“El poder político
nace del cañón de una pistola”
Mao Zedong. Frase utilizada por Mao durante una reunión urgente del Partido Comunista Chino el 7 de agosto de 1927, al comienzo de la guerra civil china (Wikipedia).
El comportamiento de un chavista ante el poder es muy básico, se parece al orden que impera en una manada de depredadores; los comandos parte del jefe y se traslada a todos los miembros del grupo, incluso a la gran cantidad de esclavos, dependientes y dominados que arrean, para que realicen labores domésticas y sirvan de despensa. Los comandos se trasmite a los soldados, a los jefes políticos, a los miembros de la corte, a los embajadores y ministros, pero debemos advertir que aún el mismísimo tirano o Comandante Supremo, como les gusta llamarse, dependen de las ordenes y llamados del Comunismo Internacional, que actuando como si fuera una colmena de hormigas marabuntas, como buenos entes colectivistas obedecen ciegamente, como si se tratara de un organismo globalizado.
Y esta caracterización zoológica no es gratuita, la
actuación primitiva y sanguinaria del chavismo madurista representa una vuelta
al pasado darwinista de la supremacía del más fuerte en términos de garras,
dientes y violencia, no existen las sutilezas que trataron de imprimirle al
poder político pensadores como Hobbes, Kant, Hegel, Webber o Foucault y que le
dieron al poder tanto lustre, sobre todo como el mecanismo fundamental de los
estados modernos.
En el caso de las izquierdas radicales como Hitler y los
Nazis, Stalin y sus soviets, o Pol Pot y sus Jemers Rouge conservaban en sus
estructuras un orden militar que servían de correa de trasmisión al poder, pero
en el caso del socialismo bolivariano aun cuando Chávez mantuvo la ilusión de
contar con aparato institucional y hacía amagos de republicanismo, con Maduro
ese orden degeneró en una estructura más de cartel de drogas o mafia para
tratas de blancas, es decir en un esquema delincuencial que tuvo sus más
notorios ejemplos en el sistema judicial-carcelario y en el orden de la
economía minera (garimpeira).
El acto de gobernar para el chavismo va apareado con la
recompensa y el castigo, quien obedece recibe un premio, quien se rebela es
apaleado, lo encarcelan y tiran la llave, esta metodología brutal sirve para
mantener el orden dentro de los suyos, es decir solo para revolucionarios, los
otros, los que no comulgan con la ideología bolivariana socialista, que es el
80% de la población, simplemente son reducidos a una plaga que hay que
exterminar, y de allí las distintas medidas de biopolítica del gobierno, para
negarle a los venezolanos de la oposición sus derechos fundamentales, los
recursos necesarios para que puedan vivir y desconocerles sus atributos de
ciudadanos y venezolanos.
Dentro de este escaso 20% de los militantes del chavismo que
sirven de carceleros de la mayoría, se encuentran extranjeros, oriundos de
Irán, Palestina, Cuba, Colombia, Bolivia, China, Rusia, algunos en calidad de
técnicos del aparato represor y de seguridad del régimen, como expertos en el
espionaje telefónico, en torturas e interrogatorios, campañas de
desinformación, intervención de las redes sociales, otros como fuerza de choque
en contra de las protestas ciudadanas y vistiendo uniformes de la Guardia
Nacional, SEBIN, PB y otros cuerpos, todos estos mercenarios provenientes de
grupos terroristas, guerrilleros y de las fuerzas armadas de potencias
extranjeras que apoyan al régimen en estas actividades criminales
Cuando los países de occidente le aplicaron el régimen de
Maduro las sanciones, el chavismo tuvo que acostumbrarse a vivir debajo del
radar, operando en los bajos fondos, moviéndose en las profundidades del crimen
y los mercados negros, apagando los transponders
de sus tanqueros para no ser identificados, volando con sus aviones en
sigilosos vuelos nocturnos y por rutas no convencionales, transportando cargas
y personal de oscuros orígenes y con fines subversivos.
Sus asociados y las causas que compartía en su agenda
política eran todas anti occidentales, anti capitalistas, revolucionarias y por
encima de todo, antinorteamericanas, de modo que tanto Maduro como Cabello y Padrino, no
tardaron en convertirse en la Trinidad del Mal buscados por la justicia
internacional debido a sus vínculos con cuatro de las más deleznables
actividades: el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico ilegal de metales y
piedras preciosas y el uso de la migración como arma desestabilizadora para los
países que eran escogidos como blancos, todas estas prácticas dejaban a su paso
mano de obra esclava, destrucción ambiental, corrupción y muerte.
