jueves, 17 de julio de 2014

La fuga moral

 Se supone que, porque estamos en revolución, los valores son otros; la moral burguesa se vino abajo e impera la moral revolucionaria, que debería ser humanista, solidaria y progresista; el cambio era por algo mejor, por un nuevo hombre más digno, consciente, libre y participativo, pero todo en el país indica lo contrario, se ha instalado una decrepitud moral en los venezolanos, sobre todo en los revolucionarios, significativamente en los militares, quienes supuestamente deberían ser los portadores de esa llama espiritual de los padres de la patria, de esa casta de guerreros que prefirieron el sacrificio a la gloria fácil que dan las armas y se hicieron libertadores de América.
Terrible para Venezuela es ver el derrumbe moral de los hombres que, se supone, la defenderían, entregándola al enemigo extranjero, arrastrándose ante la bandera cubana; es obsceno ver a nuestros hombres en uniformes corriendo como hetairas enloquecidas detrás del hombre con la bolsa de oro que les tira monedas al piso para que peleen y lo diviertan, un oro que les pertenece por derecho y que no tendrían que andar mendigándolo.
Que un extranjero indocumentado sea el supuesto presidente de la República es una verdad chocante y absurda, que todos los días me golpea el rostro con furia; mientras al gobierno se ha dado por exigirle al pueblo venezolano toda clase de papeles de identidad, comprobantes, certificados, comprobantes biométricos para realizar cualquier gestión pública, incluso, comprar comida… y permiten que un hombre, un colombiano, alcahueteado por un sinfín de “personalidades” del chavismo, por la única razón de que Chávez, ese traidor de siete suelas, lo llamó su “hijo” y lo nombró su sucesor, porque ni siquiera ganó la elección en buena lid… es algo tan difícil de tragar sin que se me revuelvan las entrañas!
La moral se fuga a chorros, como si se hubiera roto la manguera del sistema hidráulico de la nación, esa que permite que el país se mueva, maniobre y avance, y no puede porque no hay moral; al contrario, todo lo que se hace, tranca el mecanismo, bloquea la dirección, fricciona los rodamientos…
Quien lo diría, que los hombres y mujeres de la izquierda venezolana, que se llenaban la boca con tanto patriotismo, venezolanidad, bolivarianismo, sean justamente quienes nos han traído esa plaga de violencia, miseria, corrupción y disolución social ¿Cómo lo justifican? ¿Cómo lo explican? Cuando hablan lo único que hacen es hundirse más en la ignominia y la traición a la patria.
La hipocresía se ha convertido, desde hace ya un buen tiempo, en la marca de calidad de esta revolución; dicen combatir el capitalismo y estos funcionarios son los mejores pagados del país, casi todos andan con guardaespaldas y escoltas, reciben trato de privilegiados cuando hacen algún trámite ante la administración pública, exigen el mismo tratamiento cuando hacen su aparición en locales privados y, si no lo obtienen, las fuerzas del orden público se encargan de proveérselo; son los que acaparan los mejores negocios, cobran, aparte de su sueldo, que ya es grosero en medio de nuestra crisis, estipendios por sus intervenciones a favor de sus asociados, amigos y familiares, su “tajadita” está en toda gestión y movimiento que reporte alguna ganancia monetaria; tienen cuentas secretas, dentro y fuera del país, la mayor parte de los dólares son para alimentar la creciente avaricia, que los carcome, pues vienen de la nada y tienen terror de volver a ella, como sucedería en un sistema de libre competencia.
Su estilo de vida desdice mucho del verdadero ideal socialista, se ve en sus ropas y alhajas, en los autos en que se desplazan, en los lugares donde viven y que frecuentan para divertirse, en los sitios donde ven de vacaciones, en lo que beben y comen… mientras el pueblo pasa trabajo para conseguir alimentarse decentemente durante el día, mientras innumerables niños se desmayan de hambre en las escuelas públicas por falta de desayuno, mientras en el Metro son cada vez más frecuentes los auxilios a nuestros humildes trabajadores por falta de alimentación, ellos se sientan en mesas repletas de viandas y exquisiteces, bebiendo los mejores licores, porque, para altos funcionarios, el socialismo significa eso, “es mi turno de vivir la buena vida, los demás que se jodan”.
Lo que estoy señalando es público y notorio, lo ve todo el mundo que tenga ojos, porque sucede que ese enfermizo espectáculo es producto de una necesidad psicológica, de la pulsión irreprimible de seres que nunca han tenido nada, que han pasado una parte de su vida entre necesidades económicas y sociales graves; no oculto la injusticia de nuestra forma de sociedad, pero es evidente que tienen que exhibirse de esa manera, para demostrarle al mundo lo que ellos han logrado siendo políticos, perteneciendo al PSUV, engañando al pueblo y convirtiéndose en unos traidores; creen ellos que ese derroche de riqueza y poder les va a ahorrar la debacle que viene, que esas cuentas e inversiones que tienen, a nombre de terceros interpuestos, les garantiza un techo para un día de lluvia.
Su letanía es que esta situación es para siempre, que los escuálidos nunca jamás volveremos, que, mientras sean ellos los dueños de las armas y de los militares, no tienen por qué preocuparse, que han logrado la fórmula perfecta para perpetuarse en el poder, violentando todas las normas constitucionales, para asegurarse las elecciones, hasta se dejan ganar de cuando en vez, para demostrarle al mundo que el sistema funciona.
En sus reuniones sociales se felicitan por el éxito alcanzado; con razón todos los demás gobiernos socialistas de la región los apoyan: el verdadero triunfo de la revolución en Venezuela es tener a un pueblo sumiso, pacífico, trabajador, sacrificado, hipnotizado con los logros socialistas de igualdad y amor, gracias al padre Chávez, que todos los días bendice a sus súbditos desde el empíreo y, gracias también a una oposición vendida y cobarde, que ha sabido, con su discurso civilizado y legalista, mantener en cintura a los revoltosos que se han dado cuenta de que la máquina se ha parado.
