sábado, 4 de abril de 2015

De tabacos y rones



He tratado que mis gustos no se vean afectados por la política, pero en el caso de los habanos cubanos, que considero, son los mejores tabacos del mundo, he dejado de consumirlos pues sé, utiliza mano de obra esclava para su manufactura, el dictador Fidel Castro explotaba a los agricultores, torcedores y embaladores y se embolsa la mayor parte de las ganancias, costumbre que sigue su hermano Raúl, por lo que he cambiado mi preferencia por los tabacos dominicanos luego de pasearme por tabacos de casi todo el mundo.
En República Dominicana hay casas muy respetadas como la de Arturo Fuentes y León Jiménez que elaboran productos de altísima calidad y excelente tiro.  También le he hecho honores a los tabacos hondureños y mexicanos.
No hay complemento más caribeño que cerrar una opulenta cena con un buen tabaco y un ron seco, usted nómbrelo, le he dado fuego a esos cilindros que se convierten en humo y excelentes conversaciones, que de paso he de advertirles, fumar es dañino para la salud y beber alcohol es muy peligroso si va a manejar un vehículo.
Siempre he dicho que Cuba se parece a Francia en la calidad de sus suelos y variedad de microclimas, que hacen posible que se produzcan tal variedad de tabacos en uno como variedad de vinos en el otro, al punto, que es posible encontrar, en menos de dos leguas de distancia, sabores que pueden variar de lo sublime a lo ordinario.
De los tabacos venezolanos es poco lo que hay que decir; son buenos, serán mejores con el tiempo. Lamentablemente Venezuela perdió una oportunidad de conservar un lugar de honor entre los tabacos de óptima calidad, los tabacos que se producían en Barinas eran considerados los mejores del mundo a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, los barcos salían por el Orinoco rumbo a Europa cargados de estas prodigiosas hojas que hacían las delicias de las cortes y ejércitos en el viejo continente, lamentablemente fue una tradición que se perdió, como se perdió la calidad de los puros que se enrollaban en fábricas en Guarenas y Guatire y que fumaban los amos del valle de Caracas y en las cuales trabajó de niño el maestro Vicente Emilio Sojo.
Particularmente aprecio los tabacos orientales, los cumaneses sobre todo, tienen buena manufactura pero les falta en aroma y sabor, pero estoy seguro vamos por buen camino en recuperar el prestigio perdido, que creo, debe estar en rescatar esa genética de nuestros tabacos nativos.
Los tabacos latinoamericanos, en especial los cubanos alcanzan precios astronómicos en algunos lugares del mundo, fumados por políticos, empresarios, militares de alto rango, diplomáticos y artistas, se han convertido en el ingrediente necesario en reuniones informales, y con la champaña, en símbolos y motivos de momentos especiales, sobre todo para cerrar negocios, celebrar victorias y casas llenas en los teatros.
He constatado que fumar tabacos es parte de un rito muy masculino para demostrar poder y éxito, pero cada vez más veo a mujeres compartirlos, sobre todo aquellas que se manejan en círculos de la alta gerencia o como declaración de independencia y autonomía.
La historia cambia en cuanto al ron, tuvimos la fortuna que unas pocas familias sostuvieran con esfuerzo y tesón una extraordinaria calidad en estas bebidas espirituosas que provienen del alcohol destilado de la caña de azúcar. En la gran cuenca caribeña contamos con un repertorio de buenos rones que desafían la imaginación, aunque de nuevo la advertencia, el consumo excesivo de ron puede dañar su salud tómelo con moderación y si bebe, por favor no maneje.
Los rones venezolanos ocupan un sitial privilegiado por su calidad, cuerpo y sabor, las normas de destilación y añejamiento en nuestro país son quizás las más exigentes y podemos encontrar, entre los rones más finos, una producción limitada que son sólo comparables a los mejores brandis del mundo.
Debo advertir, sin embargo, que el gobierno de Chávez estuvo empeñado en quebrar a nuestras casas productoras de ron, con esa bendita manía de expropiar tierras y cambiar el uso de las mismas, quería acabar con los cultivos extensivos de caña de azúcar en el país, y lo logró, destruyó nuestra industria azucarera, pero no pudo hacerlo con nuestra industria del ron aunque la materia prima para la manufactura del ron era esa misma caña de azúcar, tenía puesta la vista en los valles de Aragua, sobre todo, en la hacienda Santa Teresa, una de las casas productoras de ron de mayor abolengo, creo que su interés era, aparte de satisfacer su terrible y miserable complejo de pobre resentido y vengador, entregarle a Fidel el mercado venezolano para que reinara entre nosotros el ron cubano (tal como quiso hacerlo con los helados Copelia, que afortunadamente fracasó en el intento), que dicho sea de paso, ha perdido mucho de su lustre y fama.
El ron venezolano es un fuerte contendor en las competencias de cata que se celebran en el mundo, siendo normal que nuestros rones se traigan las medallas de oro y los primeros lugares, esta ha sido una de las razones por las que grandes compañías licoreras del mundo se hayan interesado en nuestro producto y comprado algunas firmas productoras de ron, que ahora se pueden conseguir en tiendas especializadas en las principales capitales del orbe.
Hay tres elementos que le dan el carácter definitivo a los rones: la caña de azúcar, el agua y la madera de las barricas que se utilizan en el proceso de añejamiento, y que influyen en el producto final.
En mi lista personal de rones se encuentran varios reservas especiales de rones venezolanos, y debo agregar que los rones blancos que se están produciendo en nuestro país, son de tal calidad, que se han convertido en los preferidos de los barman en la preparación de cocteles a nivel internacional, pero para no caer en el pecado del nacionalismo, hay dos rones fuera de serie que recomiendo a los iniciados, son el Mount-Gay Eclipse de Barbados, una bodega fundada en 1703, quizás la más antigua de la región, y ese ron sorpresa, el Barbacourt de 8 años de Haití, una verdadera delicia.
El consumidor venezolano tenía una inmensa presión cultural por darle preferencia a ciertos licores extranjeros dentro de la cultura gourmet en la que nos desenvolvíamos, al disfrutar de los tabacos luego de las comidas o en reuniones de negocios, el ron era usualmente desplazado por otras bebidas, principalmente por el whiskey, cuando en realidad para nuestras latitudes, era el ron el compañero natural y mejor dispuesto para esos momentos de tertulias o sobre mesa, sobre todo los rones finos y reservas especiales, todo eso ha cambiado debido a nuestra crisis económica.
De las pocas cosas buenas de esta plaga socialista que ha asaltado el país, ha sido que los venezolanos hemos vuelto a apreciar nuestros rones, que afortunadamente siguen siendo los mejores del mundo, y si no los han probado, hagan el intento, no se arrepentirán. –saulgodoy@gmail.com


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