domingo, 23 de agosto de 2015

La farsa socialista


¿Es el hombre una entidad individual soberana, dueña de su persona, de su mente, de su 
vida,  de su trabajo y sus productos,  o es un objeto de propiedad de la tribu (Estado, 
sociedad,  colectividad),  que pueda disponer de él como le plazca,  dictarle sus 
convicciones,  reescribir el curso de su vida,  controlar su trabajo y despojarlos de los productos de su labor? ¿Tiene el hombre derecho de existir para sí mismo o nace en la esclavitud como siervo, obligado a pagar por su existencia con servicios prestados a la tribu, sin esperanza de emancipación? 
Esta es la primera cuestión que hay que resolver, todo lo demás es consecuencia de esta decisión.  La cuestión básica es: ¿Es libre el hombre? 
Hace dos siglos se esbozaron en el mundo las primeras ideas del socialismo, y el balance está signado por la tragedia. A primeras, el socialismo parece una gran idea, su fin último es la nacionalización de toda la tierra, medios de producción, transporte, distribución y finanzas para ser administrados de manera colectiva, para el bien común y con un gobierno basado el poder popular.
Tal práctica ha resultado en fracasos rotundos para los grupos humanos que la han seguido como fórmulas de vida, las sociedades que han tomado la decisión política de irse por la vía del socialismo lo que han logrado es un estado hipertrofiado, conducido por una élite que explota al pueblo, negándole toda posibilidad de una mejor vida y sumidos en una mediocridad soportable únicamente por la fuerza de las armas y la violencia.
El socialismo pregona el triunfo del colectivismo por encima del individualismo y la persona humana, negándole a los hombres y mujeres todas sus tendencias naturales como son su necesidad de ser libres, de pertenecer a una familia, de poseer bienes, de querer progresar, de tener vidas propias y un futuro mejor. 
Esta ideología condena el egoísmo como un comportamiento indeseable y exalta la entrega del individuo al colectivismo, a ocuparse primero de los otros que de uno mismo, delegando en el estado las decisiones importantes sobre la vida de cada uno de nosotros. 
Para lograr su propósito, el socialismo tiene que extraer de raíz el concepto de propiedad privada, de superación personal, de egoísmo y de derechos individuales, entre ellos, la libertad, en aras de una justicia social, de una felicidad colectiva y un orden social donde rige el igualitarismo y la solidaridad.  En el socialismo o todos somos felices en la misma medida, o nadie tiene el derecho a serlo.
El intercambio económico que la humanidad ha desarrollado por siglos, premia el trabajo, las buenas ideas, el riesgo, el emprendimiento, se basa en valores como la confianza; la prosperidad que alcanzan los pueblos desarrollando libres mercados es posible gracias a que la información es accesible a todos, en la calidad y abundancia de los productos, en la libertad de negociar e intercambiar bienes y servicios.  Para los socialistas, eso es malo, y la llamaron economía capitalista porque había pobres y gente menos rica que otros, y lo atribuyeron a la explotación del poderoso sobre el desposeído. 

Con base a la envidia y al robo, los socialistas desarrollaron su sistema para arruinar a las sociedades trabajadoras, primero empiezan convenciendo a los pobres y a los ignorantes, que los son por culpa de otros, siguen con los débiles de personalidad que se creen “buenos” cuando dan limosnas y pretenden que todos somos iguales, luego captan a los oportunistas que ven el socialismo una manera para apoderarse del trabajo y los bienes de los demás, son lo que conforman las clases dirigentes de los gobiernos socialistas, los grandes ladrones del régimen.  
Por supuesto, presentan a esta filosofía del despojo y el ultraje a la dignidad humana, bajo el ropaje del humanitarismo y las buenas intenciones.
Promoviendo el odio de clases y despojando a los propietarios de sus industrias y hogares, alegan que están salvando el planeta y la civilización humana, se les olvida decirles, que cuando llega el socialismo llega con un Estado policial, con campos de exterminio y cárceles para quienes se les opongan, su sistema es artificial, anti natura y debe ser impuesto a la fuerza, con una dirigencia a la que le está permitido todo, incluso, ser capitalista… pero solo ellos, los demás… que se coman un cable. 
El socialismo es una ideología que nació supuestamente para defender los intereses de la clase trabajadora, de los obreros, pero resulta en todo lo contrario, le roba su derecho a tener una representación legítima y con voz propia, cuando el estado se convierte en el único patrono y en su carácter de gobierno socialista se dice representante de los intereses de la clase obrera, interviene sus sindicatos, le nombra sus representantes, que son todos del partido socialista y están en colusión con el gobierno para defender los intereses de la élite gobernante, no de los trabajadores.
Cuando el estado maneja todas las industrias, el comercio, la agricultura y los servicios, y establece las reglas, los precios, la calidad de los productos, su distribución, las ganancias, impone de igual manera los sueldos y prestaciones, es decir, se convierte en único patrón, en un tirano que no negocia, sino que obliga a los trabajadores que trabajen para él en las condiciones que él determine sin derecho a la protesta, sin tener la oportunidad de acudir a una instancia que solucione sus demandas.
Cuando un obrero cambia al patrón capitalista por el patrón socialista en la creencia que van a ser los obreros quienes conduzcan las industrias y los negocios, que van a ser los dueños de sus fuentes de trabajo y que más nunca van a ser explotados, lo que están haciendo es caer bajo el encanto de un cuento de camino, de una fantasía cuyo único final posible, y la historia así lo ha demostrado, es que van a perder sus trabajos, que las fábricas van a cerrar, que los comercios van a quebrar y que van a quedar en la calle, miserables y muertos de hambre.
El socialismo en un caramelo envenenado, se ve muy rico pero una vez que lo pones en la boca se te caen los dientes y se ulcera la lengua, porque todo lo que promete el socialismo es mentira, va en contra de la naturaleza humana y por lo tanto todas sus promesa dependen de que tengas constantemente un arma cargada en contra de tu cabeza, o haces lo que el gobierno socialista dice o como enemigo del proceso, sólo eres bueno muerto. 
El gran problema del socialismo es permitirle que se haga gobierno, una vez que se conforma el estado socialista ya es muy tarde, se le ha dado vida al estado parásito más grande y asqueroso, una enorme garrapata pegada a la sociedad, chupándole sus recursos sin dar nada a cambio, arruinando a los pueblos hasta dejarlos en la ruina.
La próxima vez que un socialista se te acerque con cuentos de progreso, igualdad y felicidad para el pueblo, huye, no lo escuches, así diga que se trata de un socialista demócrata, su verdadero interés es hacerte su esclavo.

¿Qué cómo se todo esto? Muy simple, soy venezolano.  -   saulgodoy@gmail.com

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