martes, 22 de abril de 2014

Por un nuevo Ministerio de educación



Parto del sagrado principio de que la educación de todo niño debe estar en las manos de su familia, que el estado sólo actúa subsidiariamente, coadyuvando a la familia a encontrar la mejor opción posible y que ésta debe encontrarla dentro de su propia comunidad; no comparto la idea de un Estado Docente, me parece peligroso en extremo que, de toda la sociedad, sea el Estado el que lleve la voz cantante en cómo debería ser la educación de nuestros jóvenes.
El municipio y la administración estatal son los principales interesados en que ese individuo se prepare lo mejor posible, el municipio ofreciendo las mejores escuelas primarias y secundarias posibles y el estado, del que forma parte ese municipio, las mejores universidades, tecnológicos e institutos de enseñanza superior.
Venezuela tiene 24 estados, cada uno debe hacerse cargo de su propio plan de desarrollo tomando en cuenta sus ventajas competitivas, su marco ecoregional, sus posibilidades de crecimiento, las actividades productivas que les son propias; ese plan debe contar con los municipios que lo conforman, pues desde allí se crea los semilleros de recursos humanos que el estado va a necesitar para su prosperidad, las escuelas de párvulos y las secundarias son ese semillero.
La educación debe especializarse, tener una dirección, un sentido que sólo puede dar la región en donde nace ese individuo y cada región es diferente; cada estado tiene sus propias necesidades, que deben ser atendidas, a partir de ellas se debe ajustar la educación del hombre a su entorno, sin descuidar su ciudadanía del mundo. Al final, con la sumatoria de todas esas regiones que conforman el país nacional, obtendremos un espectro amplio y plural de lo que significa la educación para la nación, siempre, y esto lo subrayo, sin desbancar en primer lugar lo que la persona quiere y desea. La tesis del estado docente es un colectivismo disfrazado.
Tanto los municipios como los estados deben propiciar la creación de instituciones educativas privadas como públicas, las privadas deben ser priorizadas, y deben contar con planteles de diferentes niveles de precio, porque no hay que olvidar que la educación es una actividad intensiva y extendida en el tiempo, por lo tanto altamente costosa, y ese costo debe recaer en la familia, simplemente, porque es su deber y vocación, el compromiso de toda familia es brindarle la mejor educación posible a sus miembros; sólo cuando la familia no pueda, tendrá ayuda del gobierno, lo que significa que ese estudiante recibirá subsidios de los impuestos que los ciudadanos pagan.
La educación gratuita es un sinsentido, no existe la educación gratuita, al final, alguien paga esos costos, pero igualmente nos encontramos con que es obligación del Estado, en manos de los gobiernos de turno, que ningún ciudadano venezolano esté excluido del sistema educativo; todos tenemos derecho a recibir una educación por lo que se hace una empresa compartida entre la familia y el Estado.
Lo que inmediatamente sale a la luz es que quienes no pueden pagar por la educación de sus hijos pertenecen a una minoría, los depauperados, los más humildes, la gran mayoría de las familias deberían, en una situación normal, tener un poder adquisitivo suficiente como para poder pagar todo o una buena parte de la educación de sus hijos.
El concepto de la gratuidad de la educación atenta contra la lógica económica de las naciones, es simplemente un imposible, los gobiernos que la fomentan, en aras de una imagen política o de popularidad electorera, lo que finalmente hacen es meterle la mano en los bolsillos de las familias, por la vía de más impuestos, para mantener un sistema perverso y farsante, eso sin opinar sobre la calidad de la educación que esos jóvenes reciben.
Pero existen varias maneras de poder ayudar a las familias con el gasto educativo de sus hijos; una es a través de los municipios, que hacen y mantienen escuelas a un bajo costo para sus habitantes, tratando de mantener un alto nivel educativo; este es un servicio local que se mantienen a través de los impuestos municipales y algunas subvenciones del Estado; otra es por la vía del esfuerzo privado de empresas interesadas en elevar el nivel educativo de los habitantes, en las regiones donde funcionan sus industrias, en escuelas que igualmente funcionan con subsidios, para poder mantener el gasto bajo para las familias que se benefician, aunque siempre hay que contribuir con algo, principalmente involucrándose en el funcionamiento diario de los planteles, dando tiempo de voluntariado.
