¿Existe evolución en el chavismo? ¿Hay posibilidad de cambio, de adaptación para este movimiento político? ¿O nació fosilizado, incapaz de adaptarse a las nuevas situaciones que surjan en el entorno, condenados a su desaparición?
Y
aquí entramos en una primera consideración y es que los movimientos que nacen
alrededor de la figura personal de un líder o fundador les cuesta mucho cambiar,
el chavismo se centra en torno a la figura del Comandante a quien se le
atribuye un pensamiento como parte de un supuesto “legado” al que los chavistas
rinden culto y creen a pié juntillas.
En la
acera de enfrente, estamos los que consideramos que Chávez fue un producto
mediático, un “constructo” del populismo, un personaje vacío, sin proyecto, sin
pensamiento y por lo tanto no legó nada excepto horas y horas de discursos, de
referencias a otras ideas, de repeticiones del pensamiento de otros
revolucionarios salpimentados por retazos de episodios históricos nacionales
manipulados a conveniencia.
El
resultado de sus ideas y acción es el desastre que estamos viviendo en el país,
que para algunos chavistas “true
believers” se trata de apenas una etapa, de un plan que no pudo ser
consumado en el lapso de vida del Comandante, sino que es apenas el principio
de una larga ruta que otras generaciones tendrán que seguir.
Pero
la verdad es que la crisis creada por el chavismo es demasiado profunda e
existencial, el asunto se ha convertido en una situación de vida o muerte para
la mayor parte de los ciudadanos en Venezuela; cuando están en juego la
seguridad personal, la salud y la alimentación cualquier otra consideración,
sobra.
Pero
podemos aceptar que sí existe un conglomerado de la población políticamente
activa, que pudiera ubicarse en un 20%, con vínculos afectivos fuertes hacia la
figura y la memoria del Comandante, lo cual representa un interesante capital
político, y sobre el cual gravita el chavismo.
Uno
de los problemas del chavismo es que hace apenas cinco años atrás la
popularidad y el arrastre del chavismo era mucho mayor, quizás rondando el 70%
lo que lo hacía la principal fuerza política del país, ese capital político se
perdió, entre otras muchas causas, porque el chavismo no supo adaptarse a las
exigencias de la realidad.
El
país cambiaba, las circunstancia políticas nacionales e internacionales
cambiaban y el chavismo permanecía monolítico alrededor de unas ideas rígidas,
de un llamado Plan de la Patria que
se convirtió en una camisa de fuerza, y porque el modelo de gobierno era
autoritario y militarista, porque la tesis de un gobierno único y un
pensamiento único, era la modalidad que imperaba, la crítica y la revisión de
las doctrinas y políticas, eran cosa negada.
Cuando
desaparece Chávez en el 2011, su sucesor, Nicolás Maduro, fue incapaz de hacer
cambios aún cuando el mundo y el país que heredaba era otro muy distinto al del
Comandante.
Pero
el chavismo adolece de otro problema que explica esa imposibilidad de
adaptación a las circunstancias cambiantes, y es que tiene un núcleo radical,
fundamentalista, alimentado por la ideología comunista más retrógrada, que se
quedó en los principios totalitarios del comunismo real soviético y cubano.
Este
núcleo radical no es muy grande y su poder político fundamental deriva de su
cercanía a Cuba y a otros centros socialistas internacionales de donde reciben
ayuda, cuando no instrucciones.
Pero
a lo largo de estos 17 años en el poder, y a pesar de esta reticencia al
cambio, el chavismo ha cultivado una serie de factores que ahora, en la actual
coyuntura política se hacen relevantes, hay un chavismo “light” y se llegó a
hablar de un chavismo sin Chávez, que son una serie de grupos de carácter
progresistas con tendencias más hacia la socialdemocracia, organizaciones
lideradas por intelectuales y profesionales de la izquierda venezolana que
quieren desligarse del militarismo y de la ideologización dura del
fundamentalismo marxista.
El
chavismo 2.0 del que hablo es capaz de navegar sin muchos problemas en una
economía de mercado, participar en las corrientes de la globalización, bajarle
el volumen a las tesis colonialistas y de dependencia que han signado ese
desagradable resentimiento endógeno en contra de occidente, es un chavismo
creyente en el estado benefactor, en la Justicia Social y en un equilibrio
mucho más ponderado entre libertad e igualdad que el fundamentalismo.
Estos
grupos empezaron siendo financiados por algunos chavistas de la primera
generación hasta que Maduro se hizo con el poder.
