Me gustan las situaciones límites, esas donde pruebas tus valores y creencias, en las cuales, si te equivocas, pagas las consecuencias, a veces con resultados catastróficos. No es que las ande buscando, pero me gusta estar preparado para cuando lleguen, y créanme, siempre llegan, ya he enfrentado algunas, afortunadamente son pocas las que me han dejado marcas.
La
moral es como un músculo que hay que ejercitar, son principios y valores que
son inculcados, algunos son desarrollados por la persona, pero todos deben ser
puestos a prueba, sólo en la vida real podemos constatar su validez y
consecuencias, solo errando podemos aprender y afinar nuestro sentido ético,
como Sócrates, debemos estar en una constante auto reflexión, en un examen de
nuestro comportamiento y el de los demás, es la única vía de mejorarnos como
seres humanos.
Una
de las manera de entrenarme es leyendo algunos casos, bien sean de la historia
o inventados en laboratorios académicos, de estos últimos quiero compartir con
ustedes algunas de las que plantea el filósofo británico Bernard Williams en su
libro, Utilitarismo: A favor y en contra
(1973), en coautoría con J. J. C. Smart.
El
primer caso: Jorge acaba de terminar su doctorado en Química, y le ha costado
conseguir trabajo. No tiene una salud muy buena, lo que ha limitado el número
de trabajos que puede desempeñar. Su esposa tiene que trabajar, lo que causa
una gran presión en el hogar, ya que tienen niños pequeños. El resultado de
esto, especialmente para los niños no ha sido bueno.
Un
amigo de la familia, un viejo profesional de la química, le dice a Jorge que
puede conseguirle un trabajo decente y con buena paga en unos laboratorios que
se dedican al desarrollo de la guerra química.
Su
amigo le dice que él tampoco se siente cómodo con el asunto, pero una negativa
de Jorge no van hacer que el trabajo ni los laboratorios desaparezcan; y hay
algo más, si Jorge se rehúsa a aceptar el trabajo, lo más probable es que se lo
den a otro recién graduado, que probablemente no esté limitado por estos
escrúpulos y de seguro, ponga más empeño en desarrollar la investigación que
Jorge se niega a realizar. ¿Qué debería
hacer Jorge?
Williams
afirma sin dudarlo, que un pragmático aceptaría el trabajo, principalmente
porque un pragmático no piensa en las consecuencias a largo plazo y se hacen
sólo responsable por las acciones que ellos toman, no por la de los otros, esto
quiere decir, ellos no pusieron el laboratorio allí, ni inventaron la guerra
química, y mucho menos controlan lo que se hagan con esas armas.
Para
un pragmático, necesidad + oportunidad van las dos ligaditas, no hay porque
hacerse mala vida, sería tonto no aceptar el trabajo, es un poco como piensan
los chavistas.
El
otro caso es todavía más interesante: Juan se encuentra en una pequeña plaza en
un pueblo en la amazonia. Amarrados y contra una pared hay una línea de veinte
indios, todos aterrorizados.
Un
hombre grande y vestido de kaki se identifica como el capitán a cargo y explica
que los indios son un grupo escogidos a la suerte entre el poblado, quienes
durante recientes protestas en contra del gobierno van a ser ejecutados, para
recordarles a los otros posibles manifestantes, sobre las ventajas de no
protestar.
Sin embargo,
ya que Juan es un visitante honorífico de otras tierras, el capitán está
dispuesto a ofrecerle el privilegio de un invitado a matar uno de los indios. Si
Juan acepta, entonces los otros indios capturados se les dejará en libertad.
Si
Juan se niega, entonces el capitán los matará a todos.
Los
hombres contra la pared, y los otros pobladores, entendiendo la situación, le
ruegan que acepte. ¿Qué debería hacer
Juan?
En el
caso de Juan su concepto de valor de una vida humana se pone a prueba, un
pragmático simplemente sacaría las cuentas y se iría por la que produzca más
ganancias (o menos daño), la situación de Juan es notablemente más pública que
la de Jorge (el del caso anterior) y los efectos inmediatos a su decisión se
harían sentir de inmediato (la gratitud de los que quedaron vivos y el disgusto
de los familiares de quien fue ejecutado) ¿Jugaría este elemento un peso
importante en la decisión de Juan?
Recordemos,
que el utilitarista actúa sobre el efecto que producen sus actos, si una
decisión es buena o mala depende del beneficio que se consiga por ella,
beneficios para él fundamentalmente, que es el agente activo en la encrucijada.
En
ambos casos propuestos por Williams, hay un antes y un después, hay aspectos a
tomar en cuenta como son el de la integridad de la persona que toma la decisión
y los efectos a largo plazo de su acción, si hay daños colaterales estos
pudieran ser remediados por acomodos (racionalización) y hasta mentiras
(excusas), hay ajustes y efectos psicológicos a tomar en consideración.
¿Pudieran
existir efectos a posteriori que cancelaran los beneficios de una salida
utilitaria?
Sentirse
mal sobre una decisión podría arruinar relaciones o inhabilitar a esa persona
porque tomó la decisión incorrecta ¿Qué papel juegan nuestros sentimientos al
momento de tomar una decisión? ¿Es válido involucrar nuestros sentimientos en
ciertas decisiones?
Para
algunos pragmáticos los sentimientos no cuentan o deben jugar un papel mínimo,
al igual que los prejuicios, son peso muerto que impiden hacer decisiones
correctas, son elementos irracionales que deben ser descartados.
Está
el asunto de los precedentes, mucha gente actúa basado en la experiencia de
otros, tenemos modelos en la cabeza que utilizamos en estas situaciones, lo que
otros han hecho anteriormente en nuestro caso o parecidos ¿Tiene esto alguna validez?
Bueno,
les he dado el problema, algunas pistas, para los que deseen continuar con los
casos pueden escribirme sus opiniones, discutir estos temas nos
ayudan de muchas maneras, nos preparan para el momento que nos enfrentemos a
estas situaciones límites. – saulgodoy@gmail.com
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