Por legado se entiende lo que se transmite a los sucesores, una herencia, una última voluntad.
¿Cuál
es ese legado que la secta chavista pretende se le ha transmitido al país?
¿Dejó Hugo Chávez Frías algo que pudiera considerarse un legado, y si es así,
cuál fue?
Empecemos
por decir que la muerte del Comandante Chávez fue uno de los episodios más oscuros
de la historia de Venezuela; enfermo de un cáncer terminal se fue a Cuba a
recibir tratamiento y a estas alturas no se sabe lo que ocurrió en la isla de
Fidel Castro.
El
gobierno ha promovido la versión “Oficial” de que Chávez regresó al país con
vida y murió en Caracas, pero ya se venía escuchando versiones de que murió en
La Habana, donde parece que le aplicaron la eutanasia en medio de un cuadro de
acelerado deterioro, dicen que en medio de un coma inducido, para evitar que
siguiera padeciendo los dolores que la morfina ya no aliviaba.
Según
esta versión, tardaron dos meses en anunciar su deceso para de esta manera
darle los últimos toques a ese “legado” con el que la propaganda comunista
quiere atragantarnos: dos meses para preparar decretos firmados por el difunto,
para planificar exequias, acomodos y estrategias para el continuismo.
Lo
del legado es un asunto bastante turbio, Chávez nunca reconoció su mortalidad
sino hasta el último momento, entre otras cosas porque los cubanos le
garantizaron que seguiría viviendo gracias a sus intervenciones; su batalla
contra la enfermedad le restó fuerzas y concentración para poder concretar su disperso
pensamiento y obra, la viajadera entre Caracas y la Habana lo mantuvo en
tensión los últimos meses; de hecho, en sus pocas apariciones públicas se le
veía atolondrado y muy golpeado, los tratamientos invasivos y la quimioterapia
minaron su vitalidad y claridad en su discurso mental… al final, en su
despedida al país ya no había voluntad, sino miedo y tristeza.
Todo
eso nos revela que “el legado” lo preparó su maquinaria política española-cubana-venezolana,
que tenía como prioridad no sólo inmortalizar al hombre, sino elevarlo a figura
de símbolo de la revolución bolivariana; en este sentido la maquinaria ya venía
trabajando en una recopilación de su pretendido pensamiento, principalmente con
base en sus discursos improvisados, en sus decretos, en sus programas de radio
y televisión, entrevistas… hasta se hizo una recopilación de sus twitters,
cuando todo el mundo sabía que el hombre era incapaz de hilvanar por si mismo
ideas coherentes, sólo hacía notas en papeles sueltos y en pizarrones llenos de
una muy mala ortografía.
El
filosofo deconstructivista Jacques Derrida decía del legado de Marx: “Leer es siempre el asunto importante cuando
de un legado se trata, y si va a ser heredado, no hay otra opción sino leerlo
de manera seria y precisa.”
Como
consumado parlanchín, vendedor de elíxires y esperanzas, Chávez no tuvo rival, y
todo comenzaba cuando hablaba, porque lo hacía él únicamente, nunca tuvo
contraparte ni contraargumento, solamente aceptaba opiniones a favor y
comentarios que salpimentaban sus ideas grandilocuentes, vacuas y
contradictorias, Chávez siempre careció de textualidad, de modo que no sería de
extrañar que su “obra escrita”, su legado, con el transcurso del tiempo tenga
varias versiones.
Le
gustaba darse la pose de pensador profundo, las fotografías que prefería eran
las que lo recogían con la mano en la barbilla y la expresión de su rostro
perdida en contemplaciones que trascendían este mundo, pero la verdad que no
pasó de ser el perifoneador de ideas de muchos intelectuales mediocres, sobre
todo marxistas, y de ellos prefería a los antiimperialistas y anticolonialistas,
pues su mente estaba atrapada entre las rejas de esa filosofía de la liberación,
que tanto mal le ha hecho al Tercer Mundo, y de la que su mentor, Fidel Castro,
era uno de los sumos sacerdotes.
Se
creía un pensador no sólo moderno sino lanzado al futuro, a sus manos llegaba
cualquier cantidad de libros escritos casi que para él, de los cuales recitaba
parrafadas incomprensibles, muchas veces descontextualizadas, llenas de mucho
resentimiento histórico… el mundo que era capaz de entrever era la degastada
visión utópica rousseauniana del buen salvaje, de ese hombre natural prístino y
bueno, anterior al proceso de socialización que lo corrompe.
El
plato fuerte de su “pensamiento” era ese panfleto llamado Plan de la Patria: la receta perfecta para el desastre, que fue
aplicado a pies juntillas en nuestro país y lo condujo a la debacle económica y
social más terrible que se haya producido en la historia de Latinoamérica; porque
si bien hay naciones mucho más pobres que nosotros y con menos oportunidades,
lo que sucedió en Venezuela, en un país petrolero, boyante, democrático y en
pleno desarrollo, una vez aplicado este malhadado plan, que nos llevó a la
miseria y la opresión más abyecta, en sólo 16 años, es, sin duda, no un legado,
sino una maldición.
