Luego
de la inundación, hay que cerrar las llaves que continúan abiertas, para poder
secar las habitaciones y volver a poner orden en la casa; mientras algunas de
las llaves continúen abiertas, el agua seguirá botándose, causándole daño al
inmueble, socavando sus fundaciones e impidiendo que la gente pueda retornar a
su cotidianidad.
Es,
más o menos, lo que tenemos que hacer con el chavismo; hay que cerrarles las
oportunidades de que continúen haciendo daño; dejarles las llaves abiertas
significa que no habrá paz, que no van a permitir la limpieza del hogar, o sea,
del país; mientras ellos permanezcan en sus lugares de poder, mientras
convoquen y llamen a la revolución, si dejamos que en nombre de Fidel, Chávez o
Maduro continúen distorsionando la realidad, instigando el odio social,
alimentando esa infinita sed de venganza contra la sociedad, no habrá manera de
reconstruir nuestras vidas.
Sé
que hay algunos venezolanos que, en su afán de equidad, de ser los máximos
exponentes de la tolerancia, de su muy confusa idea de lo que significa ser un
demócrata y de su paupérrimo concepto de libertad, que no incluye la
responsabilidad, van a pretender defender al chavismo como ideología, partido
político, grupo social o pensamiento… se trata de personas que no han aprendido
ni van a reconocer el peligro de dejar a la bestia suelta, que son ciegas a la
destrucción y el sufrimiento que el chavismo ha ocasionado a los venezolanos… y
en ese querer ser los más puristas, perfectos y virtuosos que el más perfecto
de los ángeles, van a querer que estas ideas nocivas sigan haciéndose públicas,
atrapando incautos y poniendo en peligro nuestra posibilidad de existir como
nación.
Al
chavismo hay que ilegalizarlo, por la sencilla razón que es antidemocrático, porque
atenta en contra de las libertades y es promotor de la corrupción y del delito;
hay que vetar la divulgación de sus ideas y programas, poner en autos a sus
promotores, o dejan de hacer proselitismo de esas ideas criminales, o van
presos.
Debemos
abrir un período especial de estricta censura hacia las ideas comunistas y
militaristas, que debería ir paralelo a la reconstrucción del país; nuestra
crisis se inició con las ideas y puede revivir con esas mismas ideas. Al finalizar
ese período especial se podrá retomar el estudio académico y crítico de esa
ideología, porque olvidar es un error, para poner las cosas en su justa
perspectiva; esas ideas totalitaristas triunfaron como un producto de la
debilidad y, en muchos casos, la ausencia de otras ideas que le hicieran
contrapeso; estoy absolutamente claro en que el triunfo del chavismo en Venezuela
se produjo, justamente, porque los gobiernos, los partidos, todas las
instituciones y hombres probos, se olvidaron de alimentar el alma de los
venezolanos con las ideas y los ejemplos civiles y atinados sobre la libertad,
la civilidad, el trabajo, la honestidad, la responsabilidad… que brillaron por su ausencia.
En
principio, no estoy de acuerdo con ningún tipo de censura, pues la censura es
un atentado contra la libertad humana, pero esa libertad está garantizada
cuando hay un equilibrio de conocimiento, experiencia e intuición, es decir,
conviven las ideas en competencia y en una crítica constante, lo que significa
que la gente está suficientemente preparada para no rendirse al fanatismo; en
nuestro caso, saliendo de un holocausto del tamaño y características como el
que hemos sufrido, no podemos permitir, porque atentaría en contra de nuestra
propia supervivencia, que esas ideas desatinadas y oportunistas tengan el mismo
rango, derecho y promoción que las que nos permitan virar hacia un mejor
destino, en
nuestra cultura no contamos con el metabolismo suficiente para digerir tales
ideas sin que nos afecten de manera negativa.
.Durante
largos años, hemos experimentado de una manera despiadada la llamada hegemonía
comunicacional; los medios fueron copados por el régimen y los que trataron de
mantenerse independientes sufrieron el feroz ataque de la intolerancia, de modo
que el país ha sido bombardeado de manera intensiva con una serie de ideas,
ejemplos y motivaciones que atacaban directamente al centro vital de nuestros
principios y valores, ésos que instituyen el cuerpo ideológico de nuestra
nación, para destruirlos.
Así
fue como la familia, el trabajo digno y honesto, las relaciones de pareja, de
comunidad, las relaciones laborales, económicas, nuestros hábitos consumistas,
nuestras creencias religiosas, el respeto a nuestros mayores, los mismos
derechos humanos… todo, absolutamente, fue degradado y desfigurado para
debilitar nuestro ethos, nuestra
cualidad como seres humanos.
Estamos
sobre una ruta de cambio y no podemos ser débiles; en medio de nuestro drama,
estamos obligados a acumular coraje y a no dejarnos llevar por sentimientos
inútiles, como la lástima y el perdón; ya habrá tiempo para quienes quieran
hacerlo. Por los momentos, en este tránsito peligroso y delicado, hay que tener
mucha fuerza y carácter, y debemos tenerla razón muy clara: para distinguir las
amenazas y peligros, tratar de evitarlos o enfrentarlos para vencerlos.
A los
chavistas se les debe dar la oportunidad de cambiar esa programación mental que
le han impuesto, no es fácil, pero hay que hacerlo; a los fanáticos les costará
más que a otros, pero igual, o se hacen parte del cambio o sufrirán sus
consecuencias. Lo que sí debemos evitar, a toda costa, es equivocarnos; por
eso, no hay que darle respiro al chavismo derrotado, porque es una ideología que
nos extinguiría, si sigue corrompiendo, porque tiende a destruir todo lo que está
su paso… y eso es inaceptable.
Con
el chavismo no se puede convivir, ni negociar, y mucho menos lanzarle un
salvavidas; ese pensamiento es veneno puro y no vamos a repetir la triste
historia de familias divididas, de amistades perdidas, de relaciones
fracturadas por culpa de una sarta de quimeras y lóbregas fantasías, a las que permitimos,
en un momento de debilidad, arruinar nuestras vidas. -
saulgodoy@gmail.com

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