sábado, 9 de marzo de 2024

Una cuestión de soberanía.

 



El título de este artículo trata de diferenciar el concepto de soberanía según el chavismo, que como ya veremos no solo es impropio y falso, sino que en términos funcionales, solo sirve para asustar a los ignorantes y tratar de darle brillo y legitimidad al poder de mafia y pandilla que tanto Maduro como sus cómplices Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez tienen como fin del estado.

El término de soberanía experimentó un rápido cambio al final de la Primera Guerra Mundial como resultado de una reestructuración del Orden Mundial, nacido del tratado de Westphalia, el concepto de soberanía le daba cuerpo y funciones al estado moderno; en la ficción jurídica resultante, cada estado-nación consistía en una voluntad independiente y absoluta de poder, que en manos de una persona o distribuidas en instituciones y rangos, representaba a sus ciudadanos en todas las decisiones, tanto internas como de política internacional frente a los demás estados, y su concurrencia en los foros internacionales lo hacía en términos de igualdad, sin importar el tamaño o el poder de los participantes a estos foros.

A lo interno la soberanía encarnaba el poder absoluto del estado frente a sus súbditos, lo legitimaba al punto de imponer a la fuerza sus designios y de convertirse en el único árbitro en los asuntos internos de su nación, esto era una herencia del estado absolutista de las monarquías europeas que creían que el poder derivaba directamente de Dios a sus testas coronadas.

Para algunos estudiosos, este concepto primario expresado en términos absolutamente Hobbesianos, escondía entre sus pliegos, al oscuro germen del autoritarismo más descarnado, pero al finalizar la llamada Guerra Fría, y con el triunfo del realismo en la política internacional, la soberanía se vio seriamente cuestionada, al punto que, pensadores de la talla de un Jacques Maritain, pidió su abolición en los años de la entre guerra.

En el nuevo escenario de la globalización, era cada vez más difícil sostener la monolítica idea de la soberanía que nos venía de los primeros estudios de Bodin en el siglo XVI y luego de Hobbes en el XVII, entre otras cosas debido a la intensa y rápida fluctuación de las alianzas, pactos y conflictos que surgían en el tablero mundial, y de la expansión de problemas que ignoraban las fronteras, como los desastres climáticos, las epidemias, las guerras, el crimen organizado...

Pero además, propiciados por los intereses políticos, comerciales, militares y culturales que estaban en permanente movimiento, las inversiones, el entretenimiento y los mercados en crecimiento no podían esperar a los procedimientos burocráticos de una soberanía retardataria, que lo que busca es poner en primer plano los intereses egoístas de las naciones estados.

A lo interno, tampoco parecía posible preservar la concentración del poder, los estados se veían obligados a compartirlo con diferentes oficiales encargados del territorio como gobernadores y alcaldes, luego con grupos de interés, algunos de carácter étnico, otros que aglutinaban gremios de trabajadores, profesiones, poder financiero y con el fortalecimiento de la ideología liberal y la promoción de la democracia, con el sistema de partidos políticos, ONG´s y grupos de opinión, ese poder absoluto se fragmentó y se tuvo que recurrir a las negociaciones, y a una verdadera apertura de la participación, tal como lo expresó Rousseau cuando hablaba de la voluntad colectiva como la base real de la soberanía.

Chávez, cuando fue presidente de Venezuela, propugnaba por una multipolaridad en el mundo, lo que lo convertía en un globalista, solo que en su caso privó lo ideológico y su posición antiimperialista lo llevó a romper vínculos con nuestros socios tradicionales en Europa y Norteamérica, pero lo hizo de una manera poco amigable y amenazante, ganándose enemigos poderosos y poniendo al país todo en un peligroso curso de retaliaciones, de nada sirvieron las advertencias y voces de alarma, a lo interno de Venezuela el chavismo se impuso bajo el modelo fascista militar, y de hecho estableció una hegemonía política que anulaba toda oposición.

Pero fue una hegemonía muy sui generis ya que permitía que extensos territorios del país fueran controlados por fuerzas subversivas extranjeras como grupos guerrilleros, colonias de mineros ilegales, avanzadas de emigrantes árabes y fundamentalistas musulmanes, y no contento con eso permitió de manera abierta y pública, la intromisión de oficiales cubanos en el seno de nuestras fuerzas armadas, y entregó los registros públicos y notarías a empresas extranjeras en detrimento de la confidencialidad de la información de los ciudadanos sobre sus relaciones y propiedades.

El globalismo chavista se caracterizaba por hacerse miembro de los países no alineados, de los clubes de las excolonias como CARICOM, creo asociaciones como el ALBA o Mercosur, que agrupaba a gobiernos socialistas, coqueteó con los BRICS, como alternativa de bloques económicos, se anotaba con todos los conflictos Norte-Sur en favor de la izquierda internacional, afianzó su amistad con los países radicales musulmanes y con todo grupo revolucionario y fundamentalista, esta pretensión marcadamente anticapitalista, específicamente como enemigo de Estados Unidos de Norteamérica fue seguida como política exterior por Maduro, contrario a lo que pensaba y sentía la mayoría del país, y por seguir esta senda violenta y con conexiones en el submundo del crimen, Venezuela fue objeto de sanciones internacionales que afectaron nuestro desarrollo, todo por una comezón de orden ideológico y su filiación a los países dependientes del castro comunismo, dirigidos desde La Habana (y finalmente desde Rusia y China).

