A lo
largo de estos artículos contra el socialismo, ustedes me han leído comentando
sobre la libertad, que ha sido, es y será el don que nos distingue de los otros
seres vivientes en el universo; la libertad es lo que nos hace humanos y si
esto es así ¿Cómo es que existen doctrinas políticas, instituciones y líderes
cuya primera condición es pedírtela, confiscártela, para el logro de sus fines?
Y lo peor, ¿Cómo es que existen personas capaces de renunciar a su libertad por
un dogma, una personalidad carismática o una simple promesa?
Les
voy a decir algo que los va a sorprender, se menciona muy poco y se entiende
menos, el capitalismo es el único sistema político-económico, de todos los que
existen, repito, el único, que garantiza y hace un punto de honor en defender
esa libertad.
El
capitalismo, a pesar de los esfuerzos por estigmatizarlo que ha hecho el
comunismo internacional, no ha logrado penetrar en su esencia, lo medular en el
capitalismo no es el dinero, tampoco trata del egoísmo, de explotar al otro;
muy por el contrario, la base fundamental del capitalismo es la libertad de los
hombres, su capacidad de hacer elecciones libres entre varias opciones, se
trata de la libertad de escoger en el entendido de que solamente siendo libre
una sociedad podrá prosperar y conseguir su felicidad.
La
idea de que el hombre es libre nace a contracorriente del tribalismo, de esas
formas primigenias de organizarse en los orígenes de la civilización, cuando la
vida era muy dura, peligrosa y salvaje; pero aún en aquellos momentos
constreñidos por la necesidad y la sobrevivencia, el hombre empezaba a pensar,
a usar su intelecto, a cultivar la razón.
En
una tribu, todo, absolutamente todo pertenecía al jefe del clan, incluyendo la
vida de sus miembros, y el jefe era jefe dependiendo de los servicios que
prestara a la tribu; si faltaba a esos deberes, pronto le surgía un contendor,
o la misma tribu se encargaba de eliminarlo.
En
esa cultura tribal lo más importante era el colectivo, el hombre era apenas un
miembro, una unidad dispensable y al servicio de la sobrevivencia del grupo,
eran tiempos donde el altruismo era obligatorio (el sueño húmedo del chavismo).
Con
el desarrollo de la civilización esa cultura tribal cambió de apariencia, y fue
el señor feudal o el Rey quienes mandaban y eran los dueños del mundo, mientras
pudieran defender a siervos y vasallos todo iba bien, al momento que faltaran a
sus deberes se sucedían los cambios.
La
propiedad privada empezó a nacer en estas circunstancias; poco a poco, la
gente común que se sentía dueña de sus cosas más personales, sus enseres, sus
instrumentos de labranza, empezaron a empoderarse de lo más próximo a sus
vidas, luego de sus lotes de tierra, de sus animales, de sus casas, se trataba
de una propiedad privada imperfecta, pues el Rey seguía siendo legalmente el
dueño de todo, aunque otorgaba, por medio de documentos, uno que otro permiso
de propiedad, a manera de gracia o para pagar favores, pero cuando le daba la
gana lo expropiaba todo y hasta le daba muerte a quien se opusiera.
Pero
la mente del hombre fue igualmente evolucionando, la cultura se expandía, las
ciencias se desarrollaron y las ideas enriquecieron el mundo con nuevos
significados y formas, con base en descubrimientos y obras de arte.
El
hombre ya no era el mismo de las cavernas, aún dentro de las limitaciones de
escogencia que se le presentaban, podía deliberar y tomar decisiones, no muchas
al principio, pero a medida que los siervos y luego el pueblo se hacían
necesarios para la guerra y mantener a sus “señores” en el poder, se abrían
posibilidades para ejercer la libertad de elección.
Fue
con la revolución norteamericana que los derechos del hombre fueron finalmente
proclamados. Ya el capitalismo estaba en forma, el hombre pensante, autónomo,
independiente y responsable de sus actos decidió tomar las riendas de su propio
destino, se proclamó libre… Analicemos un poco cómo fue este cambio libertario.
El
individuo, desde hacía mucho tiempo, era el que llevaba las riendas del
comercio, del intercambio de mercancías, bien en los mercados locales o
recurriendo al transporte, por mar y tierra, para traerse consigo productos de
lejanos parajes y de los que no disponía en su tierra; para cada paso que daba
en estos menesteres usaba su inteligencia para programar la compra de
mercancías, calcular los costos y riesgos de traerlas y llevarlas al mercado,
saber con quién competía, cuáles eran sus precios, las ganancias probables y
seguir expandiendo sus actividades.
Siempre
había usado su inteligencia para los más mínimos detalles, para su
sobrevivencia, desde hacer sus armas para la cacería y las trampas, para
determinar cómo, dónde y cuándo sembrar sus cosechas, para hacer un refugio…
todas estas actividades implicaban un proceso de pensamiento, un acto de
voluntad, un cúmulo de conocimientos que se materializaron en la primera
fogata, en la primera rueda, en la construcción del acueducto y al levantar las
murallas de la ciudad.
Este
proceso de acumulación y sistematización de pensamiento es muy complejo y
sutil, supone relacionar, descartar, diseñar, comparar y tantos otros sutiles
procesos que sólo la mente individual de un hombre es capaz de hacer.
No
hay cerebros colectivos; como todo maestro de escuela sabe, el aprender
requiere de la atención del estudiante, de su comprensión, de su mente
individual, y si bien el hombre puede cooperar en el descubrimiento de nuevo
conocimiento, se requiere, igualmente, la participación de la mente de cada uno
de esos individuos en su propio proceso de pensamiento.
Sobrevivir
es, fundamentalmente, una acción intelectual del ser humano, no se trata sólo
de instintos; todo lo que el hombre necesita, debe ser descubierto por su
mente, para luego producir los elementos de las soluciones a sus problemas, si
tiene frio debe buscar refugio, o construirlo, si tiene hambre debe salir a
cazar, lo que requiere un plan, si necesita agua debe encontrarla y llevarla
hasta donde pueda usarla, para lograrlo cuenta con su ingenio y su propio
esfuerzo, como lo afirma la filósofa Ayn Rand: “La
producción es la aplicación de la razón al problema de sobrevivencia”.
Los
hombres a los que les da flojera pensar, sobreviven copiando la rutina de
trabajo que otros han inventado; si alguien decide no trabajar, puede
sobrevivir momentáneamente plagiando el trabajo de los otros, pero sin el
trabajo de los que piensan, nadie habría sobrevivido.
Y ya
que el conocimiento, el pensar y el accionar racionalmente es función del
individuo, para sobrevivir, es fundamental que los que no piensan ni trabajan
no interfieran con los otros que sí lo hacen.
Los
que razonan y encuentran soluciones a los problemas deben poder asociarse
libremente, establecer acuerdos, criticar, experimentar y exponerse, para poder
encontrar su camino; de aquí que la libertad del individuo sea sagrada,
principalmente porque para la sociedad, es su seguro de vida.
Una
mente racional no trabaja bajo fuerza, opresión, control, vigilancia, amenazas
u otras pautas que las que dicte su intelecto; un hombre libre trabaja y
produce para poder vivir, mantiene su vida por propio esfuerzo y tiene como
guía su propia mente.
Si no
puede disponer del producto de su esfuerzo, no es dueño de su esfuerzo, si no
es dueño de su esfuerzo no es dueño de su vida, y bajo condiciones de opresión
y explotación ningún individuo da lo mejor de sí.
Los
derechos del hombre nacen primordialmente del derecho a la vida, pero todos los
demás derechos derivan del derecho a la propiedad privada, es una cadena que
comienza en la mente, en las ideas originales que son de utilidad social.
Los
europeos no entendieron muy bien la revolución norteamericana, basada en los
derechos del individuo, y se contentaron con entender que la emancipación del
hombre consistía en ser esclavizados por el Estado en lugar del Rey.
Hasta
el momento, a los europeos les ha sido muy difícil despojarse de las telarañas
del colectivismo y del tribalismo, quizás esa es la explicación de por qué, el
socialismo nació en Europa.- saulgodoy@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario