martes, 3 de noviembre de 2015

Totalitarismo y autoritarismo


Quiero apuntar la diferencia que existe entre ambos conceptos y que muchas veces se confunden.
El autoritarismo es una vieja fórmula de dominio político que doblega la voluntad de una sociedad por medio de la fuerza, su fin es conseguir un ambiente político que le permite a un gobierno (de derecha), llevar sus políticas por medio de la obediencia absoluta de los ciudadanos. James F. Forman nos precisa en su libro sobre Fascismo (1974) lo siguiente: "[el autoritarismo es]… una forma de gobierno en la que el poder absoluto está concentrado en un dictador o un pequeño grupo, usualmente militares… numerosos Estados en Latinoamérica, podían ser descritos como dictaduras autoritarias, dependen de la institución armada y de una burocracia tradicional, sin  contar con el soporte popular que caracteriza al fascismo. En tales dictaduras, si el individuo no creaba problemas políticos, si la Iglesia, las universidades, las empresas, no intervenían en contra del gobierno, simplemente los dejaban hacer según sus propios planes…".
Pero el totalitarismo es un animal de diferente pelaje y aspecto, según varios autores entre los que se encuentran Fukuyama, Ravel y Kirkpatrick, sostienen que se trata de una invención de la modernidad que nace en la Rusia comunista; el totalitarismo leninista nació para acabar con la idea de la democracia liberal gestada en la Revolución Francesa, es una ideología creada paralelamente a las primeras tecnologías de destrucción masiva como era el avión de combate, la ametralladora, las bombas, las armas químicas, los campos de concentración.
Compartió la misma filosofía del uso de tecnologías que resolvían el problema de la muerte a gran escala, la destrucción y/o el control de grandes poblaciones, con el menor costo y esfuerzo posible y una eficiencia asegurada.
Lenin había encontrado la fórmula para que un pequeño grupo de funcionarios con poder, utilizando complejas organizaciones policiales y de espionaje, con la ayuda de un aparato de propaganda y la incorporación de la tecnología moderna pudieran gobernar por tiempo indefinido, a grandes números de ciudadanos en una nación.

El sistema de un partido único acababa con las contradicciones en los subsistemas políticos como sindicatos, uniones, federaciones y la libre empresa, la censura terminaba con toda crítica política, las libertades civiles eran extirpadas con la excusa del colectivismo y sus intereses; el país quedaba aislado del resto del mundo, la industria y la empresa privada o eran nacionalizadas o quedaban dependientes del Estado y sirviéndole a sus propósitos; se imponía un régimen de terror, se erradicaba la propiedad privada y la persecución política de la oposición se convertía en el deporte nacional.
La indoctrinación fue el elemento clave del totalitarismo para lograr el apoyo popular y adeptos a la causa, la propaganda, el engaño, la manipulación de la información aseguraba varias cosas simultáneamente: en primer lugar desinformaba y confundía a la población, interiorizaba en la gente los valores de los amos comunistas; el Estado se involucraba en todos los aspectos de la vida social, copando los centros de decisión de la vida comunal y familiar.

Francis Fukuyama nos explica: "…podía controlar la subyacente sociedad tan implacablemente que era fundamentalmente invulnerable al cambio y la reforma". De esta manera podía perpetuarse en el poder sin oposición, congelando la sociedad en el tiempo, aislándola del resto del mundo.
Por supuesto que el totalitarismo requiere de una fuerte dosis de autoritarismo, pero su condición más manifiesta, es la transformación del hombre, anulando sus posibilidades de elección libre y condicionándolo a la voluntad del partido y del líder.
Que no les quede ninguna duda de que Chávez y Maduro conjuntamente con el chavismo son una maquinaria totalitarista, son enemigos de la democracia y de la libertad, son excluyentes, racistas, comunistas y que lo que quieren es doblegar el espíritu de los venezolanos para convertirlos en esclavos.
En Venezuela los ciudadanos democráticos y libres hemos estados luchando en contra de este peligro desde hace 17 años, nos ha tomado un inmenso trabajo y hemos pagado un altísimo costo fundamentalmente, porque cuando el totalitarismo se convierte en gobierno lo primero que hace es disfrazarse de democracia, otorga cierta libertades mientras afianza su poder, sus discursos son engañosos haciéndose pasar por obediente a las normas y las Constitución.
Pero esta actitud hipócrita y de doble cara convence a mucha gente de las buenas intenciones de un gobierno que se dice popular y que trabaja para la felicidad del pueblo, sobre todo en aquellos espíritus débiles que no quieren confrontación, que le temen a la violencia y que prefieren “acomodarse” a los cambios en sus vidas, renunciando progresivamente a sus libertades y derechos ante un estado cada vez más fuerte e interventor.
Esta ilusión que presenta el totalitarismo en su etapa inicial de que se trata de un gobierno participativo y democrático la usan sus factores para ir desmontando las instituciones y llenando el gobierno de sus fichas más incondicionales, esta confusión de forma, que algunos no saben definir correctamente o se niegan a ver la realidad, los hace dudar en si se trata de un gobierno autoritario, o una neodictadura, o peor, una democracia imperfecta, el problema que se crea, es que mientras no se identifique correctamente el mal que aqueja al cuerpo social, no podrá haber un diagnóstico correcto y una cura.
Por lo general los pueblos reconocen al totalitarismo cuando ya es demasiado tarde.
En el caso de Venezuela, el avance del totalitarismo chavista no ha podido ser completo porque ha habido una fuerte resistencia por parte de una sociedad con una herencia democrática y libertaria, el terreno que ha podido ganar el chavismo lo ha hecho principalmente por esa confusión creada y por el colaboracionismo de algunos factores que se dicen de oposición, pero que están “loquitos” por negociar, cohabitar y participar en los oscuros designios del chavismo.
El chavismo, como ideología totalitaria, es contrario a los valores democráticos, a los principios de libertad y de independencia que ha caracterizado al pueblo de Venezuela, no hay nada, absolutamente nada que negociar con ellos, así como no se negocia con un violador, un narcotraficante, un torturador, un secuestrador o un terrorista, no hay términos posibles de convivencia, ellos lo han demostrado tratando de exterminarnos.
El cambio es indetenible en nuestro país, el gobierno lo sabe, el mundo lo sabe, de ellos depende que se haga la transición en paz y democráticamente, el 6 de diciembre amanecerá y veremos.  –
saulgodoy@gmail.com






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