El
punto de honor que el chavismo y el mismo Chávez predicaban era, precisamente,
la construcción de una nueva sociedad y un nuevo hombre, felices, sanos, bien
alimentados, libres, educados, seguros… hasta auguraba hacernos una potencia
mundial, todo lo contrario a lo que estamos viviendo; su plan nos ha convertido
en una vergüenza mundial.
El
aparato de propaganda comunista ha tenido que hacer malabarismos semánticos e
ideológicos para ajustar ese ideario comunista de la guerra fría a la idea
lejana de un triunfo, no les ha quedado más remedio que falsificar una y otra
vez sus más caros ideales de justicia social, de humanismo y amor, ante la dura
realidad de vernos retratados como el país más violento, más corrupto, más
desasistido y al borde de la quiebra en la comunidad de naciones.
La fórmula
propia del comunismo, que parte del conflicto eterno entre ricos y pobres,
entre explotados y explotadores, de opresores y oprimidos, tratan de perdurarla
en la nueva leyenda, que quieren instaurar aún contra toda racionalidad y
evidencia; Venezuela vuelve a fracasar como país por ideas equivocadas, que ni
siquiera son nuestras.
Desde
que Chávez se hizo con el poder empezó a pronosticar la caída de los EEUU como
imperio mundial, a predecir el surgimiento de un nuevo orden, la desaparición
del capitalismo, todo esto mientras el país recibía un enorme chorro de dinero,
producto de los más altos precios petroleros en la historia, cientos de
billones de dólares que se perdieron en las cloacas de la corrupción o se
regalaron a otros países; esto porque Chávez se alucinaba como el líder mundial,
que la humanidad necesitaba para indicarle el camino hacia el paraíso socialista.
El
entendió que ese esfuerzo iba a costar mucho dinero, nuestro dinero, pero
estaba consciente de que tenía que hacerse y que el pueblo de Venezuela
aceptaría ese sacrificio con alegría, de todas maneras, él creía que su sola
palabra y presencia bastaba para cambiar los precios del petróleo en los
mercados internacionales y que, una vez alcanzados los 100,oo $ por barril, el
límite era el cielo.
Su
prodigalidad con otros países iba en dirección contraria a su sueño infantil de
una Venezuela convertida en un inmenso campamento miliciano, lleno de comunas,
practicando el trueque y la solidaridad, en posesión del armamento más
mortífero y moderno del mundo, todos atrincherados, como cristianos en las
catacumbas romanas, tomados de las manos y cantando loas a Bolívar, a Fidel y a
su persona… de nuevo tenía Latinoamérica ejércitos de libertadores.
Su
legado a las FFAA fue veneno puro, allí terminó de sembrar el oscurantismo más
craso, la cobardía, el vicio y la corrupción.
Obligó a los soldados de la patria a casarse con la guerrilla
colombiana, con el narcotráfico mexicano, con el terrorismo vasco, con el
fundamentalismo islámico, con la milicia cubana… Chávez le clavó la puntilla de
muerte a unas fuerzas armadas, sin importarle en lo más mínimo el futuro de la
institución, la llevó de la mano a la traición más infame.
Pero
las verdaderas intenciones de estos revolucionarios nunca dejaron de sentirse;
era una manada de lobos, de justicieros y conductores de hombres… el precio a
la traición al proceso se pagaba con la muerte, su deber, el dominio, su misión,
destruir el orden establecido y crear uno propio.
Y detrás
de ellos iban no sólo locos y visionarios, sino oportunistas, ladrones y
asesinos, muchos de ellos torvos maniáticos sexuales, porque la revolución
bolivariana era como un bautismo de sangre, donde todos los pecados serían
perdonados y los riesgos premiados con el oro y las mieles del poder absoluto.
Las
grandes contradicciones entre lo que se propone como legado y la realidad
venezolana e internacional, han disuadido al chavismo de avanzar en su proyecto
de instaurar en las personas mayores de edad y con cierto criterio el legado
del Comandante; pero se ha escogido fomentar la idea entre nuestros niños,
creando la leyenda del arañero de Sabaneta, afincándose en la mitología santera
del iluminado, del espinito que florea en la sabana , de Florentino y el Diablo,
de lo telúrico de la llanura, del pariente de Zamora, de los hijos de Chávez…
Nunca
han dejado de actuar como una secta, nunca dejarán de hacerlo y su mandato es
sólo uno: obedeces o mueres. Porque la revolución es lo que importa, por sobre
todas las cosas hay que hacer realidad el sueño de Chávez; el odio de clases
fue su legado, era lo único que conmovía su indigente corazón. –
saulgodoy@gmail.com





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