jueves, 1 de octubre de 2015

La culpable es la razón


Últimamente me he encontrado con personas que respeto, que les ha dado por señalar que la causa de todos los males del mundo la tiene la razón, o el pensamiento racional, que sienten y argumentan que la razón no es, ni ha sido suficiente para enfrentar sus problemas y los problemas del hombre como especie. Muchos alegan incluso, que la razón nos ha metido en un callejón sin salida ya que ha creado más problema de los que puede solucionar, sienten que el pensamiento racional es una camisa de fuerza desde la cual es imposible visualizar y entender otros caminos y aspectos de la naturaleza humana tales como emociones, sentimientos, premoniciones, creencias espirituales, hasta problemas profundos del alma que son, según esta posición, los que en realidad determinan nuestro ser y hacer.
Hay quienes piensan, los revolucionarios comunistas y los postmodernistas, entre otros, que la razón es un esquema rígido de pensamiento burgués, diseñado para provocar letargo mental, obligando a la persona a ordenar la información por categorías fijas, como sería catalogar una idea como de ‘derecha’ o de “izquierda”, y que concluida la tarea, el mundo sería más claro.
Por un extraño sortilegio, la mayor parte de estos abogados del mundo de las sombras y de lo indecible, esos que alegan razones New Age, creencias místicas y prácticas mágicas, creen que la razón niega de plano el elemento metafísico y espiritual, fundamentalmente debido a que parten de un concepto errado de lo que es la razón y en qué consiste el razonar.
Aún hay otros, que tienen a la razón como un laberinto creado por el lenguaje para darle algún sentido a esa inescrutable realidad que yace fuera de nuestros sentidos, plantearse algún problema y tratar de resolverlo es un asunto principalmente del significado de las palabras que empleamos y de darle alguna estructura al nóumeno en que vivimos, para quienes así piensan, la razón no tiene mayor consistencia que el humo, no pasa de ser mera ilusión.
El psiquiatra Thomas Szasz nos recuerda que el primer pecado es el conocimiento del bien y del mal, el segundo es hablar claro, y para hablar claro hay que pensar claro, y ni Dios, ni la Iglesia, ni el Estado quieren que conozcamos, que pensemos y que hablemos claro, por lo que la razón se ha convertido en la codiciada presa del poder.
En primer lugar debemos distinguir la razón práctica de la razón teorética, la primera es la que usamos cuando tenemos que resolver que es lo que vamos hacer en un momento dado, se refiere más a la acción, a escoger entre alternativas y hacerlo por la mejor, esto significa que no solo tenemos que analizar hechos sino ponderar valores y en definitiva es la que nos mete o saca de problemas en el quehacer diario.
La razón teorética es la que usamos una vez que han ocurrido los hechos, analizamos la situación y sus efectos y consecuencias y tratamos de comprender que fue lo que pasó y porqué, su principal herramienta es la experiencia, igualmente este tipo de razón nos sirve para pensar sobre lo que no ha ocurrido todavía, lo que viene, la utilizamos para analizar el futuro y nos permite prever, este tipo de razón se basa más en hechos que en creencias, trata de ser objetiva y es la base de las aproximaciones científicas tanto a problemas naturales como sociales.
Pero sucede que la razón teorética es la que se ocupa de la naturaleza de las normas, de lo que debemos creer, es la que ordena nuestro valores, cuáles son nuestras conclusiones sobre el mundo y la vida, podríamos decir que la razón práctica modifica nuestras intenciones y la razón teorética nuestras creencias, y es desde la razón, llamémosla teórica, desde donde se originan conclusiones como la que abren este artículo ¿es la razón suficiente o el mejor camino para resolver nuestros problemas?
Y es aquí donde nos topamos con un hecho incontrovertible, la mayor parte de los hombres no utilizan la razón ni para resolver situaciones ni para analizarlas, como ratones de laboratorio transcurren sus vidas en el laberinto satisfaciendo necesidades, siguiendo instintos, presionando palancas que le dan de comer o que les pegan una descarga eléctrica, aprendiendo por práctica y error, y cuando se ven en problemas entonces le echan la culpa a la razón, que nunca han utilizado o la han mal utilizado.
Este hecho confunde a quien no está alerta, pues la impresión que se puede obtener es que la razón es un fracaso, hay tanta gente que se arruina o progresa por consideraciones distintas a la razón que nos puede poner a dudar seriamente sobre su utilidad, y más si hacemos caso a los alegatos de quienes pierden en el juego de la vida, de que la razón no les sirvió para nada, cuando en realidad nunca la usaron, ni siquiera la conocen.
