El gran problema del narcotráfico es que una vez que invade un cuerpo social se hace sumamente difícil detectar y detener el proceso de metástasis que se activa con el fin de apoderarse de la salud de un pueblo y su economía.
En
un anterior artículo sobre el crimen organizado señalaba que una de sus metas
era invadir la economía formal, legalizar esos capitales, reinvertirlos en
actividades legítimas no solo para “blanquear” el dinero sucio, sino para
apoderarse del aparato productivo legal y utilizarlo para sus fines de crecer y
controlar una actividad.
Una
empresa, un partido político, un medio de comunicación son elementos vitales de
un país que en manos de narcotraficantes se convierten en armas de gran
utilidad para sus fines, ya que pueden, no solo ocultar la actividad ilícita,
sino multiplicarla exponencialmente, una vez que este dinero ilegal entre en la
economía de una nación, el riesgo de que se apodere de los medios de producción
legítimos es un riesgo probable y como se ha visto en otros países y momentos
históricos, la legitimación de capitales es una actividad muy dañina para el
desarrollo de los pueblos.
Es
por ello que una de las tareas importantes a efectuar para cuando el chavismo
deje de ser gobierno será desmontar la red de corrupción, intereses y medios de
los que disponen disfrazados en la economía legal, porque enterrados en la
actividad formal del país nos van a dejar “bombas” que requieren ser
desactivadas antes de que hagan su trabajo de destrucción.
Empecemos
por decir que indudablemente el gobierno de Nicolás Maduro tiene fuertes
vínculos con el narcotráfico internacional, esta es una verdad de Perogrullo,
pública y notoria y que es confirmada por elementos objetivos de pruebas, como
son la larga lista de altos funcionarios de su gobierno requeridos por la
justicia internacional, por participar y colaborar con las actividades del
narcotráfico.
Pero
también es público y notorio su defensa a ultranza de sus hombres de confianza
en contra de estas acusaciones, incluso amenazando a países con el uso de la
fuerza si llegaren a tocar a uno de ellos, es decir si llegaren a apresarlo o
someterlo a procesos en el extranjero, lo cual ha creado un gravísimo
precedente ya que es la primera vez que un país supuestamente democrático y
perteneciente a la comunidad internacional toma esta posición retadora ante el
resto del mundo.
En
el caso de Venezuela es el gobierno mismo quien utiliza todas sus
instituciones, jurídicas, diplomáticas, políticas, económicas y sus Fuerzas
Armadas, y las pone a la orden de estos capos del narco para su protección.
Hemos
visto el caso de países forajidos que en nombre de su soberanía hacen la guerra
a otros, o protegen grupos violentos por motivos ideológicos, permiten
actividades ilícitas como la piratería, hemos visto naciones y gobiernos que se
hacen la vista gorda de las actividades del narcotráfico dentro de sus
fronteras, pero jamás he conocido del caso de un gobierno en el cual hacen
parte agentes de los carteles de las drogas, y que un presidente, salga
públicamente a “jugársela” por el abyecto crimen del tráfico de drogas como una
actividad propia de ese país.
Queda
en manos de la comunidad internacional el tratamiento que se le vaya a dar a esta
actitud, pero puertas adentro y reconociendo que el gobierno de Maduro ha sido
infiltrado por el narcotráfico debemos suponer que muchas de las compras de
empresas nacionales por inversionistas ligados al gobierno, la aquiescencia de
partidos políticos claramente colaboracionistas con el régimen, instituciones
educativas y culturales ligadas a la ideología del gobierno, debemos sumir que
igualmente están penetradas por estos capitales de origen ilícito y sujetos a
los intereses del crimen organizado.
De
esta ola de compra de empresas por parte de los grupos identificados como Los
Boliburgueses, que se encuentran en plena labor de blanqueo de capitales,
adquiriendo para sus carteras de inversión empresas quebradas o con deudas, bancos
intervenidos por el estado, industrias abandonadas por sus dueños ante la
imposibilidad de hacerlas productivas o simplemente despojadas de sus legítimos
propietarios, es muy difícil determinar cuáles fueron compradas por el dinero
de la corrupción y cuales por el narcotráfico, porque llega un momento en que
ambos dineros sucios se confunden.
El
problema de contar con un gran número de empresas producto de la corrupción es
que agavilladas en la defensa de sus intereses, pueden hacer lo que hacía el
gobierno con sus anunciantes, presionar a los medios para que no publiquen algo
que les afecte, tapar situaciones comprometedoras y manipular el cómo se cubre
un evento retirando sus anuncios o presionando a los accionistas de los medios.
