Si
algo resca to de valor de esta novela identificada con la letra Q, es el de presentarnos con la brutal
consecuencia que significó para la Europa del siglo XVI romper con el
pensamiento del escolasticismo, se propusiera una reforma que trataba de
recomponer el orden religioso-político de la época, para caer, lamentablemente,
en una pavorosa persecución dogmática que favoreció la aparición de la
Inquisición.
Con
la aparición de los protestantes Lutero, Calvino y Zuinglio, luego convertidos
en reformadores, se puso al papado contra la pared, los voceros de la protesta
pedían que la iglesia retornara a su forma y principios originales, que
abandonara las prácticas que consideraban corruptas como la gran acumulación de
riquezas, poder político y abusos en contra del pueblo creyente, se denunciaron
los nexos y negociados de los príncipes con el papado, se convocó al pueblo a
desobedecer los mandatos de la iglesia que a su vez afectaban la autoridad de
los señores feudales y se creó un ambiente caótico que alimentaron 30 años de
guerras en el corazón de Europa.
Pero hasta allí, Q, es una representación literaria de la violencia desatada, que
ahonda en los detalles de las ejecuciones públicas, de las torturas, de los
feroces encuentros entre las milicias campesinas y los mercenarios contratados
por los señores feudales para enfrentar las rebeliones, pero perdió la
oportunidad de explicar, o mejor aún, mostrar, porque esa violencia significó
el verdadero inicio de la modernidad en el mundo, con la Reforma cambió de
manera definitiva las ideas que soportaban la civilización y se pudo dar el
salto cuántico de la Edad Media a la Modernidad, se termina con el pensamiento
escolástico y empieza la razón a buscar nuevo cauce, esta vez poniendo al
hombre, no a Dios, en el centro del escenario y este hecho hace que el hombre
tome consciencia del carácter accidental de su existencia, según el historiador
Eriv Voegelin: “El problema se su propia
historicidad tuvo que enfrentarse; y luego de tratar de poner orden en la
naturaleza y la razón, la teoría política quedó unida con la filosofía de la
historia. El doloroso proceso de recobrar el orden intelectual que se había
mantenido por siglos, no podía conseguirse simplemente resucitando el escolasticismo;
tenía que ser alcanzado por medio de una filosofía que tomara en consideración
el nuevo problema de la historia.”
Q, es una novela histórica
ambientada en aquellos años de Reforma y Contrarreforma, publicada en Italia en
1999, está firmada por un tal Luther Blissett, su autor, que en realidad es un
pseudónimo detrás del cual escribe un colectivo de cuatro jóvenes, Federico
Guglielmi, Luca Di Meo, Giovanni Cattabriga y Fabrizio P. Belletati, que para
la época eran unos internautas ocupados en desarrollar experimentos narrativos
en la red.
Luther Blissett resultó ser el nombre del que era
considerado el peor jugador del equipo de futbol AC Milan de esos años, luego
se transformaron en Wu-Ming, nombre con el que se establecieron para nuevos
experimentos literarios, el grupo de autores hizo públicos varios manifiestos
de carácter antibélicista.
La red está llena de este tipo de proyectos, pero
son pocos los que llegan a publicarse, Q
corrió con suerte y se puede decir, alcanzó cierto éxito en ventas, la edición
que llegó a mis manos es del Círculo de Lectores con una muy buena presentación
y diseño.
A esta novela se le notan los saltos y costuras que
implica un trabajo a cuatro manos, a pesar del trabajo de edición que hicieron,
y aunque el periplo de su personaje principal por localidades alemanas, suizas,
de los países bajos e italianas está salpicada de eventos de sangre y
violencia, de algo del sabor local de aquellos tiempos describiendo sus
monasterios, castillos y posadas, el lector se cansa muy pronto de la degollina
y de las historias fragmentadas.
Q, es el nombre clave que utiliza
un espía al servicio del Cardenal Giovannni Pietro Carafa, futuro Papa IV a
quien reporta de los movimientos del joven fraile Martín Lutero considerado,
entre otros sediciosos, como una amenaza para la seguridad e integridad de la
Iglesia Romana, los autores hacen uso del recurso epistolar para poner los
eventos en perspectiva, y aunque debo admitir que hay momentos descriptivos
brillantes de aquella ruda realidad histórica, en aquellos pueblos y
principados, la novela se hace lenta y cansona por el denso entramado, que
incluyen un misterioso libro blasfemo, estafas financieras a la banca que paga
las guerras, hasta Tiziano, el pintor, se ve enredado en la acción, la
sensación que da es que el impulso narrativo buscan dirección y no la
encuentran, una lástima, pues ya para aquel tiempo de finales del siglo XX,
cuando escribían la novela, todo ese
período histórico estaba bajo escrutinio y su verdadera importancia como
episodio clave en la historia de occidente, estaba siendo discutido.
Personajes como Thomas Müntzer, Melanchthon, Jan
Matthys, Jan de Leiden, desfilan en estas páginas como peones de un gran
tablero de ajedrez conformado por los reinos de Inglaterra, España, Francia, El
Sacro Imperio Romano, el Reino de Nápoles, nos ilustra de la importancia que
tuvo la imprenta en aquella revolución donde estuvieron involucradas todo tipo
de sectas y denominaciones religiosas,
dándole mayor protagonismo a los anabaptistas, relegando a los calvinistas que
según el sociólogo MaxWebber fueron los precursores del capitalismo.
Nos llegan noticias del oriente con los avances de
Solimán y los ejércitos turcos sobre Europa, de las intrigas del rey español
Carlos V para contener a la peste protestante que asecha sus dominios, las
discusiones de carácter religioso se dan sobre puntos de fe muy específicos
pero olvidan el gran fresco del momento que lo resume de manera magistral el
profesor Teodoro Isarría, en su libro De
El Cusano a Kant: “Para Lutero la
verdad del Cristianismo reposa en los Evangelios o el Nuevo Testamento. Para
Calvino el Nuevo Testamento carece de sentido sin la revelación originaria, que
es el Viejo Testamento… Zuinglio difiere sensiblemente de ambos. Según él, Dios
no se ha revelado solamente al pueblo elegido y a través de Cristo a su
Iglesia, sino que se ha revelado en todo tiempo y regularmente a toda la
humanidad… los tres reformadores rechazaban la significación de la tradición de
la Iglesia, la cual ha ido elaborando el dogma y moldeado el espíritu de los
fieles mediante una lenta y permanente asimilación de nuevos valores.”
Q, es una novela extensa, con una
nota anticlerical, un hueso duro de roer para quienes desconozcan el tema de la
Reforma, es ilustrativa de aquella revolución encarnizada, de esas guerras
religiosas que marcaron a Europa y que dieron a luz prácticamente a un Nuevo
Mundo, un mundo gnóstico al decir de Voegelin, pero también humanista,
capitalista y carteciano, por primera vez en la historia se dibujó al hombre
completo, libre, independiente y terriblemente solo en el universo; como hay
muy pocas novelas sobre la época, y si tienen el estómago y el tiempo, léanla,
teniendo en cuenta que es un experimento literario. -
saulgodoy@gmail.com
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