Pero en una economía sana, las escuelas privadas deberían tener una escala de precios accesible a la mayor parte de las familias, brindando una educación con calidad; recordemos que una escuela privada es una empresa y como tal tiene que producir ganancias, que logra, entre otras vías, extendiendo sus servicios al mayor número de personas posibles.
Si la idea es ir aumentando la clase media en el país y disminuyendo la pobreza crítica, la única manera de lograrlo es por medio de la educación, preparar bien a la población, ir eliminando progresivamente las creencias negativas y basadas en la supersticiones, brindar la posibilidad de cultivar virtudes y no vicios, enseñar el lenguaje de la manera más completa posible, de modo desechar las imprecisiones y los errores y malentendidos que resultan de su uso incorrecto, recordemos con Wittgenstein que “el universo de las personas es del tamaño de su vocabulario”, busquemos que la gente se especialice sin perder su gusto por el humanismo más amplio, fomentemos la lectura, la búsqueda de la excelencia, la competitividad y la formación cívica, eduquemos en el respeto de la propiedad privada y sobre todo el entendimiento y el gusto por la libertad.
Está más que visto que el modelo educativo que tenía el país colapsó, el Ministerio de Educación que hoy lucimos es inoperante e imposible de mantener, ha sido justamente una enorme maquinaria para producir ignorancia al por mayor, más miseria y oscurantismo, se trata de un aparato educativo al servicio de los más perversos intereses, ahora dirigido desde Cuba para implantar la ideología de la muerte, la doctrina comunista, lo han convertido en el empleador más grande del país, degradando de esta manera la profesión más importante del país, la del educador.
El Nuevo Ministerio de Educación debe conformarse de acuerdo a los más altos estándares mundiales, debemos brindarle a nuestros muchachos una educación lo más completa posible, no sólo en la instrucción de habilidades y conocimientos, sino en el arte del pensar complejo, en la exploración del universo, que cada día se nos presenta más provocativo y extraño, en el gusto por innovar y crear tecnologías. La educación es una aventura y debemos hacernos parte de ese maravilloso mundo de las sociedades informatizadas y generadoras de información.
Basta de la magia negra y el vudú, de la exaltación de personas dañadas y enfermas, digámosle NO a la ignorancia activa, esa que educa para despreciar el trabajo y hacer de todos unos reposeros y dependientes, terminemos con la vergüenza de hacer ministros a personas que son analfabetas funcionales y obedientes a partidos políticos; Cuba nada tiene que mostrarnos a los venezolanos en materia educativa, los pobres cubanos tienen más de cincuenta años viviendo en el atraso y el aislamiento más grande de país alguno, su educación es para esclavos, no para ciudadanos libres y responsables de sus propios destinos.
Digamos como Acemuglo Daron y James A. Robinson, en su obra, Por qué fracasan los países: “El bajo nivel educativo de los países pobres se debe a las instituciones económicas que no logran crear incentivos para que los padres eduquen a sus hijos, y a las instituciones políticas que no inducen al gobierno a construir, financiar y dar apoyo a las escuelas y a los deseos de los padres y sus hijos. El precio que pagan estos países por el bajo nivel educativo de su población y la falta de mercados inclusivos es elevado. No consiguen movilizar su talento incipiente. Tienen muchos Bill Gates en potencia y quizá uno o dos Albert Einstein que ahora trabajan como agricultores pobres, sin estudios, forzados a hacer lo que no quieren hacer o reclutados para el ejército, porque nunca han tenido la oportunidad de elegir la profesión que quieren ejercer en la vida”.
La educación es y será el gran reto de la nueva Venezuela; mientras más pronto empecemos, mejor. – saulgodoy@gmail.com



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