martes, 20 de octubre de 2015

La libertad, humano tesoro



(Mi interpretación del excelente artículo ¿Qué es Capitalismo? (1965) de Ayn Rand)


A lo largo de estos artículos contra el socialismo, ustedes me han leído comentando sobre la libertad, que ha sido, es y será el don que nos distingue de los otros seres vivientes en el universo; la libertad es lo que nos hace humanos y si esto es así ¿Cómo es que existen doctrinas políticas, instituciones y líderes cuya primera condición es pedírtela, confiscártela, para el logro de sus fines? Y lo peor, ¿Cómo es que existen personas capaces de renunciar a su libertad por un dogma, una personalidad carismática o una simple promesa?
Les voy a decir algo que los va a sorprender, se menciona muy poco y se entiende menos, el capitalismo es el único sistema político-económico, de todos los que existen, repito, el único, que garantiza y hace un punto de honor en defender esa libertad.
El capitalismo, a pesar de los esfuerzos por estigmatizarlo que ha hecho el comunismo internacional, no ha logrado penetrar en su esencia, lo medular en el capitalismo no es el dinero, tampoco trata del egoísmo, de explotar al otro; muy por el contrario, la base fundamental del capitalismo es la libertad de los hombres, su capacidad de hacer elecciones libres entre varias opciones, se trata de la libertad de escoger en el entendido de que solamente siendo libre una sociedad podrá prosperar y conseguir su felicidad.
La idea de que el hombre es libre nace a contracorriente del tribalismo, de esas formas primigenias de organizarse en los orígenes de la civilización, cuando la vida era muy dura, peligrosa y salvaje; pero aún en aquellos momentos constreñidos por la necesidad y la sobrevivencia, el hombre empezaba a pensar, a usar su intelecto, a cultivar la razón.
En una tribu, todo, absolutamente todo pertenecía al jefe del clan, incluyendo la vida de sus miembros, y el jefe era jefe dependiendo de los servicios que prestara a la tribu; si faltaba a esos deberes, pronto le surgía un contendor, o la misma tribu se encargaba de eliminarlo. 
En esa cultura tribal lo más importante era el colectivo, el hombre era apenas un miembro, una unidad dispensable y al servicio de la sobrevivencia del grupo, eran tiempos donde el altruismo era obligatorio (el sueño húmedo del chavismo).
Con el desarrollo de la civilización esa cultura tribal cambió de apariencia, y fue el señor feudal o el Rey quienes mandaban y eran los dueños del mundo, mientras pudieran defender a siervos y vasallos todo iba bien, al momento que faltaran a sus deberes se sucedían los cambios.
La propiedad privada empezó a nacer en estas circunstancias; poco a poco, la gente común que se sentía dueña de sus cosas más personales, sus enseres, sus instrumentos de labranza, empezaron a empoderarse de lo más próximo a sus vidas, luego de sus lotes de tierra, de sus animales, de sus casas, se trataba de una propiedad privada imperfecta, pues el Rey seguía siendo legalmente el dueño de todo, aunque otorgaba, por medio de documentos, uno que otro permiso de propiedad, a manera de gracia o para pagar favores, pero cuando le daba la gana lo expropiaba todo y hasta le daba muerte a quien se opusiera.
Pero la mente del hombre fue igualmente evolucionando, la cultura se expandía, las ciencias se desarrollaron y las ideas enriquecieron el mundo con nuevos significados y formas, con base en descubrimientos y obras de arte.
El hombre ya no era el mismo de las cavernas, aún dentro de las limitaciones de escogencia que se le presentaban, podía deliberar y tomar decisiones, no muchas al principio, pero a medida que los siervos y luego el pueblo se hacían necesarios para la guerra y mantener a sus “señores” en el poder, se abrían posibilidades para ejercer la libertad de elección.
Fue con la revolución norteamericana que los derechos del hombre fueron finalmente proclamados. Ya el capitalismo estaba en forma, el hombre pensante, autónomo, independiente y responsable de sus actos decidió tomar las riendas de su propio destino, se proclamó libre… Analicemos un poco cómo fue este cambio libertario.