Y es de esta manera como se entiende el tema revolucionario
de esta mafia que tiene como fin principal enriquecer sin medida a sus
principales miembros y operadores, explotando a todo un país con las armas y el
miedo, se apoderaron de todas las instituciones “burguesas” como sería el
estado de derecho, los fines democráticos, la justicia y la seguridad social
para convertirlas en armas y utilizarlas en contra de sus enemigos, de allí que
organismos como el CNE que organiza las elecciones, el Tribunal Supremo de
Justicia, la Fiscalía, el Seniat que recoge los impuestos, el Ministerio del
Ecosocialismo, entre otros, fueron convertidos en armas de guerra para atacar y
mantener a raya cualquier resistencia a la opresión chavista.
Pero hay un rasgo que quisiera destacar, en el discurso de
los chavista se distingue claramente un reclamo, una exigencia que hacen
público al mundo y al país sobre los derechos y privilegios que tienen aquellos
que manejan el poder de manera civilizada, empecemos por la legitimación, este
régimen de fuerza, se hace pasar como si el origen de su poder deviniera del
consenso, de la representación democrática, de la voluntad mayoritaria de un
pueblo que escogió que fueran ellos, los revolucionarios, quienes manejaran el
Estado bajo las condiciones y objetivos que se han trazado, eso es
completamente falso, el chavismo se ha impuesto como mandato de un pequeño
grupo, de una casta, que ha proclamado ser producto de una expresión popular
que ha otorgado un consentimiento para que ellos sean gobierno.
Ni siquiera con Chávez se dio ese consenso mayoritario,
menos aún con Maduro quien tuvo que recurrir a subterfugios, falsa atestación,
trampas electorales, desinformación, amenazas y extorciones para ganar las
elecciones en las que ha sido candidato y que con el robo descarado y el golpe
de estado que se inició con su supuesto triunfo electoral, contradiciendo las
evidencias de la oposición presentadas al mundo sobre los comicios celebrados
el pasado 28 de julio en Venezuela, y en donde el universo de votantes
favoreció al candidato Edmundo Gonzáles Urrutia, hoy en el exilio.
De acuerdo a la sociología moderna, la administración de la
vida de una población en cualquier país, solo es posible por medio de una
complejísima red de poder, distribuida en instituciones, reglas, funcionarios,
jerarquías e instancias que varía de acuerdo a territorios, materias, disponibilidad
de recursos, necesidades… De acuerdo a la profesora Esther Díaz, el poder en la
sociedad es como una tupida malla que cubre un territorio y por la cual se
gestionan actividades políticas, religiosas, comerciales, educativas y de otras
índoles cuyo fin es hacer que la vida en sociedad sea productiva, segura, y en
las mejores condiciones posibles.
En esa malla de poder, hay sectores muy densos donde el
ejercicio del poder conllevan participación de distintos niveles, incluso con
injerencia desde grandes centros de poder en el extranjero, los cambios pueden
ser drásticos y muy rápidos, pero igualmente hay sectores de un mismo país
donde estas relaciones son escazas, incluso se pueden encontrar huecos, donde
la ausencia de poder institucional es obvia.
El poder político que es uno de los más importantes en esta
red de relaciones, ha tenido una evolución y una historia de larga data, de un
poder crudo y violento ejercido por los más fuertes, de carácter autoritario e
instrumental, se ha refinado de tal manera que hoy podemos encontrar sociedades
democráticas de avanzada que han profesionalizado sus usos y han justificado su
ascendencia en términos morales y de principios, al punto, que según Max Weber,
quienes se rigen por un orden legítimo tienen fe en la autoridad y quienes
ejercen esa autoridad derivan prestigio de su ejercicio.
No es el caso venezolano de los bárbaros que nos gobiernan que
tienen que estar pidiendo “respeto” a cada momento durante su ejercicio del
poder, debido a que los sujetos a quienes pretenden gobernar están en constante
modo de resistencia y protestando el supuesto orden que quieren imponer, lo que
delata una falta de legitimidad profunda, de allí el uso de los jueces como
armas, de la ley como látigo, de la tortura como castigo.
Es el caso de un Diosdado Cabello quien ha ocupado
diferentes posiciones de poder político en el país, por más de dos décadas, y
al momento de resolver conflictos y diferencias actúa como reptiliano, como uno
de esos caimanes de orilla que se encontraban en nuestros ríos que todo lo
resolvían a dentelladas, y en el patético caso de Cabello, con insultos, no es
ningún accidente que su insignia sea un mazo.
