Soy un estudioso de la
cultura China y reconozco en la minoría china que hoy convive con nosotros en
Venezuela su gran vocación para el trabajo y su atinado olfato para hacer
negocios, razón por la que me extraña que los gobiernos de esa gran nación se hayan
dejado embaucar por unos narcoterroristas y ladrones de siete suelas, que sólo
eso son los chavistas, en unos proyectos que eran pura fachada para robarles su
dinero.
Los gobiernos de
Chávez y Maduro barajaron y iniciaron mega-proyectos en las áreas de ferrocarriles,
fábricas automotrices, satélites de comunicaciones y observación remota,
desarrollos agrícolas y petroleros, instalaciones militares, puertos y
aeropuertos… hasta se habló de proyectos espaciales conjuntos, la agenda era
variada, ambiciosa y extensa.
China siempre ha
contado con muy buenos planificadores, capaces de realizar enormes trabajos que
requieren mano de obra intensiva, tecnología de avanzada y tiempos ajustados,
resultando en su gran mayoría la terminación de las obras a tiempo y dentro de
los presupuestos asignados. Por otro lado, siempre ha contado con un aparato de
inteligencia, en lo político, económico y militar, tan bien afinado y
previsivo, que le permitió apropiarse sin mayores problemas de los adelantos
tecnológicos de punta de occidente durante la segunda mitad del pasado siglo,
sobre los que descansan sus altos índices de desarrollo actual.
Es por ello que no
entiendo cómo pudieron pasárseles por debajo de la mesa todas estas
negociaciones con los chavistas, que se convertirían en uno de los mayores
desfalcos a China, realizado por unos supuestos revolucionarios que ni siquiera
tenían la capacidad de sostenerse por su propio trabajo ni siquiera a sus
familias. Estaban tratando con ladrones y ustedes lo sabían, esos chavistas que
ahora anda buscando indultos a sus delitos para poder huir de Venezuela y vivir
de sus botines robados (entre ellos los dineros de esos convenios) en exilios
dorados.
La verdadera deuda con
China todavía es incierta, hay demasiadas cuentas que no están claras, para
algunos la deuda asciende a cinco billones de dólares, para otros sobrepasan
los seis billones, una ingente fortuna, echados a un pote sin fondo, y que
lamentablemente, una vez que esa deuda sea revisada y reconocida por el nuevo
gobierno, la tendremos que pagar cada uno de nosotros sin el beneficio de las
obras contratadas, pues nunca se construyeron. Estos dineros fueron otorgados como
si estuvieran tratando con gente “normal” y responsable; y me pregunto, ¿Cómo
fue que los chinos no se enteraron de que estaban siendo esquilmados por unos
traficantes de drogas y delincuentes de la peor ralea? ¿Dónde quedaron los
seguimientos y controles de estos proyectos? ¿Cómo fue posible que el gobierno chino
persistiera en otorgar créditos a esa banda de ladrones sabiendo que las
ejecuciones y garantías eran inservibles?
Pero hay algo todavía
más comprometedor, los chinos sabían que estaban tratando con un gobierno
ilegítimo, que hizo trampa en las elecciones, que se sostenía en el poder por
la fuerza del miedo y la mentira, sabían que los chavistas no contaban con la
voluntad popular, tal como lo exige nuestra Constitución, para realizar
negocios con gobiernos extranjeros… parece que hubiera prevalecido el factor
ideológico sobre la prudencia que debería tener un inversionista responsable.
Pareciera que los
gobiernos chinos tenían otros planes con esos volúmenes de dinero que apostaron
en nuestro país y que, en vez de invertirlo en las obras contratadas, se
pretendían para otros fines mucho más viles… eso se llama corrupción ¿Cómo no
se dieron cuenta, luego de invertir ese primer billón de dólares, que jamás
iban a recuperar ese dinero puesto en obras fantasmas o inconclusas, y a pesar
de las evidencias de malos manejos e incumplimientos siguieron otorgando
abundantes líneas de crédito? ¿No hicieron contraloría? ¿No sabían de su
historial de mala paga? Y llama la atención que ningún chavista haya propuesto
a China como su refugio final, entre otras cosas porque sabían que en China hay
pena de muerte para los delitos de corrupción.
Muchas de esas
contrataciones se hicieron a la carrera, sin llenar los requisitos de ley y
obviando los controles y las seguridades que la prudencia dictaban, pareciera
que lo importante eran satisfacer el hambre por las jugosas comisiones pues no
existen los informes de adelantos de obras, en muchos casos estos proyectos
carecen de expedientes que pareciera, fueron robados o destruidos para no dejar
evidencias de las enormes irregularidades que se cometieron, nadie sacó una
bandera roja para advertir de estas irregularidades hasta que ya fue demasiado
tarde.
Yo tengo una teoría, y
es que los gobiernos chinos trabajaron sobre la tesis de que el petróleo y las
muchas riquezas minerales y naturales de Venezuela eran suficiente aval para
esas inversiones, que en realidad se trataba de una compra-venta oculta de
nuestros recursos, porque llevar la deuda hasta límites impagables les
garantizaba de por vida la canibalización de nuestras riquezas… Eso creyeron, pero
no contaban con los gringos que, al caer en cuenta de tales operaciones, que
socavaban sus intereses y seguridad hemisférica, se adelantaron a la jugada y
descubrieron a los negociadores chavistas como lo que eran, unas fichas del
comunismo internacional y narcoterroristas, enemigos declarados de Estados
Unidos.
Si esto fuera así,
China se convertiría en un financista y socio de uno de los carteles de droga
más peligrosos de occidente y enemigo del pueblo de Venezuela, que además
reclaman impunidad para disfrutar un exilio dorado con esas fortunas mal
habidas, que incluyen el aprovechamiento de los fondos aportados por los chinos.
Mostrarse de acuerdo con esa deuda sería reconocer su participación en este
entramado; pero yo no creo que éste es el caso, yo creo que China actuó de buena
fe y lo seguiría haciendo en un futuro con un nuevo gobierno democrático y
legítimo.
Yo confío que esa
vieja y sólida diplomacia China aceptará de manera natural compartir una mesa
de negociación de la deuda venezolana con el ministro designado para tal tarea,
que según rumores sería el Dr. Miguel Rodríguez, un economista de talla mundial
con quien, de seguro, encontrarán la fórmula más conveniente para ambas partes
en este delicado asunto, en aras de que China continue participando en el
desarrollo económico y social de nuestro país. De manera que pongo mi apuesta
en el buen criterio de los chinos.


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