lunes, 7 de septiembre de 2015

Confrontando la mortalidad



El venezolano le tiene terror a la muerte, prefiere no hablar de ella, pero cuando, inevitablemente, la confronta, lo hace en las más precarias condiciones posibles.  Somos dados a banalizarla, tratar de ocultarla y hasta burlarnos de ella, lo que es un signo inequívoco de nuestro temor.
Si la muerte violenta se hace un lugar común en la cotidianidad, el ignorante cierra los ojos y espera angustiado su turno, sin hacer nada para cambiar su destino; en ocho meses que van del año 2015 se han registrado el ingreso a la morgue de Caracas, de 3.533 cadáveres, sólo en la capital, y sólo en las estadísticas, que los periodistas de la fuente de sucesos, han podido registrar, ya que no hay cifras oficiales, esta situación habla de una estrambótica cultura de la muerte en nuestro país.
Cuando una persona toma la vida de otros en sus manos, les quita realmente todo lo que tienen, razón por la cual el homicidio es el crimen capital,  y cuando los homicidas toman un país, arrinconan a los ciudadanos tras los muros de sus casas y la muerte es su carta de presentación, sin que nadie los detenga, esa sociedad está condenada a desaparecer.
Cuando un partido político y sus fuerzas armadas toman como consigna “Patria, Socialismo o Muerte”, antes que un reconocimiento al hecho inevitable del fin de la vida, lo que se trata es de alistarla como una integrante más, en el ideario de ese grupo, “si la muerte milita con nosotros nada hay que temer”… suponen ellos.
Los funerales de estado del Comandante Eterno
Cuando unos funerales de estado se hace un espectáculo televisivo de propaganda política, y sobre una urna se urden complots en contra de la democracia, se desfigura el sentido de la muerte, que es lo mismo que burlarse del sentido de la vida; aprovechar la muerte de un hombre para amenazar a la sociedad y comprometer las libertades públicas, es un acto de deformación cívica por no decir nada de una oscura y enfermiza configuración mental.
He dictado conferencias sobre bioética, razón por la cual he tenido que informarme sobre la muerte y presenciar e involucrarme en situaciones límites, donde se confronta con nociones como la del “buen morir”, donde la compasión, el derecho, la necesidad, el sufrimiento, las creencias y la culpa coliden como trenes de carga sin control.
De algo me he percatado, mientras más ignorantes sean las personas involucradas en estas circunstancias, más sufren y, muchas veces, toman las peores decisiones. Morir es algo que concierne más a los vivos que a los muertos; es cierto que el ser humano nace para morir, la presencia constante del hecho que tengamos que dejar la vida en algún momento, puede ser ocasión para grandes temores, o acicate para saborear y gustar de cada momento en vida.
El hombre que quería ser inmortal 
En algún momento los venezolanos sabremos si dentro de ese gran número de compatriotas que decidieron dejar a su país y marcharse al extranjero, cuantos lo hicieron por temor a la muerte o a condiciones de vidas que propiciaban la muerte.
La muerte ocurre en un instante y luego ya nada importa para quien muere; pero para los vivos, tener que lidiar con el sufrimiento de un moribundo y luego con un cadáver y la memoria de quien fue esa persona, puede resultar algo caótico y muchas veces muy doloroso, más aún si se trata de alguien público, que simboliza algo para muchos.
La muerte puede tener causas naturales o provocadas, puede ser súbita (algunos dicen que se trata de “la mejor muerte”), puede ocurrir durante un procedimiento clínico o con un largo proceso de agonía, de decaimiento, que muchas veces implica experimentar dolor físico y perdida de facultades, los condenados a muerte hablan de lo insoportable que resulta la espera del momento de la ejecución, la agonía puede ser un calvario o, aunque parezca contradictorio, una gran lección de vida. 
Maduro manipulando la espada de Bolívar sobre el ataud de Chávez
Hay un sinnúmero de sociedades en el mundo que tratan la muerte de distintas maneras, las más notables son aquellas que enseñan que la muerte es parte integral de la vida, y así como existe un “buen vivir” existe un “buen morir”, tan importante es entrar a la vida como salir de ella. 
