lunes, 19 de enero de 2015

De Sonora a Siberia


Se hace llamar Martin Cruz Smith, natural de Pennsylvania, EEUU, es un escritor especializado en la llamada novela negra o policial; en 1981 publico la novela que lo catapultaría a la fama y al éxito, Gorky Park, sobre una investigación criminal de un policía Ruso, el Investigador de homicidios de la MVD (Ministerio del Interior) en Moscú, Arkady Vasilevich Renko.
De este best seller se hizo una taquillera película en 1983, del director Michael Apted, interpretada magistralmente por William Hurt en el papel de Renko.
Ya son casi la decena de libros que Martin ha escrito sobre los casos de Renko, incluyendo uno que transcurre en La Habana, pero además tiene otros libros sobre investigaciones criminales, entre ellos una serie sobre un experto en el comercio de obras de arte en New York, Romano Gris, quien además es gitano y se involucra en investigaciones de falsificaciones y robos de obras de arte, muchas de las cuales llevan a la extorsión y la muerte.
Escribió otras novelas policiales bajo el seudónimo de Nick Carter; puso su pluma a la orden del género de novelas de vaqueros con el pseudónimo de Jake Logan; utilizó su alter ego Martin Quinn para obras de suspenso; como Simon Queen ha escrito una interesante serie, El Inquisidor, sobre un brillante sacerdote e investigador al servicio del Vaticano.
Por su trabajo en la novela policiaca ha recibido los más importantes premios en USA, como el premio Edgar Allan Poe, el premio de la Asociación de Escritores del Crimen, el de los Escritores de Misterio de USA (cuatro veces); también se hizo acreedor de la Daga de Oro de los escritores británicos.
Pero, de su extensa obra, las novelas que más me gustan son las de sus personajes indios o nativos americanos, que suceden en reservaciones y escenarios del medio oeste norteamericano.
Y es que Martin William Smith, su verdadero nombre, tiene sangre mestiza, su abuela paterna era de apellido Cruz y tenía ascendencia de las tribus Pueblo y Yaqui del suroeste norteamericano, de allí le vino una gran afición por las culturas nativas, al punto de que su primera novela fue una ucronía, esos libros que hablan sobre qué hubiera pasado si…
Los indios ganaron, publicada en los años sesenta, trata de cómo las tribus de los Lakota y los Cheyenne se unieron en un gran frente contra las tropas de la Unión. Financiados por grupos europeos, que invertían en levantar a los nativos contra la naciente amenaza norteamericana en el mundo, proveyéndolos de armas, comida y otros recursos, pudieron resistir y ganarle la guerra a las tropas confederadas.
Luego, otras tribus decidieron unirse a esa resistencia y llegaron a obligar al gobierno de los EEUU a negociar una paz en términos favorables a los nativos, reconociéndoles un enorme territorio que ocupaba parte de Canadá, Norteamérica y México, y aunque en La Nación Unida India desarrollaron grandes metrópolis, la mayor parte del territorio lo conservaron para sus estilos de vida tribales; en estas circunstancias desarrollaron la bomba atómica, usándola como elemento disuasivo ante las amenazas  en contra de su independencia.
Hoy quiero ocuparme de comentarles dos de las novelas “indias” que escribió Martin Cruz Smith y  acabo de terminar de leer, son ellas Nightwing (1979), una novela de horror de la que se hizo una película en 1979, que aún no he podido ver, y Stallion`s Gate (1986), traducida como Los Álamos, una novela de espionaje.
En Nightwing, el personaje principal es Youngman Duran, un joven Hopi con una adolescencia signada por problemas de delincuencia juvenil, que le hicieron pasar seis largos años en la prisión; al salir, decide irse a su tierra, donde finalmente es nombrado comisario de la reservación, un puesto cuya principal actividad es aplacar borrachos o recogerlos de las calles, y no permitir que los turistas tomen fotografías durante las danzas rituales, un trabajo que le da suficiente tiempo para dedicarse a acampar en el desierto y cultivar su gusto por la cacería.
Youngman es amigo de un excéntrico anciano y brujo de la tribu, Abner Tasupi, quien la noche antes de su misteriosa muerte decide ponerle fin al mundo por medio de un conjuro, para salir de varios problemas que aquejaban la reservación Hopi: en primer lugar, los Navajos, que poco a poco han venido invadiendo el territorio y cercando con sus actitudes racistas a los Hopis, a quienes consideran inferiores; y por otro lado, las Cortes Federales y a la Oficina de Asuntos Indígenas, que son los órganos del gobierno que, en opinión de  Abner, los mantienen en la miseria; finalmente, las compañías de carbón y gas, que explotan esos recursos en el territorio a cambio de algunas pocas limosnas para los nativos.
