lunes, 6 de julio de 2015

Pueblo, el concepto chavista


Ya que los chavistas no discuten el concepto histórico, el origen y la trayectoria semántica del término “pueblo” tan importante en su discurso, lo haré yo, no seré muy profundo al respecto, lo que si les puedo decir es que dependiendo de la acepción y el contenido de la palabra “pueblo” es que se van a derivar otros conceptos tan importantes como serían: democracia, nación, soberanía, estado de derecho, cultura popular e identidad nacional, entre otros.
Para empezar esta breve disquisición voy a partir de la idea de Gilles Boëtsch en su libro El pueblo, pasado y futuro: La palabra “pueblo” es polisémica, pues remite a una serie de figuras: teológica, histórica, racial, sociológica y etnológica… El paso del concepto de pueblo al de población indica una ruptura semántica importante pues se construye un objeto medible y por tanto analizable. No obstante, a la inversa del pueblo, la población es un objeto complejo que escapa al proyecto político. Y reducir la población a pueblo, es incorporar al debate el nacionalismo y el populismo, cuya oscura verdad perturba el panorama. La realidad del pueblo de hoy es una identidad mestiza que propone un nuevo modo de socialización y nos obliga a adaptarnos a él”.
El pueblo declarando su independencia
Con la aparición del fascismo se le incorporó a la palabra pueblo nuevos significantes, lo expresa muy bien Alejandro Rozitchner en su blog: "Pueblo: concepto fascista resultante de asimilar en una masa humana única... idealizada de retórica moral, con la que se le adjudica a todas sus supuestas expresiones (en realidad siempre inciertas) un alto valor de insurgencia y justicia. Las personas concretas y reales que arman el universo social se ven reprimidas, desconocidas, desalentadas, desactivadas, por el uso de este concepto, generalmente en manos de participantes en juegos de poder que buscan no tanto el bienestar común sino imponer un pobrismo generalizado. En los hechos, las políticas hechas en nombre del concepto pueblo suelen producir una disminución de la calidad de vida de los aglutinados en tal concepto. Dichas políticas limitan enormemente el ejercicio de las libertades sociales y resultan por ello contrarias al desarrollo productivo, espiritual, cultural de una comunidad. La idea de pueblo se alimenta de un profundo resentimiento en contra de lo que es capaz de manifestarse y existir fuera el ámbito del llamado “campo popular”, forma pretenciosa de aludir al aplastante impulso revanchista, empobrecedor, limitado, ignorante, que nuclea a las fuerzas conservadoras y reaccionarias del siempre equívoco concepto “pueblo”.
Chávez llamaba pueblo solo a quienes eran sus seguidores, que es hoy una minoría de la población, “el pueblo” chavista solo existe en unos registros viciados que conforman las listas oficiales que maneja el organismo electoral, en bases de datos de las oficinas de identificación y extranjería, en estadísticas de censos del partido único y que al momento de las consultas populares aparecen “digitalmente” apoyando las iniciativas comunistas.
Con el apoyo de este pueblo virtual, actúa el chavismo unilateralmente confundiendo los conceptos de democracia y nación para dar una ilusión de soberanía, que no es otra cosa que hacer lo que les dé la gana, sin tomar en consideración las críticas o los argumentos en contrario.
Con esta trampa semántica y mediática, de la que abusa en cada discurso, está imponiendo un proceso, una revolución que solo tienen sentido para la minoría a la que él pertenece, minoría militante y radical vendida a los intereses imperialistas del comunismo y el terrorismo internacional. 
Los líderes carismáticos del pueblo
Es común ver a sus altos oficiales, cuando emiten una opinión, decir que forma parte del consenso de un sector de la sociedad y para demostrarlo, reúnen a un grupo de personas con pancartas para beneficio de las cámaras, apoyando la idea y haciendo presión en las instituciones, rápidamente los órganos jurisdiccionales, en manos de comisarios políticos, dan respuesta a estas iniciativas “populares”, convirtiendo el reclamo en norma (por lo general prohibiendo o regulando una libertad pública).
Para el populismo la palabra pueblo remite al campesinado, que para muchos políticos identifica al verdadero sujeto de toda acción proselitista; el pueblo, para unos y dependiendo del discurso, se trata de las clases más desposeídas, los miserables, a la manera de Víctor Hugo.
Pero para otros son las clases trabajadoras, e incluso las clases medias, pero esto lo que acarrea son problemas de exclusión, ya que hay discursos para un pueblo que no toma en cuenta, por ejemplo, al campesinado o a los indígenas, o a las mujeres, aquellos discursos que intentan hablarles a todos, por lo general no dicen nada, si no hay especificidad no hay referencias, si no hay referencias no hay identificación por lo que los mensajes se pierden en la anomia.