Maduro
es un chavista duro, que se ha rodeado del fundamentalismo y no ha querido
salirse de la ruta trazada por Chávez y Cuba, lo que ha creado enormes
fricciones a lo interno del PSUV ya que es muy claro, que el país debe y tiene
que cambiar de ruta porque vamos directo al desastre, esto lo sabe todo el
mundo puertas adentro del partido, hasta el mismo Maduro sabe que cada día que
pasa las cosas empeoran, ya perdieron la calle, no cuentan con el apoyo popular
y lo que les queda están sometidos a un deslave constante.
Uno
de estos grupos progresistas dentro del chavismo, Marea Socialista, está
enfrentado al núcleo radical, son personas que creen en hacer política en
términos democráticos, que ven con preocupación cómo todo ese capital político
del chavismo, está en riesgo de perderse tragado por la vorágine de un
fundamentalismo ciego, que ha cometido demasiados errores y bailado pegados a
un militarismo que ya no tiene nada que ofrecer, lamentablemente el chavismo
duro los tienen contra las cuerdas y le propinan golpes hasta por el cielo del
paladar.
Lo
curioso del chavismo 2.0 es que es una atractiva salida para las grandes
fortunas hechas en estos 17 años de gobierno pues sus causahabientes siendo
chavistas, encontrarían un ambiente amigable y reconocible en estos cuadros, y
vistos los antecedentes, estarían dispuesto a financiar su futuro político.
A
partir del 6D y con el parlamento en manos de la oposición, la expresión
popular ha manifestado su rechazo contundente a la manera como Maduro ha venido
conduciendo el país, las protestas y el descontento son cada vez más notorios y
violentos, el gobierno no tiene como encarar la situación en medio del bajón de
los precios petroleros y al que no se le ve salida a corto plazo, el país está
en quiebra y ya no tiene como atender las exigencias mínimas sociales, no
digamos los compromisos de la deuda externa e interna.
Maduro
está atrapado en su propia telaraña, su situación política es de un deterioro total,
al punto que muchos analistas políticos consideran, que lo mejor que le pudiera
pasar, es que le dieran un golpe de estado para así lavarse de las culpas de su
gestión.
Y es
en este punto donde quiero llamar la atención, la piedra de tranca de esta
encrucijada diabólica radica en que tiene que haber un responsable de la
situación venezolana, con nombre y apellido, a todas luces le correspondería a
Maduro asumirla, pero no quiere, a estas alturas ha descubierto que él era el
tonto útil de esta conspiración urdida en su entorno, sobre todo por los
militares groseramente enriquecidos por la corrupción y el narcotráfico.
Maduro
prefiere llevar al país a una situación explosiva y de caos, de la cual cree
poder salir ileso, que a renunciar (que estaría más que feliz de hacerlo, si no
fuera porque él sería el chivo expiatorio) o permitir que lo saquen por otra
vía constitucional (para las cuales no hay tiempo), Maduro tiene en sus manos
el Tribunal Supremo de Justicia como escudo en contra de las medidas de la
Asamblea Nacional.
Los
militares no quieren intervenir, están demasiado comprometidos con el régimen y
tienen un gran descrédito público que les haría cuesta arriba volver al cause
democrático, la oposición no quiere salirse de los cauces de un estado
constitucional y de derecho y saben que ya es muy tarde para negociar, si se
diere alguna negociación propiciada por la AN o por la Unidad, donde se le
garantizara a Maduro una salida con impunidad, los costos políticos serían
enormes.
En
esta madeja de juegos trancados la única posibilidad que yo veo es una solución
que provenga del propio chavismo, no del fundamentalismo que ya no tiene nada
que decir, sino del ala progresista, de ese chavismo 2.0 que creo es el futuro
de este movimiento político.
El
chavismo 2.0 podría negociar en nombre de Maduro la salida, con impunidad (por
los momentos), desactivando al núcleo duro del chavismo para que salgan del
país o se queden con garantías de no ser procesados por un año, al cabo del
cual se abrirán los procesos pertinentes, con la renuncia de Maduro en mano el
Chavismo 2.0, se convertiría en promotor del llamado inmediato a nuevas
elecciones, en las cuales participaría para el rescate de su piso político.
Como
el Chavismo 2.0 no ha sido parte del gobierno, ni tiene mayores responsabilidades
en la conducción del país, tendría a su favor el haber propiciado la renuncia y
destrancar el juego como un claro indicativo de que sí está dispuesto a jugar
en democracia, por supuesto, no ganarán las elecciones pero quedarían vivos y
en una buena posición hacia el futuro, tampoco serían los chivos expiatorios.
Para
la oposición sería más fácil negociar con el chavismo pues la iniciativa viene
de ellos, para los militares sería el repliegue a sus cuarteles, de los que
nunca han debido salir.
La
gran pregunta es ¿Existe ese chavismo 2.0, o son vainas mías? -
saulgodoy@gmail.com
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