martes, 7 de julio de 2015

Los crímenes comunistas




Uno de los campos de investigación académica de mayor crecimiento se especializa en la violencia política, sobre todo dado el auge del terrorismo y de gobiernos teocráticos fundamentalistas, también se explica este interés por el resurgimiento de nacionalismos en situaciones de divisiones regionalistas en estados fallidos, que sufren un proceso de balcanización y son dados a las llamadas “limpiezas étnicas”, igualmente nos encontramos con las llamadas regiones autonómicas dentro de algunos países, o regiones dominadas por unas etnias que tratan de impulsar movimientos separatistas, pero también ha tenido lugar un fenómeno, que quiero comentarles hoy, y es el destape que se ha dado en el estudio de la violencia política en regímenes comunistas.
Rosa de Luxemburgo dijo en algún momento del siglo XIX que las únicas opciones para el mundo eran, o el socialismo, o “la barbarie”, y el socialismo, por sus cualidades utópicas, supuestamente humanistas, de justicia social y sus alcances igualitarios se oponían a ese barbarismo que ella vio en su tiempo, el del capitalismo industrial, nunca se imaginó que el socialismo era justamente la prescripción para la barbarie que tanto temía.
Y este descubrimiento tiene una explicación y es que desde hace un buen tiempo la violencia política era investigada casi exclusivamente en regímenes de derecha, donde se daba con más contundencia el militarismo y las dictaduras llamadas “clásicas”, de un hombre fuerte haciendo su voluntad, controlando las instituciones y persiguiendo a la disidencia que mayormente era de izquierda. Y que estos regímenes de derecha estaban asociados con esquemas capitalistas de desarrollo, con inversiones extranjeras y el despliegue de formas de propiedad privada, que la izquierda aducía en sus discursos, eran la causa del empobrecimiento de las clases populares.
A partir de los años sesenta se empezaron a publicar una serie de memorias, recuentos y estudios sobre la violencia comunista, sobre todo en Europa, las primeras denuncias sobre los Gulag soviéticos, el espionaje masivo y sistemático de la Stasi en Alemania oriental… la Guerra Fría poco a poco fue produciendo las excrecencias detrás del muro, de los balkanes y de China llegaban informes aterradores sobre la opresión de pueblos enteros, el comunismo, su alter ego, el socialismo y la izquierda convertida en partidos de gobiernos, no era lo que la teoría y el idealismo le habían vendido al mundo.
Muy pronto algunos sectores académicos no tomados por la izquierda, empezaron a publicar estudios sobre la violencia del estado bajo regímenes comunistas, enfocándose no sólo en un particular sistema (que hay varios) sino en estudios comparativos de la violencia institucional, o sea, la que proviene del Estado en contra de sus ciudadanos.
Los crímenes comunistas son menos conocidos que los fascistas, estos últimos están documentados y estudiados a profundidad, pero es sólo recientemente que los investigadores han tenido acceso a los archivos, declaraciones y denuncias de crímenes en regímenes comunistas.  Este fenómeno es bien interesante ya que muchos gobiernos socialistas y sus instituciones, entre ellos, la academia, en defensa de sus intereses e ideología, tratan de “tapar” todo intento por descubrir sus crímenes en contra de la humanidad, y si no pueden detener estas investigaciones y publicaciones, hacen un enorme esfuerzo por justificarlas o tergiversarlas.
Es bien claro y se encuentra muy bien documentado por Jean-François Revel en su libro La Gran Mascarada, lo que sucedió en Francia con El Libro Negro del Comunismo (1997) bajo la dirección de Stéphen Courtois, la reacción de las élites políticas e intelectuales comunistas franceses fue de tal calibre, que no pararon solamente en la descalificación de los diferentes investigadores que participaron en el libro, muchos fueron expulsados de sus trabajos en universidades, trataron de obligarlos a que renegaran de sus escritos, fueron acusados de calumniadores, abusados sus nombres y familias con toda clase de vulgaridades y epítetos, todo, porque documentaban, cómo 80 millones de personas murieron en estos regímenes por causas políticas, asesinadas o dejadas morir de inanición porque no se conformaban a la ideología que quería “salvarlos”.
Las víctimas de la Unión Soviética y de países de Europa del Este como Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania del Este, Hungría, Polonia, Rumania y Yugoslavia, en África en Etiopía, al igual que sus contrapartes en China, Camboya, Vietnam y Corea del Norte en Asia, Cuba y Nicaragua en América Latina y Etiopía han aparecido en los últimos veinte años con sus relatos de horror y las pruebas de las ordalías de sus poblaciones bajo la bota comunista.
Los testimonios de los que pudieron escapar de estos regímenes del horror, empezando con figuras tan relevantes como Solzhenitsin y Marchenko, Valladares, Doan Van Toai, periodistas con trabajos tan impactantes como Gulag: Una historia, de Anne Applebaum, o los más recientes trabajos académicos de Robert Conquest y Paul Hollander, muchos de ellos ganadores de premios internacionales, señalan una tendencia, la olla de los crímenes comunistas se está destapando y están siendo estudiados por expertos en la conducta humana, politólogos, criminólogos, juristas, sociólogos encontrándose con exterminios, criminales y "limpiezas" que nada tienen que envidiarle al holocausto nazi.
