jueves, 9 de julio de 2015

El problema de la justicia revolucionaria


En un gobierno revolucionario, el concepto de justicia sacrifica sus atributos de equidad e imparcialidad y se somete a los fines del proceso revolucionario, es decir deja de ser una idea autónoma, un ideal puro, un deber ser, para convertirse en una operación instrumental sometida a los intereses de la revolución y quienes la dirigen, es decir, deja de ser justicia.
La argumentación de los revolucionarios es que toda justicia es ideológica y sirve a unos determinados fines, que vienen dados por las circunstancias históricas y la realidad social del momento (historicismo), donde hay factores de poder de donde parte la justicia, que en definitiva es usada para preservar el orden dominante (Platón).
El concepto de justicia es un término relativo, que significa una cosa diferente para cada persona o situación, por lo que no se puede descalificar la justicia revolucionaria como injusta ya que sus fines están plenamente justificados por una posición moral que busca restablecer la Justicia Socia (postmodernismo).
Para un incauto o un ignorante, la tesis de los revolucionarios parecería cargada de sabiduría y de buenas intenciones, parecería lógica y hasta sensata, pero la verdad es que se trata de una construcción de silogismos huecos y posiciones que ocultan la verdadera intención: negar la justicia.
Justicia a palos
El pensador Inglés, de tendencia marxista, Alasdair Macyntire en su enjundiosa obra titulada Whose justice? Which racionality? (Justicia y racionalidad, en español, 1994) ahonda en estas diferencias sobre lo que es justicia: “Algunas concepciones de la justicia giran alrededor del concepto de merecimiento, mientras que otras niegan que éste tenga relevancia alguna. Unas concepciones apelan a los derechos humanos inalienables, otras a una noción del contrato social y algunas otras al criterio de la utilidad. Más aún, las teorías rivales de la justicia que incorporan estas concepciones rivales expresan igualmente los desacuerdos sobre la relación de la justicia con los otros bienes humanos, sobre el tipo de igualdad que la justicia requiere, sobre el ámbito de transacciones y personas al que consideraciones acerca de la justicia son relevantes, y sobre la posibilidad de un conocimiento de la justicia al margen del conocimiento de la ley de Dios.
Hay dos elementos sin que la justicia no puede existir, y estos son: Libertad y Razón, saque usted estos dos componentes y estará hablando como los revolucionarios, justificando la imposición de la voluntad del tirano, o en su defecto la de un Estado totalitario, Macyntaire  tuvo el tino de preguntarse ¿Cuál tipo de racionalidad? Y con la misma facultad crítica preguntaríamos ¿Qué tipo de libertad dirige la justicia revolucionaria?
En Venezuela, el destino de un demócrata es la cárcel
No perdamos ni por un instante el horizonte de las instituciones y el orden social, que no es otro que el de resolver los conflictos, y los conflictos o se deciden por una de las partes o se integran en una síntesis, y este continuo movimiento en la resolución de conflictos, hacen la tradición, que son acuerdos fundamentales para resolver las contradicciones internas de la tradición, o para enfrentar los ataques externos.
Los revolucionarios acaban con la tradición cuando imponen la necesidad de la revolución contra viento y marea, destruyendo el orden preestablecido y construyendo un “nuevo orden”, toda revolución trabaja bajo este supuesto, no importa lo que piense o haga, la revolución es un “impeler”, o como a ellos les gusta decir, “No se puede hacer una tortilla sin romper algunos huevos”.   Entre los huevos que se rompen está el de la libertad, la razón y la justicia.
La justificación que alude la revolución para su existencia son: 1- El historicismo, perfeccionado por Hegel y llevado a su categoría pseudocientífica por Marx, la lucha de clases impulsa el movimiento de los eventos históricos, 2- La justicia como instrumento del poder, una de las categorías desarrolladas por Platón en sus diálogos (aunque Platón también desarrolla el ideal de justicia socrática radicalmente opuesto al que expone en La República) y que justifica el Estado totalitario, y por último, 3- La tesis del relativismo moral del postmodernismo o neomarxismo, que contribuye a esta ensalada de sofismas, que resultan en una negación de la verdad y la construcción de sonoros “memes” que nada significan, como Justicia Social, para de manera oscura y subrepticia introducir la preeminencia del colectivismo como causa privilegiada de la justicia.
Por pensar diferente se es delincuente
Estos tres argumentos son parte fundamental de esa ideología que se llama Socialismo y que responde a una posición política que alienta la revolución social, y que en manos de militares ignaros y con sed de poder, les da la justificación para dominar a la sociedad y perpetuarse en el poder.
Los hombres que viven para hacer lo que les da la gana, que rigen sus vidas de acuerdo a sus apetitos no son hombres libres, son esclavos de sus pasiones y carecen de virtudes, es común en personas ignorantes la creencia de que la libertad es hacer lo que les dicte su voluntad, si es yacer con mujeres o libar, robar o matar, eso es lo que entienden por libertad.
Pero aún hay otra visión errada de la libertad y es el famosos caso del personaje de Defoe, Robinson Crusoe, para muchos paradigma de la libertad absoluta, un hombre solo, haciendo voluntad en una isla desierta, error, Robinson era un esclavo de su situación, no podía hacer lo que le daba la gana sino lo que necesitaba hacer para no morir de expuesto a los elementos y al hambre, la soledad y la sobrevivencia son formas de esclavitud, y es gracia a la vida en comunidad y al orden social cuando el hombre empieza a ser realmente libre.
El padre de la justicia revolucionaria en Venezuela
Pero vivir en sociedad necesita del uso de la razón, de entender la situación de relaciones con otros, dependiendo en mutuo auxilio, observando ciertas normas, cumpliendo con las promesas ofrecidas, preservando el orden social, respetando el derecho de los demás incluyendo el de las opiniones en contrario, el de que existan diferentes estilos de vida, creencias y costumbres, la razón nos permite ponernos en la situación del otro y desarrollar empatías que a su vez genera convivencia, tolerancia y respeto por las diferencias, de este modo, el hombre que es dirigido por la razón vive libremente observando el derecho común (las tradiciones) por convicción (habrá quienes lo hagan por temor a la sanción que, para efectos prácticos, también funciona).
Y esto nos lleva a la justicia, las sociedades libres se guían por la esperanza, las sojuzgadas por el miedo, la sociedad libre cultiva la vida, la sociedad esclavizada se cuida de evitar la muerte, los revolucionarios cuando hacen su revolución “toman” el Estado, por consiguiente, el fin del Estado, por derecho de guerra, es dominar y tener esclavos más bien que súbditos.
Un Defensordel Pueblo al servicio de la Revolución
 El Estado revolucionario se conserva aplicando la justicia revolucionaria, que es la medicina que impide desviaciones del orden revolucionario, que es incuestionable y solo obedece a los fines de la revolución, no a la razón ni a la libertad. Todo sistema de justicia debe al final justificar su naturaleza, explicar a qué tipo de comunidad se debe, que clase de racionalidad práctica aplica, que filosofía la sostiene, a que historia pertenecen y no puede, bajo ningún concepto, simplemente alegar su permanencia en el poder.
Por ello, la justicia revolucionaria jamás será autónoma, ni manejada por jueces libres e imparciales, su norte no es la justicia sino preservar a la revolución y a sus líderes, esta justicia revolucionaria cambia al hombre como sujeto y objeto, por un proceso, por un movimiento de cambios, de eliminación compulsiva y violenta del orden anterior, de los principios del derecho natural, de los valores éticos universales, del pensamiento racional por unos nuevos postulados que se inventan sobre la marcha, el Estado de Derecho se sustituye por un Estado de conmoción perpetua.
El presidente de la Asamblea Nacional
Esto explica como un gobierno revolucionario como lo han sido el de Chávez y Maduro, se han convertido en regímenes asesinos y torturadores, que irrespetan los derechos humanos fundamentales y los ha llevado a las prácticas del terrorismo en contra de la población del país, a llenar sus cárceles de presos políticos, de imponer la censura y la hegemonía comunicacional, y cuando la comunidad internacional los ha llamado a rendir cuentas por sus actuaciones en contra del orden mundial, lo que hacen es mentir, llevar documentación falsa y comportarse como jefes de bandas criminales, creyéndose impunes y con el derecho de violar las mínimas relaciones de decencia y recato entre seres humanos.
Para la justicia revolucionaria el fin no es restablecer el ordenamiento violado, ni reparar derechos de la persona afectada por las acciones de otro, al no existir igualdad de condiciones entre un revolucionario y uno que no lo es, el resultado invariablemente es favorecer al revolucionario, privilegiar a los funcionarios del Estado y preservar el puesto de juez, no tomando decisiones contrarias a los intereses de la revolución, es decir, negando la justicia.
Por último, toda abogado o jurista que asuma la revolución como causa, que acepte un cargo como Fiscal General, Defensor del Pueblo, Presidente del Tribunal Supremo, Ministro del Poder Popular para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz o simple juez, irremediablemente renuncia al derecho consuetudinario y a la justicia, no hay salida, o se obedece y se impone el orden revolucionario, o renuncia al cargo en la “administración de justicia”.
Ni la ONU les merece respeto
Pero ahora abordemos el problema fundamental de la justicia revolucionaria, el llamado socialismo bolivariano del siglo XXI llegó al poder y se sustenta dentro de un régimen democrático y constitucional, es decir, cuando se hicieron gobierno no estaban en el aire, ni llegaron a una tierra baldía donde fundar sus instituciones revolucionarias.
El chavismo nació bajo el imperio de una constitución que entre otras cosas, consagraba un Estado democrático y social de derecho y de justicia, con lo cual aceptaba la división de poderes, el imperio de la constitución y las leyes como expresión de la soberanía popular, aceptaron también la garantía procesal efectiva de los derechos humanos y de las libertades públicas, a controlar la legalidad de las actuaciones administrativas… es decir, la mentada revolución estaba constreñida por un marco legal e institucional que la obligaba a ciertas conductas y principios.
Pero sus actuaciones han sido de tal tenor y en contra de este compromiso fundamental, que la comunidad internacional, escandalizada y preocupada por el díscolo comportamiento del chavismo, ha tenido que llamar a la atención sobre los graves crímenes y violaciones que estaban resultando de la pretensión totalitaria y absolutamente autoritaria del gobierno, al intentar imponerle a la población de Venezuela un sistema que contradecía la constitución.
La verdadera justicia revolucianaria
Lo que demuestra la ruina del país, su descalabro económico, el incremento de la pobreza extrema, la escasez, la imparable inflación que sufre, las políticas de censura y el ataque sostenido en contra de la libertad de expresión, el incremento de la violencia y el número inaceptable de muertos, heridos, torturados, desparecidos, presos políticos, es que existe un claro vínculo entre la falta de justicia, la ausencia de instituciones que respondan a los intereses de la ciudadanía, a la injerencia del gobierno en la independencia de los jueces, la ausencia del debido proceso, de la oportuna y efectiva aplicación de la justicia y de toda una serie de afectaciones graves que claramente hablan de una violación masiva de derechos y garantías ciudadanas.
La justicia revolucionaria, esa de la que tanto se jactaba Chávez mientras fue presidente, y de la que se vale Maduro para acabar con sus opositores políticos, ha resultado en un gigantesco fracaso que ya no pueden contener en las sombras, y que está afectando la convivencia y la estabilidad internacional, que es la razón por la cual, está sentado el chavismo en el banquillo de los acusados.  –  saulgodoy@gmail.com










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