Cuando
un gobierno viola la C onstitución de la manera tan insistente como la ha hecho
el chavismo con Chávez y luego con Maduro en la presidencia, es difícil para el
pueblo creer que se trata de la norma que debe regirnos como sociedad política,
aparece como impropio por no decir idiota, tratar de cumplir una ley que es
incumplida por quien es el principal interesado en mantenerla, quien fue su
creador y quien debería ser su principal garante.
El
chavismo ha tomado la constitución a juego, y es que, para estos revolucionarios
de pacotilla, las leyes y el estado de derecho son una perversión burguesa, una
superestuctura de poder para el dominio del proletariado, y como tal, un
constructo que debe desparecer en un estado comunista revolucionario, por ello
es que se mean en la Carta Magna cuando les parece, como les parece.
Están
usado la Constitución a su favor como medio para hacer control biopolítico, se
han afincado en la costumbre democrática del pueblo venezolano en ser
obedientes y respetuosos de un orden constitucional, de unas normas básicas de
convivencia, para ellos adelantar su proyecto socialista militarista, para obtener el control absoluto del gobierno con
el fin de dominio sobre el pueblo y preservarse ellos en el poder para siempre
(que es inconstitucional).
Cada
vez que han querido han introducido variaciones a la letra constitucional vía leyes
habilitantes, decretos- leyes, leyes aprobadas en la Asamblea Nacional o como
interpretaciones de la nefasta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, a pesar que la constitución expresamente prohíbe que su normativa sea
cambiada por otras leyes de inferior rango, este gobierno publica en Gaceta
Oficial cambios ilegales a la constitución como si fueran salchichas, una tras
otras hasta dejarla irreconocible.
El
que se propugne por un estado socialista, el que no exista separación de
poderes, el que hayan colocado personas claramente militantes del partido de
gobierno en los cargos del CNE, el haberle dado beligerancia política a las
FFAA, el que nos gobierne un ciudadano extranjero indocumentado, el que hayan
cambiado los cocientes de representación para diputados en la Asamblea
Nacional, el que se viole por parte del gobierno el derecho a la propiedad, el
que puedan despojar de sus fueros sin justo proceso a funcionarios elegidos por
votación popular, el que le hayan entregado a un país extranjero funciones
sensibles a la seguridad de la nación, el que se permita la tortura y el
espionaje en contra de los ciudadanos, son todas violaciones expresas a la
constitución nacional, y la lista de
estos exabruptos es larga y se extiende.
“Dentro de la Constitución todo,
fuera de la Constitución nada”, ha sido el grito de batalla de nuestros socialistas
endógenos, pero no es sino parte de la retórica comunista para transformar lo
más sagrado de una República que es su Carta Magna en una pieza utilitaria del
tinglado normativo-policial que estos revolucionarios pretenden imponernos.
El
simple derecho a la protesta que es expresión fundamental de los derechos
políticos de cualquier ciudadano en cualquier país del mundo, aquí se paga con
la muerte, lo que es inconstitucional. El
derecho a la vida, al libre tránsito, el derecho a una educación de calidad, a
la seguridad, el derecho a la salud y a la buena alimentación son derechos que
se violan todos los días y masivamente por parte del gobierno, de manera
descarada y sin ningún reparo; la Constitución pareciera no valer nada.
Por
supuesto, el Estado tiene el monopolio de la fuerza, dispone de las armas que
el pueblo le entregó para que defendiera su constitución, el truco es que los
comunistas han llegado a acuerdos con los militares para castigar al pueblo si
el pueblo viola la constitución, esa ley fundamental, ahora maltrecha y
emparchada en que han convertido la Constitución de 1999, y lo hacen en contra
de la misma Constitución, violentando todos los derechos de las personas, pero
como es el gobierno el que los viola, entonces no importa, hay impunidad.
En
estas circunstancias es imposible mantener un estado de derecho, lo que existe
es un estado de terror, una dictadura, donde se obedecen las ordenes de un
gobierno totalitarista, el mantener la ilusión de que existe una constitución
es un acto de simulación para hacerle creer a los demás países que en el
nuestro se respetan las leyes.
Lo
que sucede es que el gobierno chavista aún no logra imponerse de manera
definitiva ante el pueblo como su amo y señor, como sí sucede en Cuba, donde lo
que ellos llaman constitución es el estado dictando las pautas de
comportamiento a los dominados; en nuestro caso, nuestra constitución sigue
siendo liberal burguesa a pesar de que intentaron meternos la cabra en el
corral, a pesar del fuerte tinte rojo socialista que le imprimieron en la
constituyente de 1999, su letra todavía preserva las libertades fundamentales.
Por
eso es, que desde el día uno, Chávez no paró en su intento por modificarla y
Maduro ya ni siquiera guarda las apariencias, simplemente la viola cada mañana
que despierta en Miraflores.
Pero
hay algo mucho más significativo y es que cada vez que el pueblo intenta volver
al orden constitucional exigiendo sus derechos, el gobierno reprime brutalmente
porque no le interesa que prive el orden constitucional sino el mandato de los
más violentos, y si el pueblo no puede por su voluntad hacer que la
constitución prevalezca, entonces no hay orden constitucional, podrá haber algo
escrito llamado Constitución Nacional, pero si el estado no la cumple no hay
estado de derecho, por lo tanto no existe, es una quimera.
