Definitivamente hay una gran ignorancia sobre lo que significa ser progresista en términos políticos, esta falta de conocimiento viene dada, entre otras cosas por una disposición del actual ambiente ideológico en el país, en quitarle claridad a los términos y conceptos que se utilizan en el discurso político y que, promueve la confusión en la sociedad para beneficios de unas personas que se dicen políticos pero en realidad son oportunistas, pescando en río revuelto.
La
mayor parte de los partidos que se denominan, o que en sus idearios se definen
como progresistas, son todos de izquierda, con una fuerte tendencia al
estatismo y “tocados” por el discurso chavista, en el sentido que aceptan una
buena parte de esa ideología, sobre todo la que tiene que ver con la Justicia
Social, la reivindicación de los pobres y el papel del estado en esta tarea.
Esto
responde a una tradición política, recordemos que el primer partido político
progresista que existió en el país, fue el Partido Republicano Progresista
(PRP), fundado en 1936, durante la presidencia del General López Contreras, por Salvador de la Plaza, Gustavo
Machado, Miguel Acosta Saignes, Carlos Irazábal, Ernesto Silva Tellería, era
una organización de corte marxista, con un programa bastante moderado que se
utilizó como disfraz del Partido Comunista que había sido ilegalizado, los
comunistas tuvieron que esperar hasta el año de 1945 cuando la reforma
constitucional les permitió la creación del Partido Comunista de Venezuela
(PCV).
Los
progresistas fueron parte de esa organización fundada por Mariano Picón Salas y Alberto Adriani, conocida como ORVE, una especie
de MUD que agrupaba a los partidos opositores, y donde participaron la Unión
Nacional Republicana (UNR) y la Federación de Estudiantes de Venezuela, en
octubre de ese año de 1936, se une el recién fundado Partido Democrático
Nacional (PDN) que contaba con Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt en su
directiva.
Esta
comunión ideológica entre el marxismo y el progresismo ya tenía tiempo
manifestándose en Europa, la idea de progreso está arraigada en la de
progresismo y para el marxismo, el progreso social culmina en el comunismo
luego de pasar por la etapa del socialismo, y el comunismo es la promesa, el
ideal, de una sociedad sin clases, sin gobierno, donde prevalece la igualdad
entre los hombres, donde no existe la propiedad privada y el hombre convive en
solidaridad… el ideal de progreso para el marxismo es volver a una etapa
anterior de la historia, a una época dorada, russoniana, de vuelta al estado
natural.
Este
concepto de progreso no fue siempre así, de hecho, la idea de progreso que se
gestó en el siglo XVIII fue una de cambios progresivos donde se iba de lo
simple a lo complejo, de lo imperfecto a lo perfecto.
Para
el autor Teodor Shanin, sociólogo británico experto en las culturas rurales, el
progreso consistía en la creencia que toda sociedad avanzaban de manera natural
y consistente hacia “arriba”, en una ruta que se iniciaba en lo primitivo y
barbárico, en la pobreza, la ignorancia y el despotismo hacia un desarrollo
preñado de riqueza, civilización, democracia y racionalidad, era
definitivamente un viaje de lo malo hacia lo bueno.
Para
el filósofo y autor francés Allain de Benoist, en su ensayo Una Breve Historia del Progreso, define
progreso como:”Un proceso acumulativo en
el que su más reciente etapa es siempre considerado como mejor, como
cualitativamente superior a lo que lo precedió… de modo que el cambio siempre
es orientado (hacia lo mejor), es necesario (nadie puede detener el
progreso), y es irreversible (no puede
haber un retroceso total). El mejorar continuamente, es algo inescapable,
indica que el mañana siempre será mejor que hoy.”
Benoist
dice del progresismo, que es una de las ideologías más optimistas que existen
pero lamentablemente sustentadas en creencias probadamente falsas, los hechos
demuestran fehacientemente que las sociedades pueden perderse en la ruta del
progreso, retroceder y hasta extinguirse, algo que los venezolanos estamos
experimentando en carne propia y en manos de una pandilla de socialistas que se
autodenomina, progresistas.
El
progresismo trata a la tradición como un obstáculo para los triunfos de la
razón, y es la sociedad, tomado como colectivo orgánico, como si fuera un ser
vivo al que quieren someterlo al proceso evolutivo que imaginan, de embrión a
niño, de joven a adulto, con la particularidad, que no prevén límites a este
crecimiento que viene acompañado por una idolatría a todo lo que es nuevo, a los
adelantos técnicos y tecnológicos.
En los EEUU el progresismo tuvo una evolución interesante, Theodore Roosevelt llegó a la Presidencia de su país gracias al partido Progresista, que para aquel tiempo era un partido conservador, de derecha, pero igual que en otros países, el término progresista se fue asociando cada vez más a los valores de la izquierda hasta llegar a nuestros días, donde el partido Demócrata, el partido de la izquierda norteamericana, reúne en su seno una serie de organizaciones e individuos que se llaman a sí mismos “progresistas”.
En los EEUU el progresismo tuvo una evolución interesante, Theodore Roosevelt llegó a la Presidencia de su país gracias al partido Progresista, que para aquel tiempo era un partido conservador, de derecha, pero igual que en otros países, el término progresista se fue asociando cada vez más a los valores de la izquierda hasta llegar a nuestros días, donde el partido Demócrata, el partido de la izquierda norteamericana, reúne en su seno una serie de organizaciones e individuos que se llaman a sí mismos “progresistas”.
