sábado, 20 de diciembre de 2014

El cuarto jinete


 

Al filosofo norteamericano Daniel Dennett se le conoce como “el cuarto jinete del ateísmo”, es un hombre de aspecto bonachón, se parece a un San Nicolás por su larga barba blanca, a pesar de ser un septuagenario se mantiene activo dando clases y conferencias a salones llenos, es continuamente entrevistado por los medios de comunicación, sus libros se venden tan pronto salen de la imprenta, es polémico y sus argumentos tienen un filo acerado que esta cortando sin piedad las creencias y discursos que hasta el día de hoy, nos daban nuestro concepto e imagen de seres humanos.

De los cuatro jinetes del ateísmo (los otros son Richard DawkinsSam Harris y Christopher Hitchens) Dennett es el más peligroso, pues sus argumentos llevan el peso de las mas avanzadas investigaciones científicas en el campo de la neurobiología, la genética, los estudios cognitivos y la inteligencia artificial.

Dennett es un filosofo de las ciencias, en varias de sus entrevistas nos cuenta que desde muy joven quiso entender como trabajaba la mente, como era la conciencia posible, que era el pensamiento y como trabajaba nuestro cerebro, para ello tuvo que abandonar el terreno de la especulación filosófica y encerrarse en los laboratorios de investigación con científicos de diversas disciplinas, en distintos lugares del planeta.

Lo que encontró Dennett en esas frías instalaciones experimentales, rodeado de alta tecnología, fue un hombre diametralmente distinto al que nuestra cultura occidental nos tiene acostumbrado a creer.  

Lo que nos dice, por un lado, es que somos mucho mas complejos de lo que creíamos desde el punto de vista de nuestra fisiología y de nuestro aparato sensorial, que nuestra conciencia no es más que un torrente de actividad cerebral, en vez de un intuitivo centro de control y procesamiento al que le atribuimos una identidad, nuestra relación con el mundo es mitad ilusión y mitad realidad, pero aun más importante, que ya no necesitamos ese bagaje de términos que hemos acumulado desde el Medioevo y que más que ayudarnos, lo que hace es confundirnos y que debemos revisarnos, porque se puede ser más humano, sin adornos ni propiedades mágicas, y vivir una vida mucho mas plena, encarando sin prejuicios lo que verdaderamente somos.

La famosa división cartesiana entre cuerpo y espíritu es definitivamente demolida ante los hallazgos de la ciencia, el argumento evolutivo de nuestras facultades y órganos explican de manera razonable los grados de adaptabilidad y y funcionabilidad (performance) de nuestro sentidos, lo que le ha valido a Dennett ser atacado como un “ultradarwinista”.

Dennett desarrolla sus tesis desplazando de la ecuación de la vida todo vestigio de intervención divina, no hay “ganchos celestiales”, no hay una mente superior creadora y originaria, ni existe un diseñador responsable del orden natural, lo que existen son “grúas” evolucionistas, que desde las combinaciones mas simples van montando poco a poco, en períodos de varios mies de millones de años, las mas sublimes creaciones del universo.

En uno de sus libros mas famosos Consciousness Explained (La conciencia explicada) 1991, Dennett aborda el complejo tema de la conciencia desde dos vertientes, por un lado el contenido, cuales son las piezas estructurales de la conciencia y como trabajan y luego, se adelanta a exponer una teoría unificada de la conciencia.

Este libro me impresionó, fundamentalmente por el lenguaje que utilizo para explicar las mas abstractas funciones de nuestro cerebro, el uso de terminología completamente nueva que describen funciones y escenarios que solo se detallan en situaciones  experimentales, incorporando el léxico científico, para quienes gustamos de aprender nuevas palabras para nuestro vocabulario, el libro es una maravilla, lo hace muy didáctico y sumamente difícil de refutar.

Y es justamente una de las críticas que se le hace desde la academia, en su artículo El mensaje es: que no hay medio, dice con respecto a sus críticos: “[Otros] indican que mi ‘resistencia a usar la terminología filosófica estándar para discutir esos asuntos' a menudo me crea problemas; los filósofos tienen dificultades para imaginarse qué estoy diciendo y qué estoy negando. Mi negación a jugar con mis colegas es deliberada, desde luego, ya que veo la terminología filosófica estándar como algo peor que inútil --como un gran obstáculo para el progreso ya que se basa en muchos errores.”

Uno de estos críticos es el abogado y autor Phillip E, Johnson, ex secretario del Presidente de la Corte Suprema de Justicia de los EEUU, Earl Warren, profesor de derecho de la Universidad de California en Berkeley, un católico y polemista creador de la tesis creacionista del “Diseño Inteligente” que pretende hacerla pasar como una tesis científica, para favorecer la inclusión de las opiniones creacionistas cristianas en los pensum de estudios en las escuelas de ese país.

Johnson es un acérrimo contendor de las teorías evolucionistas a las que califica como “ateas” y propone una versión en la cual, Dios es el creador de la evolución, una evolución marcada por intervenciones divinas, ajustándolas a las sagradas escrituras.

Dice Johnson: “los ultradarwinistas se hacen culpables de «envidia de la física» porque «tratan de transformar la selección natural desde una sencilla forma de preservación del registro... a una fuerza más dinámica, activa, que moldea y conforma la forma orgánica con el paso del tiempo.”

Pero los argumentos de Dennett son demoledores, sus pruebas difíciles de refutar (Johnson no lo logra), ese llamado “Diseño Inteligente” es reducido a sus componentes básicos y explicados por la biología evolutiva sin ningún problema, tal y como en su momento Alan Turing hizo con la inteligencia artificial, reducir a sus componentes mas básicos el cálculo matemático, a sus pasos mecánicos más simples, para por medio de algoritmos, hacer que las máquinas,  que nada saben de matemáticas, pudieran hacer cálculos que un humano no era capaz de realizar.

Daniel Dennett acaba se publicar un libro, Romper el hechizo: La religión como fenómeno natural (2007), y en el cual explica el papel de la religión en la evolución del ser humano, se trata de toda una argumentación para dejar atrás ese “elevado concepto” que tenemos de nosotros mismos, fomentado por la religión, como criaturas cuasi divinas, para referirse a ese prodigio de la naturaleza que es el hombre y su cerebro, capaz de crear una mente, un complejo sistema intencional basado en el trabajo constante de millones de pequeños centros de organización biológica, a la manera de millones de robots sin conciencia, y que son los que crean esa extraordinaria metáfora que llamamos realidad.

Aunque Dennett jamás dice que la conciencia no existe, se infiere que lo que sí sucede en nuestro cerebro es una consecución de diferentes estados físicos de su masa neural, entonces la conciencia es eso, un constante flujo de contenidos e impresiones compitiendo por prevalecer y comandar las acciones de nuestro cuerpo y su entorno.

Lo que nos hace mucho más delicados, sofisticados y preciosos que simplemente un cuerpo conducido por un alma o un espíritu que nos abandona para subir al cielo y estar con Dios.

 

 

 

 

 

 

 



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