Soy un optimista incorregible y quizás esa fue la razón por la que pude leer a Emile Cioran (1911-1995) sin ni siquiera despeinarme, pero para otros, y me lo han confesado, fue como atarse un yunque al cuello y saltar a lo más profundo del mar, de hecho, puedo decirles que mi primer libro de Cioran fue Historia y Utopía (1960) fue una lectura, como decimos los venezolanos, ¡sabrosa!
Por
supuesto, hay otros libros que son durísimos y que si el lector no está sobre
aviso pueden deprimir y hasta hacernos pensar cosas muy oscuras, porque aún en
los pensamientos más atormentados de este escritor de origen rumano, hay que admitir,
era un pensador inteligente, con una manera bastante original de ver el mundo.
Algunos
de los títulos de sus obras no dejan lugar a dudas del tipo de literatura que
nos ofrece, por ejemplo: Una corta
descripción de la descomposición (1949), Silogismos de la Amargura (1952), La Inconveniencia de haber nacido (1973), Descuartizado en pedazos (1979), Las lágrimas de los Santos (1988), En las cumbres de la Desesperación (1990), Breviario para el conquistado (1992) y por si fuera poco, un álbum
de fotografías de Cioran realizadas por Irmeli Jung, titulado La Carrera hacia lo peor (1988) , aparentemente, no era un hombre muy feliz.
Pero
cuidado, hay expertos en su obra que piensan que a pesar de todo Cioran hizo lo
que le dio la gana y lo hizo con estilo, al punto, que a pesar que el francés
no era su lengua materna, está considerado, y nada menos que por el poeta
francés St-John Perse, premio Nobel de Literatura, como “uno de los grandes escritores franceses después de la muerte de Paul
Valery”, que no es poca cosa.
En
occidente se convirtió en una figura cultora de la idea del suicidio y la muerte
y lo hizo con argumentos, dentro del marco del existencialismo, recogiendo
simientes de la filosofía de Kant, Fitche, Schopenhauer,
Hegel y del filósofo francés Henry Bergson, del cual elaboró su tesis de
graduación en la universidad, pero luego renegó de él.
Un
hombre que dice, que al ser humano no hay que velarlo el día de su muerte sino
el día en que nace, para mí, tiene algo interesante que decir, y el hecho de
que se trate de uno de los escritores más populares a pesar de su tono y los
temas que trata, indican que tiene un especial atractivo parta ciertas
personas, para cierto momento y para algunas culturas.
Me
entero por ejemplo, que Colombia es uno de los países del mundo donde más se le
lee y estudia, para mi investigación recurrí a una serie de magníficos trabajos
traducidos por colombianos, en algunas universidades como en la Tecnológica de
Pereira, tienen una cátedra dedicada a Cioran, participan en los Congresos y
foros que se realizan a nivel mundial sobre su particular filosofía, y
mantienen una serie de publicaciones sobre este pensador.
Cuando quise indagar sobre éste fenómeno me encontré
con los alegatos de la investigadora M. Liliana Herrera A. en su artículo Un Camino Hacia Cioran, publicado en la
revista de filosofía Paradoxa,
publicada por la Escuela de Filosofía de la Universidad Tecnológica de Pereira
(2005), que dice: “El
sugestivo escritor se convirtió pronto en “el profeta del suicidio” y en el
“filósofo de la desesperanza” que incitaba al repudio de todo cuanto
significara academia, oficialismo, pensamiento burgués. La segunda
interpretación (y que aún sigue vigente en algún ámbito) se origina en las
consecuencias espirituales que ha traído consigo la vida marginal a la que está
condenada la mayor parte de los individuos de las sociedades urbanas latinoamericanas,
y que han dado lugar a una visión de mundo dramática, desesperanzada,
desarraigada pero paradójicamente visceral. El drama habitual por la supervivencia,
el riesgo cotidiano que representa vivir, el sinsentido de una vida que transcurre
entre la pobreza, la desesperación, la violencia, la evidencia de ser nada para
la sociedad y para Dios y, por ello mismo, la necesidad de vivir hasta el extremo
la dicha y el dolor; todo esto ha configurado una visión de mundo bien particular
que ha encontrado su expresión musical en el tango y en una bohemia fascinada”
Tuve la oportunidad de
visitar la ciudad de Pereira donde tengo entrañables amigos, una ciudad a pie
de monte y frente a los hermosos valles del Cauca donde conocí a las mujeres
más bellas de Colombia, jamás pude imaginarme que Cioran tendría un asiento en
esta magnífico paisaje, y ahora que repaso los argumentos de la doctora
Herrera, su dictamen le calza a Venezuela a la perfección en estos tiempos de “revolución
bolivariana”, quizás Cioran está hecho para nosotros también.
