Una de las grandes lecciones que los venezolanos hemos aprendido de estos años que vivimos en peligro bajo el terror chavista, ha sido que los regímenes totalitarios que se hacen pasar por democracias utilizan, sin ningún rubor y para su conveniencia, todo el aparataje institucional republicano no sólo para promover sus intereses y objetivos, sino para permanecer en el poder manipulando hasta lo imposible los mecanismos electorales.
Si un
régimen controla la información en una nación, de manera que los ciudadanos sólo
conocen lo que el gobierno desea que conozcan, si ha impuesto fuertes medidas
de censura y desinformación para las gestiones gubernamentales, es decir, que
el desempeño y la eficiencia de las distintas instancias y órganos de gobierno
no pueden ser evaluadas; si el control público de las instituciones se
desactiva, lo más probable es que la trampa y la corrupción se hayan enquistado
en todo el sistema para promover los resultados que el gobierno quiere y lo
favorecen.
Y
cuando digo que el totalitarismo utiliza todo el aparato democrático a su favor
estoy incluyendo a los partidos políticos que existen y que juegan a la
democracia, y el simple cambio de reglas en éste juego, inevitablemente empieza
a variar la misma naturaleza de los participantes en el evento electoral.
Tomemos
como ejemplo las regulaciones que afectan el financiamiento de los partidos, si
el estado no proporciona el financiamiento para las campañas en términos de
igualdad, o proporcionalmente a su presencia en las regiones y resultados en
anteriores comicios, si el estado regula estrictamente la manera de obtención
de fondos para el partido, incluyendo los aportes nacionales y los que llegan
del extranjero, con el propósito de asfixiar a los partidos de oposición, puertas
adentro de la organización partidista se van produciendo cambios que se amoldan
a estas regulaciones, muchas veces cambiando el carácter de las mismas.
En
todos lados del planeta participar en unas elecciones significa un gasto enorme
de energía y de recursos, quien tenga disponible una gruesa cartera de dinero
definitivamente tiene la ventaja, pero si además, controla las instancias y
mecanismos electorales, la posibilidad de ganar esas elecciones aumenta
significativamente, por ello es que las leyes electorales son tan estrictas
cuando el partido de gobierno, los que tienen el poder, concurre al juego
electoral.
¿Qué
sucede cuando hasta el voto está controlado por el estado? El voto, como todos
sabemos, es la manifestación de elegir de un ciudadano, es la pieza de
resistencia del sistema democrático, en el voto libre se basa la soberanía de
una nación, es el mecanismo de cambio de gobiernos.
El
chavismo ha logrado conquistar ese último estadio del sistema político democrático
haciendo dos cosas fundamentales: controlando la información y controlando los
partidos políticos.
El
gobierno chavista ha venido utilizando las
leyes electorales en nuestro país a discreción, abusa de ellas, las tuerce, las
manipula a voluntad; ya que el árbitro electoral es una parte del aparato del
gobierno (depende de él para su financiamiento y el nombramiento de sus
miembros), un régimen tiránico tratará de convertirlo en un árbitro permisivo y
sumiso con quien lo elige y le da de comer, pero si además le facilita una
plataforma automatizada, un adelanto tecnológico que supuestamente garantiza la
rapidez, exactitud y pulcritud del proceso, pero que mal usado permite el
fraude masivo e instantáneo.
No
soy un experto en estos complejos sistemas, pero me imagino que, si se quiere
hacer trampa, se puede hacer y ocultarla para que no haya reclamos; si se
controla a quienes hacen estos equipos, a quienes los venden e instalan, si se
controla a quienes los operan, pues el control de la información se logra hasta
para manipular los resultados electorales.
Pero
lo que más me ha sorprendido es el control que un gobierno totalitarista puede
lograr dentro de los partidos políticos, los moldea a su imagen y semejanza, los
corrompe y los infiltra, no sólo de gente que está trabajando para que el
gobierno se mantenga en el poder, sino que los dota de una mentalidad y de una
lógica que los hace obviar lo fundamental: que el juego electoral está viciado
de raíz, la participación de los partidos políticos de oposición en esta
parodia, terminan por enterrar la democracia.