El poderoso conjuro de Abner desata una mortífera plaga de peste bubónica en el territorio, causada por una invasión de murciélagos-vampiros asesinos, que llegan desde México; su primera víctima es el mismo brujo.
Esta novela se monta sobre la popularidad de la novela de Peter Blenchy Jaws (Tiburón), de la que Spillberg hizo su taquillera película, en la que los animales son fuente de terror y angustia para los humanos.
En Los Álamos, el protagonista es el sargento Joe Peña; para el momento en que empieza la novela, en 1943, se encuentra detenido en la celda de castigo de la prisión de Leavenworth, pues lo encontraron en la cama con la esposa de su oficial superior.
Joe es un tipo bastante peculiar, boxeador profesional, pianista de jazz, hijo de Dolores La Alfarera, la más reputada de Nuevo México, peleó en Filipinas bajo el comando del General MacArthur, pero, lo que más le interesa, al servicio de inteligencia del ejército es porque, de niño, conoció a otro chico, que vino de New York a curarse un principio de tuberculosis, y le enseñó a cabalgar, se hicieron amigos y no se vieron por mucho tiempo. Ahora ese amigo regresaba a Nuevo México como jefe de un proyecto secreto a Los Álamos, se trataba de J. Robert Oppenheimer.
El ejercito quería que fuera su chofer, su contacto con los indios de la región (Los Álamos está enclavado en territorio indio), pero principalmente pretendía que lo espiara, pues sospechaban que los soviéticos contaban con un agente infiltrado que les estaba enviando información sensible.
Martin recrea en esta novela el ambiente y las operaciones que mantenía el gobierno Norteamericano en ese territorio, el proyecto más costoso de su época, para el que no escatimaron recursos (la investigación y desarrollo de la bomba atómica así lo exigía), manteniéndolo bajo el secreto más absoluto; pero de nada les sirvió, en esta historia, basada en hechos reales, sí había “un topo” y los rusos obtuvieron todos los secretos para construir su propia arma nuclear.
Para 1944, cerca de 5 mil personas se encontraban viviendo en La Mesa, mayoritariamente del ejército, como personal de soporte y de seguridad, pero con ellos había una colonia de emigrantes europeos, sobre todo alemanes y británicos, principalmente físicos, químicos, matemáticos, expertos metalúrgicos y electrónicos, quienes eran los científicos que hacían avanzar el proyecto de la super arma, que el Presidente Roosevelt pensaba utilizar para acabar con la guerra. La idea de tener que invadir Japón para doblegarlos, con el altísimo costo que significaría en vidas, en una lucha que sería casa por casa, desvelaba Roosevelt, que había puesto todas sus esperanzas en el Proyecto Manhattan, como se le conocía en círculos oficiales.
En ambas novelas el personaje principal es el territorio y los nativos americanos que lo pueblan; Martin Cruz Smith es reputado por sus exhaustivas investigaciones de campo, antes de sentarse a escribir sus novelas, y se nota a leguas su amor y comprensión por la tierra de sus ancestros, sus culturas, sus padecimientos.
Sus observaciones sobre la naturaleza de las reservaciones indias son asombrosas, el conocimiento que prodiga sobre geología, botánica y el comportamiento de las especies animales autóctonas es digno de un naturalista y refuerza la credibilidad en sus narraciones; flanqueado por sus palabras, estás allí con los indios, cazando ciervos entre pinos ponderosas, montando caballo en medio de gargantas rocosas, sacudiéndote escorpiones del saco de dormir…
En Nightwing hay descripciones de profundas cavernas de un aterrador realismo; en Los Alamos el sufrimiento de los animales, ante la inesperada presencia de un proyecto de la magnitud y peligrosidad como lo fue Manhattan, es conmovedora.
Ambas son muy buenas novelas y las recomiendo a quienes les gustan de los temas que exponen; Martin es un maestro del suspenso, de eso no hay la menor duda.
Martin Cruz Smith fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson en 1995, fue uno de los primeros que se sometió a una operación experimental de “estimulación cerebral profunda” en su momento, un procedimiento de implantes de electrodos en el cerebro, para la regulación de impulsos eléctricos, esos que se desatan inesperadamente y provocan los temidos temblores involuntarios (una especie de marcapasos cerebral).
La intervención funcionó, concediéndole (también a sus lectores) un tiempo extra en su oficio como escritor, que trabaja estrechamente con su esposa, la que transcribe los textos y los corrige, y convirtiéndose en uno de los más visibles promotores para la investigación de esa enfermedad degenerativa. – saulgodoy@gmail.com





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