lunes, 16 de noviembre de 2015

El Cartel de Miraflores


Una de las desventajas de poder absoluto es precisamente la responsabilidad absoluta, el hombre que controla los tribunales de justicia del país, sus cárceles, sus policías, el Comandante en Jefe de las FFAA, la máxima autoridad del país que vigila los aeropuertos y puertos del país, el dueño de todas las tierras productivas y los recursos naturales, el que controla las fronteras, las alcabalas, el que tiene la última palabra en convenios con otros países sobre temas de seguridad, fronteras y drogas, el custodio de todas las aduanas, el señor y amo de la fiscalía, el administrador de toda la industria química y petrolera del país, que produce precursores para la fabricación de sustancias ilícitas e lícitas, el defensor de nuestros espacios aéreos, lacustres y marítimos.
Esa máxima autoridad política y territorial del país tiene que estar enterado de que Venezuela es, no solo en el mayor centro de distribución de drogas ilícitas del continente, sino que pronto tendremos en nuestro territorio la mayor parte de los laboratorios clandestinos productores de heroína, cocaína, crack (bazuko), éxtasis, en las selvas del Territorio Delta Amacuro, Amazonas, Estado Bolívar, y en las sabanas de Apure, Barinas y Táchira, que nuestro espacio aéreo es usado para vuelos que transportan drogas y que nuestros mares lo surcan barcos cargados de estas sustancias con destino al Caribe, África, Europa, Centro América y Sur América, que hay una red marítima que es usada para sacar narcóticos hacia Trinidad y las Antillas Mayores para luego dar el salto a los Estados Unidos de Norteamérica y Europa, que los barcos de carga parten de los puertos venezolanos con inmensos alijos de droga para Europa, África y Asia, esto no es una opinión o una interpretación, allí están las incautaciones y los presos regados por las cárceles del mundo.
¿No sabe el líder absoluto del país, que el consumo interno de drogas ilícitas ha aumentado exponencialmente poniendo en peligro nuestra juventud? ¿Qué nos hemos convertido en una lavadora de dinero sucio sobre todo en inversiones turísticas, petroleras, agropecuarias, en comunicaciones e inmobiliarias? ¿Qué el crimen organizado internacional nos tiene penetrados hasta los tuétanos y que el repunte de los delitos por el hampa común tienen relación con esta actividad? 
Es difícil de creer que un hombre que gasta tanto dinero en inteligencia, en satélites y en escuchar llamadas privadas, no sepa que el país es usado por las FARC de Colombia para hacer su negocio sucio y financiar su guerra en contra de la democracia, que mafias internacionales con asociación de las nacionales  hayan establecido sus redes de droga y prostitución en el país, que el terrorismo internacional se financia con la droga que corre libremente en Venezuela.
El dinero de la droga es difícil de combatir, hay presupuestos multimillonarios de dinero sucio para comprar conciencias y por ende justicia, información y protección, sobre todo si estas conciencias no tienen referencia moral, y en esto debo advertir a los candidatos de la oposición a la Asamblea Nacional, que lo más probable es que cuando ocupen sus curules, intenten los narcopolíticos comprarlos para apoyar esos negociados o para que miren para el otro lado, todos los ciudadanos estaremos muy pendientes de sus comportamientos, ya que se trata del mayor peligro que corre la democracia dentro de un narco-estado, tal y como el chavismo ha convertido a Venezuela.
Tiene que saberlo ya que dedica tanto trabajo en tener a los medios de comunicación y periodistas bajo la censura más terrible, utilizando el terror, la compra de conciencias, los órganos jurisdiccionales del estado para mantenerlos calladitos o hablando en hipérboles que nadie comprende.
Si son revolucionarios que se complacen en la idea de que el negocio de las drogas en una actividad endógena, con un pasado indigenista, propio de países del Tercer Mundo, que se trata de un negocio manejado por “desposeídos”, por guerrilleros y socialistas en armas, por rebeldes, que simplemente se aprovechan del apetito por drogas de los países desarrollados y que lo enmarcan en un aberrante concepto de “Justicia Social”, que su mercado está en las entrañas del monstruo capitalista, y que en definitiva destruye a las juventudes del imperio opresor, del enemigo de la humanidad, si esto no es verdad entonces, Que hacen enredados en el tráfico de drogas algunos de nuestros principales militares y políticos?
