El
ciudadano “Chúo” Torrealba, comunicador y locutor de radio muy p opular,
político, secretario de la llamada Mesa de la Unidad (MUD), especie de cartel
que reúne en su seno el grueso de los partidos socialistas de oposición, que
fueron dejados fuera del festín chavista y que están sometidos a un régimen
disciplinario de mirones en ese banquete de pordioseros en que la Revolución
bolivariana ha convertido la política en nuestro país, se ha calificado a sí mismo
como un pacifista a ultranza y, en su defecto, se ha dedicado a torpedear, cuando no a demonizar, cualquier
otra iniciativa, grupo, acción o individuo que no esté de acuerdo con su
particular ideología pacifista.
Me
llama la atención que esa etiqueta de “pacifistas” es un lugar común entre
estos grupos de izquierda democráticos, que agrupan a partidos como Primero
Justicia, Acción Democrática, Copei, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y otros;
se trata de una característica - más bien, un comportamiento - que asocian con
los valores democráticos, cristianos y republicanos, y lo exaltan de tal
manera, quizás en un intento para deslindarse de los chavistas, quienes se
distinguen por ser particularmente violentos; pero lo que me llama la atención
es que pretendan asociar ser pacífico con una manera de hacer política que se
circunscribe a lo eminentemente electoral.
Empecemos
este breve análisis por decir que ni Torrealba, ni algún otro miembro de la MUD
han dejado en claro qué quieren decir con eso de que son “pacíficos” o
“pacifistas”, lo que sí nos dicen es que creen en la no violencia postulada por
Gandhi durante la independencia de la India y por el activista de color
norteamericano Luther King Jr., en su cruzada por la defensa de los derechos
civiles de los negros en USA… supongo también que se inspiran en las ideas
desarrolladas por Henry David Thoreau, en Concord, durante el siglo XIX.
En su
perorata radial Torrealba ha dicho en varias ocasiones una frase que me parece
muy mal intencionada y cargada de referencias harto negativas: “Unos ponen el discurso, el pueblo pone los
muertos”; estoy seguro que no ha pensado bien lo que quiere decir este meme
en realidad, pero lo utiliza para acusar a aquellos que proponen otras vías de
acción política que no son las electorales ni las que receta la MUD como
salidas posibles a la compleja y delicada situación política que vive el país.
Porque
si alguien está poniendo el discurso y el pueblo los muertos es en este caso la
MUD y su actitud colaboracionista con el régimen chavista. El ciudadano
Torrealba parece no darse cuenta de que su discurso, de apaciguamiento del
pueblo ante el régimen criminal de Maduro, le ha dado oportunidad a los
matarifes de los cubanos para hacer una degollina a gran escala entre la
población, matanza que no sólo incluye los muertos causados por la violencia
institucional y por el hampa común, sino también la cantidad de gente que muere
por no recibir la atención médica necesaria, los medicamentos adecuados y
oportunos, los que van muriendo poco a poco de mengua por hambre, los que
desesperan y se quitan la vida… todo esto porque hay una oposición política que
prefiere esperar, no enfrentar, no dar la cara, no liderar a un pueblo que ya
no aguanta más el desastre de cada nuevo amanecer en nuestro país, como rehén sin
perspectivas de esta macabra revolución.
Hay
una exagerado rechazo de la MUD hacia las acciones políticas militantes y
contundentes contra el régimen, que muchas veces involucran la violencia que
ellos temen, la de un enfrentamiento en la calle, la violencia de los golpes,
de las armas, que son muy parecidas a las acciones que toma el gobierno contra
los ciudadanos todos los días, de diferentes maneras, y que siempre terminan
con gente herida y con muertos, con la diferencia que las víctimas pocas veces
tienen la oportunidad de defenderse.
Por esa
pose de civilizados y de buenos cristianos de la MUD es que el país está como
está; con esta actitud pacifista frente a unos desalmados de siete suelas lo
que hemos ganado es que la población de Venezuela tenga que enfrentarse todos
los días con la dura realidad de que alguien de la familia está lisiado o
muerto, ha sido asaltado, violado o golpeado, arruinado, abusado o detenido,
torturado, expropiado o inhabilitado… y si alguien me preguntara, les diría que
mucha de la culpa la tienen los políticos de la MUD, por estar propiciando el
mentado pacifismo, que más bien parece una versión acomodaticia de la cobardía.