El pueblo saqueando en tiempos de necesidad
Para Scanone y Dussel, ambos pensadores de la filosofía de la liberación en Latinoamérica, el pueblo adquiere un ser propio, se hace sujeto activo en la consecución de su liberación del opresor, con una conciencia y una voluntad de cambio propia, hay un viraje metafísico en la concepción de pueblo a quien se le atribuye una sabiduría y pensamiento popular, se trata de un “nosotros-pueblo”, una figura imaginaria y fantasiosa que calza a las mil maravillas con quienes se convierten en la voz del pueblo, en sus líderes y representantes.
Todas estas interpretaciones del término pueblo, tienen un eje histórico central y dos axis, devienen por un lado del concepto bíblico de pueblo y posteriormente, de la idea de pueblo desarrollada por Hegel, quien elabora un punto de vista que le da al pueblo su carácter como unidad política y por otro lado lo desarrolla como mecanismo cultural y desde el cual  construye toda su ideología idealista para el pueblo alemán.
Se pretende entonces, desde esta retórica populista construir una ética y una política que pretende asumir derechos e institucionalizar al pueblo como si se tratara de algo real, material y con personalidad propia cuando en realidad estamos en presencia de un liderazgo carismático y un constructo colectivista, un fantasma, que manipulado a conveniencia da autoridad y poder a quienes hablan en su nombre.
El pueblo exigiendo justicia
Los poetas son muy buenos al momento de exaltar al pueblo, de hacerlo sujeto de sus emociones, pero para el político puede ser un dolor de cabeza referirse al pueblo sin identificarlo y darle atributos que lo resaltan del otro colectivo, de esa masa informe que no es pueblo, por ello el populista le gusta utilizar esos lugares comunes como “la voz del pueblo es la voz de Dios”, o la reiterada creencia de que el pueblo nunca se equivoca.
De esta manera, van sometiendo a la población, “entubando” a su antojo leyes y hasta una nueva constitución que encadena a la mayoría de los ciudadanos a sus tenebrosos designios.
Tendríamos que recordar lo que ya dijo Cecilio Acosta en 1847 para contradecir a Guzmán Blanco, quien llamaba pueblo a sus facciones violentas: “No lo olvidemos: pueblo, en el sentido que nosotros queremos- decía Acosta- en el sentido que deben querer todos, en el sentido de la razón, es la totalidad de los buenos ciudadanos…” y buenos ciudadanos eran los que trabajaban, los propietarios, los comerciantes, todos los hombres con ocupación que tenían mucho que perder con una salvaje revolución.
El pueblo robando la propiedad privada
Para el chavismo pueblo es igual a pobre y marginado, o sea, esa parte de la población que necesita quien lo proteja y lo ayude a sobrevivir, propenso a confiar y obedecer a la figura paterna de un líder o caudillo, seguidores de un buen proveedor que satisfaga sus necesidades, a cambio obtendrán su más sumisa obediencia y harán su voluntad.
En el discurso chavista la mención al pueblo tiene varias lecturas, uno es el pueblo histórico, con un pasado heroico donde el pueblo hecho milicia conquista América para la libertad, se trata de un periodo idílico donde indios, negros, bancos y mestizos, oligarcas, esclavos y pardos lucharon contra el Imperio español, el otro es el pueblo de la Constitución donde irremediablemente le da cabida a las otras clases sociales y que utiliza de acuerdo a sus intereses haciendo llamados a la unidad del país cuando las cosas se le ponen difíciles, pero el usual, el concepto de pueblo de a pié, es el de sus adeptos y clientes políticos, absolutamente parcial y discriminatorio, son más las veces que utiliza pueblo como un arma retórica que como un concepto sociopolítico.
Bajo esta premisa el concepto es altamente restrictivo pero sirve para acentuar el odio de clases, estimula el resentimiento de una clase social en contra del resto del país y siendo una de las principales características de ese pueblo la ignorancia, los manipula a placer a cambio de dádivas, de allí el interés del gobierno chavista de fomentar la pobreza y la miseria, es el caldo de cultivo para su primitiva ideología, el discurso liberador es solo un adorno, el chavismo necesita esclavos.
Si los venezolanos queremos en algún momento retomar la ruta de la integración y la vida republicana, debemos ir poco a poco deslindándonos de esa palabra vaga y ambigua que ningún venezolano se merece, decirle pueblo a los ciudadanos es un insulto y como tal debemos tomarlo. –
saulgodoy@gmail.com


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