Las memorias de escritores que fueron comunistas y regresaron del frío como fueron Arthur Koestler, Sidney Hook o Pierre Daix y que explican en detalle como el aparato de propaganda y manipulación ideológica comunista actúa sobre la psique humana y esclaviza las voluntades, nos enseñan que estos regímenes no se detienen ante nada para incrementar o mantener su ambición de poder.
Un capítulo especial debe abrirse al gobierno comunista de Hugo Chávez Frías y su sucesor Nicolás Maduro en Venezuela, ya hay material con evidencias suficientes para iniciar un completo estudio de las nuevas formas de terror y violencia que inaugura este régimen en el siglo XXI.
Para empezar, debería notarse un cambio fundamental en la política represiva y de exterminio de la población, este gobierno está usando a la delincuencia común y al crimen organizado para ocultar un trabajo de exterminio de la población que de manera sistemática viene realizando la "nomenklatura" del partido revolucionario, en contra de elementos que considera indeseable por causas ideológicas.
Permite, con impunidad, y auxiliando a los criminales (con apoyo judicial, policial y militar), que el homicidio, el secuestro, los atentados, las ejecuciones sumarias, los desmembramientos de las víctimas se hagan en la calle, a plena luz del día y con una intensidad que coloca al país como uno de los más violentos del mundo.
Las mal llamadas “Zonas de Paz” tienen un lugar importante en esta nueva política de exterminio y control social llevada a cabo desde el gobierno de Maduro, son territorios pertenecientes a barriadas populares u pueblos enteros en los cuales, enviados del gobierno negocia con las bandas delincuenciales que allí hacen vida, y a cambio de un desarme simbólico y un supuesto pacto de honor, de cambiar sus estilos de vida y actividades en oficios lícitos, le entregan la zona a los delincuentes para que estos la “protejan”, controlen la criminalidad y garanticen la paz pública, a cambio, los cuerpos policiales no podrán entrar en estos territorios, la justicia ordinaria se sustrae de estas zonas y deja a la población en manos de estos forajidos.
En las calles de Venezuela fallecen por muertes violentas un promedio de 60 ciudadanos al día, el gobierno lleva a cabo una política de desinformación y ocultamiento de las cifras "negras" precisamente para encubrir el genocidio, en los nueve años de mandato comunista en Venezuela han muerto decenas de miles de opositores, igualmente todo apunta a que han asesinado campesinos y dirigentes chavistas para poder acusar a la oposición de "agresiva", es notable el número de bajas de funcionarios policiales, todo esto supuestamente en manos del hampa.
El gobierno simplemente se lava las manos; con su aparato de propaganda niega este holocausto aduciendo razones de violencia en el mundo y culpando a otros países de la situación, mientras el dictador se la pasa diariamente amenazando al pueblo, desestabilizando el país, señalándole a los delincuentes quiénes van a ser las próximas víctimas por televisión, conminando a las fuerzas armadas para dar muerte a los que no somos socialistas.
La campaña de terror en contra de los ciudadanos es de tal magnitud, que ya tiene al país desabastecido de alimentos para implantar un control por medio del racionamiento, ha destruido la medicina privada para usar el derecho a la salud y la atención médica, como mecanismo de control ideológico, sólo atienden a los afectos al régimen en los hospitales y clínicas.
Hay un programa de televisión en el canal del Estado que todas las noches, su presentador se convierte en un energúmeno y aterroriza a la población, en especial a la oposición política amenazándola con baños de sangre, anunciando vigilancia y seguimiento de personas, mal poniendo a los ciudadanos respetables para que éstos sean blanco de las bandas armadas y el hampa en la calle, se hacen públicas audios y videos de supuestas conspiraciones elaborados por los cuerpos de seguridad del estado, violando muchas veces la privacidad y la intimidad de los afectados ya
 que son obtenidas por el espionaje masivo a la ciudadanía, incitando al odio y a destruir sus bienes, a denigrar de la familia y las buenas costumbres, es el programa favorito del dictador.
El gobierno comunista de Venezuela elaborará listas especiales para victimizar a los que no estén de acuerdo con el Gobierno, en una de las acciones discriminatorias más públicas, continuadas y masivas de las que se tengan memoria, utilizando al organismo electoral del país, con aparatos biométricos y bases de datos, que se manejan con fines policiales por expertos de inteligencia cubanos, se infunde terror y se obliga a los electores a votar por el líder y su partido.
Los crímenes comunistas en Venezuela, han llegado a un grado de barbarie que supera en mucho lo que ha venido sucediendo en Cuba por todos estos años, de violaciones flagrantes de los derechos humanos, que aparentemente van a quedar impunes por conveniencia política, lo que nunca debe suceder es que se olviden, o peor, que se justifiquen como el precio pagado por los ciudadanos con estos experimentos políticos a gran escala, hechos en contra de sus voluntades y aún a costa de sus vidas. -  saulgodoy@gmail.com


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