La
verdad es que sorprende la fe que algunos tienen en el sistema automatizado, a
pesar de los innumerables fraudes que diariamente se descubren en las redes,
aún en las más seguras del mundo, y de los controles para hacerlas
infranqueables, siempre hay alguien que puede extraer o introducir información
no autorizada, cambiar cosas, agregar data, variar resultados.
Pasa
en los bancos a diario, en los sistemas de seguridad de las naciones más
avanzadas, en las bases de datos de servicios públicos, lo que sucede es que en
esos países hay orden y leyes, estas situaciones se detectan, el daño se repara
y los sistemas siguen funcionando.
El
chavismo es una fuerza política que no le interesa la democracia sino el poder,
cuando va a una elección, dispone de los fondos y recursos del estado, sin
ninguna restricción, e impone sus candidatos sin repara en gastos… el presupuesto
nacional es su cofre de guerra, y los partidos políticos han aceptado esta
situación, digamos que no han podido hacer nada por evitarla, y ese abuso se ha
convertido en parte del juego democrático.
El que
el árbitro sólo actúe para favorecer al partido de gobierno y en contra de los
partidos políticos es algo también “normal” a lo que nos han acostumbrado en las
elecciones, las reglas varían de acuerdo a los intereses del gobierno, permiten
la reelección de candidatos, cambian los circuitos electorales a discreción, y
con ello, la representatividad; le exigen requisitos a algunos mientras a otros
obvian hasta sus documentos de identidad, cuando se recogen firmas para
impulsar una iniciativa popular valen unas y otras son rechazadas, las
multiplican si es para su causa, siempre para asegurar la permanencia en el
poder del partido gobernante.
Lo
curioso es que los partidos políticos se aferran desesperados a ciertas
“victorias” que se han obtenido en el pasado, todas sin resultado tangible o
ganancia para la democracia y los ciudadanos, o si no, ¿De qué han servido los
curules obtenidos por la oposición en la Asamblea Nacional, de qué, los
alcaldes y gobernadores que tenemos gobernando?
¿No están todos amenazados, algunos en prisión, otros intervenidos o con
administraciones paralelas y la gran mayoría asfixiados y maniatados?
Con
la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la cosa es más misteriosa, solo
nos enteramos que no hay real cuando un vocero nos anuncia que no hay dinero
para hacer las primarias, y que por esta razón, todos los “eternos”, los
supuestos líderes de los partidos, repiten por consenso y los arribistas tienen
que someterse a primarias, he allí un primer problema nada democrático, y que
se reduce a otorgarle a los candidatos y organizadores de la MUD un cheque en
blanco en cuanto a su idoneidad e importancia para ser un candidato seguro a
una curul.
Los
venezolanos hemos caído una y otra vez en este error de apreciación sobre
nuestro políticos, no son superhéroes, ni mutantes ni cyborgs, son personas de
carne y hueso como usted o yo, con capacidad de errar, con vicios y carencias,
con debilidades y necesidades, posiblemente con grandes virtudes pero que
pueden cometer tonterías y hasta delinquir, por lo que deben ser sujetos al
escrutinio sobre lo que dicen y hacen, de ponerlos a prueba, de cuestionarlos y
observarlos bajo la luz de la opinión pública, porque han escogido una
profesión en la que estamos directamente involucrados, serán nuestros
representantes, hablaran por nosotros, defenderán nuestros derechos, lo menos
que podemos hacer es medirlos, probarlos y cuestionarlos.
El
segundo problema es que detrás de la unidad, de la necesidad que tiene el país
de un cambio democrático, se ha tratado de manejar la censura para acallar las
opiniones en contrario, quien no acepte las decisiones de la MUD sin chistar,
es un vendido, un agente provocador del chavismo o un “antipolítico”.