Este tipo de personas no son aptas para gobernar sin que existan
víctimas y crisis sociales profundas, Nicolás Maduro no es muy diferente,
prefieren el uso de las armas al diálogo, favorecen la opresión a la
negociación, e imponer su voluntad por la fuerza no es democracia.
Pero ellos insisten en que son la opción necesaria para
gobernar el país, y luego de la terrible derrota electoral que sufrieron, en la
que quedó constatado que perdieron la poca base popular que tenían; pateando la
mesa electoral que sustenta todo régimen democrático, cuya naturaleza es
contractual, se han situado en una zona de peligro donde los discursos y la
narrativa socialista bolivariana ya no tiene ningún sentido, ellos mismos se ha
deslegitimado ante el mundo, los únicos que los apoyan son sus cómplices, tiranías
y señores de la guerra que no tienen mayor liderazgo mundial.
En los cursos que dictó Michel Foucault en el Collège
de France (1983-84) introdujo en el concepto de gobernabilidad la íntima
relación que existe entre Saber y Verdad, todo lo contrario al chavismo que han
hecho de la dupla Ignorancia y Mentira su carta de presentación. Foucault,
según el investigador Iván Gabriel Dalmau, trató de marcar distancia del
concepto de poder, como “…algo uniforme,
organizado en torno a un centro que es al mismo tiempo su origen y que posee un
dinamismo interno que lo conduce siempre a extenderse.” Todo lo contrario a
lo que dice Foucault, y que desarrolla en sus investigaciones, el poder no
tiene centro, es como una cadena, es una trama con vida propia.
Volviendo a Gabriel Dalmau, lean esto por favor con atención
pues constituye la razón de ser de la gobernabilidad, dice Dalmau:
“…las preguntas
por “el hoy” y “quiénes somos en nuestra actualidad” constituyen el punto de
partida y el objetivo insoslayable de su labor. Por lo tanto, subrayo que la
problematización foucaultiana de los saberes sobre “lo humano” se inscribe en
el marco de su preocupación por la constitución ontológico-política del
presente. En consecuencia, el abordaje de los saberes no se enmarca en el proyecto
de elaborar una teoría del conocimiento, propia de una concepción normativa del
ejercicio de la crítica en términos de analítica de la verdad, sino que, por el
contrario, resulta fundamental en tanto que esos saberes configuran, junto con
las matrices normativas de comportamiento y los modos de existencia virtual
para sujetos posibles.”
El
venezolano que tienen en mente los chavistas, no existe, la Venezuela que
quieren construir es imposible, la ideología que desean aplicar es rechazada
mayoritariamente, la historia y la narrativa que acompañan a estos deseos es
falsa y no aplica a nuestro pasado, ni encaja con nuestras expectativas, el
modelo socialista revolucionario bolivariano es una farsa y nadie lo compra
sino sus colaboradores, y por un interés absolutamente circunstancial.
Es muy difícil visualizar el
poder en una sociedad, los desfiles militares, las concentraciones de gente en
pro de un gobierno, la propaganda y los actos públicos son apenas indicios
interesados en marcar una opinión favorable, pero basta con contrastarla con la
realidad para que la verdad prevalezca, tampoco funcionan los actos
legislativos que modifican las normas de una sociedad ya que si son contrarios
a las tendencias naturales de la sociedad, muy pronto no serán acatadas y caerán
en desuso y habrá que modificarlas.
El verdadero poder lo
encontramos en los puntos de resistencia al orden establecido, en la
desobediencia, en la rebelión, en la respuesta del gobierno al desconocimiento
de su poder, el como la autoridad maneja estos puntos críticos, que si es
legítimo y racional los aprovechará para la crítica y el dialogo, lo que
permitirá un avance social, quizás una revisión de las normas o una
restructuración completa de áreas de acción, pero si se trata de un gobierno
autoritario e ilegítimo, lo más probable es que encontremos la respuesta
policial y violenta, los muertos, los presos, los procesos judiciales y la
censura.
El chavismo tiene una manera muy
particular de ver los conflictos sociales, a ellos les gusta decir: “Candelita que se prende, candelita que se
apaga”, cualquier tipo de resistencia es inmediatamente acallado con las
armas, se saben ilegítimos pues utilizan el poder en su propio beneficio, no
para el avance del país. Es un tipo de autismo que termina por aislarlos y
cometer abusos en un círculo interminable de violencia, eliminando cualquier
oportunidad de evolución social, rectificación política y búsqueda de la
concordia, llevamos 25 años con una concepción de poder equivocada, lo que han
sembrado son vientos y la cosecha son tormentas, en ese punto nos encontramos.