viernes, 15 de noviembre de 2024

El poder para el socialismo bolivariano

 



“El poder político nace del cañón de una pistola”  

Mao Zedong. Frase utilizada por Mao durante una reunión urgente del Partido Comunista Chino el 7 de agosto de 1927, al comienzo de la guerra civil china (Wikipedia).

El comportamiento de un chavista ante el poder es muy básico, se parece al orden que impera en una manada de depredadores; los comandos parte del jefe y se traslada a todos los miembros del grupo, incluso a la gran cantidad de esclavos, dependientes y dominados que arrean, para que realicen labores domésticas y sirvan de despensa. Los comandos se trasmite a los soldados, a los jefes políticos, a los miembros de la corte, a los embajadores y ministros, pero debemos advertir que aún el mismísimo tirano o Comandante Supremo, como les gusta llamarse, dependen de las ordenes y llamados del Comunismo Internacional, que actuando como si fuera una colmena de hormigas marabuntas, como buenos entes colectivistas obedecen ciegamente, como si se tratara de un organismo globalizado.

Y esta caracterización zoológica no es gratuita, la actuación primitiva y sanguinaria del chavismo madurista representa una vuelta al pasado darwinista de la supremacía del más fuerte en términos de garras, dientes y violencia, no existen las sutilezas que trataron de imprimirle al poder político pensadores como Hobbes, Kant, Hegel, Webber o Foucault y que le dieron al poder tanto lustre, sobre todo como el mecanismo fundamental de los estados modernos.

En el caso de las izquierdas radicales como Hitler y los Nazis, Stalin y sus soviets, o Pol Pot y sus Jemers Rouge conservaban en sus estructuras un orden militar que servían de correa de trasmisión al poder, pero en el caso del socialismo bolivariano aun cuando Chávez mantuvo la ilusión de contar con aparato institucional y hacía amagos de republicanismo, con Maduro ese orden degeneró en una estructura más de cartel de drogas o mafia para tratas de blancas, es decir en un esquema delincuencial que tuvo sus más notorios ejemplos en el sistema judicial-carcelario y en el orden de la economía minera (garimpeira).

El acto de gobernar para el chavismo va apareado con la recompensa y el castigo, quien obedece recibe un premio, quien se rebela es apaleado, lo encarcelan y tiran la llave, esta metodología brutal sirve para mantener el orden dentro de los suyos, es decir solo para revolucionarios, los otros, los que no comulgan con la ideología bolivariana socialista, que es el 80% de la población, simplemente son reducidos a una plaga que hay que exterminar, y de allí las distintas medidas de biopolítica del gobierno, para negarle a los venezolanos de la oposición sus derechos fundamentales, los recursos necesarios para que puedan vivir y desconocerles sus atributos de ciudadanos y venezolanos.

Dentro de este escaso 20% de los militantes del chavismo que sirven de carceleros de la mayoría, se encuentran extranjeros, oriundos de Irán, Palestina, Cuba, Colombia, Bolivia, China, Rusia, algunos en calidad de técnicos del aparato represor y de seguridad del régimen, como expertos en el espionaje telefónico, en torturas e interrogatorios, campañas de desinformación, intervención de las redes sociales, otros como fuerza de choque en contra de las protestas ciudadanas y vistiendo uniformes de la Guardia Nacional, SEBIN, PB y otros cuerpos, todos estos mercenarios provenientes de grupos terroristas, guerrilleros y de las fuerzas armadas de potencias extranjeras que apoyan al régimen en estas actividades criminales

Cuando los países de occidente le aplicaron el régimen de Maduro las sanciones, el chavismo tuvo que acostumbrarse a vivir debajo del radar, operando en los bajos fondos, moviéndose en las profundidades del crimen y los mercados negros, apagando los transponders de sus tanqueros para no ser identificados, volando con sus aviones en sigilosos vuelos nocturnos y por rutas no convencionales, transportando cargas y personal de oscuros orígenes y con fines subversivos.

Sus asociados y las causas que compartía en su agenda política eran todas anti occidentales, anti capitalistas, revolucionarias y por encima de todo, antinorteamericanas, de modo que  tanto Maduro como Cabello y Padrino, no tardaron en convertirse en la Trinidad del Mal buscados por la justicia internacional debido a sus vínculos con cuatro de las más deleznables actividades: el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico ilegal de metales y piedras preciosas y el uso de la migración como arma desestabilizadora para los países que eran escogidos como blancos, todas estas prácticas dejaban a su paso mano de obra esclava, destrucción ambiental, corrupción y muerte.