El individuo, desde hacía mucho tiempo, era el que llevaba las riendas del comercio, del intercambio de mercancías, bien en los mercados locales o recurriendo al transporte, por mar y tierra, para traerse consigo productos de lejanos parajes y de los que no disponía en su tierra; para cada paso que daba en estos menesteres usaba su inteligencia para programar la compra de mercancías, calcular los costos y riesgos de traerlas y llevarlas al mercado, saber con quién competía, cuáles eran sus precios, las ganancias probables y seguir expandiendo sus actividades.
Siempre había usado su inteligencia para los más mínimos detalles, para su sobrevivencia, desde hacer sus armas para la cacería y las trampas, para determinar cómo, dónde y cuándo sembrar sus cosechas, para hacer un refugio… todas estas actividades implicaban un proceso de pensamiento, un acto de voluntad, un cúmulo de conocimientos que se materializaron en la primera fogata, en la primera rueda, en la construcción del acueducto y al levantar las murallas de la ciudad.
Este proceso de acumulación y sistematización de pensamiento es muy complejo y sutil, supone relacionar, descartar, diseñar, comparar y tantos otros sutiles procesos que sólo la mente individual de un hombre es capaz de hacer.
No hay cerebros colectivos; como todo maestro de escuela sabe, el aprender requiere de la atención del estudiante, de su comprensión, de su mente individual, y si bien el hombre puede cooperar en el descubrimiento de nuevo conocimiento, se requiere, igualmente, la participación de la mente de cada uno de esos individuos en su propio proceso de pensamiento.
Sobrevivir es, fundamentalmente, una acción intelectual del ser humano, no se trata sólo de instintos; todo lo que el hombre necesita, debe ser descubierto por su mente, para luego producir los elementos de las soluciones a sus problemas, si tiene frio debe buscar refugio, o construirlo, si tiene hambre debe salir a cazar, lo que requiere un plan, si necesita agua debe encontrarla y llevarla hasta donde pueda usarla, para lograrlo cuenta con su ingenio y su propio esfuerzo, como lo afirma la filósofa Ayn Rand: “La producción es la aplicación de la razón al problema de sobrevivencia”.
Los hombres a los que les da flojera pensar, sobreviven copiando la rutina de trabajo que otros han inventado; si alguien decide no trabajar, puede sobrevivir momentáneamente plagiando el trabajo de los otros, pero sin el trabajo de los que piensan, nadie habría sobrevivido.
Y ya que el conocimiento, el pensar y el accionar racionalmente es función del individuo, para sobrevivir, es fundamental que los que no piensan ni trabajan no interfieran con los otros que sí lo hacen.
Los que razonan y encuentran soluciones a los problemas deben poder asociarse libremente, establecer acuerdos, criticar, experimentar y exponerse, para poder encontrar su camino; de aquí que la libertad del individuo sea sagrada, principalmente porque para la sociedad, es su seguro de vida.
Una mente racional no trabaja bajo fuerza, opresión, control, vigilancia, amenazas u otras pautas que las que dicte su intelecto; un hombre libre trabaja y produce para poder vivir, mantiene su vida por propio esfuerzo y tiene como guía su propia mente.
Si no puede disponer del producto de su esfuerzo, no es dueño de su esfuerzo, si no es dueño de su esfuerzo no es dueño de su vida, y bajo condiciones de opresión y explotación ningún individuo da lo mejor de sí.
Los derechos del hombre nacen primordialmente del derecho a la vida, pero todos los demás derechos derivan del derecho a la propiedad privada, es una cadena que comienza en la mente, en las ideas originales que son de utilidad social.
Los europeos no entendieron muy bien la revolución norteamericana, basada en los derechos del individuo, y se contentaron con entender que la emancipación del hombre consistía en ser esclavizados por el Estado en lugar del Rey.
Hasta el momento, a los europeos les ha sido muy difícil despojarse de las telarañas del colectivismo y del tribalismo, quizás esa es la explicación de por qué, el socialismo nació en Europa.-    saulgodoy@gmail.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario