Terrible
para Venezuela es ver el derrumbe moral de los hombres que, se supone, la
defenderían, entregándola al enemigo extranjero, arrastrándose ante la bandera
cubana; es obsceno ver a nuestros hombres en uniformes corriendo como hetairas
enloquecidas detrás del hombre con la bolsa de oro que les tira monedas al piso
para que peleen y lo diviertan, un oro que les pertenece por derecho y que no
tendrían que andar mendigándolo.
Que
un extranjero indocumentado sea el supuesto presidente de la República es una
verdad chocante y absurda, que todos los días me golpea el rostro con furia;
mientras al gobierno se ha dado por exigirle al pueblo venezolano toda clase de
papeles de identidad, comprobantes, certificados, comprobantes biométricos para
realizar cualquier gestión pública, incluso, comprar comida… y permiten que un
hombre, un colombiano, alcahueteado por un sinfín de “personalidades” del
chavismo, por la única razón de que Chávez, ese traidor de siete suelas, lo
llamó su “hijo” y lo nombró su sucesor, porque ni siquiera ganó la elección en
buena lid… es algo tan difícil de tragar sin que se me revuelvan las entrañas!
La
moral se fuga a chorros, como si se hubiera roto la manguera del sistema
hidráulico de la nación, esa que permite que el país se mueva, maniobre y
avance, y no puede porque no hay moral; al contrario, todo lo que se hace,
tranca el mecanismo, bloquea la dirección, fricciona los rodamientos…
Quien
lo diría, que los hombres y mujeres de la izquierda venezolana, que se llenaban
la boca con tanto patriotismo, venezolanidad, bolivarianismo, sean justamente
quienes nos han traído esa plaga de violencia, miseria, corrupción y disolución
social ¿Cómo lo justifican? ¿Cómo lo explican? Cuando hablan lo único que hacen
es hundirse más en la ignominia y la traición a la patria.
La
hipocresía se ha convertido, desde hace ya un buen tiempo, en la marca de
calidad de esta revolución; dicen combatir el capitalismo y estos funcionarios
son los mejores pagados del país, casi todos andan con guardaespaldas y
escoltas, reciben trato de privilegiados cuando hacen algún trámite ante la
administración pública, exigen el mismo tratamiento cuando hacen su aparición
en locales privados y, si no lo obtienen, las fuerzas del orden público se
encargan de proveérselo; son los que acaparan los mejores negocios, cobran, aparte
de su sueldo, que ya es grosero en medio de nuestra crisis, estipendios por sus
intervenciones a favor de sus asociados, amigos y familiares, su “tajadita”
está en toda gestión y movimiento que reporte alguna ganancia monetaria; tienen
cuentas secretas, dentro y fuera del país, la mayor parte de los dólares son
para alimentar la creciente avaricia, que los carcome, pues vienen de la nada y
tienen terror de volver a ella, como sucedería en un sistema de libre
competencia.
Su
estilo de vida desdice mucho del verdadero ideal socialista, se ve en sus ropas
y alhajas, en los autos en que se desplazan, en los lugares donde viven y que
frecuentan para divertirse, en los sitios donde ven de vacaciones, en lo que
beben y comen… mientras el pueblo pasa trabajo para conseguir alimentarse
decentemente durante el día, mientras innumerables niños se desmayan de hambre
en las escuelas públicas por falta de desayuno, mientras en el Metro son cada
vez más frecuentes los auxilios a nuestros humildes trabajadores por falta de
alimentación, ellos se sientan en mesas repletas de viandas y exquisiteces,
bebiendo los mejores licores, porque, para altos funcionarios, el socialismo
significa eso, “es mi turno de vivir la buena vida, los demás que se jodan”.
Lo
que estoy señalando es público y notorio, lo ve todo el mundo que tenga ojos,
porque sucede que ese enfermizo espectáculo es producto de una necesidad
psicológica, de la pulsión irreprimible de seres que nunca han tenido nada, que
han pasado una parte de su vida entre necesidades económicas y sociales graves;
no oculto la injusticia de nuestra forma de sociedad, pero es evidente que
tienen que exhibirse de esa manera, para demostrarle al mundo lo que ellos han
logrado siendo políticos, perteneciendo al PSUV, engañando al pueblo y convirtiéndose
en unos traidores; creen ellos que ese derroche de riqueza y poder les va a
ahorrar la debacle que viene, que esas cuentas e inversiones que tienen, a
nombre de terceros interpuestos, les garantiza un techo para un día de lluvia.
Su
letanía es que esta situación es para siempre, que los escuálidos nunca jamás
volveremos, que, mientras sean ellos los dueños de las armas y de los militares,
no tienen por qué preocuparse, que han logrado la fórmula perfecta para
perpetuarse en el poder, violentando todas las normas constitucionales, para asegurarse
las elecciones, hasta se dejan ganar de cuando en vez, para demostrarle al
mundo que el sistema funciona.
En
sus reuniones sociales se felicitan por el éxito alcanzado; con razón todos los
demás gobiernos socialistas de la región los apoyan: el verdadero triunfo de la
revolución en Venezuela es tener a un pueblo sumiso, pacífico, trabajador,
sacrificado, hipnotizado con los logros socialistas de igualdad y amor, gracias
al padre Chávez, que todos los días bendice a sus súbditos desde el empíreo y,
gracias también a una oposición vendida y cobarde, que ha sabido, con su
discurso civilizado y legalista, mantener en cintura a los revoltosos que se
han dado cuenta de que la máquina se ha parado.