Hay
un terrible precedente de este pacifismo que predica la izquierda democrática y
fueron las elecciones de 2012, cuando el candidato de la oposición Henrique
Capriles, se dejó arrebatar la victoria en las elecciones presidenciales ante
el candidato oficialista Nicolás Maduro en un fraude a la vista de todo el
pueblo, su excusa fue evitar la violencia y toda una racionalización
personalísima de sus principios familiares, con lo que dejó en la picota el
interés de la mayoría que lo había elegido.
Pero
también hay otro ángulo ante esta ideología pacifista, y es la conveniencia
política que resulta de negociaciones y pactos de no-agresión contra el
chavismo a cambio de contratos, privilegios, dinero e inmunidad, mientras
esperan por la oportunidad de oro que significa ganar las elecciones y tomar el
poder; si esta es la razón que se mueve detrás del pacifismo de la MUD, pues me
parece miserable jugar con los intereses de los votantes por parcelas de poder.
El
discurso de la MUD ha sido no el de una política de liderazgo, de
acompañamiento a los movimientos sociales, de lucha con las comunidades, de
verdadera política de calle al lado de los reclamos de un pueblo explotado y
mil veces engañado… prefirieron la vía del juego electoral, que en confesión de
varios de sus más preeminentes figuras, es lo único que saben hacer, organizar
la maquinaria para ganar unas elecciones que no saben si van a poder “cobrar”,
pues para eso, amigo Chuo, ustedes ponen el discurso y el pueblo pondrá los
muertos, o por lo menos esa es la impresión que tengo cuando ponen el acento en
la defensa del voto.
No
hay lucha democrática ni defensa de la libertad que obligatoriamente pase por
asumir una posición firme ante los embates de los enemigos de la sociedad
abierta, que son muchos y violentos, que utilizan la mentira y la simulación;
sin esa fibra esencial de vida que nos hace batallar en contra del enemigo,
defender lo que es nuestro y proteger a nuestra familia del peligro por todos
los medios necesarios, entonces no hay manera de sobrevivir, el pacifismo niega
la vida en libertad, prefiere asumir la esclavitud y el deshonor, a disputarle
a la barbarie un lugar bajo el sol.
La
naturaleza está llena de violencia, violencia que impone orden, que extermina
especies, que asienta territorios, que destruye para crear, que explosiona para
nivelar; la historia de la humanidad está llena de violencia, la civilización
no se entiende sin los hechos de violencia, incluso en la historia de la
iglesia, la violencia es un elemento fundamental en la vida, querer
erradicarla, nulificarla, es un hecho anti natura, el humanismo lo que ha
tratado es de embridarla, de controlarla pero jamás de erradicarla, el mundo
sin violencia existe solo en las utopías.
Los
venezolanos no somos budistas ni jansenistas. Gandhi y Martin Luther King Jr.,
se las vieron negras en su lucha no violenta, ellos mismos fueron víctimas de
la violencia, en la India más de 10 millones de muertos (desde 1875 que es
desde donde parte el movimiento independentista), en los EEUU durante las
luchas por los derechos civiles de los negros, con sus 41 víctimas recordadas en
el monumento en memoria a los caídos en Montgomery, Alabama (cifra que no toman
en cuenta las miles de víctimas sobre las que se montó este movimiento, desde
que el presidente Lincoln abolió la esclavitud, incluyendo las decenas de miles
personas de color que murieron en la guerra de Vietnam durante el mismo período
de las luchas por superar el racismo)... eso, en un mundo en el que nadie
debería morir para defender sus derechos fundamentales.
La
gran ventaja que tienen los pacifistas para los regímenes violentos es que son
los más adecuados al momento en que los opresores quieren arreglar cuentas, con
quienes se sienten más cómodos para negociar su salida, por aquello de que un
pacifista tiende a olvidar los agravios con facilidad, los que promueven la reconciliación
gratuita, garantizándoles así la impunidad por sus crímenes.
Demás
está recordar que en la historia política de nuestro país el pacifismo jamás ha
ganado nada, por la sencilla razón de que nunca ha existido, es una ideología
ajena a nuestra naturaleza y que su más destacada manifestación, que fue la
política pacificadora durante el gobierno de Rafael Caldera con la guerrilla, fue
sólo la oportunidad que tuvo la izquierda radical de incubar su más retrógrada
y virulenta cepa en el seno de nuestras Fuerzas Armadas, el chavismo.
Es
por ello que considero altamente dañino ese discurso pacifista de la MUD para
el interés nacional de desalojar al chavismo del poder, hacer justicia y encauzarnos
en una senda de futuro. - saulgodoy@gmail.com
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