Pero, y este pero es importante, ya que imbricado en el concepto de soberanía, viene la posibilidad de hacer política, de que las sociedades a lo interno, puedan discutir y darse el mejor sistema posible de gobierno para alcanzar sus fines como nación. El politólogo James Tully nos advierte: “La soberanía en su sentido no-absoluto significa la autoridad que tiene la gente en una cultura diversa de asociarse y gobernarse ellos, por sus propias leyes y libres de cualquier subordinación externa.” Pero además, tenemos la advertencia del estudioso R.G. Collingwood: “… y aquellos quienes descartan la soberanía como una ficción degastada, en realidad tratan de desconocer la problemática integral de la política.”

Pero por la naturaleza radical y corrosiva del chavismo hace imposible una utilización racional de la terminología, y la soberanía es utilizada de manera pragmática, por lo que el concepto se hace ambivalente, relativo y sujeto a los intereses del poder de turno.

Cuando uno escucha a los funcionarios chavistas hablar de soberanía, sobre todo en el ámbito judicial, podemos notar las contradicciones y el utilitarismo con que es usado, los delitos de traición a la patria, de conspirar en contra de la seguridad del estado, que tienen su sustento en el concepto de soberanía, se desmorona cuando somos conscientes de que es el mismo gobierno chavista los que utilizan la soberanía para destruir el país en su base ecológica e integridad ambiental por medio de una minería salvaje, desarrollos turísticos en áreas protegidas, del comercio de especies en extinción, de la proliferación de derrames petroleros incontrolados, que son delitos que hacen un daño mayor a la integridad territorial y la calidad de vida de los venezolano.

No hay que ser un genio para darse cuenta que la soberanía es usada a discreción por un gobierno corrupto, cerrando medios de comunicación que se atreven a denunciar los crímenes del estado, persiguiendo a las ONG´s que los ponen en evidencia en sus oscuros manejos y modificando a discreción acuerdos políticos, simplemente interpretando las leyes a la conveniencia de sus intereses, la impresión que da el gobierno chavista es que se trata de un intermediario de la soberanía nacional, la cual está a la venta para aquellos que puedan pagar el precio que ellos exigen.

En términos de hacer cumplir el mandato soberano a lo interno, el chavismo está sumamente limitado, cuenta con las armas de la República, con sus Fuerzas Armadas y el aparato represivo que maneja como si los ciudadanos fueran el enemigo, permite el concurso de órganos foráneos de inteligencia y control social, siempre pendientes de la ratio Violencia/Reacción Social no los desborde pues son minoría, y la fuerza pública, inconstante en sus lealtades. Pero es haciendo valer la soberanía del país en el escenario internacional, donde se le ven las costuras al concepto que maneja el chavismo, a lo externo la soberanía se respalda con poder, con maquinarias militares capaces de movilizarse globalmente de manera efectiva, con inteligencia que pueda entender y anticipar situaciones complejas de peligro e inestabilidad, con el dinero suficiente para soportar conflictos de baja y alta intensidad en el tiempo, con bloques de países aliados que respalden las medidas.

El gobierno de Maduro no pudo imponerse en su pretensión a un simple avión que reclamaba como suyo y que fue incautado y destruido por otro país, no pudo hacerle frente a un cúmulo de sanciones económicas y penales en contra de su gobierno, no ha podido hacerle frente a una emergencia humanitaria que sufre la población a pesar del respaldo internacional para solucionarlo, ha sido incapaz de levantar su muy disminuida industria petrolera que ellos mismos se encargaron de desmantelar, no han podido frenar procesos penales en contra del mismo Maduro por violaciones de derechos humanos, los reclamos territoriales que tiene el país en organismos internacionales no se encuentran bien aspectados, precisamente por su debilidad en el manejo de la soberanía… en fin, la soberanía absoluta con que se llenan la boca se encuentra muy golpeada fuera de nuestras fronteras.

Hace falta una reingeniería de la soberanía en Venezuela, no podemos continuar manejando terminología e ideas que están fuera de la realidad actual, pero para ello hace falta un nuevo gobierno con una concepción diferente del estado, necesitamos administradores sensatos y con conocimiento del mundo actual, de las instituciones paraestatales y globalizadas que están manejando parte importante de la comunidad de naciones civilizadas, la globalización no es una moda ni una tendencia, es un estadio evolutivo necesario en la consecución de un nuevo Orden Mundial para un planeta en problemas, donde ya las crisis nos afectan a todos.

Pero en Venezuela todavía encontramos a unos revolucionarios del jurásico que expulsan del país a observadores internacionales, que no paga su cuota respectiva en los organismos multilaterales, que pretenden hacer trampas electorales para legitimar su desastroso gobierno, frente a un mundo que observa asqueado y asombrado los malabarismos de Maduro, bajo la excusa de que somos soberanos y hacemos lo que nos da la gana.



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