De donde uno menos se lo espera, salta la liebre. Estaba leyendo un texto anónimo, con el sugestivo título de Historia de la Filosofía Medieval, y en su introducción explicaba la diferencia entre la religión para los griegos en el mundo antiguo, y la religión para el resto del mundo en la edad media (siglos I al XV). Para los griegos, la religión natural era la búsqueda de los dioses por el hombre, éste se entiende así mismo como enigma y busca respuestas en el empíreo.
Pero
muy diferente es la religión revelada, aquella que viene de Dios hacia el
hombre, es la búsqueda del hombre por Dios; Dios se ofrece al hombre y éste, lo
toma o no, de allí la importancia de “la palabra”.
Es
por ello que para el cristianismo, el judaísmo y el islam, el problema
fundamental viene dado entre el dar y recibir, escuchar o hablar, finalmente,
acoger a Dios o no (jamás poseerlo), lo que se convierte en esencia, en un
problema de comunicación.
Para
la Patrística sobre todo, este problema de comunicaciones fue un hueso duro de
roer; imaginen a un Dios, tal como lo describía Aristóteles, que fue el fundamento
del pensamiento medieval, Dios- decía el estagirita- es un acto puro, separado
del mundo, que se piensa a sí mismo, que está más allá de todo saber, de toda
expresión, carece de tiempo y lugar, porque es perfecto.
En el
Antiguo Testamento se dice que Dios es invisible “No se puede ver sin morir”,
lo que podemos ver son sus representaciones, sus creaciones, sus actos, si
acaso su representación en los símbolos.
En la
tradición hebrea, Dios no tiene nombre, se le designa como Yahweh, un nombre compuesto por cuatro consonantes, sin vocales,
impronunciable, nombrarlo es limitarlo, es imposible de conceptuar, lo que
sería humanizarlo y equivaldría a convertirlo en un ídolo, que es falsificarlo.
Ante
Dios, la única actitud es caer de rodillas en silencio, Dios es dueño y señor
de todo cuanto existe, es eterno, transcendente, omnipresente.
Se
trata, sin duda, del problema de comunicaciones más difícil de la historia de
la humanidad, y fue aquí donde viene la sorpresa, este autor - repito, se trata
de un texto anónimo - se sustrae del proceso de las comunicaciones en el que
casi todos los estudiosos del tema caemos, entrampándonos en sus varios
elementos (mensaje, medio, emisor, receptor, etc.) y nos descubre una etapa
anterior que él llama los tres problemas fundamentales de la comunicación, y
son: 1- Que los interlocutores sean diferentes entre sí; 2- Que sea posible
manifestarse o comunicarse; 3- Que exista un elemento en común que propicie la
comunicación, porque sin ese elemento de unión, la comunicación es imposible.
Aquello
tan simple me dejó pensando por mucho tiempo y poco a poco fui tomando
conciencia de que esa era la fórmula para la comunicación con seres
extraterrestres, con formas de vida exobiológicas y civilizaciones totalmente
ajenas al hombre, y me sorprendí de que fuera durante la edad media que se
explorara el tema, teniendo a Dios y a sus revelaciones como problema.
Pero
entonces me di cuenta de que esos tres problemas fundamentales de la
comunicación describen, de manera muy apropiada, la incapacidad de los
chavistas para comunicarse con la gente, en especial con los ciudadanos; ellos
se comportan como si fueran dioses, solamente revelan sus deseos por medio de
personas interpuestas (incluso el presidente Maduro, quien habla en nombre de
Chávez), pero son incapaces de establecer dialogo. Veamos.
No
reconocen a otros interlocutores, su comunicación es en una sola vía, son órdenes,
edictos, habilitantes, mandamientos, hablan sólo para que se les obedezca,
actúan ejerciendo el dominus, que
asumen, como derecho irrenunciable, histórico, justificado y eterno.
Sus opositores
no merecen siquiera el reconocimiento como especie humana, por ello los
epítetos que le endilgan son “favores” que le otorgan para designarlos de
alguna manera: “escuálidos”, “burgueses”, “traidores”, “apátridas”, “golpistas”,
“oligarcas”, “pelucones”, son términos que reflejan su asco e indignación de
tener que soportar a una subespecie inferior; al no reconocerlos como iguales,
en términos de humanidad, la comunicación no es posible, lo que los convierte
(a la oposición, o sea, a la mayoría del país) en una plaga que debería ser
exterminada; el amor, del que tanto se ufanan, no es con nosotros, nadie ama a
los gusanos, o a las moscas.
Como
ellos son dioses y el resto del país, mugre, el lenguaje no tiene significado
alguno, sus famosas mesas de diálogo, donde marean a sus partidarios y presas
en un laberinto de propuestas, para finalmente hacer lo que a ellos les
conviene, que por lo general es hacer nada, aunque argumentan la participación,
esa es su idea de democracia.
Son
dioses porque piensan que tienen el privilegio de conocer como son las cosas y
las razones últimas de la vida, son los dueños de la verdad, nunca se
equivocan, no tienen la culpa de nada, lo más que pudieran admitir es que
fueron mal interpretados, por lo tanto les asiste el derecho de dominar a los
otros, de llevarlos nariceados hacia el socialismo, de imponerles el Plan de la
Patria y de cambiarles el mundo.
De
esta manera es que donde aparecen, destruyen las economías y enferman a las
sociedades, no oyen las advertencias, no escuchan los gritos, simplemente
actúan con pertinaz determinación hasta acabar con todo lo que no les place y
contradiga, ellos son dueños de la utopía por lo que el dialogo es innecesario,
los congresos y asambleas una distracción, las consultas populares una lotería
trampeada, la voluntad soberana y las constituciones meras formalidades.
Como
buenos demiurgos, están ocupados cambiando el orden internacional, haciendo un
nuevo hombre, decretando la felicidad suprema, instaurando el socialismo en la
tierra, independizando a Venezuela, en una palabra, salvando el mundo y a la
raza humana, no tienen tiempo para escuchar a ese protoplasma vivo que se
confunde con el polvo del suelo que hoyan sus pies.
Y
finalmente, porque no hay un lenguaje en común entre oposición y chavismo, no
hay manera de que exista la comunicación; como extraterrestres de otra galaxia,
con una civilización superior, avasallan y colonizan a los seres inferiores,
ellos sólo hablan con los rusos, los chinos y los cubanos, sus epónimos,
aunque únicamente sea para pedirles
prestado o algún consejo para erradicar esas molestas pestes virales que
pretenden comunicarse con ellos. - saulgodoy@gmail.com
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