El
progresista vive en una perpetua misión por transformar su entorno, por
mejorarlo, trata de remover todo obstáculo a su misión de perfeccionamiento, y
aquí puede caer en excesos, en tratar de combatir “supersticiones”, prejuicios,
culturas inferiores y excusa sus excesos de violencia en contra del
primitivismo y el retraso bajo la pretensión de una campaña civilizatoria.
El
progresismo se basa en tres ideas fundamentales, la primera, es un concepto que
se basa en un tiempo linear y que la historia tiene un
significado orientado hacia el futuro; segundo, que existe una unidad
fundamental del concepto de humanidad, que todas las culturas y sociedades
pueden evolucionar en una misma dirección juntas; tercero, que el mundo puede y
debe ser transformado, lo que implica proclamar al hombre el dueño soberano de
la naturaleza.
Ha
sido desde el progresismo, de esta peculiar idea del desarrollo de las
sociedades que aparecieron las calificaciones de países desarrollados y
subdesarrollados, además de todas esas
ideas y planes que hacían posible fórmulas para el progreso, y de las que se
desprendieron aquellos sesudos análisis de la Teoría de la Dependencia
elaborados por los think tanks
socialistas para explicar los fracasos progresistas en Latinoamérica.
Marx
lo veía todo muy claro desde su teoría del materialismo histórico, las
sociedades evolucionaban desde un sistema basado en la esclavitud hacia el
feudalismo, para luego pasar al capitalismo, para terminar irremediablemente en
un sistema comunista, esta predicción “científica”
pone en el centro de los acontecimientos las relaciones de producción de una
sociedad, la estructura económica determina todas las demás relaciones.
La
idea de progreso tiene un atractivo especial para las clases menos
privilegiadas pues le da la esperanza de mejorar y salir de su condición de
estancamiento, nacen entonces las famosas estrategias de desarrollo, programas
para el crecimiento económico, mejoras de índices de calidad de vida, el
progresismo se convierte en un instrumento poderoso de movilidad social, en una
ideología que pretende ordenar necesidades, recursos, medios y fines con el fin
de transformar la realidad social.
Este
esfuerzo de sistematizar tareas y planificar las relaciones sociales en aras de
la idea de progreso, es un poderoso argumento para imponer políticas y hacer
reformas bajo ese universal motivo del bien común, de la colectivización, del
manejo del estado como instrumento de cambio, no en vano es tan atractiva la
misión para los partidos socialistas y comunistas.
Esta
tradición de la izquierda venezolana ha conformado el paisaje político de
nuestras organizaciones políticas, Acción Democrática es sin duda uno de los
íconos fundamentales del socialismo en Venezuela al igual que el partido Social
Cristiano (COPEY) que tuvieron una destacada actuación en los 40 años de
democracia que el país vivió previos al año 2000, fecha en que se consolida el
partido MVR que se transmutaría en el PSUV, nave insignia del chavismo.
Con
Chávez se da inicio a una decadencia indetenible de los movimientos de
izquierda en Venezuela, la política partidista se convirtió en una lucha de
partidos de la izquierda, entre los que destacan las nuevas organizaciones
progresistas, todas arrastradas por la deriva de una dictadura totalitarista de
signo comunista y de vocación militarista.
La
influencia de Chávez en el ideario y acción de los partidos de izquierda fue
determinante, al punto que no hay posición ideológica de ese espectro político,
que no haya sido incluida de alguna manera en el discurso del Comandante, lo
extraordinario del fenómeno es que a falta de partidos de la derecha en nuestro
país, Chávez haya transformado a los partidos moderados de la izquierda, entre
ellos a muchos progresistas, en el contendor imperialista, capitalista y
burgués que necesitaba.
La
idea del progresismo ha sido importante para la promoción de las organizaciones
políticas, enamorados de la palabra, los políticos de gobierno y de oposición
la cultivan y enaltecen, partidos como Primero Justicia nace como una
organización humanista y progresista, el líder
y ex candidato de la oposición Henrique Capriles, se autocalifica de
progresista, al igual que Henry Falcón, Ismael García y otros.
En la acera del enfrente, todos los voceros del gobierno y por ende, del PSUV, se consideran progresistas, hace algún tiempo 95 partidos progresistas del continente, asociados al tenebroso Foro de Sao Paulo manifestaron su apoyo público a la gestión y gobierno de Hugo Chávez; Lula Da Silva, Rafael Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales, “Pepe” Mujica, Dilma Russef, Daniel Ortega entre otros mandatarios Latinoamericanos se consideran progresistas, Hilary Clinton se cree progresista al igual que el presidente de los EEUU, Barack Obama.
En la acera del enfrente, todos los voceros del gobierno y por ende, del PSUV, se consideran progresistas, hace algún tiempo 95 partidos progresistas del continente, asociados al tenebroso Foro de Sao Paulo manifestaron su apoyo público a la gestión y gobierno de Hugo Chávez; Lula Da Silva, Rafael Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales, “Pepe” Mujica, Dilma Russef, Daniel Ortega entre otros mandatarios Latinoamericanos se consideran progresistas, Hilary Clinton se cree progresista al igual que el presidente de los EEUU, Barack Obama.
Como
vemos el progresismo, con la ilusión que crea la palabreja asociada a las
posibilidades de modernización, crecimiento, progreso, desarrollo y democracia
ha sido prácticamente acaparada por los partidos de la izquierda, incluso de
los más radicales, de los que, como Maduro y el chavismo, no tienen ni la
capacidad ni la intención de poder ofrecer lo que postulan, yo por mi parte
desconfiaría de todo aquel que se llamara progresista, es una palabra tan hueca
y prostituida, que allí cabe cualquier mal pensamiento. - saulgodoy@gmail.com
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