Hasta los más pobres tienen al nacimiento la asistencia de comadronas al momento de dar a luz, no sucede así con la muerte que, en la mayor parte de las veces, es tratada como un asunto meramente “sanitario”, algo que hay que aislar, ocultar, sin mucha asistencia para el moribundo, excepto la que las religiones propician. Tanto nacer como morir son los actos humanos más solitarios que existen, de allí la necesidad de asistirlos por medio de servicios paliativos y profesionales en tanatalogía que los ayuden en esos difíciles momentos.
Cómo se ha vivido y preparado la persona para la muerte, son importantes al terminar su ciclo vital, de allí la importancia de una educación para la muerte; y si es en una cama o en un accidente, en un robo o en una guerra, importa haber vivido a plenitud, sin grandes arrepentimientos y creyendo en algo, hay gente que desea la vida por encima de cualquier circunstancia, hasta aceptar la esclavitud si fuere necesario para seguir respirando, porque definitivamente en la vida de un hombre, hay cosas peores que la muerte, como sería una vida indigna y atormentado por la cobardía y la culpa.
El momento en que la tumba del Libertador fue profanada por Chávez
Nadie quiere ser olvidado o mal recordado, la mayor carga de la muerte la llevan los sobrevivientes del finado, lo que hizo y dejó de hacer pesará sobre su memoria, que son su familia, descendientes y conocidos, que a veces, por crímenes y malos comportamientos, tienen que llevar un estigma y una carga por generaciones.
El chavismo se ha convertido en un aparato de muerte, de tortura, de escasez, de pobreza y sufrimiento, ha transformado al estado en una maquinaria que le roba dignidad al ser humano, tratándolo como si fuera un mero pedazo de carne, su imagen más visible en los últimos años ha sido la de los escuadrones de robocops, funcionarios policiales y de tropa vestidos para la matanza, rodeados de colectivos armados y motos dando vueltas como moscardones ante las manifestaciones de protesta ciudadana.
La prédica de su ideología es la exaltación de la muerte, el culto a los muertos es su forma de vida y la indiferencia por la vida del pueblo es la constante que nos ha tocado vivir, eso lo vemos a diario en las instituciones de salud, en la criminalidad, en sus medios de comunicación, en sus templetes que realizan cada vez que le caen a palos a la gente y le derrumban sus casas.
El chavismo pronto va hacer el recuerdo de una pesadilla que no debemos olvidar, la lección que hemos aprendido es que la barbarie vive con nosotros, está allí y puede despertar si no nos ocupamos y nos hacemos responsables de nuestros actos.
Quienes se preparan para la muerte (sin hacer de ello el objeto de la vida, sería imposible vivir pensando sólo en la muerte), no importa la manera como sobrevenga, podrán afrontar la salida teniendo algo de control y sobriedad en el momento final, pues los ojos que hoy brillan de vida, en algún momento se apagarán, y con ellos el universo de cada quien.
Un Chávez ya agonizante preparando su legado a Venezuela
Ese momento es personalísimo, sagrado, no le pertenece a más nadie, al menos que decida hacerlo un espectáculo y una mentira, con un aparato de propaganda encargado de confundir su recuerdo.
A los venezolanos nos ha tocado vivir un período muy especial con estos gobiernos chavistas, han tratado de controlar al país arropándolo con el miedo a la muerte, sacrificando a muchos de nosotros en las hogueras de sus ritos satánicos, porque toda esa santería y magia negra traída de Cuba, eran armas de guerra primitivas pero eficaces, que acompañados por el militarismo ciego y estéril de venezolanos contra de venezolanos, llenaron cárceles y cementerios.

Pero sobrevivimos y vamos a ganar, porque todavía hay vida, hay esperanza y mucho valor para dar la gran batalla en contra estas fuerzas del mal, Venezuela será de nuevo libre y volveremos a cantarle a la vida, de eso no me cabe la menor duda.  -  saulgodoy@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario