A los
artistas en general no les gusta a ningún explorador de las academias husmeando
por sus predios, soportan a veces a los filósofos por aquello de la estética
como una de sus disciplinas formales, al historiador, pues documenta el
desarrollo del arte, pero hasta allí… cuando saben que hay un sociólogo por la
espesura, organizan una partida de caza, lo persiguen, lo atrapan, y lo guinda
por los pies para tomarse la foto de grupo.
Arnold
Gehlen es uno de los sociólogos alemanes más controversiales de nuestra
modernidad, un radical del estatismo, creyente del orden como primera necesidad
humana y de las instituciones como garantes de ese orden fundamental, su
relación con las ideas del Nacional Socialismo son historia, nunca las negó, y
se siente ésta influencia en sus tesis sociológicas y sobre todo sus teorías
antropológicas, hay allí un tufillo a fascismo inocultable.
Pero
tal como nos lo demuestra la profesora Christine Magerski, de Estudios Alemanes
de la Universidad de Zagreb, en Croacia, desde donde nos obsequia con un muy
interesante estudio cuyo título es: Arnold
Gehlen: Modern art as symbol of modern society (2012), Gehlen tiene una
vena crítica sobre el arte moderno muy interesante y compleja, que sería un
error descartar, porque a pesar de que el hombre fuera un Nazi, su visión del arte
moderno bien vale obviar ese detalle.
Y a
pesar de que Gehlen es un cultor del orden in
extremis, dejó establecido en sus escritos sobre la plástica, que sólo en
el arte se permite la relajación más absoluta, sólo por un constante ataque al
orden establecido es que el arte moderno puede existir, su estética examina al
arte desde una perspectiva sociológica y cultural en la cual encaja como
fenómeno totalmente arbitrario, sobre todo el llamado arte avant garde, que lo considera un síntoma para entender la sociedad
moderna.
Gehlen
ve al arte como símbolo de la sociedad y para estudiarlo debe hacerlo desde la
perspectiva histórica y sociológica simultáneamente, en su opinión al arte
moderno no puede aplicársele una teoría, el arte es materia de la sociología no
de la filosofía, no de la estética, es un área eminentemente cultural, como lo
podría ser el dinero, se trata de formas simbólicas, es decir, entidades que
existen sólo durante la interacción social en desarrollo, perdiendo su valor
tan pronto dejan de ser observadas.
Enfocándose
en formas simbólicas como el arte, la sociología puede estudiarlo dentro de la
interacción social, pero he aquí una pequeña trampa, para Gehlen sólo el arte
moderno, no los otros, funciona en clave simbólica, y para explicarlo recurre a
la historia del arte.
El
arte que llama idealista y que se desarrolla hasta bien entrada la Edad Media y
cuyos motivos secundarios son temas bíblicos e históricos vienen mediados por una
institución como la Iglesia; un período posterior, el del arte realista,
abandona el contenido moralista y asume el mundo en nombre del hombre, y en un
último período, con el arte abstracto, producto de la sociedad industrial,
entra en una nueva dimensión, que implican avances en medios materiales,
técnicas y contenidos que nunca antes estuvieron disponibles para el artista, y
son tan importantes estos recursos, que por primera vez en la historia hay una
verdadera revolución en el arte.
Y
aquí es que entra en conflicto como todo buen socialista, que cree que las
revoluciones pueden ser permanentes, el sentido común indica que las
revoluciones como todo, tiene su principio y su fin, pero para los
fundamentalistas de la izquierda muchos de ellos pretenden llevar ad infinitum el tema de la revolución, y
para que esto sea así deben recurrir a trucos y retórica.
Toda
revolución lanza por la borda lo que encuentre y no le guste, nunca se sabe que
es lo que puede seguir, a veces puede ser, el estado, el orden establecido, la
economía, la misma causa revolucionaria … destruir las tradiciones es una
práctica peligrosa pues pueden auto inmolarse llegado a un punto de no retorno,
afortunadamente, el arte moderno persistió.
¿Por
qué? Pareciera ser la pregunta fundamental, ¿Que es lo que hace que el arte no
desaparezca canibalizado por sí mismo, una vez que entra en este proceso de
absoluto desorden? La respuesta que da Gehlen es algo que llama La
Cristalización, un proceso de ritualización e institucionalización, algo que
sucedió con el expresionismo y el cubismo y fue la formación de grupos de
artistas, de organizaciones que nacieran alrededor de ellos como publicaciones,
críticos, agentes, publicistas, una gran cantidad de seguidores que creían que
el movimiento no sólo era artístico sino tenía un contenido político, y cuando
los soviéticos proscribieron el arte moderno de Rusia, entonces sucedió algo
muy particular según Gehlen, “despolitizaron” la pintura occidental, escribe
Gehlen:
Fue así como la revolución en el arte
fue liberada de todo ruido político que la afectara, forzándola sólo dentro de
la esfera del arte. Las consecuencias de éste evento no pueden ser evaluadas;
el arte de la pintura fue prácticamente forzado a convertirse en L’art-pour-l’art, fue empujada a sólo la
visualización… Si un artista de una sociedad industrial es despolitizado su
agresión y ansiedad sólo puede redirigirse hacia su arte. De esta manera la
pintura abstracta estaba matando a la abstracción geométrica. La revolución
permanente en el arte nos enseña sus causas.
No fue el arte que se liberó de la política, sucedió
al revés, es por ello que el arte moderno se convierte en su propio campo de
batalla, y esta situación llegó a su clímax cuando los Dadaístas trataron de
destruir la misma idea del arte.
Ese concepto de cristalización es original del
sociólogo italiano Vilfredo Pareto en la segunda década del siglo, Gehlen lo
retoma y lo vuelve a poner en circulación en los sesenta, cuando el arte avant garde pareciera encontrarse en un
callejón sin salida, nuestro sociólogo del arte nos explica que en el proceso
de cristalización no hay progreso, lo que si hay es una acumulación y una
expansión mientras el arte está como congelado, vive de una libertad que le fue
otorgada apenas apareció, y ha evolucionado hacia un establecimiento propio,
con su propia lógica y su diferenciaciones, y la tendencia es hacia
organizaciones muy identificadas con los negocios, pero desde el punto de vista
creativo ha dado todo, sólo le queda el sincretismo, la enorme mezcolanza que
hemos visto.
El artículo de la profesora Magersky es mucho más
completo y rico que estas breves líneas, y Gehlen, un sociólogo alemán muy poco
conocido en el habla hispana, un sociólogo maldito, un reaccionario pasado de
moda, cuya obra ha sido descartada como antiguallas para los sociólogos actuales,
pero que la academia europea está descubriendo en sus escritos sobre el arte como
una de las miradas más originales y frescas sobre lo moderno, a quienes le gusta
el tema recomiendo que no le pierdan la pista.
- saulgodoy@gmail.com
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