobernaciones, sean los supuestos modelos de nuestro futuro político, cuando en realidad son maquinarias que  generan lideres estatistas, con una marcada vena populista y paternalista, clientes de expertos en imagen y campañas electorales que pretenden asumir poses sustentables y de avanzada en la administración territorial, y consumen la mayor parte de sus presupuestos en propaganda y shows para que la gente recuerde sus nombres.
En realidad, estos partidos sirven de incubadoras de los próximos Capriles, Borges, López, que a su vez vienen de los moldes de Allup, Fernández, Pettkof, que a su vez vienen de los padres fundadores de la partidocracia en nuestro país, un estilo y una manera de ser que se ha eternizado en nuestro país y que impide la evolución de nuestra sociedad hacia otros horizontes y posibilidades, por supuesto, tienen la gran ventaja que entre ellos y un militar indecente  e ignorante que trate de llegar por los votos a un puesto de ese nivel la preferencia del votante esté con ellos, aunque eso no garantice su triunfo.
Vemos hacia atrás y nos damos cuenta que no hemos evolucionado, nos hemos quedado “encunetados” en la cultura de los socialcristianos y los socialdemócratas, que no hay verdadera inteligencia, estamos carentes de ideas y propuestas, los discursos siguen siendo exactamente los mismos de hace sesenta años.
Todavía tenemos un largo camino frente a nosotros, todo indica que seguiremos cometiendo errores, que perseveraremos en no asumir responsabilidades, siguen los partidos políticos en sus versiones populistas cosechando de nuestra ignorancia y dejadez, de la mala costumbre adquirida de los cubanos castristas, que nos gobiernan a control remoto desde La Habana, de que el gobierno debe mantenernos y cuidarnos, que todas las iniciativas deben venir del estado.
Estamos entrando rápidamente en una nueva fase de disolución social, aspectos estratégicos de nuestra vida en sociedad que habían mantenido alguna coherencia y hacía posible cierto orden, ya no están, en medio de nuestra crisis económica, nuestra crisis de salud, política y de seguridad, se une ahora el desabastecimiento de la gasolina.
No hay manera de que en tales condiciones sea posible una salida electoral sin antes tener que asistir a un shock social y que va a implicar un gobierno de emergencia en condiciones de precariedad absoluta, lo que viene no tiene parangón en nuestra historia, tendremos que buscarnos personas que sepan funcionar en condiciones de caos y tomando medidas heroicas, que nada tienen que ver con los planes hasta ahora elaborados ni con las expectativas planteadas, hemos visto al mar retirándose de nuestras playas desde hace ya mucho tiempo, y ahora lo vemos venir convertido en un tsunami, los que sobrevivan tendrán que empezar desde cero, es por ello que considero deshonesto e infantil que se insista en un gobierno de emergencia inclusivo, paritario, colaboracionista; el populismo tiene un límite y ya nos rebasó.     -  saulgodoy@gmail.com




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