Porque hay que decirlo, esos opositores son una bendición para la revolución, viven en el eterno sueño de una mega victoria electoral, de un triunfo tan aplastante, que los socialistas les van a entregar el poder por simple vergüenza; les encanta una campaña, bañarse en popularidad en las marchas, ver a los ríos de gente en las autopistas, pensando que es por ellos que la gente sale con sus banderitas.
La fuga moral sucede por todos lados, contamos con una parte importante de la oposición que se la pasa convenciendo a la gente para que no haga nada, que lo mejor es ir a los barrios a predicar la palabra de la MUD sobre un mundo mejor y más justo, para tener esa gran mayoría que, a fuerza de votos, cambiará el mundo… no está mal, pero no es el único camino.
Nuestros personeros de la oposición parecieran enredados en proteger negociados, parcelitas de poder que les han tirado desde la mesa socialista, hay intereses personales y de familia que van primero que el rescate del país; el espectáculo es deplorable, tratan de alargar al máximo la situación que les está permitiendo a ellos comer y vivir a gusto, no son líderes, no son combatientes, son negociantes, pero para sus propios intereses, no para los del país; quienes sí están comprometidos con cambiar este estado de cosas están en la cárcel, son perseguidos, operan en la clandestinidad, están exiliados, son atacados cada vez que aparecen… la diferencia es notoria, hasta que no se resuelvan estos aparentes conflictos de intereses dentro de la MUD quedará sembrada la duda de cuál es la agenda del grupo.
Algunos dirigentes de la MUD insisten en verse solamente como miembros de organizaciones políticas con fines electorales, se olvidan que, para que puedan operar como tales, tienen que existir las condiciones democráticas necesarias y suficientes para que su actividad sea factible y tenga sentido.
La realidad en Venezuela es que la Constitución no se respeta, que la democracia ha sido intervenida por una parcialidad política, que ha logrado infiltrar a todas las instituciones y poderes y las ha puesto a trabajar a su favor.
Es experiencia, en la MUD, que el proceso electoral y sus resultados están manipulados por los mismos órganos que deberían garantizar la pulcritud de los comicios.
Pero es que la MUD ha estado ausente de todo lo importante que sucede en la calle, porque es la calle el último reducto al que tenemos derecho los ciudadanos luego de que los medios de comunicación fueron confiscados y censurados, no los hemos visto al frente de la gente que toma una posición firme ante esta dictadura.
Al grupo de dirigentes que propiciaron La Salida nunca los apoyaron, jamás los acompañaron en sus actividades, así como jamás acompañaron a los estudiantes, ni a los sindicatos, ni a los vecinos en sus protestas, ni a las ONG’s de derechos humanos en sus gestiones por aminorar el impacto de la violencia que venía del gobierno, tampoco hicieron nada por los médicos en sus reclamos en los centros asistenciales, no tuvieron presencia de calle ni ante los medios cuando maestros, familias y directores de colegios eran intervenidos para imponer la ideologización en los planteles, cuando funcionarios sin escrúpulos se robaban los dineros del vaso de leche escolar y del programa de alimentación escolar, tampoco los vimos comprometidos y hasta el final con los pedidos de los transportistas por mayor seguridad en sus rutas, por financiamiento para la reparación de sus unidades… en fin, la MUD ha estado ausente de todos los frentes que se han abierto en la calle, en la lucha por las libertades, apenas y dan alguna tibia declaración o publican un escueto comunicado, pero no los hemos visto acompañando al pueblo en las tareas importantes de reclamar, exigir, protestar,  muy pocos de ellos se han involucrado en una cruzada hasta el final, su ausencia es notoria en los tribunales, en las cárceles si fuera necesario, comprometiéndose con los ciudadanos a riesgo de ir hasta presos, todo queda en el debate retórico ante las cámaras, en las declaraciones melifluas de sus voceros, criticando las acciones de los otros pero jamás viendo el papelón de colaboracionistas, que si no lo son, se parecen en mucho.
Hay partidos y líderes en la MUD que no quieren ocuparse de otro asunto que el estrictamente electoral y resulta que es la actividad más contaminada por el chavismo y donde se tuerce la voluntad popular para que permanezcan en el poder; no se trata de una ilusión, ni de una “sensación”, es un hecho que la misma MUD ha reclamado, incluso en instancias internacionales, pero a pesar de esa natural desconfianza en el sistema electoral, la MUD insiste en medirse, con la pasión de un ludópata, que no quiere reconocer que, al final, en la moral revolucionaria, quien cuenta los votos, es quien gana.
Considero que las elecciones son una herramienta fundamental, pero no la única, tienen su momento, pero en este tiempo y lugar, necesario es enfrentar la destrucción de nuestro país desde muchos frentes y movilizando a la sociedad entera, las circunstancias son extraordinarias, los costos serán extraordinarios, pensar lo menos es engañarnos.
La máquina se paró, los socialistas lo saben, los militares lo saben, la oposición lo sabe. Estamos todos al desnudo, los buenos y los malos, los traidores y los patriotas, los socialistas y los venezolanos… ahora es que viene ese joropo tan anunciado, cada quien tome a su pareja. Si la MUD quiere ganar este concurso, tendrá que zapatear como los buenos, no hay otra.  – saulgodoy@gmail.com



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