Porque
hay que decirlo, esos opositores son una bendición para la revolución, viven en
el eterno sueño de una mega victoria electoral, de un triunfo tan aplastante, que
los socialistas les van a entregar el poder por simple vergüenza; les encanta
una campaña, bañarse en popularidad en las marchas, ver a los ríos de gente en
las autopistas, pensando que es por ellos que la gente sale con sus banderitas.
La
fuga moral sucede por todos lados, contamos con una parte importante de la
oposición que se la pasa convenciendo a la gente para que no haga nada, que lo
mejor es ir a los barrios a predicar la palabra de la MUD sobre un mundo mejor
y más justo, para tener esa gran mayoría que, a fuerza de votos, cambiará el
mundo… no está mal, pero no es el único camino.
Nuestros
personeros de la oposición parecieran enredados en proteger negociados,
parcelitas de poder que les han tirado desde la mesa socialista, hay intereses
personales y de familia que van primero que el rescate del país; el espectáculo
es deplorable, tratan de alargar al máximo la situación que les está
permitiendo a ellos comer y vivir a gusto, no son líderes, no son combatientes,
son negociantes, pero para sus propios intereses, no para los del país; quienes
sí están comprometidos con cambiar este estado de cosas están en la cárcel, son
perseguidos, operan en la clandestinidad, están exiliados, son atacados cada
vez que aparecen… la diferencia es notoria, hasta que no se resuelvan estos
aparentes conflictos de intereses dentro de la MUD quedará sembrada la duda de cuál
es la agenda del grupo.
Algunos
dirigentes de la MUD insisten en verse solamente como miembros de organizaciones
políticas con fines electorales, se olvidan que, para que puedan operar como
tales, tienen que existir las condiciones democráticas necesarias y suficientes
para que su actividad sea factible y tenga sentido.
La
realidad en Venezuela es que la Constitución no se respeta, que la democracia
ha sido intervenida por una parcialidad política, que ha logrado infiltrar a
todas las instituciones y poderes y las ha puesto a trabajar a su favor.
Es
experiencia, en la MUD, que el proceso electoral y sus resultados están
manipulados por los mismos órganos que deberían garantizar la pulcritud de los
comicios.
Pero
es que la MUD ha estado ausente de todo lo importante que sucede en la calle,
porque es la calle el último reducto al que tenemos derecho los ciudadanos luego
de que los medios de comunicación fueron confiscados y censurados, no los hemos
visto al frente de la gente que toma una posición firme ante esta dictadura.
Al
grupo de dirigentes que propiciaron La Salida nunca los apoyaron, jamás los
acompañaron en sus actividades, así como jamás acompañaron a los estudiantes,
ni a los sindicatos, ni a los vecinos en sus protestas, ni a las ONG’s de
derechos humanos en sus gestiones por aminorar el impacto de la violencia que
venía del gobierno, tampoco hicieron nada por los médicos en sus reclamos en
los centros asistenciales, no tuvieron presencia de calle ni ante los medios
cuando maestros, familias y directores de colegios eran intervenidos para
imponer la ideologización en los planteles, cuando funcionarios sin escrúpulos
se robaban los dineros del vaso de leche escolar y del programa de alimentación
escolar, tampoco los vimos comprometidos y hasta el final con los pedidos de
los transportistas por mayor seguridad en sus rutas, por financiamiento para la
reparación de sus unidades… en fin, la MUD ha estado ausente de todos los
frentes que se han abierto en la calle, en la lucha por las libertades, apenas
y dan alguna tibia declaración o publican un escueto comunicado, pero no los
hemos visto acompañando al pueblo en las tareas importantes de reclamar,
exigir, protestar, muy pocos de ellos se
han involucrado en una cruzada hasta el final, su ausencia es notoria en los
tribunales, en las cárceles si fuera necesario, comprometiéndose con los
ciudadanos a riesgo de ir hasta presos, todo queda en el debate retórico ante
las cámaras, en las declaraciones melifluas de sus voceros, criticando las
acciones de los otros pero jamás viendo el papelón de colaboracionistas, que si
no lo son, se parecen en mucho.
Hay
partidos y líderes en la MUD que no quieren ocuparse de otro asunto que el
estrictamente electoral y resulta que es la actividad más contaminada por el
chavismo y donde se tuerce la voluntad popular para que permanezcan en el
poder; no se trata de una ilusión, ni de una “sensación”, es un hecho que la
misma MUD ha reclamado, incluso en instancias internacionales, pero a pesar de
esa natural desconfianza en el sistema electoral, la MUD insiste en medirse,
con la pasión de un ludópata, que no quiere reconocer que, al final, en la
moral revolucionaria, quien cuenta los votos, es quien gana.
Considero
que las elecciones son una herramienta fundamental, pero no la única, tienen su
momento, pero en este tiempo y lugar, necesario es enfrentar la destrucción de
nuestro país desde muchos frentes y movilizando a la sociedad entera, las
circunstancias son extraordinarias, los costos serán extraordinarios, pensar lo
menos es engañarnos.
La
máquina se paró, los socialistas lo saben, los militares lo saben, la oposición
lo sabe. Estamos todos al desnudo, los buenos y los malos, los traidores y los
patriotas, los socialistas y los venezolanos… ahora es que viene ese joropo tan
anunciado, cada quien tome a su pareja. Si la MUD quiere ganar este concurso,
tendrá que zapatear como los buenos, no hay otra. – saulgodoy@gmail.com





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