Pero
hay un grupo de venezolanos que no parece haber caído en cuenta de esta
situación, o que actúan de manera errática como cultores de un pergamino
sagrado y que valoran la constitución en tanto tenga un valor personalísimo
para ellos, usan la constitución como excusa para preservar un estado de cosas
que les favorecen, se irritan cuando la gente sale a las calles a reclamar, se
enfurecen si algunos de los suyos se desespera ante tanto irrespeto y
vagabundería, se acomodan al mandato del déspota incluso reconociéndolo en
términos de la constitución que a diario mancilla.
Una
constitución a parte de darle forma a una república como ente político, es el
principal medio que tienen los ciudadanos de definir, delimitar, controlar y
darle sentido al poder estatal, que sin bridas es igual a un caballo salvaje,
se desboca y puede causar mucho daño.
El historiador de las instituciones
políticas Quintin Skinner explica en su obra Una genealogía del Estado Moderno lo siguiente: “Sin embargo, tal como la Digesta del derecho romano había
establecido, depender de la voluntad otro significa ser esclavo. Si alguien
desea preservar su libertad bajo la autoridad de un gobierno, debe asegurarse
de instituir un orden político en el que ninguna prerrogativa o poder
discrecional sean permitidos. Si y sólo si impera el derecho, y uno mismo ha
dado su consentimiento a las leyes, es posible librarse de depender de la
voluntad del rey, y en consecuencia, librarse de la servidumbre”.
Para
los países civilizados del mundo, hacerle los honores a una constitución
escrita es el reflejo de su compromiso con los deberes contractuales, el
respeto a las obligaciones y la santidad de los derechos que allí se
exponen. Las grandes constitucionalistas
de la historia del mundo occidental pusieron todo su empeño en anticipar los
daños y perjuicios que un mal principio de gobierno pudiera causarle a la
sociedad, se esmeraban en que las costumbres, tradiciones y valores de sus
pueblos fueran reflejados en sus leyes.
Una
Constitución no aparece de la nada, ni se inventa, ni nace por iniciativa de un
partido político, al contrario es producto de una convocatoria nacional, del trabajo
laborioso y de mucho cuidado de las mentes más lúcidas de una sociedad, no es
algo que se copia y de pega de otros países y otras experiencias, una
constitución debe resumir en su letra el aprendizaje, las luchas y la cultura
acumulada de un pueblo, no es un sueño afiebrado de un hombre acostado en una
hamaca o el de un comandante en su cuartel.
La
historia nos enseña que todas las constituciones nacidas de las grandes
revoluciones tomaron muy en cuenta las tradiciones de sus pueblos, aún cuando
proponían nuevos sistemas políticos dejaban por sentado la resolución de sus
gentes en ser libres, soberanos y democráticos.
El
estado es una forma de organización política que el pueblo se da para que la
sociedad pueda funcionar de manera pacífica, armoniosa y justa, esto se logra
por medio de la constitución, que es una expresión de ese ánimo de proteger las
libertades y que prevalezca un estado de derecho, la constitución es el seguro
que toda sociedad libre tiene, para que el estado le sirva a sus propósitos y
no al revés, porque cuando la constitución es tomada como una herramienta de
dominio, de imposición de ideologías, de control poblacional y de esclavitud,
entonces no es una constitución.
Cuando
escucho a algunos factores de la oposición enredarse en buscar soluciones
constitucionales para nuestra lamentable situación es como escuchar a los
orates alejandrinos predicar el orden moral en base a la parusía, el orden
constitucional en Venezuela no existe, este gobierno socialista lo violentó en
el momento que Chávez forzó a las instituciones en reconocer como legal su
reelección ilegítima como presidente de la República en contra del convenio
constitucional, a partir de ese momento nuestra constitución se convirtió en un
mal chiste.
Aunque
los socialistas chavistas bolivarianos no quieran darse cuenta, esta manera de
proceder va a tener sus consecuencias, el hecho constatable y público es que
durante estos quince años de gobierno, esta facción totalitaria y discriminante
de más de la mitad del país, ha actuado en nombre del estado venezolano,
comprometiendo al país en una serie de deudas, compromisos, haciéndonos parte
de organizaciones y relaciones que no tienen manera de sostener en el tiempo.
La
palabra empeñada por un funcionario chavista, la firma de cualquiera de estas
“autoridades” solo están sustentadas por las armas de su ejército particular, pues
ya las fuerzas armadas nacionales no existen. Cualquier compromiso adquirido
por esta facción política en función de gobierno está de hecho y de derecho despojado
de toda validez ya que actuaron en contra del estado de derecho y de la
voluntad popular.
Ninguno
de sus convenios tienen valor ni ante la comunidad internacional ni ante la
nación como persona moral ya que fueron hechos fuera de la Constitución
Nacional, sin tomar en cuenta la opinión mayoritaria del país, sin consulta del
pueblo quien es el verdadero soberano, el simple hecho de haber violado por
tanto tiempo los derechos humanos de manera masiva de una importante parte de
los venezolanos, sin permitirles participación, ni opinión, invalida el
consenso de esas decisiones.
De
nada sirven las sentencias del Tribunal Supremo pues el mismo actúa fuera de la
ley y claramente en contra de la constitución, precisamente, la ausencia de
separación de poderes contradice lo que dice la norma, todas esas decisiones
que ellos suponen son de iure, son en
realidad de facto y por lo tanto
carecen de valor legal para la República.
Los
chavistas han vivido en una ilusión constitucional, ningún país civilizado va
aceptar compromisos de un país dominado por una minoría y hechos a punta de
pistola en contra de su población, y en Venezuela, eso es lo que está pasando.-
saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario