
El Premio Nobel de la Paz tiene un contenido político
innegable, tanto el gobierno de Noruega como las instituciones que lo hacen
posible lo saben, pues ponen a una persona, a una causa o a una situación en el
mundo en el foco de atención internacional, y eso, no es poca cosa.
Yo ignoro las intenciones del jurado, aunque siempre lo
explican, y en esta ocasión, al otorgárselo a María Corina Machado a quien
consideraron con suficiente mérito para ser galardonada con esta distinción,
nadie sabe con certeza que fue lo que más pesó para que esas personas del
jurado dieran su veredicto.
Quienes son postulados para tal premio, no dudo, cada uno
tenía méritos suficientes para lograrlo, entre ellos figuraba el Presidente de
USA, el señor Donald Trump, quien viene trabajando con denuedo por lograr la
paz mundial, al menos por tratar de controlar los focos de conflictos que más
vidas han costado y que tienen la posibilidad de desestabilizar el orden
mundial, pero aparentemente ese no era el objetivo del jurado, y se decidieron
por una mujer valiente que estaba arriesgando su vida por darle a un país y a
una región, una oportunidad para la libertad y la democracia.
Coincidencialmente, era un problema que involucraba al
presidente Trump y una parte importante de su componente militar quienes están
en una dura batalla contra el más poderoso cartel de las drogas en este
continente, y cuyos tentáculos abarcaban el territorio de USA, Europa, África y
el Medio Oriente, una mortal red de grupos terroristas, narcotraficantes cuyas
actividades no solo dañan la salud de los jóvenes sino que contaminan el orden
de las naciones donde hacen sus turbios negocios, sino que fomentan el crimen y
la corrupción.
El presidente Trump tiene el músculo y los medios para derrotar
a este peligroso enemigo, no hay otro que pueda hacer la tarea, y en esta lucha
se ha encontrado con esta mujer, que ha sacrificado todo por darle una
esperanza a Venezuela en medio de una de las campañas de terror más cobardes e
injustas de que se tenga memoria en occidente.
María Corina ha resultado una formidable contendora para
esta mafia que se ha enquistado en el estado y se ha hecho gobierno, el Cartel
de los Soles, una organización paramilitar revolucionaria con una fachada
democrática y un discurso humanista, durante 26 años ha convertido a Venezuela
en el campo de concentración más grande del mudo.
Algo muy interesante ocurrió apenas se produjo la noticia
que el premio había sido otorgado a la venezolana, la reacción por parte de la
dictadura de Nicolás Maduro, el jefe del Cartel de Los Soles no se hizo
esperar, censura absoluta sobre la información, la persecución en contra de la
oposición recrudeció, se desató una campaña de desinformación y odio en contra
de la oposición, las amenazas e insultos poblaron el espectro de la opinión
progubernamental, se iniciaron operaciones de propaganda negra para intentar
mal poner a la líder democrática y al presidente Trump, las burlas y el
descrédito fueron acompañadas por redadas y desapariciones de personas opuestas
al régimen, el gobierno de Maduro llegó al extremo irracional de cerrar la
embajada de Venezuela en Noruega, que se convirtió en el gesto más rotundo del
Cartel aceptando su verdadera naturaleza.
Pero también ocurrió una reacción notable por parte de la
izquierda internacional, haciendo notorio el disgusto y rechazo a la
designación de María Corina Machado como ganadora del premio, gobiernos cuya
posición ante el descalabro institucional de Venezuela era de preocupación, de
pronto la designación del premio de la Paz fue casi que un insulto, en el mejor
de los casos se guardó un silencio cómplice a favor de la dictadura evitando
mal ponerse con la mafia narcoterrorista, María Corina parecía representar lo
más odiado de la derecha mundial, incluso dentro de gobiernos amigos, el
silencio fue ensordecedor.
La matríz de opinión sembrada en algunos foros
internacionales era que Venezuela estaba en puertas de una invasión por parte
del ejército más poderoso del planeta, con fines de un cambio de régimen, en
vez de una operación antinarcóticos de gran escala, donde se están descubriendo
conexiones y tapaderas que asombran por su vileza, donde serán apresados,
extraídos y puestos a la orden de la justicia a sus jefes y colaboradores, una
operación que no está ausente de riesgos peligrosos pues el enemigo tiene
también ejército, y asociados, como guerrillas foráneas y grupos terroristas
internacionales.
Por primera vez en largos años nuestra lideresa, la mujer
que nunca se doblegó ante la brutalidad y el crimen del Cartel de los Soles, de
las fuerzas revolucionarias, de grupos de delincuentes como El Tren de Aragua,
del Partido Socialista Unido de Venezuela, una estructura política calcada del
nazismo, por primera vez repito, cuenta con el apoyo del gobierno
norteamericano pues han coincidido el interés de Trump de proteger a su pueblo
del infierno que generan las drogas en la sociedad, y el desorden que produce
una emigración ilegal provocada por una masiva violación de los derechos
humanos.
Nicolás Maduro pretende, ilegítimamente seguir siendo un
gobierno de facto impuesto por las armas, algo que María Corina ha demostrado
fehacientemente y de manera brillante que se ha robado las elecciones,
consiguiendo las pruebas y depositándolas a buen resguardo en el exterior.
No pasará mucho tiempo antes de que se haga patente la
importancia de esta jugada maestra hecha por el Comité del Premio Nobel, y que
dejó muy en claro, como un sindicato del crimen puede convertirse en estado,
despojando a sus ciudadanos de la libertad y tratando de convertir a sus
vecinos en cómplices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario