EEUU siempre consideró a Cuba como lugar estratégico para su dominio sobre el Atlántico Norte, el Caribe, el norte de Sur América y el acceso a las fachadas africana y europea, eso ya es historia vieja, de modo que sorpresa no hay por el movimiento político del presidente Obama para destrabar la situación heredada de la Guerra Fría, no debe ser visto sino como la continuación de un plan que tiene más de un siglo en desarrollo.
Probablemente
las circunstancias en que la decisión se tomó hayan sido complejas, y es a lo
que quiero referirme, pues a mi entender fue una decisión apresurada, el Assad no estaba listo; pero los europeos ya tenían fuertes inversiones en la isla y
planes a largo plazo, Brasil y Canadá estaban apostando igualmente en el futuro
de Cuba; Rusia, en principio, al igual que China, tenía planes para mover sus fichas
en la mesa de los Castro… la situación de Venezuela, de agotamiento acelerado
de su capacidad de financiación, tenía a todo el mundo nervioso, ya que el
estado de la economía cubana era realmente calamitoso.
Pero
la situación interna del gobierno norteamericano también incidió en adelantar
la decisión, Obama y el partido Demócrata habían perdido las dos cámaras del
poder legislativo y, sin el Congreso a su favor, llevar a cabo logros políticos
que levantaran la alicaída opinión pública iba a ser difícil, de modo que esta
opción de hacer ruido por medio de jugadas espectaculares era una salida para escamotearle
el protagonismo a los republicanos.
Como
varios medios habían informado de manera casi confidencial, los EEUU tenían tiempo
sosteniendo reuniones con Cuba, en la agenda estaban los temas de las conversaciones
de paz con las FARC en Colombia, el coloniaje de Venezuela, la injerencia
cubana en la vida política de varios países latinoamericanos (su capacidad de
fomentar inestabilidad social y política por medio de su red de organizaciones
comunistas) y, desde luego, las expectativas de los Castro en ver nuevas
inversiones y empleo en la isla, la apertura comercial y el acceso al
financiamiento internacional.
Uno
de los catalizadores de la decisión de Obama fue la urgencia que tenían los
Castro en asegurar la sobrevivencia de su régimen en medio de una transición;
el país no aguantaba más, la población estaba al borde de una hambruna.
Raúl
Castro y la plana mayor del gobierno cubano necesitaban seguridades sobre su
futuro, conservar su poder político mientras se daba una apertura democrática,
asegurar sus fortunas mal habidas y, sobre todo, asegurarse la impunidad por
sus crímenes en contra de la humanidad.
Todo
eso estaba incluido en el paquete de la negociación, me imagino que los
europeos estaban informados en alguna medida de esas conversaciones, por lo
menos para tener las garantías
suficientes sobre lo que ya habían invertido, creo que era de su interés
que los EEUU liderara este cambio de Cuba hacia la economía de mercado, sin
presos políticos, con reglas claras y el respeto a la ley con lo que
garantizaban el aspecto de seguridad, con esos socios dinásticos tan poco
confiables como son los hermanos Castro.
Cuba
había aprovechado la “generosidad” venezolana, ese expolio de los recursos
nacionales para entregárselos a Cuba, para su desarrollo, en vez de invertirlos
en el país, para financiar una buena parte de su infraestructura, sobre todo
vías, electricidad y puertos, necesarios para venderse como centro de
distribución de mercancías en las rutas marítimas, y para diversificar su
dependencia de la actividad turística.
Pero
el gran problema cubano es que carece de recursos naturales importantes, no
tiene minas, no hay petróleo, sus tierras productivas son limitadas para el uso
agrícola, no tiene bosques y el agua es escasa, no posee industrias y el azúcar
y el tabaco son negocios marginales; el inversionista que ponga dinero en Cuba
no tiene mucho que llevarse de vuelta y el riesgo de una nueva ola de
nacionalizaciones y expropiaciones es un riesgo claro y presente.
La
jugada de Obama es la única posible, y los cubanos deben estar dispuestos, en
algún momento, a mantener una importante base militar norteamericana en su
suelo, otra adicional a Guantánamo; sólo permitiéndole a EEUU convertir a Cuba
en un reducto estratégico militar podrán gozar de las otras aperturas
comerciales que vienen con la seguridad para occidente de un tráfico y unos
negocios amparados por las garantías y la ley internacional.
El
otro tema importante son los cubanos en el exilio, sobre todo los que ya pertenecen
con todos los derechos ciudadanos a los Estados Unidos, algunos con posiciones
adquiridas de poder; hay una memoria colectiva que permanece viva , con
familias divididas, con bienes confiscados, con cuentas por cobrar y
expectativas de justicia.
Existe
el asunto pendiente de las compensaciones, producto de expropiaciones de bienes
y empresas de corporaciones norteamericanas y familias cubanas durante el
mandato de Fidel Castro, juicios que todavía no se han resuelto por daños y
pérdidas causadas.
Son
muchas las cubas que se anhelan, son muchos los intereses y los riesgos… a
partir de este momento los EEUU debe asumir un inmenso costo para poder llevar
a buen puerto el retorno de Cuba a la civilización occidental.
La
Cuba de los Castro se derrumbó solita, es de esperar que traten de patalear
para no ahogarse; ya el discurso de La Habana trata de explicar en términos de
una “evolución” socialista lo que les está sucediendo, los apologetas de la
revolución empiezan hablar de transformaciones y ajustes en la lucha
antiimperialista; pero como todo estado fallido, su término de expiración es
inevitable, queda ahora saber cuál de las hipótesis que se manejan sobre su
destino será la viable y cómo Latinoamérica va a asumir ese nuevo
desgarramiento en su utopía de Nuevo Mundo… otro fracaso en su errada filosofía
de la liberación, que sólo ha servido para enterrarla más y más en el
subdesarrollo. – saulgodoy@gmail.com
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