Hace ya algún tiempo un querido amigo perdió a su hijita de ocho años víctima de la Leucemia, la enfermedad de la pequeña fue un proceso largo y doloroso de casi un año, en ese ínterin se hiso todo lo posible por salvarle la vida.
Cuando
llegué a darle el pésame, un mes después del deceso, me encontré a un hombre
desolado, sin ganas de vivir y muy molesto con Dios; tal era su estado que me
quedé en su casa por una semana.
Durante
nuestras caminatas por la playa en las tardes, me propuse hablarle de Espinoza
y su visión de Dios y el mundo, para ver si conseguía aliviarle su pena.
Y
comencé por el principio, el universo y la vida son perfectos, todo tiene una
razón de ser, todo lo que sucede y existe tiene una causa y puede ser explicado
teniendo a mano el conocimiento, por lo que la comprensión del universo es solo
posible por medio de la razón humana (Proposición I, De la Naturaleza y el
origen del Alma, “El pensamiento es un
atributo de Dios o, dicho de otro modo: Dios es cosa pensante”).
Para
que algo tan complejo y grande como el universo funcione tiene que haber una
razón tras ello. Dios no creó al mundo y se echó a descansar, el universo no
funciona solo, cada segundo que transcurre es un acto de creación igual al
momento original, la única manera- pensó Espinoza- para explicar el
funcionamiento del universo es con la presencia de Dios en todo momento y
lugar, sosteniendo no solo los sistemas de vida, las leyes que los rigen, sino
también la organización de la materia y la energía, lo macro y lo micro, la
vastedad de espacio sideral, la actividad en el núcleo de las estrellas, Dios
está presente y hace posible cada latido de nuestro corazón, cada integración
de las cadenas de ADN en los actos de fecundación de nueva vida (Proposición
XI, De Dios, “Dios, es decir, una
sustancia constituida por una infinidad de atributos de los que cada uno
expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente.”)
Y
también está presente en cada choque de un meteorito contra un planeta, en un
maremoto, cuando una bala es disparada por un arma, cuando un órgano no se
desarrolla adecuadamente, cuando un cocodrilo se come a una cebra, cuando
alguien muere por sobredosis o una prostituta se infecta con HIV. (Proposición
XV, De Dios, “Todo lo que es, es en Dios
y nada puede existir sino concebido por Dios.”)
Para
Dios no hay experimentos, ni errores, ni sorpresas, esas apreciaciones sobre el
bien y el mal son opiniones, que afectan a los hombres por su falta de
entendimiento, todos los seres creados, los procesos evolutivos a los que somos
sometidos, las funciones y variantes que se fueron desarrollando, las leyes que
rigen la materia ninguno escapa del designio de Dios.
Nos
dice Fernando Savater sobre la filosofía de Espinoza en su libro La Aventura del Pensamiento: “No existe el bien y el mal, sino lo bueno y
lo malo. Lo bueno es aquello que me
afecta y me produce alegría, que genera encuentros y composiciones. Lo malo tiene que ver con lo que origina
desencuentros y descomposiciones en las afecciones entre los seres y las cosas.
Estas son las pasiones tristes- más adelante nos señala- el hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y toda su
sabiduría es sabiduría de la vida. Es decir, la muerte para el ser humano no es
nada más que un mal encuentro. Nosotros estamos constantemente haciendo
encuentros, tropezando con cosas, con personas, con microbios, con comidas y
algunos encuentros nos vienen bien, nos refuerzan, nos dan más salud en todos
los sentidos y otros nos son negativos, y antes o después haremos un mal
encuentro, del cual no podremos recuperarnos”.
Los
elementos necesarios de la constitución de la vida como pudieron ser la
atmosfera y el agua en el planeta tierra, fueron creados en la perfección y lo
que con ellos suceda siguen unos procesos perfectamente encadenados a causas y
efectos (Proposición XXXIII, De Dios, “Las
cosas no han podido ser producidas por Dios de ninguna otra manera y en ningún
otro orden que de la manera y el orden en que han sido producidas.”)
Los
hombres, al igual que los estorninos de Malasia (unos pajaritos) y todo lo que
constituye el mundo están hechos de la mejor manera posible, aún en sus
versiones dañadas o maltrechas, funcionan a la perfección dentro de sus
posibilidades, unos animales vuelan, los humanos caminan, unos construyen
nidos, los otros rascacielos, unos siguen el sol o el norte magnético, otros
usan su razón para actuar.
Dios
no está más pendiente de los estorninos que de los hombres, así los hombres le
construyan templos y le recen todo el día solicitando su atención y que
interceda por ellos, Dios está muy ocupado sosteniendo el universo entero en
perfecto orden para estar atendiendo llamados especiales y favores.
Espinoza
pensó que la única manera de que ese orden fuera posible, es si Dios era parte
de ese universo y no un conductor de orquesta fuera de él, no un titiritero
manejando marionetas y haciendo su voluntad, sino como causa operante, como
esencia misma, Dios es el universo, se manifiesta en él, desde una ameba
nadando en un charco sulfuroso, pasando por una niña de inteligencia
sobresaliente, en un misil nuclear, en forma de lepra gaseosa o en una estrella
de neutrones, Lutero llegó a decir, tarde en su vida: “Dios, como creador, está presente hasta en el intestino de una pulga”. Dios es perfección, el que se trate de algo bueno
o malo, bello o feo, sublime o asqueroso, son solo consideraciones humanas,
Dios es parte fundamental de lo que existe (Proposición XXIX, De Dios, “Nada hay contingente en la naturaleza; todo
está en ella determinado por la necesidad de la naturaleza divina de existir y
producir algún efecto de cierta manera”).
“Dios causa de todas las cosas- escribía Aquiles
Leandro, mi maestro de filosofía espinoziana- Sin embargo, Espinoza se apura en la precisión: Dios es ¡la causa
inmanente de todo! Y no la causa transitiva. Una causa transitiva permanecería
afuera de sus efectos. Una causa inmanente está “en”, “dentro” o “junto a”
aquello que causa”.
Las
personas mueren en una guerra o por cáncer porque hay razones, y estas se
pueden remontar a causas enterradas en el pasado, pueden tener sus orígenes en
ideas erróneas de las personas que tomaron unas decisiones, suceden porque los
procesos que desencadenaron estos eventos tienen sus consecuencias fatales e irreversibles,
como puede ser el caso de herencias genéticas, accidentes, contagios o
mutaciones, es lo que sucede cuando alguien enferma y muere, no importan las
circunstancias.
El filósofo
español Gustavo Bueno tiene una particular manera de ver la esencia de Dios
imbricada en la existencia, nos dice: “San Lucas cuenta (Hechos
de los Apóstoles, 17,
22-23) que San Pablo, de pie ante el
Areópago, dijo a los atenienses: «Puedo deciros que sois el pueblo más
religioso de la tierra, porque he visto el altar que habéis consagrado al dios
desconocido»… Quien levanta un altar al dios desconocido,
proclama sin duda su existencia y su valor, pero reconoce desconocer su
esencia, incluso su realidad, y no ahora, sino siempre… Es decir, «reconoce no
conocer» esta esencia apelando a la definición que el mismo Dios, Yahvé, dio de
sí mismo a Moisés, desde la zarza ardiente: «Yo soy el que soy”.
Cuando
dejé a mi amigo, lo sentí mucho más tranquilo y en el proceso de aceptación de
su perdida. Dios es perfecto y también lo es el universo, por todo lo anterior
me parece que fue un exabrupto de parte del cosmólogo inglés Stephen Hawkings,
afirmar que el origen del universo era perfectamente explicable sin la
participación de Dios.
Esto,
en resumidas cuentas, es el núcleo del panteísmo espinoziano, tal como lo
estudié con mi maestro y amigo, el recordado profesor de Ética y filósofo Aquiles
Leandro Sánchez, lo medité y lo he discutido en diferentes círculos del
pensamiento, puede que mi interpretación sea errada, pero hasta los momentos
nadie me ha brindado argumentos razonables
que justifiquen otra aproximación a la perfección y belleza del universo.
Las
citas de Espinoza son de su obra Ética
Demostrada Según El Orden Geométrico, la cita de Aquiles Leandro es de su
trabajo póstumo La Filosofía Científica
en el Tratado de la Reforma del Entendimiento, y la Honestidad en la Ética de
Baruch Spinoza.
Advertencia: La iglesia
Católica, Apostólica y Romana tienen al panteísmo como una herejía.- saulgodoy@gmail.com
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