De
todas estas empresas las que más me preocupan son las relacionadas directamente
con los medios de comunicación masivos, prensa, industria de publicaciones
gráficas, radio, cine, televisión, sitios en internet, empresas de
espectáculos, agencias de modelos, empresas de teatro, casas de publicidad,
agencias de noticias, firmas de relaciones públicas, mercadeo de productos y
otras actividades conexas.
Y
porque son medios de comunicación que vienen de un gobierno autoritario y
totalitarista, están ajustadas a la labor de desinformación, a la censura, a la
propaganda política y todas esas artes oscuras de manipulación malintencionada
de la opinión pública, el gobierno de Chávez y Maduro se han caracterizado por
una profunda practica de la propaganda de guerra en contra de la población, por
los principios ideológicos que marcan el comunismo y su hegemonía
comunicacional, por la falsificación de los hechos y la historia, por la
manipulación de los sentimientos básicos como el odio y la rabia, permitir que
unos medios de comunicación queden en manos de grupos y personas que vienen de
esta escuela es terrible, no solo para la salud mental de sus ciudadanos sino
por la misma seguridad del país.
Unos
medios de comunicación en manos del narcotráfico pueden hacerle mucho daño a
los esfuerzos de unión y reconstrucción del país, permitirle tener voz al
crimen organizado a gran escala, equivale a que hagan imposible la
gobernabilidad y la convivencia, van a intentar proteger sus intereses y a
cuidar la mano que los alimenta.
Es
por ello que una de las primeras medidas de un gobierno de transición es
determinar el origen real de los fondos, del dinero que hizo posible las
adquisiciones de estos medios, debemos revisar las licencias y permisos de
aquellos dueños de medios y operadores que han actuado en colaboración con este
narco-estado, cuales son las filiaciones políticas y económicas de estos
grupos, si vienen de grupos financieros o bancos (lo cual sería ilegal), o de
empresas extranjeras (también es ilegal), las identidades de los verdaderos
accionistas debe quedar claramente establecidas, porque no podemos permitir que
personas que han apoyado por acción u omisión el cercenamiento de nuestro
derecho a la información, a la expresión, tengan en sus manos medios de
comunicación, y mucho menos que exista la sospecha de que algún medio tenga
detrás al más infame negocio en contra de la humanidad, como lo es el trafico
de las drogas.
Igualmente
debemos estar muy atentos con aquellos ex dueños de medios que vendieron a
sabiendas que le entregaban una herramienta tan poderosa como un periódico o
una planta de televisión o una radio, a unos delincuentes que estaban lavando
dinero, por la sencilla razón que se hicieron cómplices en la entrega de un
derecho sagrado para los venezolanos.
Uno
de los principales requisitos para que una persona tenga participación en el
negocio de las comunicaciones en democracia, debería ser su compromiso con los
valores y el espíritu de defensa y promoción de la libertad de expresión, de la
pluralidad de las ideas, porque ya hemos visto lo que sucede cuando el manejo
de un medio de comunicación simplemente es tratado como un “negocio más”, se
pliega por el interés crematístico exclusivamente y sacrifica su lealtad a la
libertad, convirtiéndose en un vehículo para esclavizar al pueblo y contribuir
a la disolución de la patria, y eso es inmoral.
En
democracia es vital saber quiénes son los dueños de los medios, si ellos nos
informan, editorializan, denuncian, critican, forman la opinión pública debemos
por lo menos conocer sus identidades, de donde vienen, cuáles son sus
intereses, quienes sus socios, como se financian, es inevitable, los
propietarios de los medios son personas públicas, ocultarlas solo traería
sospecha sobre sus motivos y desconfianza en sus verdaderos intenciones.
Para
cuando venga el cambio político que la mayoría del país desea, nos espera la
tarea de desentrañar este ovillo de empresas fantasmas y personas interpuestas,
de corporaciones off-shore y dineros sin certificación de origen, de negocios
turbios hechos al amparo de la impunidad y la complicidad con el mundo del
crimen, no podremos tener un país decente si arrastramos con nosotros medios
informativos, de entretenimiento, de promoción comercial, de servicios públicos
y educativos con otras agendas que no sean los intereses de una Venezuela libre
y honesta y de tratar de hacer ciudadanos mejor informados, más activos y
exigentes. – saulgodoy@gmail.com
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