Hay estudios y opiniones de expertos que afirman que el concepto de la nueva geometría de poder propugnada en la fallida reforma constitucional, calza perfectamente con un esquema de convertir a Venezuela en el centro mundial de distribución de drogas ilícitas en preparación para la sustitución del petróleo por la droga como motor de la economía.
La economía subterránea de la droga puede financiar campañas electorales, guerras, revoluciones, golpes de estado, programas sociales, desarrollos endógenos, su poder de penetración se ve potenciado si se puede camuflar como petrodólares y si utiliza los canales del negocio petrolero, tantos sus volúmenes como su origen pueden pasar inadvertidos si no se les aplica la lupa y estrictos controles.
El sueño de todo cartel de traficante de drogas es poder tener su propia Asamblea Nacional, su propia Fuerzas Armadas, su Tribunal Supremo que los blinde de acusaciones y demandas, su Cancillería para que emita pasaportes diplomáticos a sus operarios, a todo un gobierno trabajando como fachada para sus negocios, a un presidente revolucionario que esté en continua campaña internacional para confundir a las gentes del mundo con un discurso, donde los productores de la droga y sus traficantes son los buenos y los consumidores finales los malos, con el argumento que porque son rebeldes y diferentes tienen derecho a existir, a que se les respete mientras ellos le caen a palos a la población que no esté de acuerdo con ellos, trafiquen con substancias peligrosas y dispongan de un territorio abierto para instalar la infraestructura necesaria para su producción y transporte, unas corporaciones internacionales del crimen, con capacidad de mover grandes cargamentos ocultos y camuflados de buena voluntad.
El primer paso que se dio para que Venezuela fuera convirtiéndose en un narco-estado fue, no permitir que las autoridades internacionales y los gobiernos interesados en detener esta actividad, pudieran coparticipar en los programas para combatir la droga, aduciendo al gastado tema de la soberanía, de la integración suramericana, de la intervención en asuntos internos y a manejos bastardos de las operaciones anti-drogas, poco a poco se han desplazado las políticas de prevención y combate a las drogas por una de permisividad y ocultamiento del cáncer que está creciendo dentro del país.
Me pregunto si fue algo que soñé cuando el gobierno le dio en administración un puerto nacional a un narcotraficante, o que podía acceder a grandes cantidades de urea con la empresa Pequiven sin que nadie hiciera preguntas molestas, de nuestras cárceles escapan narcotraficantes cuando les da la gana pagando el precio, por supuesto.
No bastan los show mediáticos de grandes alijos capturados cuando se quiere esconder el aumento gigantesco del tráfico que sufrimos, ni de aeronaves derribadas por nuestra Fuerza Aérea, no es suficiente la negativa de altos funcionarios del gobierno sobre que nuestro país no sufre del problema de lavado de dinero, cuando grandes extensiones del territorio nacional son controlados por los amos de la droga, y en esto, varios gobernadores y oficiales de las FFAA de Venezuela tendrán que rendir cuenta por su permisividad y conchupancia con los criminales que, trafican, almacenan, procesan drogas para luego que despeguen y aterricen aeronaves en y desde nuestro territorio con sus cargamentos de muerte.
No bastan las palabras cuando vemos entrar y salir de Miraflores a los capos de las FARC, como si estuvieran en su propio despacho, cuando los mismos familiares de quien se hace pasar como Presidente de la República son capturados infraganti traficando con drogas hacia los EEUU, y se despliega todo ese trabajo de ocultamiento de la verdad y censura sobre los medios para que el país no se entere.
La verdad verdadera es que Venezuela es un narco-estado, con todas sus letras, un peligro real y presente para toda la comunidad internacional, una amenaza para la sobrevivencia de la democracia en nuestro país y en el continente,  con quienes, ni se debe negociar, ni se debe cohabitar y mucho menos pactar; quienes predican un co-gobierno con el chavismo parecieran interesados en participar en el inmenso negocio del narcotráfico, lavarle la cara al régimen y hacerse los chinos con este pecadillo, cuyo único fin es destruir el alma y el cuerpo de los seres humanos.
Con el narcotráfico no se negocia y mucho menos, se vota por él. –   saulgodoy@gmail.com









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