Y es de esta manera como se entiende el tema revolucionario de esta mafia que tiene como fin principal enriquecer sin medida a sus principales miembros y operadores, explotando a todo un país con las armas y el miedo, se apoderaron de todas las instituciones “burguesas” como sería el estado de derecho, los fines democráticos, la justicia y la seguridad social para convertirlas en armas y utilizarlas en contra de sus enemigos, de allí que organismos como el CNE que organiza las elecciones, el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía, el Seniat que recoge los impuestos, el Ministerio del Ecosocialismo, entre otros, fueron convertidos en armas de guerra para atacar y mantener a raya cualquier resistencia a la opresión chavista.

Pero hay un rasgo que quisiera destacar, en el discurso de los chavista se distingue claramente un reclamo, una exigencia que hacen público al mundo y al país sobre los derechos y privilegios que tienen aquellos que manejan el poder de manera civilizada, empecemos por la legitimación, este régimen de fuerza, se hace pasar como si el origen de su poder deviniera del consenso, de la representación democrática, de la voluntad mayoritaria de un pueblo que escogió que fueran ellos, los revolucionarios, quienes manejaran el Estado bajo las condiciones y objetivos que se han trazado, eso es completamente falso, el chavismo se ha impuesto como mandato de un pequeño grupo, de una casta, que ha proclamado ser producto de una expresión popular que ha otorgado un consentimiento para que ellos sean gobierno.

Ni siquiera con Chávez se dio ese consenso mayoritario, menos aún con Maduro quien tuvo que recurrir a subterfugios, falsa atestación, trampas electorales, desinformación, amenazas y extorciones para ganar las elecciones en las que ha sido candidato y que con el robo descarado y el golpe de estado que se inició con su supuesto triunfo electoral, contradiciendo las evidencias de la oposición presentadas al mundo sobre los comicios celebrados el pasado 28 de julio en Venezuela, y en donde el universo de votantes favoreció al candidato Edmundo Gonzáles Urrutia, hoy en el exilio.

De acuerdo a la sociología moderna, la administración de la vida de una población en cualquier país, solo es posible por medio de una complejísima red de poder, distribuida en instituciones, reglas, funcionarios, jerarquías e instancias que varía de acuerdo a territorios, materias, disponibilidad de recursos, necesidades… De acuerdo a la profesora Esther Díaz, el poder en la sociedad es como una tupida malla que cubre un territorio y por la cual se gestionan actividades políticas, religiosas, comerciales, educativas y de otras índoles cuyo fin es hacer que la vida en sociedad sea productiva, segura, y en las mejores condiciones posibles.

En esa malla de poder, hay sectores muy densos donde el ejercicio del poder conllevan participación de distintos niveles, incluso con injerencia desde grandes centros de poder en el extranjero, los cambios pueden ser drásticos y muy rápidos, pero igualmente hay sectores de un mismo país donde estas relaciones son escazas, incluso se pueden encontrar huecos, donde la ausencia de poder institucional es obvia.

El poder político que es uno de los más importantes en esta red de relaciones, ha tenido una evolución y una historia de larga data, de un poder crudo y violento ejercido por los más fuertes, de carácter autoritario e instrumental, se ha refinado de tal manera que hoy podemos encontrar sociedades democráticas de avanzada que han profesionalizado sus usos y han justificado su ascendencia en términos morales y de principios, al punto, que según Max Weber, quienes se rigen por un orden legítimo tienen fe en la autoridad y quienes ejercen esa autoridad derivan prestigio de su ejercicio.

No es el caso venezolano de los bárbaros que nos gobiernan que tienen que estar pidiendo “respeto” a cada momento durante su ejercicio del poder, debido a que los sujetos a quienes pretenden gobernar están en constante modo de resistencia y protestando el supuesto orden que quieren imponer, lo que delata una falta de legitimidad profunda, de allí el uso de los jueces como armas, de la ley como látigo, de la tortura como castigo.

Es el caso de un Diosdado Cabello quien ha ocupado diferentes posiciones de poder político en el país, por más de dos décadas, y al momento de resolver conflictos y diferencias actúa como reptiliano, como uno de esos caimanes de orilla que se encontraban en nuestros ríos que todo lo resolvían a dentelladas, y en el patético caso de Cabello, con insultos, no es ningún accidente que su insignia sea un mazo.  Este tipo de personas no son aptas para gobernar sin que existan víctimas y crisis sociales profundas, Nicolás Maduro no es muy diferente, prefieren el uso de las armas al diálogo, favorecen la opresión a la negociación, e imponer su voluntad por la fuerza no es democracia.