En eso de que el hombre es un ser racional hay que tener cuidado, efectivamente todos los humanos tenemos la posibilidad de llegar a ser seres racionales, pero eso implica un esfuerzo, una disciplina, un entrenamiento, un trabajo arduo y constante, como muy bien lo dice Teilhard De Chardin: “Estar puesto para la inteligencia, no significa en efecto estar acabado. El niño, apenas nacido, debe respirar: de otro modo, se muere”.  Estar dispuesto para la vida no necesariamente significa que vamos a vivir, hay que hacer el esfuerzo, igual con la inteligencia.
Por supuesto siempre es más fácil buscar excusas en “otras razones” como la suerte, la providencia, las maldiciones, la brujería, las vidas pasadas, los espíritus o los cristales, por solo mencionar algunos sucedáneos.
Hay un elemento que entra en juego y que es importante considerar y es la irracionalidad, que básicamente consiste en no aprender de las lecciones de la vida, de la imposibilidad de que la experiencia forme actitudes, en optar por soluciones que van en contra de la evidencia, en justificar, “racionalizar” acciones, valores y situaciones que contradicen los hechos y esto tiene que ver mucho con una debilidad de la voluntad, Akrasia, la llamaban los griegos, una inconsistencia entre pensamiento, realidad y acción.
La principal función de la razón es desplazar la ignorancia, lo que no conocemos nos llena de miedo e incertidumbre, nos paraliza o nos hace tomar decisiones equivocadas, lo que conocemos podemos manejarlo o por lo menos intentamos manejarlo.
En el caso de la psique, de la mente humana, lo poco o mucho que conocemos de ella ha sido gracias al pensamiento científico y racional, hay muchas áreas de la mente que permanecen fuera de nuestra comprensión, fenómenos que todavía son oscuros para nosotros, pero estamos en la búsqueda de respuestas.
Lo que me resulta incomprensible es que alguien, personas inteligentes, prefieran intentar una explicación del mundo y de los problemas fundamentales del hombre con base a afecciones desconocidas y a áreas del conocimiento todavía en estadios especulativos, o peor en fantasías.
En Venezuela, en este justo momento, hay una ideología infernal que pretende, por medio de la irracionalidad, los mitos, la mentira y la manipulación establecer una hegemonía totalitaria a nuestra población, le hacen un flaco servicio al país al poner en duda la verdad,  celebrar las pulsiones primitivas del mundo de las sombras y utilizar la mentira para tratar de cambiar la realidad.
Gracias a una hegemonía comunicacional, en la mejor tradición goebbeliana, el gobierno chavista intenta una y otra vez sustituir la experiencia de la realidad, por cuentos de caminos, por una mentira, por una manipulación ideológica y semántica que tiene como fin controlar nuestro comportamiento.
La única manera que tienen los ciudadanos de Venezuela de contrarrestar este intento de manipulación es ejercitando la razón, constatar hechos, revisar argumentos, no dejarse llevar por interpretaciones sino hacerse uno mismo un juicio, llegar a nuestras propias conclusiones y ponerlas a prueba en el día a día, en situaciones de calle.
Si vemos en nuestra vida diaria que conseguir productos y servicios se hace cada vez más difícil, si entendemos que las empresas y fábricas han sido duramente atacadas por el gobierno, las ha cerrado y nacionalizado, las quiebra y se las entrega a los trabajadores, que los campos los han destruido podemos hacernos una idea de que la situación económica del país es producto de malas políticas del gobierno.
Pero al mismo tiempo el gobierno, al no querer asumir su responsabilidad de su fracaso como administrador del estado nos dice que la culpa de nuestra situación es debido a una “guerra económica” que enemigos de Venezuela le tienen desde el exterior, es cuestión de sopesar argumentos, observar la realidad, ver y escuchar lo que otra gente dice y llegar a una conclusión, que por simple sentido común nos indique que es lo que está sucediendo.
Ser racional, más que adoptar un sistema lógico de procedimientos, es una condición elemental de la libertad humana que trata del ejercicio del pensamiento y de la moral, ambos se obtienen en una lucha continuada en contra de la obscuridad, el error y la opresión.
Aquellos que viven de consignas, de memes, de argumentos prefabricados parecen ser más felices, aparentan tener resueltos sus problemas fundamentales, en sus pobres cabecitas lo que priva es la voz del amo que los manipula y los lleva por donde el poder quiere, pero es solo apariencia, no tienen control de sus vidas, no tienen destinos sino el que le construye la necesidad del momento, y cuando los titiriteros desaparecen, se van, o se cansan, quedan las marionetas, estos seres manipulables en la orfandad más ingrata, en la confusión y la necesidad de tener que pensar y no saber cómo hacerlo. -  saulgodoy@gmail.com




No hay comentarios:

Publicar un comentario