El filósofo Karl Popper advertía sobre la importancia que había que darle al “significado de los términos” cuando se enfrentaba a un enemigo tan formidable como el totalitarismo y todas esas otras derivaciones del historicismo entre las que incluía al comunismo, son corrientes políticas que se valen en gran medida de la confusión del adversario producida por una excesiva verborrea que tiene sus raíces en el escolasticismo, una corriente del pensamiento de la Edad Media donde se recurría a un parloteo intensivo y sin ningún sentido, con el fin expreso de agotar y doblegar la voluntad del contrario para que aceptara argumentos sin valor, mentiras ungidas como verdades valiéndose de palabras multívocas y mucha retórica, al final, aquellos razonamientos abstrusos se hacían ley y condenaban a hombres y mujeres a la desgracia y en muchos casos a torturas y muerte.
Académicos respetables que se han dedicado a desentrañar
los misterios de la justicia como John Rawls quien en su tratado Teoría de la Justicia puso de relieve a
“las oportunidades” como derecho de las personas en sociedad (hoy duramente
atacado, particularmente por la izquierda más radical) o el profesor mexicano
Luis Villoro que complementa las funciones del estado, de todo estado, en
garantizar las libertades de realización de estas oportunidades, han tratado de
brindarle sentido a ese concepto informe que es la Justicia Social.
F. P Ramsay lo precisó de la siguiente manera “tratar lo vago como si fuera preciso”,
el arte de hacer creer que se tienen la razón. Justicia Social es un término
tan vago, que a cada momento surgen interpretaciones y significados tan
distintos que tiene la gran ventaja (o desventaja) que si no lo definen, nadie
sabe de que están hablando, en un buscador de internet existen registradas más
de tres millones de entradas para esta palabra; ha sido definitivamente un mal
augurio que la palabreja esté mencionada en el preámbulo de nuestra
Constitución (la de 1999).

Hay autores que opinan que la Justicia Social ha sido la
causante de las mayores injusticias. He ojeado una veintena de publicaciones
que llevan Justicia Social en su título y todas quieren decir algo diferente
pero con un mismo resultado: quitarle a unos (minoría productiva) para darle a
otros (mayoría dependiente); la acepción más popular es aquella que señala una
justicia conmutativa (dar a cada quien según sus méritos) y otra distributiva
(a cada quien según sus necesidades), otros explican que se trata de una
equitativa redistribución de lo Público entre los ciudadanos sin manera de
saber ¿Equitativo para quién?

La tesis de justicia social más generalizada tiene que
ver con el principio normativo fundamental de la vida en común, es decir, todo
trato desigual en la sociedad es injusto y si se tiene como uno de los fines
del estado la equidad, es el estado quien debe garantizar entre otras cosas,
las oportunidades para que todos puedan realizar el plan de vida que hayan
elegido, y en base a esta obligación, norme, regule, prohíba o permita
actuaciones de privados, empresas e instituciones que conlleven a estos fines.
Esta tesis es el caballo de Troya del socialismo, es una
manera inocente y bien intencionada de pedir estatismo e intervenciones
gubernamentales en contra de la libertad del mercado que inevitablemente lleva
a la limitación de la libertad individual y al predominio de un estado
benefactor.
La Iglesia la incorpora en su nuevo Catecismo para tratar
el espinoso asunto de la igualdad entre los hombres y la solidaridad, se usa
para justificar la supuesta deuda que todos tenemos con la sociedad al haber
sido favorecidos con dones, riqueza, conocimiento y éxitos en nuestras vidas,
por lo que se nos imputa el deber de favorecer a los que no lo tienen.
La doctrina social de la
iglesia parte de principios humanistas y solidarios con el fin de alcanzar una
convivencia social más humana, en el Compendio
de la Doctrina Social de la Iglesia, del Pontificio Consejo “Justicia y
Paz” se dice de la Justicia Social: “Es
una exigencia vinculada con la cuestión social” y habla de esta cuestión
como problemas estructurales sociales, políticos y económicos, esta oscura
definición trata de ser complementada más adelante con un significado de
justicia donde no prevalezcan los conceptos de
utilidad y del tener, sino que priven el valor de la persona, su
dignidad y sus derechos.

Lamentablemente la
Iglesia Católica se ha visto arrastrada en esta vorágines de opiniones y
consignas producto principalmente del aparato de propaganda del marxismo
internacional y en una reciente declaración del Papa Francisco, aseveró que la
principal causa de la pobreza era el capitalismo, afirmación esta sin duda
desmedida y sin una justa ponderación, visto que en el mundo actual, la mayor
carga de pobreza gravita en países socialista y/o comunistas, en regímenes que
no tienen el menor respeto por la dignidad humana.
Estoy absolutamente
seguro que en una imparcial valoración de las causas, ni los procesos de
globalización, ni el rápido crecimiento de los capitales y el mercado son las
causas fundamentales de la pobreza en el Tercer Mundo, por el contrario,
siempre salta a la vista regímenes autoritarios y del terror que funcionan bajo
los principios de las revoluciones obreras y proletarias, sistemas económicos
intervencionistas y nacionalistas que predican la igualdad y la justicia
social, pero en realidad lo que hacen es esclavizar a sus pueblos disminuyendo
sus libertades y derechos.
Pero tratar de explicar la justicia social, puede
llevarnos a justificar hasta golpes de Estado, linchamientos, pobladas e
invasiones, todos estos eventos grupales se pueden ver como la justicia social
en acción, situaciones tan disímiles como el resultado de las elecciones o el
cierre de un canal de televisión, todo, aparentemente tiene que ver la justicia
social.

Quizás sea por el uso compuesto de dos palabras tan
amplias como Justicia y Social lo que lleve a tanto equívoco; cuando aparece la
palabreja, se le iluminan los ojos a todo aquel que tenga algún agravio o necesidad,
cuando la utiliza un político, de esos que se dicen “progresistas” estoy seguro
que alguna fibra toca, sobre todo si es para ponerle la mano a lo que no es
suyo.
Los comunistas usan la justicia social como instrumento
de intimidación ideológica con el objetivo de conseguir el poder de coerción
legal, hacen creer a los incautos que designan una virtud moral cuando en
realidad, es una ruin manera de despojarnos de la libertad.


La justicia social es claramente un arma ideológica,
lamentablemente sustentada por principios cristianos de solidaridad, que
utiliza la izquierda internacional en detrimento de los valores liberales que
conlleva la práctica del libre mercado, lo cual está cargado no solo de una
inmensa hipocresía sino de una intencionalidad política de propósitos y fines
nada cristianos. - saulgodoy@gmail.com
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