Una vez que termine la pesadilla del chavismo,
a los médicos venezolanos habrá que hacerles un monumento que conmemore su
abnegación, coraje, resistencia y profesionalismo, puesto a prueba por un
gobierno abusivo, que decidió acabar con ellos a toda costa.
Es una historia de horror, de las muchas que
dejarán como legado unos militares comunistas, narcotraficantes y traidores que ofendieron nuestro gentilicio tratando de
suplantar nuestros médicos por los cubanos.
No sé de donde vino el odio que Hugo Chávez
desató en contra de los profesionales de la medicina, ni el porqué la continuó
el indocumentado de Maduro, pero quedará registrado como un intento de
exterminio de un gremio, que tradicionalmente era respetado y reconocido a
nivel continental por su lucha exitosa a favor de la salud pública.
En estos 17 largos años de tiranía y
violaciones de los derechos humanos, el chavismo quiso borrar una historia y
una tradición científica, educativa y de servicio a favor de la vida de todos
los venezolanos, la medicina nacional siempre estuvo ligada a la gesta de hacer
de Venezuela un país independiente, fuerte y próspero.
Que nuestros médicos son falibles, no hay
duda, que cometen errores, los cometen, como todos nosotros, que hay episodios
lamentables de mala praxis, los ha habido, los hay y seguirán habiéndolos, Dios
quiera que menos, pero los habrá ¿Pero saben qué? Son nuestros médicos, son
venezolanos y si tienen que responderle a la sociedad, lo harán y les aseguro
que tratarán de ser cada vez mejores.
Terrible es tener que sufrir las desaciertos y
errores de médicos cubanos, de extranjeros que lo único que sabemos es que son
revolucionarios pero desconocemos de sus credenciales, de su experiencia, de
sus estudios, sabemos sí, que son menos capacitados que los nuestros, eso es verificable
¿Y saben lo peor? Son irresponsables… cada vez que ocurría un accidente, un
error o mala práctica eran inmediatamente removidos del entorno, los
desaparecen, los excusan y no hay nada que hacer, así cualquiera es médico, no
tienen nada que perder.
El gobierno de Chávez y luego el de Maduro le
pagaba al gobierno de los Castro en dólares por sus servicios, de estas divisas
le llegaba una fracción a estos hombres y mujeres que le trabajaban a la
dictadura como esclavos, el grueso del dinero se los robaban Fidel y Raúl, no
contentos con esto, sostenía jugosas contrataciones como intermediarios en la
compra de insumos, equipos y construcción de centros de atención de salud, era
la danza de los millones, de chatarra de segunda mano pagados como nuevos, y
que una vez instalados, no servían.
Bajo estos términos la población venezolana ha
servido de conejillo de indias para que estos médicos cubanos experimentaran
con nosotros, sobre todo los más pobres y necesitados, a quienes suministraban
medicinas hechas en Cuba de una cuestionable calidad, sería como una versión
tropicalizada y multiplicada de los Joseph Menguele del nazismo, practicando
una medicina con una población cautiva en donde experimentan con preparaciones,
fórmulas, aparatos y métodos que nadie conocía ni avalaba y sin que nadie se
pudiera oponer a tal barbaridad.
Solo la Gente del Petróleo ha llevado más palo que los
médicos, nosotros los periodistas no hemos sufrido ni una quinta parte de lo
que han sufrido nuestros galenos y ya eso es mucho decir.
Los médicos venezolanos se convirtieron de la
noche a la mañana, en la viva reencarnación del demonio capitalista, en
mercaderes de la miseria humana y han sido objeto de todo tipo de vejámenes y
humillaciones, empezando por sus inaceptables condiciones laborales, la
propaganda del régimen en contra de los médicos fue implacable.
Chávez y ahora Maduro atacaron sus
organizaciones gremiales, acabaron con sus escuelas, sus líderes naturales
fueron sustituídos por colaboracionistas a sueldo (remember Bianco), los hospitales donde trabajaban los convirtieron
en cascarones vacíos y mal olientes, sin dotación, sin presupuesto, con la
única intención de mal ponerlos ante la población venezolana.
Para colomo se le ordenó a las tropas de
asalto chavistas a hacerles la vida imposible en las emergencias y a aplicar la
contraloría social como venganza, boicoteando todo intento de poner orden;
fiscales y jueces rondan los hospitales como moscas para caerle a los que se
atrevían a protestar o denunciar irregularidades, se les ha retenido sueldos,
prestaciones y ha muchos dejaron sin empleo, era una amenaza diaria.
Sus sueldos son de miseria, sus prestaciones
pocas y nunca saldadas, los hacen correr riesgos a su seguridad personal
obligándolos a trabajar en condiciones de guerra, donde el hampa entra a los
hospitales a tiros, asesinan, secuestran y sin que nadie los proteja.
Pero en cambio al gobierno cubano, por medio
de sus médicos esclavos, los llenó de oro, gastó en ellos lo que nunca se ha gastado en
salud en los últimos 40 años mientras destruían el sistema de salud que tanto
nos costó levantar.
Pero el destino tiene una manera particular de
jugar con las vidas de la personas, cuando Chávez enfermó, prefirió entregarse
en las manos de médicos cubanos en contra de toda prudencia y sentido común, y
allá en La Habana pagó con dolor y sufrimiento toda su saña en contra de
nuestros médicos, experimentó en carne propia una horrible sentencia de muerte.
Una gran parte de nuestros médicos migraron,
vieron su futuro y la seguridad de sus familias amenazadas, fueron
prácticamente empujados a los aeropuertos y expulsados del país, porque el
gobierno chavista creía contar con una inmensa masa de médicos cubanos esclavos,
que los petrodólares y el poder de los chavistas compraban y creían eternos.
Los médicos venezolanos, afortunadamente, son
como una roca, los pocos que han quedado están trabajando con las uñas, bajo
ataque, contando unicamente con el amor y la admiración de un pueblo que cree
en ellos.
Son una roca porque comparten con sus
pacientes el calvario de sus dolencias en un país en crisis humanitaria, sin
alimentos, sin medicinas, sin posibilidades de sacarlos de su sufrimiento,
enfrentados a un gobierno insensible, con jueces que les niegan a los niños y
ancianos la posibilidad de la vida, con autoridades de gobierno que se burlan
del pueblo poniéndoles barreras a la ayuda internacional.
Con solo su presencia y su palabra de aliento
nuestros médicos no abandonan a sus pacientes, con recursos mínimos como en
tiempos de guerra, tratan de devolver salud y evitar la muerte, pero a que
costo para sus espíritus.
Maduro y sus militares colaboracionistas
tendrán algún día que pagar el daño que han hecho, el haberse atrevido a
levantar el sable en contra del escalpelo, y ese día no tarda. -
saulgodoy@gmail.com
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