Si hay algo de lo que carecen los socialistas y comunistas del mundo es de moral, la moral entendida en el buen sentido cristiano y occidental que incluyen conceptos como "el recto vivir humano", "la diferencia entre lo justo y lo injusto" o "las obligaciones para con Dios, la patria y la familia".
Desde que
aparecieron las primeras ideas del utopismo socialistas hasta el desarrollo del
marxismo, la moral se transformó en algo instrumental, fue vista y entendida
como un elemento más de manipulación política, en palabras del maestro español
José Luis L. Aranguren y de su libro Moralidades
de hoy y de mañana (Editorial Taurus, Madrid, 1973): "El Impacto del marxismo ortodoxo sobre Occidente dio primacía
a los valores económicos e impuso su prioridad sobre todos los demás. De ese
modo se desarrolló una especie de marxismo vergonzante, burgués y vulgar, a
modo de visión economicista del mundo. Y siempre de un modo enmascarado,
emergió y se constituyó el ideal del Homo Oeconomicus".
Para los
marxistas y socialistas la moral tradicional son formas ocultas de dominación
de clases, perversiones propagandísticas de una ideología de la explotación,
por lo tanto objetivo de la revolución, o sea: a la moral hay que destruirla.
Para justificar la predominancia del Estado sobre el hombre, la masa sobre el individuo y los partidos únicos sobre el pueblo, tanto socialistas como comunistas desarrollaron una particular crítica a la moral cristiana que en resumidas cuentas apuntan a que la moral, no tiene base en los hechos; de ahí que todas y cada una de las convicciones humanas sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, no puedan ser sino interpretaciones relativas y arbitrarias.
Para justificar la predominancia del Estado sobre el hombre, la masa sobre el individuo y los partidos únicos sobre el pueblo, tanto socialistas como comunistas desarrollaron una particular crítica a la moral cristiana que en resumidas cuentas apuntan a que la moral, no tiene base en los hechos; de ahí que todas y cada una de las convicciones humanas sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo, no puedan ser sino interpretaciones relativas y arbitrarias.
Si la moral ya
no obliga al revolucionario entonces ¿qué lo obliga ante la humanidad?, ya
enterrado Dios, el Estado se erige como única opción de culto y obediencia.
Pero he aquí
la fragilidad y la semilla de la corrupción que nace con la nueva moral de la
izquierda, esa que mientan “moral revolucionaria”, el culto al hombre por el
hombre convertido en un falso humanismo, no son ya los valores de la razón y el
entendimiento lo que cuenta, sino el poder desnudo, la capacidad de hacer lo
que me da la gana sin correr con las consecuencias de mis actos, de sopetón
volvemos 10.000 años atrás, a la moral del hombre primitivo, la moral más cruda
y violenta, la del mazo y la fuerza.
Esta posición
la tomó el marxismo humanista y desarrolló la tesis de que las decisiones
morales son autónomas, bajo este principio el terreno de lo moral y lo ético
hacen campamento aparte de los dominios de la historia, la sociología y la
economía, el marxista humanista corta toda posibilidad de argumentación de
raíz, haciendo que todas sus decisiones morales se conviertan en escogencias
arbitrarias, producto del momento.
El filósofo
marxista Alasdair MacIntyre realiza una crítica a esta forma de asumir la moral
diciendo que sin posibilidades de juicios y revisiones, la moral se convierte
en tabúes personales, en manifestaciones que no tienen más sentido que una tos
o un estornudo.
Para MacIntyre
la moral debe ir atada a un concepto de lo humano, condicionado por la historia
en un tiempo específico y en un lugar determinado.
Y me permito
volver a nuestra triste realidad, la de la Venezuela bolivariana, la Venezuela
de Chávez y Maduro, de las trampas y el engaño, donde el crimen más abyecto es
permitido en aras de un proyecto y un futuro, que no es sino la esperanza del
paraíso en la tierra, el viejo comodín de la utopía que nunca llega.
Si roba el
camarada ministro no es malo, si roba el camarada militar no es vergonzoso, si
roba el juez de la revolución no es delito, si el diputado chavista asalta el
tesoro público y se llena de dólares no es ladrón, todo permanece en el terreno
de la conveniencia política, de las complicidades que tejen su red de
corrupción e impunidad.
Esta a la
vista, por ejemplo, lo que implicaría un fraude electoral perpetrado en contra
de la voluntad popular, el que roba diez bolívares puede robar 2 millones de votos
¿Cuál es la diferencia? no es otra cosa que un vulgar robo, o aquel que acepta
como candidato a quien sabe no tiene los requisitos mínimos para serlo, o los
que permiten abusos de poder para romper el equilibrio y la equidad en una
campaña electoral, bajo la excusa de que no sabe distinguir entre un acto de
gobierno y un descarado acto de propaganda.
La revolución
ante la corrupción actúa como si las faltas a la moral no existieran, las
ignora, hace caso omiso a las acusaciones y pruebas, engaveta expedientes... y
para contrarrestar la mala publicidad, se llena la boca de discursos sobre la transparencia
y honestidad, mientras desmantela los controles institucionales que hacen
posible una proba gestión, pero el olor a podrido los persigue a donde vayan.
La historia de
la humanidad ha demostrado mil veces que ninguna sociedad puede sostenerse
cuando los ladrones son los jefes, o terminan matándose entre ellos o los acaba
una poblada indignada, y eso sucedió en el antiguo Egipto, en la Roma imperial,
en las tantas revoluciones que se han dado en la historia de la humanidad, en
los innumerables gobiernos que caen como castillos de baraja y en un baño de
sangre por el hecho de ignorarla moral, no lo digo yo, es así.
Sin moral los
hombres estamos perdidos, los pueblos desaparecen.
La moral
revolucionaria ha sido una excusa mil veces expresada para defender posiciones
insostenibles, crímenes abyectos y violaciones de los derechos humanos, pero el
mundo ha reaccionado señalando lo absurdo de escudarse en cambios supuestamente
necesarios y exigencias históricas, al final, los que han argumentado tal
comportamiento siempre han terminado condenados por cometer atrocidades y
crímenes contra la humanidad, la moral revolucionaria ha resultado ser un
fraude, una mentira cruel para justificar la violencia.
La moral es un
mecanismo delicado que cohesiona y le da sentido a una sociedad, cualquier
cambio en su estructura toma tiempo, de allí la costumbre como argamasa que
fija los bloques fundamentales del edificio de la moral y la ética, la moral no
se decreta ni se impone, es por ello que una injusticia es injusticia para la
humanidad entera y un ladrón es un ladrón ante los ojos de todo el mundo, la
verdadera moral siempre se impone.
El filósofo
Charles Taylor ha desarrollado toda una metateoría sobre la mora, desde la que
nos explica el intrincado mundo del hombre occidental tomando sus decisiones
morales, nos habla de horizontes y marcos de valores, empezando por demarcar lo
que significa un bien superior, es decir todo un sistema de referencias imbuido
en sentimientos, sensibilidades, semántica, hasta teología, con lo que quiere
explicarnos y deja por sentado, que el comportamiento moral y ético de las
personas apuntan a un orden superior de cosas, incluso conectado con nuestros
valores estéticos, que no son simples decisiones pragmáticas, o puntadas del
momento y mucho menos mecanismos automáticos producto de la alienación.
Los que
creemos en los principios libertarios de la derecha sabemos del valor y la
fuerza de una posición moral, no importa si estamos en la cárcel, si nos
quiebran los huesos o nos calla una bala, el pecado estará siempre allí, en la
frente de los criminales, de los que han actuado mal, y aunque se rodeen de
abundantes bienes y privilegios, estos no podrán ocultar sus culpa y vergüenzas.
Lamentamos
mucho que unos venezolanos enfermos de avaricia y rencor no se den cuenta del
daño tan grande que le están haciendo al país, pero ya Platón lo preveía, y
puso las palabras en boca de Sócrates: "...Amigo
mío, tú, ciudadano de la grande, poderosa y sabia ciudad de Atenas, ¿No te
pasmas de verte amontonando grandísimas sumas de dinero y yendo tras los
honores y la fama, a la vez que te cuidas tan poco de la sabiduría y de la
verdad y del mayor provecho del alma, cosas éstas que no consideras nunca y no
te importan en absoluto?... Repito, que el discurrir diariamente acerca de la
virtud y de las demás cosas de las cuales me oís examinarme a mí mismo y
examinar a otros cada día, es el principal bien para el hombre, y que la vida
sin examen, no vale la pena vivirla."
- saulgodoy@gmail.com
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