En un gobierno revolucionario, el concepto de justicia sacrifica sus atributos de equidad e imparcialidad y se somete a los fines del proceso revolucionario, es decir deja de ser una idea autónoma, un ideal puro, un deber ser, para convertirse en una operación instrumental sometida a los intereses de la revolución y quienes la dirigen, es decir, deja de ser justicia.
La argumentación de los revolucionarios es que toda
justicia es ideológica y sirve a unos determinados fines, que vienen dados por
las circunstancias históricas y la realidad social del momento (historicismo),
donde hay factores de poder de donde parte la justicia, que en definitiva es
usada para preservar el orden dominante (Platón).
El concepto de justicia es un término relativo, que
significa una cosa diferente para cada persona o situación, por lo que no se
puede descalificar la justicia revolucionaria como injusta ya que sus fines
están plenamente justificados por una posición moral que busca restablecer la
Justicia Socia (postmodernismo).
Para un incauto o un ignorante, la tesis de los
revolucionarios parecería cargada de sabiduría y de buenas intenciones,
parecería lógica y hasta sensata, pero la verdad es que se trata de una construcción
de silogismos huecos y posiciones que ocultan la verdadera intención: negar la
justicia.
Justicia a palos |
En Venezuela, el destino de un demócrata es la cárcel |
Los revolucionarios acaban con la tradición cuando
imponen la necesidad de la revolución contra viento y marea, destruyendo el
orden preestablecido y construyendo un “nuevo orden”, toda revolución trabaja
bajo este supuesto, no importa lo que piense o haga, la revolución es un “impeler”,
o como a ellos les gusta decir, “No se puede hacer una tortilla sin romper
algunos huevos”. Entre los huevos que
se rompen está el de la libertad, la razón y la justicia.
Por pensar diferente se es delincuente |
Los hombres que viven para hacer lo que les da la gana,
que rigen sus vidas de acuerdo a sus apetitos no son hombres libres, son
esclavos de sus pasiones y carecen de virtudes, es común en personas ignorantes
la creencia de que la libertad es hacer lo que les dicte su voluntad, si es
yacer con mujeres o libar, robar o matar, eso es lo que entienden por libertad.
Pero aún hay otra visión errada de la libertad y es el
famosos caso del personaje de Defoe, Robinson Crusoe, para muchos paradigma de
la libertad absoluta, un hombre solo, haciendo voluntad en una isla desierta,
error, Robinson era un esclavo de su situación, no podía hacer lo que le daba
la gana sino lo que necesitaba hacer para no morir de expuesto a los elementos
y al hambre, la soledad y la sobrevivencia son formas de esclavitud, y es
gracia a la vida en comunidad y al orden social cuando el hombre empieza a ser
realmente libre.
El padre de la justicia revolucionaria en Venezuela |
Y esto nos lleva a la justicia, las sociedades libres se
guían por la esperanza, las sojuzgadas por el miedo, la sociedad libre cultiva
la vida, la sociedad esclavizada se cuida de evitar la muerte, los
revolucionarios cuando hacen su revolución “toman” el Estado, por consiguiente,
el fin del Estado, por derecho de guerra, es dominar y tener esclavos más bien
que súbditos.
Un Defensordel Pueblo al servicio de la Revolución |
Por ello, la justicia revolucionaria jamás será autónoma,
ni manejada por jueces libres e imparciales, su norte no es la justicia sino
preservar a la revolución y a sus líderes, esta justicia revolucionaria cambia
al hombre como sujeto y objeto, por un proceso, por un movimiento de cambios,
de eliminación compulsiva y violenta del orden anterior, de los principios del
derecho natural, de los valores éticos universales, del pensamiento racional
por unos nuevos postulados que se inventan sobre la marcha, el Estado de
Derecho se sustituye por un Estado de conmoción perpetua.
El presidente de la Asamblea Nacional |
Para la justicia revolucionaria el fin no es restablecer
el ordenamiento violado, ni reparar derechos de la persona afectada por las
acciones de otro, al no existir igualdad de condiciones entre un revolucionario
y uno que no lo es, el resultado invariablemente es favorecer al
revolucionario, privilegiar a los funcionarios del Estado y preservar el puesto
de juez, no tomando decisiones contrarias a los intereses de la
revolución, es decir, negando la justicia.
Por último, toda abogado o jurista que asuma la
revolución como causa, que acepte un cargo como Fiscal General, Defensor del
Pueblo, Presidente del Tribunal Supremo, Ministro del Poder Popular para las
Relaciones Interiores, Justicia y Paz o simple juez, irremediablemente renuncia
al derecho consuetudinario y a la justicia, no hay salida, o se obedece y se
impone el orden revolucionario, o renuncia al cargo en la “administración de
justicia”.
Pero ahora abordemos el problema fundamental de la
justicia revolucionaria, el llamado socialismo bolivariano del siglo XXI llegó
al poder y se sustenta dentro de un régimen democrático y constitucional, es
decir, cuando se hicieron gobierno no estaban en el aire, ni llegaron a una
tierra baldía donde fundar sus instituciones revolucionarias.
El chavismo nació bajo el imperio de una constitución que
entre otras cosas, consagraba un Estado democrático y social de derecho y de
justicia, con lo cual aceptaba la división de poderes, el imperio de la
constitución y las leyes como expresión de la soberanía popular, aceptaron
también la garantía procesal efectiva de los derechos humanos y de las
libertades públicas, a controlar la legalidad de las actuaciones
administrativas… es decir, la mentada revolución estaba constreñida por un
marco legal e institucional que la obligaba a ciertas conductas y principios.
Pero sus actuaciones han sido de tal tenor y en contra de
este compromiso fundamental, que la comunidad internacional, escandalizada y
preocupada por el díscolo comportamiento del chavismo, ha tenido que llamar a
la atención sobre los graves crímenes y violaciones que estaban resultando de
la pretensión totalitaria y absolutamente autoritaria del gobierno, al intentar
imponerle a la población de Venezuela un sistema que contradecía la
constitución.
La verdadera justicia revolucianaria |
La justicia revolucionaria, esa de la que tanto se
jactaba Chávez mientras fue presidente, y de la que se vale Maduro para acabar
con sus opositores políticos, ha resultado en un gigantesco fracaso que ya no
pueden contener en las sombras, y que está afectando la convivencia y la
estabilidad internacional, que es la razón por la cual, está sentado el
chavismo en el banquillo de los acusados. –
saulgodoy@gmail.com
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