En
nombre de la unidad, una unidad artificiosa, obligada dada las circunstancias,
pero necesaria ante un formidable contendor como lo es el monstruo chavista, un
enemigo común que solo busca una cosa, el dominio absoluto sobre nuestras vidas
y bienes.
Pero
diera la impresión que detrás de esta perentoria necesidad del país por
encontrar un cauce para el cambio, debido a esa urgencia existencial que
tenemos los venezolanos decentes de un gobierno democrático, constitucional y
respetuoso de las libertades, se ha conformado un verdadero “cartel” de
intereses que nada tienen que ver con las esperanzas de un pueblo en la lucha
por su independencia, que de alguna manera, se ha malentendido y mal usado eso
de la unidad.
Hay
sembrado en el país una gran desconfianza en la agenda de la MUD, esto debido a
su poca transparencia, a su errada visión del país conformado por unos pocos
partidos que quisieran repartirse el poder, a su enervante falta de apertura
hacia la diversidad de opiniones y participación que el momento reclama.
Pareciera que en la MUD hay una incapacidad manifiesta en abordar otros temas
de la política nacional que no sea las elecciones, aún temas tan importantes
como el desabastecimiento y la inflación, o la violencia en las calles parecen
no tener relevancia para ese sector político, les basta hacer declaraciones
pero no han producido políticas, estrategias, movilizaciones que pudieran haber
hecho la diferencia.
Hay
una lucha intestina dentro de esa organización que no puede despacharse como si
pertenecieran al chavismo, exigiendo disciplina partidista y aceptación de
directrices y nombramientos como cuestión de lealtad, las discusiones, las
criticas, las posiciones encontradas deben resolverse en todos los terrenos y
foros, no basta con exigir recato y que los trapos se laven en lo interno,
repito, no somos chavistas, pero si el tema es el financiamiento, entonces
debería abrir sus libros y explicar quién financia a quien y con qué intereses,
cuales son los compromisos, que es lo que se ha pactado.
Toda
organización, y más una de la naturaleza como la MUD, depende del
financiamiento ¿Quién mantiene a todos esos políticos que hacen vida en la MUD,
a toda esa nómina de asesores, expertos, abogados, publicistas, encuestadores,
analistas? Por supuesto, de esto no se
habla, amparados por la circunstancia que estamos amenazados bajo un régimen
que fomenta la sospecha general de conspiración.
Me
temo que al final nos encontremos con favores que hay que pagar a gente muy
oscura, con negocios turbios y vidas dañadas, por ello me parece extraño que la
MUD declare que si llegare al poder no habrá culpables, ni investigaciones, que
daremos una vuelta a la página y haremos como si nada hubiera sucedido en estos
16 años de pesadilla, su posición ante las sanciones de los EEUU para con
funcionarios corruptos y violadores de DDHH da mucho que pensar, porque si esa fue
una decisión exigida por la gente quienes financian a la MUD, pues entonces no
quiero nada con ellos, preferiría competir en su contra, y luchar por evitar
sus objetivos y tratarlos como colaboracionistas del chavismo.
Los
partidos políticos de la oposición están reacios a aceptar, que la democracia
dejó de existir en nuestro país, ellos viven de eso, de la campaña electoral,
es una necesidad mantener la ilusión de que nuestro voto elige, de que concurriendo
a otro evento comicial bajo su batuta, podremos hacer la diferencia y más en
este momento de precariedad para el gobierno.
El
problema con esa postura es, que mientras la gente, el pueblo, no entienda que
la democracia nos la robaron, no hay manera de recuperarla, que mientras el
chavismo siga en el poder jamás podremos tener unas elecciones libres,
secretas, directas y sobre todo, limpias, por lo que el llamado a votar se
convierte en un absurdo que se justifica en un ser democrático, que en aras de
un pacifismo absurdo, lo han castrado del ánimo de la lucha por la libertad y
un país decente. – saulgodoy@gmail.com
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