Es una antigua maldición China, pues vivir en tiempos interesantes implica abandonar terrenos conocidos y adentrarse en la novedad; para los orientales, como para otras culturas, romper con la cotidianidad implica incursionar en la incertidumbre de lo que va a pasar; en nuestro nicho de rutinas y confort vivimos en la ilusión de que tenemos todo bajo control, y el precio a pagar es la monotonía; pero cuando surge “lo interesante”, lo conocido cambia de pronto y nos adentramos en las sorpresas, en las transformaciones tumultuarias, en construcciones y deconstrucciones que asombran y muchas veces dan miedo.
Pertenezco a una generación que afortunadamente ha vivido en
una vorágine de cambios; desde que tenemos uso de razón, hemos asimilado
grandes transformaciones políticas, tecnológicas, sociales, culturales… en muy
corto tiempo y estos cambios nos han obligado a una adaptación mucho más
acelerada. Por supuesto, muchos de nosotros preferimos estilos de vida más
pausados y tranquilos y nos hemos impuesto estilos de vida “conservadores” que
de alguna manera nos convierten más en espectadores de los acontecimientos que
en sus protagonistas, aunque al final a todos nos arropan esas olas de cambios.
Nos sucedió con el chavismo, ese nuevo estilo de socialismo
criminal, que une la política tradicional con la voracidad de las mafias
internacionales por ganancias abundantes y rápidas; y fueron las drogas, la
prostitución, la extorsión, el sicariato, el robo y la falsificación, las
actividades que un grupo de supuestos “revolucionarios”, disfrazados de pueblo
y poder popular, los que se dieron a la tarea de corromper los valores
tradicionales de las sociedades para levantar en su lugar estructuras del
crimen organizado.
Una tarea que solo fue posible alienando a gente de bien
para que no actuara en contra de ellos, prometiéndoles que todo seguiría
normal, que nada cambiaría, que podrían continuar con sus vidas y que la “revolución”
sólo traería una mayor igualdad, progreso, justicia y paz social, ¿Quién en su
sano juicio podría rechazar tal oferta? Los militares se encargarían de todo,
los hijos de Bolívar prometían una democracia participativa y bajo los
principios de la Constitución.
Por supuesto, las primeras víctimas de la llamada Revolución
Bolivariana fueron la verdad, la libertad y la moral. De manera sibilina, utilizando los medios de
comunicación masiva y con una chequera que parecía no tener fondo ni límites,
desde el primer día se dedicaron a internacionalizar este nuevo paradigma
humanista, y empezó la verdadera campaña de estos sujetos, que no era otra que
ir levantando el imperio del narcoterrorismo mundial. De esta manera Chávez,
durante su presidencia, viajó los lugares más recónditos del planeta para
establecer alianzas, no solo con dictadores y revolucionarios de otros países,
sino con organizaciones terroristas y fundamentalistas, cortejando de manera
especial a los líderes de Rusia, China y el régimen cubano, el más antiguo y
experimentado exportador de revoluciones socialistas en nuestro continente, y
uno de los operadores más eficientes de esa red mundial.
Con la llegada de Nicolás Maduro al poder, el interés de
consolidar la red de narcotráfico y el financiamiento de elecciones en otros
países aumentó, al mismo tiempo que consolidaba el poder político, una llave
que le abría nuevas rutas de distribución y mercados no sólo a la droga, sino a
la trata de blancas, la guerrilla, a terroristas islámicos, al lavado de
dinero, al tráfico de armas y para ello puso a disposición de estos grupos el
sistema de identificación de Venezuela, repartiendo pasaportes y cartas de
residencia, nombramientos a cargos diplomáticos e, incluso, nuevas identidades
a los agentes y operadores que trabajaban para derrotar al capitalismo mundial.
Es importante aclarar que, desde los inicios de Maduro como
agente cubano en La Habana, Estados Unidos ya era el enemigo a derrotar, y qué
mejor manera que negociando con la droga, que destruía a la juventud y minaba
la moral pública, al mismo tiempo que ganaba toneladas de dinero con el narco
tráfico, dinero que lavaba en las principales metrópolis de la Unión
Norteamericana y Europa por medio de terceros, construyendo frentes empresariales
e inversiones legítimas, fachadas detrás de las cuales se creía intocable.
Debemos recalcar, la fuente principal del conflicto entre el
comunismo y el capitalismo es ideológica, las dictaduras totalitarias se oponen
a los gobiernos democráticos, porque la libertad y el individualismo son
pecados mortales para los regímenes colectivistas y autoritarios, de allí que
Maduro fue entrenado, junto a otros muchos dirigentes Latinoamericanos, para
odiar a Estados Unidos y a todo gobierno liberal, y en su fanatismo jurara
destruirlos utilizando todos los medios a su disposición.
Es por ello que el chavismo no puede sobrevivir luego de
esta confrontación en Venezuela, debe ser totalmente obliterado, borrado del
mapa y ya sabemos que existen cepas virulentas en Cuba, Nicaragua, México y
Colombia.
Nicolás Maduro se dedicó, durante su carrera política, a
hacerle daño a los norteamericanos, los cargamentos de drogas que enviaba el
Cartel de los Soles a Estados Unidos eran tan mortales y peligrosos como lo
serían misiles y bombas, porque destruían vidas y descalabraban el orden en la
sociedad, también estaba el lavado de dinero sucio que hacían en sus bancos,
las inversiones, las compras de bienes raíces, que son ataques alternativos
para sembrar la corrupción y distorsionar los mercados; las expresiones
artísticas y culturales, en forma de figuras públicas, que envían para ser
admirados, los profesores e intelectuales que los defendían y falsificaban sus
verdaderas intenciones, todos eran parte de esta guerra asimétrica que libraban
en el seno de las sociedades occidentales, su intención era hacer el mayor daño
posible y sembrar una ideología basura en las mentes de sus ciudadanos.
Me he dedicado a denunciarlo desde hace ya varios años,
advirtiendo el ataque silencioso y artero de estos emisarios del peor de los
gobiernos, que en unión de aquellos partidos políticos y gente ya ideologizada que
ha estaba viviendo en estos países, conforma una tenebrosa quinta columna que
actúa desde las sombras y a mampuesto.
Es fascinante ver como ahora Nicolás Maduro y su
organización criminal El Cartel de los Soles y el PSUV recurren a los
argumentos que siempre atacaron, como la paz, el respeto mutuo, la
consideración humana, el humanismo, el cristianismo, el imperio de la ley, para
salvar su propio pellejo ante el inminente momento de la verdad; la vida de
Maduro pende de un hilo y ahora pretende el perdón y la conmiseración que él
nunca tuvo con sus contrarios, los miles de presos políticos a los que aún hoy
está torturando en sus mazmorras, los gritos de sus víctimas implorando esa
clemencia que él nunca tuvo.
Estados Unidos, el país al que durante tanto tiempo dirigió
sus burlas, engañifas e insultos, está reclamando su derecho a vivir en un
mundo distinto al que el chavismo convenientemente predicaba en los foros
internacionales. Durante 26 largos años, no cejaron un momento en hacerles
maldades, llegó el momento de ajuste de cuentas, y ya el papel del verdugo
pidiendo clemencia se ve hasta ridículo en el hombre que se vendía a sí mismo
como un héroe revolucionario; es el mismo cobarde, que trata de rodearse de
mujeres, niños y ancianos como escudos humanos, apelando a la magnanimidad del
contrario, e intenta inspirar la lástima de sus coterráneos mientras espera su
inminente final, pues hay algunos venezolanos que de manera enfermiza se ponen del
lado del perdedor, de la víctima, aunque se trate de solo un show.
Todo lo anteriormente expuesto indica claramente que fueron
Maduro y sus aliados extremistas quienes propiciaron una situación de conflicto
contra USA, fueron ellos quienes atacaron y construyeron una “causa bellis” que
con los años terminarían en una confrontación abierta y muy peligrosa, por
supuesto, arrastrando a las Fuerzas Armadas venezolanas en esta malhadada
aventura.
Y ahora mientras buques de guerra de la armada de Estados
Unidos, aeronaves de última generación movilizadas para el enfrentamiento, y
tropas de asalto listas para entrar en acción, justo frente a nuestras costas,
ahora, en su peor momento de apresto y resolución de las fuerzas venezolanas,
se les requiere a nuestros soldados y a la población entera el máximo
sacrificio por la Patria, se les hace un llamado para la defensa del honor,
para proteger al supuesto líder de la revolución que trata desesperado,
escondido en algún bunker, de enmendar una situación ya de por sí desesperada,
tratando de hablar con alguien para detener un enfrentamiento.
En estos momentos cruciales, cuando el enfrentamiento es
inevitable y el Alto Mando Militar apelan a la historia gloriosa de nuestro
ejército, a los valores sagrados de nuestra independencia se les olvida a los
generales que fueron ellos quienes hincaron la cerviz ante el gobierno de Cuba,
que permitieron que la bandera cubana ondeara en nuestros cuarteles y
academias, que hicieron de Rusia y China los ejemplos a seguir, y a los combatientes
de Irán, Siria, Palestina, Afganistán y Vietnam los modelos de lucha armada… no
hay peor forma de morir que luchando para proteger a unos criminales que se han
pasado buena parte de sus vida burlándose, saqueando y sometiendo al pueblo de
Venezuela, eso no es patriotismo, es complicidad, y en ello no hay honor.
Que ahora hablen los cañones y que gane el justo.
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