jueves, 23 de mayo de 2019

El sociólogo como crítico de arte



A los artistas en general no les gusta a ningún explorador de las academias husmeando por sus predios, soportan a veces a los filósofos por aquello de la estética como una de sus disciplinas formales, al historiador, pues documenta el desarrollo del arte, pero hasta allí… cuando saben que hay un sociólogo por la espesura, organizan una partida de caza, lo persiguen, lo atrapan, y lo guinda por los pies para tomarse la foto de grupo.
Arnold Gehlen es uno de los sociólogos alemanes más controversiales de nuestra modernidad, un radical del estatismo, creyente del orden como primera necesidad humana y de las instituciones como garantes de ese orden fundamental, su relación con las ideas del Nacional Socialismo son historia, nunca las negó, y se siente ésta influencia en sus tesis sociológicas y sobre todo sus teorías antropológicas, hay allí un tufillo a fascismo inocultable.
Pero tal como nos lo demuestra la profesora Christine Magerski, de Estudios Alemanes de la Universidad de Zagreb, en Croacia, desde donde nos obsequia con un muy interesante estudio cuyo título es: Arnold Gehlen: Modern art as symbol of modern society (2012), Gehlen tiene una vena crítica sobre el arte moderno muy interesante y compleja, que sería un error descartar, porque a pesar de que el hombre fuera un Nazi, su visión del arte moderno bien vale obviar ese detalle.
Y a pesar de que Gehlen es un cultor del orden in extremis, dejó establecido en sus escritos sobre la plástica, que sólo en el arte se permite la relajación más absoluta, sólo por un constante ataque al orden establecido es que el arte moderno puede existir, su estética examina al arte desde una perspectiva sociológica y cultural en la cual encaja como fenómeno totalmente arbitrario, sobre todo el llamado arte avant garde, que lo considera un síntoma para entender la sociedad moderna.
Gehlen ve al arte como símbolo de la sociedad y para estudiarlo debe hacerlo desde la perspectiva histórica y sociológica simultáneamente, en su opinión al arte moderno no puede aplicársele una teoría, el arte es materia de la sociología no de la filosofía, no de la estética, es un área eminentemente cultural, como lo podría ser el dinero, se trata de formas simbólicas, es decir, entidades que existen sólo durante la interacción social en desarrollo, perdiendo su valor tan pronto dejan de ser observadas.
Enfocándose en formas simbólicas como el arte, la sociología puede estudiarlo dentro de la interacción social, pero he aquí una pequeña trampa, para Gehlen sólo el arte moderno, no los otros, funciona en clave simbólica, y para explicarlo recurre a la historia del arte.
El arte que llama idealista y que se desarrolla hasta bien entrada la Edad Media y cuyos motivos secundarios son temas bíblicos e históricos vienen mediados por una institución como la Iglesia; un período posterior, el del arte realista, abandona el contenido moralista y asume el mundo en nombre del hombre, y en un último período, con el arte abstracto, producto de la sociedad industrial, entra en una nueva dimensión, que implican avances en medios materiales, técnicas y contenidos que nunca antes estuvieron disponibles para el artista, y son tan importantes estos recursos, que por primera vez en la historia hay una verdadera revolución en el arte.
Y aquí es que entra en conflicto como todo buen socialista, que cree que las revoluciones pueden ser permanentes, el sentido común indica que las revoluciones como todo, tiene su principio y su fin, pero para los fundamentalistas de la izquierda muchos de ellos pretenden llevar ad infinitum el tema de la revolución, y para que esto sea así deben recurrir a trucos y retórica.
Toda revolución lanza por la borda lo que encuentre y no le guste, nunca se sabe que es lo que puede seguir, a veces puede ser, el estado, el orden establecido, la economía, la misma causa revolucionaria … destruir las tradiciones es una práctica peligrosa pues pueden auto inmolarse llegado a un punto de no retorno, afortunadamente, el arte moderno persistió.
¿Por qué? Pareciera ser la pregunta fundamental, ¿Que es lo que hace que el arte no desaparezca canibalizado por sí mismo, una vez que entra en este proceso de absoluto desorden? La respuesta que da Gehlen es algo que llama La Cristalización, un proceso de ritualización e institucionalización, algo que sucedió con el expresionismo y el cubismo y fue la formación de grupos de artistas, de organizaciones que nacieran alrededor de ellos como publicaciones, críticos, agentes, publicistas, una gran cantidad de seguidores que creían que el movimiento no sólo era artístico sino tenía un contenido político, y cuando los soviéticos proscribieron el arte moderno de Rusia, entonces sucedió algo muy particular según Gehlen, “despolitizaron” la pintura occidental, escribe Gehlen:

Fue así como la revolución en el arte fue liberada de todo ruido político que la afectara, forzándola sólo dentro de la esfera del arte. Las consecuencias de éste evento no pueden ser evaluadas; el arte de la pintura fue prácticamente forzado a convertirse en L’art-pour-l’art, fue empujada a sólo la visualización… Si un artista de una sociedad industrial es despolitizado su agresión y ansiedad sólo puede redirigirse hacia su arte. De esta manera la pintura abstracta estaba matando a la abstracción geométrica. La revolución permanente en el arte nos enseña sus causas.

No fue el arte que se liberó de la política, sucedió al revés, es por ello que el arte moderno se convierte en su propio campo de batalla, y esta situación llegó a su clímax cuando los Dadaístas trataron de destruir la misma idea del arte.
Ese concepto de cristalización es original del sociólogo italiano Vilfredo Pareto en la segunda década del siglo, Gehlen lo retoma y lo vuelve a poner en circulación en los sesenta, cuando el arte avant garde pareciera encontrarse en un callejón sin salida, nuestro sociólogo del arte nos explica que en el proceso de cristalización no hay progreso, lo que si hay es una acumulación y una expansión mientras el arte está como congelado, vive de una libertad que le fue otorgada apenas apareció, y ha evolucionado hacia un establecimiento propio, con su propia lógica y su diferenciaciones, y la tendencia es hacia organizaciones muy identificadas con los negocios, pero desde el punto de vista creativo ha dado todo, sólo le queda el sincretismo, la enorme mezcolanza que hemos visto.
El artículo de la profesora Magersky es mucho más completo y rico que estas breves líneas, y Gehlen, un sociólogo alemán muy poco conocido en el habla hispana, un sociólogo maldito, un reaccionario pasado de moda, cuya obra ha sido descartada como antiguallas para los sociólogos actuales, pero que la academia europea está descubriendo en sus escritos sobre el arte como una de las miradas más originales y frescas sobre lo moderno, a quienes le gusta el tema recomiendo que no le pierdan la pista.   -   saulgodoy@gmail.com





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