Cioran realizó un
increíble viaje ideológico que lo llevó en su juventud, no sólo a apoyar sino a
exaltar al fascismo más radical, llegó a pensar en que el culto a Hitler era “el culto de lo irracional, la exaltación de
la vitalidad más pura, la expresión viril de la fuerza, sin espíritu crítico,
sin restricciones ni control.” Apoyó en lo que pudo al grupo conocido como
la Guardia de Hierro, un grupo de ultraderecha que quería imponer una dictadura
en Rumania pues pensaba que sus conciudadanos estaban hechos para un régimen
totalitario, fue un antisemita furibundo, detestaba a los húngaros y fue un
ateo militante.
De todo esto se
arrepintió luego, escribió muchas páginas excusándose por haberse permitido involucrarse
emocionalmente con estas ideas y personajes, llegó a ser uno de los más
ardorosos combatientes del totalitarismo y la violencia, trasladó la culpa de
sus desvaríos a la influencia de las ideas de Nietzsche y Spengler que
alimentaron su nacionalismo, pero siguió siendo un anti-comunista toda su vida.
Fue amigo de otros
notables rumanos igualmente exilados como Eugene Ionesco y Mircea Eliade, vivió
en París, en el Barrio Latino, en una serie de buhardilla y pequeños
apartamentos rodeados de libros y con su compañera de toda la vida Simone Boué,
con un estilo de vida bohemio sin grandes pretensiones, era muy quisquilloso en
cuanto a su privacidad aún cuando la fama llamaba a su puerta.
Muchos psicólogos y
psiquiatras le tienen el ojo puesto a la vida e ideas de éste personaje, que
supuestamente alienta y le da recursos a los pacientes suicidas que acuden a
sus consultorios, algunos opinan que Cioran era un artículo dañado desde el
mismo momentos de su nacimiento, hijo de una madre que no lo quiso, de un padre
que era un sacerdote ortodoxo, en el seno de una sociedad rural reprimida y que
tuvo inclementes ataque de insomnio que lo torturaron de manera recurrente por
buena parte de su vida, el autoexilio que se impuso en Francia, el cambio de
cultura y de lenguaje, su rompimiento con un pasado atormentado, su exaltada
morbosidad hacia la muerte, su implacable duelo con Dios… todos elementos que
conforman el expediente de un hombre torturado y de extremo nihilismo.
He leído algunas de sus
obras “duras” y sus argumentos son muy bien hilados, elegantemente expuestos,
de una brillantez conmovedora, rechaza de manera categórica el valor de la vida
humana, de la sociedad, de la historia y la cultura y no dejo de repetirme, que
hay abundante sabiduría en su pensamiento, uno puede no estar de acuerdo con su
posición, pero es sin duda admirable su tenacidad al expresarla y como hilvana
sus ideas, en mi opinión personal era mucho más cuerdo y sensible que una gran
cantidad de gente que he conocido.
Cioran no es para todo el
mundo, hay que leerlo desde cierta distancia para no dejarse atrapar en la
vorágine de su pesimismo, pero aparte de eso es uno de los autores necesarios
del siglo XX, estimulante y diferente, fue una sorpresa, tras conocer su mundo
personal, que llegara a la edad de 84 años para quitarse la vida.
Para los que asistan al
taller sobre Utopía que estaré dictando en la Fundación John Boulton para fines
de este mes de Abril y principios de Mayo en curso, repasaremos las principales
ideas, por demás originales, que Cioran tenía sobre la historia y
específicamente sobre la utopía, para más información contacten la siguiente
dirección fundaboulton@gmail.com. -
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