Creo que se trata de uno de los más grandes escritores contemporáneos del habla inglesa, tiene el don de la escritura que convierte su trabajo en obras de literatura, ese regalo mágico de hacer posible en el papel, los mundos que crea en su mente con la gracia y la verisimilitud de un genio.
Llegué a James Graham Ballard (n. 1930) por los caminos de la ciencia ficción, de la cual es un cultor y una de las referencias mundiales en este difícil arte, pero la mayor parte del público lo conoce por dos de sus obras que han sido llevadas al cine El imperio del sol, sus memorias de niño en su Shangai natal durante la ocupación japonesa a China, y Crash, ese monumento al erotismo, la violencia y la muerte en los accidentes de tránsito.
El Imperio del Sol, película basada en su autobiografía |
Por cierto,
Ballard se ha convertido en uno de los expertos mundiales en accidentes
automovilísticos, sus comentarios sobre la muerte de la princesa Diana,
levantaron un profundo escozor entre los investigadores oficiales del
lamentable accidente.
Como escritor
de ciencia ficción, hay quienes afirman que Ballard es, quizás, el más
importante escritor desde George Orwell en proyectar las consecuencias de las
tecnologías y los experimentos sociales en el futuro.
El
desaparecido Antonny Burgess, creador de esa magnífica obra La
naranja mecánica, maestro insigne de la novelística inglesa, decía
de Ballard: "Sería muy fácil llamar
a Ballard profeta del desastre, no es la función de un escritor de ficción
moralizar sobre el hombre excesivamente conquistador, a la manera de las viejas
obras de Fausto. El siembra primero una premisa y luego sigue un silogismo. Si
hacemos esto, entonces lo inevitable sigue; la elección siempre es libre".
Y es que en la
situación más desesperada y fantástica que pudiera plantearnos Ballard con sus
relatos de ciencia ficción, en futuros distantes y escenarios deslumbrantes, el
hombre siempre conserva algo de su humanismo, hay una esperanza, aunque
tengamos que cavar muy profundo para encontrarla.
La
sobrepoblación y el hacinamiento del planeta, sus grandes megalópolis, son de
los temas recurrentes de Ballard, lo mismo que el problema del tiempo y los
artilugios de la vida urbana, esas capas simbólicas y de objetos, esos
metalenguajes con que el hombre trata de ocultar su realidad antropológica, un
ser que, a pesar de sus avances científicos está todavía demasiado cercano al
animal salvaje que le dio origen, maravillosamente descrito en su sombría
novela Rascacielos.
En el cuento Manhole 69, una historia
sobre un experimento científico, donde unos sujetos son despojados de su
posibilidad de dormir, Ballard se pasea con comodidad sobre las diversas
teorías que existen al respecto. En una conversación entre el científico y el
sujeto del experimento, que ya tiene días sin dormir y sin aparentes efectos
secundarios, leemos el siguiente diálogo:
"Yo estaba especulando ¿cuál cree usted que
será el siguiente paso de avance?".
Los dos grandes del cuento fantástico, Borges y Ballard en los 60. |
"¿Avance hacia dónde?" preguntó Morley.
Lang señaló expansivamente: "Quiero decir hacia arriba en la curva de la evolución. Trescientos millones de años atrás empezamos a respirar y dejar los mares atrás. Ahora estamos tomando el próximo paso lógico eliminando el sueño, ¿qué viene?".
Morley sacudió la cabeza. "Los dos pasos no son análogos. De hecho tú no has dejado el mar primordial atrás. Todavía andas cargando con una réplica privada de él a tu alrededor en tu sistema circulatorio. Todo lo que hiciste fue encapsular un pedazo necesario del ambiente físico para poder escapar de él".
Lang señaló expansivamente: "Quiero decir hacia arriba en la curva de la evolución. Trescientos millones de años atrás empezamos a respirar y dejar los mares atrás. Ahora estamos tomando el próximo paso lógico eliminando el sueño, ¿qué viene?".
Morley sacudió la cabeza. "Los dos pasos no son análogos. De hecho tú no has dejado el mar primordial atrás. Todavía andas cargando con una réplica privada de él a tu alrededor en tu sistema circulatorio. Todo lo que hiciste fue encapsular un pedazo necesario del ambiente físico para poder escapar de él".
En cierta
ocasión, declaró Ballard que sus epígonos en la ciencia ficción eran Isaac
Asimov y William Burroughs y, efectivamente, de ambos podemos encontrar trazas,
la economía descriptiva de Asimov y su profundo amor por la ciencia y la
estética sibilina de Burroughs, que hacen de la ficción de Ballard una elegante
y sugestiva narrativa.
Para los que
desean iniciarse en la lectura de la ciencia ficción de Ballard, recomiendo los
libros Compañía de sueños ilimitada
(Premio de Ciencia Ficción Británica 1980), Playa terminal y Vermillion sands, varios de sus
libros se consiguen al castellano en buenas traducciones. Para los que quieran
saber más sobre Ballard hay información y páginas web en la red dedicadas a
este autor y su obra.
En mi opinión
J.G. Ballard y Phillip K. Dick son los dos mejores exponentes del cuento en la
ciencia ficción, maestros orfebres de la mejor literatura de anticipación
escrita en el siglo XX.
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