Pero ellos insisten en que son la opción necesaria para gobernar el país, y luego de la terrible derrota electoral que sufrieron, en la que quedó constatado que perdieron la poca base popular que tenían; pateando la mesa electoral que sustenta todo régimen democrático, cuya naturaleza es contractual, se han situado en una zona de peligro donde los discursos y la narrativa socialista bolivariana ya no tiene ningún sentido, ellos mismos se ha deslegitimado ante el mundo, los únicos que los apoyan son sus cómplices, tiranías y señores de la guerra que no tienen mayor liderazgo mundial.

En los cursos que dictó Michel Foucault en el Collège de France (1983-84) introdujo en el concepto de gobernabilidad la íntima relación que existe entre Saber y Verdad, todo lo contrario al chavismo que han hecho de la dupla Ignorancia y Mentira su carta de presentación. Foucault, según el investigador Iván Gabriel Dalmau, trató de marcar distancia del concepto de poder, como “…algo uniforme, organizado en torno a un centro que es al mismo tiempo su origen y que posee un dinamismo interno que lo conduce siempre a extenderse.” Todo lo contrario a lo que dice Foucault, y que desarrolla en sus investigaciones, el poder no tiene centro, es como una cadena, es una trama con vida propia.

Volviendo a Gabriel Dalmau, lean esto por favor con atención pues constituye la razón de ser de la gobernabilidad, dice Dalmau:

“…las preguntas por “el hoy” y “quiénes somos en nuestra actualidad” constituyen el punto de partida y el objetivo insoslayable de su labor. Por lo tanto, subrayo que la problematización foucaultiana de los saberes sobre “lo humano” se inscribe en el marco de su preocupación por la constitución ontológico-política del presente. En consecuencia, el abordaje de los saberes no se enmarca en el proyecto de elaborar una teoría del conocimiento, propia de una concepción normativa del ejercicio de la crítica en términos de analítica de la verdad, sino que, por el contrario, resulta fundamental en tanto que esos saberes configuran, junto con las matrices normativas de comportamiento y los modos de existencia virtual para sujetos posibles.”

El venezolano que tienen en mente los chavistas, no existe, la Venezuela que quieren construir es imposible, la ideología que desean aplicar es rechazada mayoritariamente, la historia y la narrativa que acompañan a estos deseos es falsa y no aplica a nuestro pasado, ni encaja con nuestras expectativas, el modelo socialista revolucionario bolivariano es una farsa y nadie lo compra sino sus colaboradores, y por un interés absolutamente circunstancial.

Es muy difícil visualizar el poder en una sociedad, los desfiles militares, las concentraciones de gente en pro de un gobierno, la propaganda y los actos públicos son apenas indicios interesados en marcar una opinión favorable, pero basta con contrastarla con la realidad para que la verdad prevalezca, tampoco funcionan los actos legislativos que modifican las normas de una sociedad ya que si son contrarios a las tendencias naturales de la sociedad, muy pronto no serán acatadas y caerán en desuso y habrá que modificarlas.

El verdadero poder lo encontramos en los puntos de resistencia al orden establecido, en la desobediencia, en la rebelión, en la respuesta del gobierno al desconocimiento de su poder, el como la autoridad maneja estos puntos críticos, que si es legítimo y racional los aprovechará para la crítica y el dialogo, lo que permitirá un avance social, quizás una revisión de las normas o una restructuración completa de áreas de acción, pero si se trata de un gobierno autoritario e ilegítimo, lo más probable es que encontremos la respuesta policial y violenta, los muertos, los presos, los procesos judiciales y la censura.

El chavismo tiene una manera muy particular de ver los conflictos sociales, a ellos les gusta decir: “Candelita que se prende, candelita que se apaga”, cualquier tipo de resistencia es inmediatamente acallado con las armas, se saben ilegítimos pues utilizan el poder en su propio beneficio, no para el avance del país. Es un tipo de autismo que termina por aislarlos y cometer abusos en un círculo interminable de violencia, eliminando cualquier oportunidad de evolución social, rectificación política y búsqueda de la concordia, llevamos 25 años con una concepción de poder equivocada, lo que han sembrado son vientos y la cosecha son tormentas, en ese punto nos encontramos.

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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